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Voto de esperanza004:
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Drama
Año 1942. Durante la ocupación de París por las tropas alemanas, un grupo de actores trata de sacar adelante una obra de teatro. Nadie sospecha que, en el sótano del edificio, se oculta el director del grupo, un hombre de origen judío que desde su escondrijo dirige la obra a través de las indicaciones que da a su mujer, que es la protagonista. (FILMAFFINITY)
2 de diciembre de 2010
5 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
El último metro, de François Truffaut, narra las vicisitudes por las que pasan los trabajadores (actores, directores, dueños) de un humilde teatro parisiense, al tratar de representar una obra en mitad de la Segunda Guerra Mundial, cuando Francia estaba dominada por los nazis.
Una de esas vicisitudes sirve de hilo conductor de la trama, y es el hecho de que Lucas Steiner, un reputado director teatral judío a quien le habían encargado el montaje de la función, se ve obligado a esconderse en el sótano del teatro para evadir así la persecución antisemita llevada a cabo por los alemanes; desde allí, oculto, sigue los ensayos y va corrigiendo a los actores a través de su mujer, la protagonista de la representación, quien, al ser la única que conoce su escondite, le visita con secreta asiduidad para cuidarlo y para escuchar sus directrices.
Por sus características argumentales y técnicas (prácticamente un único escenario, pocos personajes, muchos diálogos…), El último metro se asemeja más a una frívola obra de teatro que a un largometraje muy profundo; pese a su evidente contenido político, no deja de ser una narración intrascendente. No obstante, al estar magistralmente dirigida y muy correctamente interpretada, entretiene en todo momento; es digna de verse.
Una de esas vicisitudes sirve de hilo conductor de la trama, y es el hecho de que Lucas Steiner, un reputado director teatral judío a quien le habían encargado el montaje de la función, se ve obligado a esconderse en el sótano del teatro para evadir así la persecución antisemita llevada a cabo por los alemanes; desde allí, oculto, sigue los ensayos y va corrigiendo a los actores a través de su mujer, la protagonista de la representación, quien, al ser la única que conoce su escondite, le visita con secreta asiduidad para cuidarlo y para escuchar sus directrices.
Por sus características argumentales y técnicas (prácticamente un único escenario, pocos personajes, muchos diálogos…), El último metro se asemeja más a una frívola obra de teatro que a un largometraje muy profundo; pese a su evidente contenido político, no deja de ser una narración intrascendente. No obstante, al estar magistralmente dirigida y muy correctamente interpretada, entretiene en todo momento; es digna de verse.