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Animales nocturnos

Thriller. Drama Susan Morrow (Amy Adams) es una galerista afincada en Los Ángeles que comparte una vida llena de lujos, aunque vacía, con Hutton Morrow (Armie Hammer), su segundo marido. Un día Susan recibe una novela escrita por su exmarido Edward Sheffield (Jake Gyllenhaal), del que lleva años sin tener noticias. En una nota le pide que lea la novela inédita y que se ponga en contacto con él, pues se quedará unos días en la ciudad. Es de noche. ... [+]
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Críticas 254
Críticas ordenadas por utilidad
3 de diciembre de 2016
124 de 146 usuarios han encontrado esta crítica útil
Premiada en Venecia, con el Gran Premio del Jurado, “Animales nocturnos” quizás ha encontrado mayor eco a la hora de ser vendida y estrenada. Bien le ha venido. Y no porque haya sido una maniobra promocional o un favor, simplemente, porque aparte de su indudable calidad, ha sido un apoyo a una película dura, áspera, ponzoñosa, de una crueldad tremenda y turbadora que jamás encontrará apoyo en el gran público. En principio sacará algunos beneficios en taquilla, pero con el paso del tiempo se forjará su fama de film maldito, y será atacada por el público comercial más lerdo y violento, esa clase de público intransigente que no perdona ninguna propuesta diferente o que no se sigan los parámetros habituales, mucho más por el absurdo motivo de ser de nacionalidad norteamericana, por tener a dos actores famosos como protagonistas y por no salir, como correspondería, claramente del ámbito independiente. Desde sus sorpresivos títulos de crédito, que restringirán su emisión en abierto en Estados Unidos, queda patente que es un film alejado de lo común.
“Animales nocturnos” es una adaptación de una novela de Austin Wright (1922- 2003), escritor y crítico literario que contó con el reconocimiento de amplio sector literario. Tom Ford ha sido el responsable de su complicada adaptación, de gran parte de su producción y su dirección. Para mí es la confirmación no solo de un director con gran sentido de la exquisitez, si no que se revela, salvando ciertas distancias, como una especie de Visconti americano contemporáneo, capaz de componer con gusto, y si le place, de adentrarse en submundos sórdidos con mano maestra, demostrando en todas sus facetas una solidez inusual. Ha sabido imprimir a su film desde frialdad a temperamento, hacer llegar al espectador desde el más desasosegante sentimiento de insatisfacción a, cuando se requiere, la tensión más angustiosa sin recurrir al efectismo. Su empeño era muy difícil y ha salido absolutamente airoso.
Y es que de ella me gusta todo, no hay nada que haya fallado. Su casting es ejemplar: todos cumplen perfectamente con sus personajes, desde los más secundarios, entre los que encontramos a una breve aportación de Laura Linney, que lo clava, a los de reparto (sobre todo me ha impresionado un impagable Mark Shannon como Bobby Andes) y por supuesto sus protagonistas: Jack Gyllenhaall en sus roles de Tony y Edward, en una de sus más difíciles y mejores composiciones, junto a la que parece ser la revelación del año, Amy Adams, en el papel de Susan Morrow, un rol muy difícil, que arranca con ese look impecable casi a lo Veronica Lake y que lentamente se va desmembrando. Suponemos que, al ser tan políticamente incorrecta, la nominación al Oscar como actriz este año le caerá por su gran labor en “La llegada”.
La factura del film es de primera, es como si se tratase de un film de David Lynch pero sin devaneos, afilado como un dardo, con una fotografía espléndida, un vestuario que en apariencia no llama la atención pero que es un muestrario de distinción, escenarios muy bien elegidos y una banda sonora muy bien pensada que constantemente envuelve las diferentes historias que se entrelazan.
Película inteligente que Ford ha resuelto con astucia todos los obstáculos que se le planteaban y que deja poso. El veneno, al que aludíamos al comienzo del comentario, es lento y deja rastro, por lo que se la recuerda con cierto temor, pero reconociendo que se trata de una de las mejores estrenadas este año.
Maggie Smee
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6 de diciembre de 2016
104 de 132 usuarios han encontrado esta crítica útil
Salvaje. Terrible. Provocativa. Aterradora. Violenta. Existencial. Durísima.
Hay muchos adjetivos que se pueden utilizar para describir Animales nocturnos, pero sin duda uno tiene que prevalecer sobre el resto: BRILLANTE. Así, en mayúsculas. Y adictiva. Y fascinante. Y casi obra maestra. O sin casi.
