Más allá de los sueños

Más allá de los sueños presenta dos registros bien diferenciados: la fantasía como un gran caudal poético, una suerte de cuentos de hadas en una clave extraña, fluctuando lo católico y lo budista (menuda fusión) dentro de un mismo envase y el drama, la tragedia, la pérdida o las pérdidas y ese mundo más allá de la muerte que nos espera a todos con la forma que nuestra mente quiera darle. En resumen: salvo que este enorme pastel no se encuentre dividido en partes bien organizadas, seleccionadas y sabiamente montadas, pues se corre el riesgo de caer en un caos narrativo. No llega a ser tal, pero la falta de síntesis a la hora de unificar las distintas propuestas se hace demasiado palpable.

Separemos los dos ejes principales, porque mínimamente la peli sabe hacerlo: la historia fantástica corre en paralelo (con intercepciones buscadas) junto a otra historia, más empírica y anclada en el mundo "de los vivos". El tono que se elije es la poesía al servicio de una mirada psiquiátrica que se encarga de explicar el estado en el que devienen los personajes. Cada secuencia culmina en una reconciliación que no puede, ni quiere, evitar el regodeo emocional. Regodeo que ya se preciaba visual, puesto que el diseño de arte es solemne y hermoso, y la peli no se cansa de alabarse a si misma.

No es un mal producto, para nada, pero cae en sus propias vanidades: dice lo que tiene que decir no una, ni dos, ni tres veces, por lo menos diez, y cada vez con mayor ampulosidad. Y entre tanto viaje y mundos e imaginaciones recargadas lo que en un principio se transmitía con fuerza termina por resultar cansino, débil, meloso, empalagosamente retrospectivo.

402- ¿Cómo podemos juzgar la libertad del espíritu mientras dormimos?

-Por medio de los sueños. Bien puede creer que cuando reposa el cuerpo, el espíritu tiene más facultades que en estado de vela. Tiene recuerdos del pasado y en ocasiones del porvenir, adquiere mayor poder y puede ponerse en comunicación con los otros espíritus, ya sea en este mundo en otros.
El sueño libra parcialmente al alma del cuerpo. Cuando uno duerme se encuentra por momentos en el mismo estado que fijamente se halla después de la muerte. Los espíritus que prontitud se separan de la materia en el acto de la muerte, han tenido sueños inteligentes. Cuando duermen se reintegran de nuevo a la sociedad de otros seres superiores a ellos; viajan, hablan y se instruyen con ellos, y hasta trabajan en obras que encuentran completamente hechas al morir. Esto debe enseñarles una vez más a no tenerle miedo a la muerte, puesto que, según las palabras del santo, mueren todos los días.

1011- ¿Existe en el universo un lugar delimitado para las penas y goces de los espíritus según sus meritos?
-¿Entonces, el infierno y el paraíso, ¿no existen así como el hombre los representa?
-Esas son solo figuras; en todas partes hay espíritus felices o infelices. Sin embargo, según también hemos dicho, los espíritus de un mismo orden se reúnen por simpatía; pero cuando son perfectos pueden reunirse donde quieran.
La localización absoluta de los lugares de castigos y recompensas solo existe en la imaginación de los hombres, y proviene de la tendencia de éstos a materializar y delimitar las cosas, cuya esencia infinita no pueden concebir.

1014- ¿En que sentido debe entenderse la palabra cielo?
-¿Creen ustedes que es un lugar, como los Campos Elíseos de los antiguos en que están hacinados en desorden de los espíritus buenos, sin más cuidado que el de saborear eternamente una felicidad pasiva? No; es el espacio universal, los planetas, las estrellas y todos los mundos superiores, donde disfrutan los espíritus de todas sus facultades, sin sentir las peripecias de la vida material, ni las angustias inherentes de la inferioridad.

