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El cielo y tú

Drama. Romance París, 1840. Una institutriz mantiene una escandalosa relación con un noble. Cuando la mujer de él aparece muerta, ambos se convierten en los principales sospechosos. (FILMAFFINITY)
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Críticas 14
Críticas ordenadas por utilidad
31 de agosto de 2008
11 de 15 usuarios han encontrado esta crítica útil
Porque el cine es lo que es.
Y no es mi intención hacer tautologías baratas.
Pero aquí escribimos los que amamos el cine.
Quienes se dedican a la crítica profesionalmente lo suelen hacer en otros foros.
Aunque parece que, por aquí, hay de todo.
Los datos no sobran: a veces son útiles, uno se queda muy satisfecho dejando ver lo mucho que sabe,etc.
Pero los datos no hacen útiles las críticas.
Y las opiniones poco fundamentadas ( pongamos un ejemplo muy grosero : " es más fea que picio" ) o deudoras de la Conferencia Episcopal ( pongamos otro ejemplo aún más grosero: " se acostaba con todos aunque estuvieran casados") o simplemente contradictorias en sus términos ( otro más : " fulano no era buen actor, pero a fuerza de trabajo, llegó alto...")...
pues, la verdad, francamente, tampoco.

Así que, hablemos de cine y no de lo mucho que me aburro y de lo mucho que me corroe el talento ajeno.
Esta película está bien dirigida y bien interpretada. Los diálogos, un poco librescos pero indudablemente bellos ( en español, el doblaje ha sido asombrosamente correcto ). La historia , que parece anodina en un principio, va seduciendo de manera creciente. El ritmo es fluido. Los secundarios lo hacen bien. La puesta en escena y la "fidelidad" histórica, bastante más dignas que la media de las películas de la época y que muchas de las de ahora.
Las niñitas son un poco cursis, e incluso las pequeñas víboras del colegio de señoritas del Nuevo Mundo, son buenas y comen de todo. Es una película de 1940. Recordémoslo.
Pero lo curioso es que a pesar de los histrionismos de la duquesa, de lo empalagoso de sus seráficos hijos, de la inquebrantable nobleza de ánimo de la prota, la película narra una historia que se cree. Y ocurre lo que ocurre en el buen cine. Aquello de Horacio, ya saben.
Peixesapo
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10 de septiembre de 2008
11 de 15 usuarios han encontrado esta crítica útil
Bette Davis contaba treinta y dos años cuando protagonizó “El cielo y tú”, que supuso un gran éxito, ya despuntando tras haber arrastrado unos comienzos difíciles en el mundillo del celuloide.
Su mirada leonina de ojos prominentes y su rostro magnético ya iban dejando su marca en las retinas de los espectadores, y las dotes de la brillante actriz que llegó a ser ya iban surgiendo y eran cada vez mejor aprovechadas.
Anatole Litvak le concedió un papel de mujer bondadosa y recta que trata de abrirse paso sola y que padece las consecuencias de la maledicencia.
El guión elabora una trama donde la nobleza de sentimientos y la honradez ganan la partida en medio de la perfidia, los celos enfermizos y un ambiente hostil de miradas turbias y corazones envenenados.
Henriette Deluzy-Desportes, de origen francés, es una ex institutriz emigrada a Estados Unidos, donde ha obtenido un puesto de maestra de francés en un colegio de señoritas. Y muy pronto sabrá que el pasado puede ser un fardo con piernas muy largas que nos persigue donde quiera que vayamos. Los rumores vuelan y con frecuencia preceden los pasos de las personas alrededor de las cuales se han generado.
No ha hecho más que llegar al colegio, y ya sus potenciales alumnas han tenido tiempo de recopilar todo tipo de información sensacionalista acerca de ella, no dudando en restregársela malévolamente por la cara.
Pero la señorita Deluzy posee de primera mano una versión que difiere radicalmente de la que se ha difundido en la prensa… Y sus alumnas no podrán sustraerse al embrujo de un relato novelesco, impregnado de romanticismo y de encanto…
Los dulces y dolorosos recuerdos de Henriette se van desgranando en un prolongado flashback que transita por su último empleo como institutriz en la mansión de los duques de Praslin, un hogar donde la infelicidad del matrimonio planea sobre toda la familia con una sombra espesa que enrarece el aire. Una esposa de celos obsesivos y de escaso instinto maternal cuya vida gira patéticamente en torno a un marido hastiado y agobiado. Unos hijos encantadores y faltos de cariño materno, carencia afectiva que su padre trata de suplir con su gran instinto paternal.
Henriette, sin pretenderlo, irá llenando el ominoso vacío de una familia hambrienta de amor, desplazando en sus afectos a la amargada y egoísta duquesa que sólo vive para sí misma, y la cual maquinará tretas para hacer pagar a la dulce y juiciosa institutriz por sus propios fracasos y cegueras.
Una película elegante con ese sabor de antaño, donde un drama exquisitamente romántico se sazona con toques de intriga, de espiritualidad y de sutil crítica social, a la vieja usanza de las narraciones que incorporan enseñanzas valiosas y mensajes de amor verdadero, y de la paz que se alcanza con la honradez y con la dicha de haber conocido una fugaz felicidad absoluta y deslumbrante.
Vivoleyendo
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26 de mayo de 2008
9 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
Desconocida película dentro de la filmografía de Bette Davis, sorprenderá gratamente por la maravillosa historia de amor , contada con una exquisitez y elegancia que se echan en falta en el cine actual, y por las excelentes interpretaciones de todo el elenco.
Las dos horas largas de metraje, lejos de hacerse pesadas, pasan en un suspiro y nos dejan con ganas de saber más.
HGW XX_7
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9 de agosto de 2009
7 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
Película número 42 de Bette Davis. Rodada entre febrero y abril de 1940. Tuvo 3 nominaciones a los Oscar : película (ganó “Rebeca”), Actriz de reparto, Barbara O´neil (venció Jane Darwer por “Las uvas de la ira”) y fotografía en blanco y negro, Ernest Haller, (el premio fue para George Barnes por “Rebeca”). También estuvo nominada a mejor película en esa edición “La carta”, protagonizada por Bette Davis.
Está basada en la novela de Rachel Field, sobrina de Henriette Deluzy-Desportes, el personaje que interpreta Bette. En realidad, la película es un extenso flash-back que abarca casi la totalidad de la misma.