La segunda película de Tom Ford (sí, sí, es sólo su segunda película) es sin lugar a dudas una de las mejores películas del año. Y lo es porque funciona de una manera sobrenatural y porque tiene unos elementos cinematográficos de primerísimo nivel. Después de esos títulos de crédito iniciales tan... tan... tan como quiera definirlos cada espectador, Ford, valiéndose del silencio (tarda unos minutos en empezar el diálogo), la música y una serie de planos cortos que nos llevan de un lugar a otro y de un personaje a otro, nos introduce magistralmente en el ambiente sórdido, inquietante y, por supuesto, nocturno que va a marcar toda la historia.
Hay tantas cosas que resaltar de Animales nocturnos que cuesta saber por dónde empezar. La realización de Tom Ford es una de ellas. No olvidemos que se trata, como decíamos antes, de la segunda película de alguien que antes era conocido como diseñador de moda. Si ya sorprendió por su elegancia y su estilo visual en Un hombre soltero (2009), aquí Ford demuestra que hay que considerarlo ya como uno de los directores más interesantes del momento. El pulso narrativo y la tensión que emana de la pantalla es todo mérito suyo. Ayudan por supuesto la fotografía de Seamus McGarvey y el montaje de Joan Sobel, pero es Ford quien da ese aire Lynch a su propuesta, en la forma y en el fondo, y quien hace que mirar Animales nocturnos sea como ver un tres descarrilar. Por mucho que queramos, no podemos apartar la mirada.
Lo más terrible sin duda de la tragedia de Tony Hastings, el protagonista de la novela que lee Susan, no es lo que se ve, sino lo que no se ve. Y para ejemplo, tomemos la primera secuencia nocturna, en la que el destino de la familia Hastings se entrecruza con el del trío que forman Ray, Lou y Turk. No sólo es seguramente la mejor secuencia de la película, sino uno de los momentos más espectaculares y terribles que nos ha dado el cine en años. El espectador sabe en todo momento lo que va a terminar ocurriendo. El crimen está en su cabeza desde el primer momento. Los personajes también lo saben. Con esa conexión entre platea y personajes, Ford construye una escena de una tensión que va increscendo hasta hacerse insoportable, y que se mantiene en todas las escenas posteriores en las que Tony vuelve a encontrarse con los tres criminales, especialmente Ray. Tiene también Animales nocturnos algo de western, no sólo por su ambientación desértica, sino por ese sheriff moderno que es Bobby Andes, con su sentido de la justicia que va más allá de las leyes y los tribunales, y por supuesto por el retrato descarnado que hace el guión de la mezcla devastadora de culpabilidad y deseo de venganza que se apodera de Tony. En pocas palabras, Animales nocturnos tiene uno de los mejores guiones de los últimos años, fascinante como pocos y casi perfecto en su ejecución.
Y qué decir a estas alturas de intérpretes como Amy Adams, en un nuevo año dorado de su carrera gracias a este filme y a La llegada de Denis Villeneuve, o de un Michael Shannon que se las pinta solo para resultar creíble y memorable sea cual sea su rol, y que aquí hace otra creación extraordinaria con Bobby Andes. Aaron Taylor-Johnson, repulsivo y aterrador, tampoco debería ser olvidado de cara a los premios, mientras que Armie Hammer describe perfectamente quién es su personaje con apenas dos momentos y dos expresiones faciales. Pero sin duda, si por alguien se recordará Animales nocturnos es por ese animal propiamente dicho que es Jake Gyllenhaal. Se trata probablemente de la mejor interpretación del protagonista de Brokeback Mountain, por difícil que sea decidir entre la filmografía de un actor que tiene la que seguramente es la mejor carrera de los últimos años, mano a mano con Di Caprio y alguno más. Gyllenhaal jamás había expresado tamaña desesperacion, rabia, impotencia y tragedia, a veces incluso en un mismo plano. El suyo en el doble rol de Tony y Edward es un tour de force sencillamente aterrador y memorable.
Quizás lo único que se le puede criticar un poco es que la historia del mundo real, la de Susan, nunca llega a ser tan interesante como la que ella misma lee en la novela. Son en esas escenas, como por ejemplo la única de Laura Linney o la de Andrea Risebourough y Michael Sheen, donde el interés no logra alcanzar las cuotas estratosféricas del resto de la cinta. Sin embargo, es decir por decir. Incluso en esas escenas del "mundo real" (y lo entrecomillamos con toda la intención del mundo) no sólo hay escenas maravillosas como la de la conversación que tienen Susan y Hutton en el coche, sino que reside en ellas uno de los grandes misterios de la cinta, que es precisamente discernir qué es real y qué no en toda la historia, hasta qué punto "Animales nocturnos", la novela de Edward, es su venganza contra Susan o si hay algo más detrás de todo ello... cada espectador sacará sus propias conclusiones. Ford no contesta a esas preguntas.
En definitiva, una película excepcional que no va a dejar indiferente a nadie y que debe apuntar desde ya a la temporada de premios, porque es con mucha diferencia de lo mejor que se ha estrenado este año.