En el fondo, no nos interesaría saber qué hay mas allá. Los sueños forman un compendio irónico, tergiversan nuestra realidad, la deforman a su antojo y los observamos impotentes al no poder controlarlos. Si ellos están en nuestra mente, y no los podemos supeditar, es posible que no seamos tan precisos y racionales como creemos. Y sabiendo eso, ¿por qué querríamos saber lo que se esconde mas allá? Quizá alguna fuerza mas poderosa. Quizá el amor.
Los sentimientos mas profundos no deben ser coercidos.
Y por una vez (de las pocas que valen la pena) no fue así:
Los dramas románticos suelen realizarse con una anomalía de base, que se encuentra en su propia catalogación: la gran mayoría de ellos son románticos dramas, no a la inversa. Carentes de adereza narrativa y constructiva de personajes, la acción se supedita a elementos adyacentes sin rigor.
Ward despliega un espectáculo visual fascinante y sobrecogedor, cargante y abstracto, pero del que decide no monopolizar. Construye las bases argumentales y solapa el destino de sus protagonistas para, en el momento álgido, cargarlos de dramatismo. "Ceteris paribus", dicho en latín a las constantes de los factores que puedan afectar al resultado del tema en cuestión.
Ese dramatismo toma forma en la muerte, instigadora del desorden mas absoluto, del mental y del corporal. Ella es capaz de decidir cual será el camino que te corresponde, según tu hado: el paisaje colorido, resplandeciente, armónico; el terreno tenebroso, petrificante, escatológico.
De nuevo el impresionismo reluce con gran fervor.
Cuando los caminos se entrecrucen, se elevará el sentido existencial mas poderoso: el amor. Que no viene precedido de la belleza, ni de las concesiones sentimentales. Es mas profundo aun. Mas que una simple caricia, un abrazo sin concepto: el descenso a los infiernos, a los lugares donde nadie debería estar, pero que muchos merecen, a rescatar a la persona que amas, a esa parte de ti que se murió cuando ella ya no estaba.
Si existe algún intermediario entre el cielo y el infierno, es algo que aun no sabremos. Pero la verdadera batalla, la que se libra a muerte, se encuentra dentro de nosotros mismos, en nuestra mente. Y somos libres de elegir hacia dónde vascular nuestros sueños.

La pregunta es sencilla, la respuesta no: ¿Cielo o Infierno?

Más allá de las críticas, suele existir una gran película. Este es el caso del film de Vincent Ward. Mi humilde opinión es que es una muy buena película. No pertenece ni mucho menos a esa élite de películas conisderadas excelentes. Sin embargo es una historia tan hermosa, apasionante, filosófica y rebosante de imaginación que la convierten en una pequeña gran obra.

Mi recomendación es que la vean, les guste o no, merecerá la pena ver y sentir esta película que les llevará más allá de los sueños...

Hace bastante tiempo que vi esta película y era mucho más pequeño, y por aquel entonces como es normal, me quedé con lo artificial del film, es decir con los efectos especiales, la parte fantástica e imaginaria. Con el tiempo, y al verla otra vez, habiendo pasado por determinados momentos duros y afligentes (muerte de seres muy queridos), he llegado a comprender el sentido que tiene. Para aquellos que no aprecien o simplemente no les guste el drama, no es una película muy recomendable, pues narra una historia desgraciada y que roza con una desgarradora tortura, limitando con los sentimientos y las pasiones humanas. El dolor se hace muy presente y está construído con tal delicadeza, con un afán de impresionismo, que consigue llegar al espectador y hacer que éste se sumerja en la historia.
Creo, de las películas que he llegado a ver de él, que este personaje junto con el de El Hombre Bicentenario, son los dos mejores personajes que ha representado Robins Williams, dramáticos y con cierta melancolía si, pero es precisamente por eso que considero que son los mejores.
Esta pintada con cariño, ternura, amor, sacrificio y muchísimo sentimiento, pudiendo hacer que el espectador se involucre, se emocione, e incluso llore.
Concluyendo, es una película merecidamente buena, trabajada, con un reparto acertado y que deja ver el lado más dramático de la vida, de nuestra vida, y podría decir que de mi vida... La aconsejo a todo el que disfrute con el drama, adornado con ilusión y efectos visuales descaradamente exactos...