Encontramos a una Bette Davis que, como nos tiene acostumbrados, nunca defrauda. Interpreta a una institutriz entregada con ahínco, excediendo los límites profesionales para penetrar en los personales, ofreciendo una entrega absoluta a su tarea.
Es un personaje con el que inmediatamente conectas por su bondad y por el buen hacer de Bette Davis. Posiblemente sea una de las películas más recordadas de ella en un papel de “buena”.

La ambientación de época está muy cuidada. De entre las hijas del conde la que más protagonismo tiene es la de edad intermedia, Virginia Weidler, aunque también aparece una jovencísima Ann Todd (“El proceso Paradine”).
A pesar de ser un fan incondicional de la protagonista de “Como ella sola” y aunque “El cielo y tú” es un bonito melodrama que se rige por los cánones de la época, tropieza con dos defectos:
el excesivo e innecesariamente estirado metraje (el montaje inicial duraba más de 3 horas), y el abuso, especialmente en el último tercio, de un sentimentalismo exacerbado.

Para mi gusto, la interpretación de Bette Davis está muy por encima de la dirección de Anatole Litvak.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Gabriel Ufa
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5 de agosto de 2015
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Excelente melodrama romántico de enorme carga folletinesca – la institutriz y el conde, ahí es nada- situado en 1846, en la Francia de los años finales del reinado de Luis Felipe de Orleans. Basada en una mediocre novela de Rachel Field, el maestro Litvak consigue verdaderos alardes de expresividad, con un material tan ñoño en origen, en un relato ocupado casi integramente por un largo flasback donde la protagonista explica a sus alumnas su pasado supuestamente escandaloso. Pese a su gran duración - dos horas y media- no se hace nada pesada gracias a la imponente puesta en escena y, sobre todo, a las inmaculadas actuaciones de los dos protagonistas, ambos magníficos: el conde, personaje tan apropiado para la mirada distante pero romántica de Charles Boyer y la institutriz encarnada por Bette Davis en el momento álgido de su carrera – echen un vistazo a la lista de películas que rodó entre 1939 y 1945 y sabrán de lo que hablo-. Es impresionante como ambos actores son capaces de expresar con sus miradas tantos matices a lo largo del metraje, en una relación sin palabras, hecha de sobreentendidos y donde la distancia social les impedía manifestar sus verdaderos sentimientos. No entiendo, por otro lado, las prevenciones hacia las actuaciones de los niños, verdaderamente encomiables, destacando la pizpireta pero veterana Virginia Weidler que tanto trabajó en el cine. Sí resulta un poco maniqueo el retrato de la celosa mujer del conde interpretado por Bárbara O’Neill - ¿se acuerdan de la madre de Escarlata O’Hara?-. Otra gran película del maestro Anatole Litvak. ¿Han sumado cuántas van?
Gould
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