Lo mejor: La fascinación que produce. Es imposible apartar los ojos de la pantalla. Y por supuesto, el estilo como director de Ford y la maravillosa interpretación de sus actores.
Lo peor: Nada realmente.
Sibila de Delfos
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23 de diciembre de 2016
79 de 89 usuarios han encontrado esta crítica útil
Un título sugerente. Empezamos bien.
Es un thriller. Sigue.
Está protagonizado por Amy Adams y Jake Gyllenhaal. ¿A qué hora es la película?.

La película empieza de forma desconcertante. No esperaba menos.
Termina la película. No tengo palabras.

Señoras y señores, estamos ante una de las mejores películas, en cuanto a forma y fondo conjugados, en años.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Denis Gómez
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5 de diciembre de 2016
64 de 85 usuarios han encontrado esta crítica útil
Las palabras son un arma de destrucción masiva. A veces basta una palabra para hacernos tocar la gloria, otras veces nos puede arrojar al abismo del infierno. No tener cuidado con lo que decimos – ni con cómo lo decimos – puede tener consecuencias funestas e irreparables.

Asistimos a un bacanal de los sentidos: visualmente cuidada, preciosista, donde lo que se escucha (conversaciones, música) es tan importante como lo que se ve (vestuario, decorados). Nada se escapa a la vigilante mirada del demiurgo Tom Ford, que domina el medio con olfato de maestro – siendo sólo un renombrado advenedizo – con un control absoluto de la historia que nos cuenta, con sus cadencias y aliteraciones, con sus meandros y sus diferentes texturas góticas que maneja con arrojo despiadado.

Aquí nos ofrece un relato que se desenvuelve en múltiples planos temporales y emocionales, sin por ello perder claridad e incrementando, fotograma a fotograma, los niveles de desazón y desasosiego que la cinta destila. La turbiedad vestida de Gucci, la mugre atufando a Chanel, la venganza maquillada de adoración: el crimen como una de las Bellas Artes. Confundir el envoltorio con su contenido es un mal de nuestro tiempo – la fachada lo canibaliza todo – haciéndonos olvidar que la imagen de las cosas no tiene que coincidir con su esencia o con su significado. Ver más allá de lo obvio, saber discriminar entre nuestros prejuicios y nuestros anhelos, diferenciar entre realidad y frustración nos ayudará a entender mejor los entresijos de una existencia que nunca da facilidades cuando de lo que se habla es de sentimientos.

Quizás estemos ante un thriller brutal o ante un homenaje al amor y a sus sofocantes consecuencias. O quizás es una elegía al paraíso perdido o una ofrenda a lo que pudo ser y no fue. O también podría tratarse de un rompecabezas sobre la pérdida o un laberinto sobre el desencanto o un brillante ejercicio de egolatría cultural. La ambigüedad impregna todo el metraje, pero basta con estar atentos para comprender que las apariencias pueden desvelar interrogantes ocultos que desearíamos no tener que resolver. El ajuste de cuentas puede tomar muchas máscaras – a cual más atractiva o rutilante – pero el azote de la estocada mortal no requiere más que destreza e intención, a veces incluso basta con apelar o señalar al deseo.

Pérfido catálogo de opacidades refulgentes que ofrece un prontuario de diestra manipulación de expectativas y sensualidades. Además nos muestra como la culpa puede anular el presente hasta disolverlo. Los excelentes Amy Adams y Michael Shannon están bien arropados por un atormentado Jake Gyllenhaal. Perturbadora.
antonalva
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4 de diciembre de 2016
75 de 114 usuarios han encontrado esta crítica útil
Dice Platón en su República que el hombre está formado por tres almas: la racional, unida al raciocinio y a la inteligencia, la irascible, unida a los sentimientos y a las pasiones, y finalmente la concupiscible, caracterizada por los instintos e impulsos más oscuros, que es la que más tendría que ver con los personajes de esta película. Me explico. Si observamos desde un punto de vista simbólico la película, llegaríamos a la conclusión de que el hombre está verdaderamente controlado por el alma concupiscible, pues, se deja llevar por los impulsos más oscuros de su interior, tales como el deseo carnal o la posesión de riqueza a cualquier precio.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Roble44
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