El carnaval de las águilas

Roy Hill se reune de nuevo con Redford para rendir una especie de homenaje a los pioneros del aire. Aquellos mismos que arriesgaron sus vidas por primera vez en el aire durante una guerra, y aquellos en los que en su retorno, dedicaban la pericia adquirida, en dichas situaciones límite para subsistir por cuatro perras en una feria ambulante o como extras de la emergente Hollywood, pero siempre a los lomos de sus aviones, que se habían convertido en compañeros inseparables de estos hombres, cuya existencia carece de sentido privados de tal privilegio.
El film muestra a un Redford en forma con un personaje al que parece amoldarse perfectamante. A su lado también aparece, aunque en un papel de mucha menos relevancia, una joven Susan Sarandon.
Por otro lado también resultan destacables las exhibiciones aereas ambientadas con la buena banda sonora de Mancini.

Desde un principio cuenta con unas cuantas cosas interesantes, pero a medida que trasciende se van quedando atrás.
Esta vez el guión de William Goldman ("Dos hombres y un destino"), no me llama tanto la atención.
La dirección de George Roy Hill no está del todo mal, aunque le encuentro unos detalles poco atractivos.
La banda sonora tampoco está mal del todo, aunque no es de las más brillantes de Henry Mancini.
La fotografía de Robert Surtees es bastante buena, de lo mejorcito de la peli.
El reparto es junto a la fotografía lo que más me gustó, Robert Redford está bien, por cierto, ¿Cuántas veces lo hemos visto con esa boina?

En resumen, creo que se queda en un pequeño homenaje para los primeros "águilas".

Dirigida por el mismo director George Roy Hill que un año antes realizara el magnífico film El Golpe, interpretada por el mismo actor, nos presenta una producción cuyo principal atractivo es contemplar acrobacias aéreas muy bien filmadas en auténtico CinemaScope. También, contemplar a Robert Redford, tal vez en su mejor época como actor, es una ocasión que no se puede perder.Es de destacar también la aparición de Susan Sarandon en un corte papel, pero complace verla en su juventud.
En resumen, una película muy agradable de ver y de disfrutar de las secuencias aéreas como si fuéramos niños, especialmente a los amantes de la aviación.

La película es muy buena. Quizá empieza un poco suave, pero sin duda va ganando y conforme avanza va tomando forma hasta alcanzar la última media hora el nivel al que nos tiene acostumbrados Redford. Sencillamente magistral.
Nos recuerda en cuanto a estructura y ritmo a sus predecesoras, el golpe y dos hombres y un destino. También en fotografía. Creo que este aspecto podía haberse aprovechado más para lucimiento de la cámara, grandes paisajes, grandes horizontes, alguna tormenta fastasmagórica..., pero capta los lugares donde se representa (no es en las montañas rocosas sino en el medio oeste) y lo recrea bien. Consigue traernos la atmósfera rural de los años 30 con bastante credibilidad, tarea no tan sencilla.
Echamos de menos una pareja de la calidad de la que acabamos de ver en sus dos películas anteriores. Pero claro, aquí no está Paul Newman y se echa de menos un compañero de semejante altura. Redford está solo y tiene que lidiar sin ayuda. Su medio compañero de aventuras, el otro piloto, está muy lejos del anterior y no consigue complementarse con él tan felizmente.
La parte poética de la película es la más bella y la que al final le otorga todo su significado. No aparece en un primer plano, pero camina junto al personaje todo el tiempo, creándose, formándose, "in crecendo", ya que éste tiene que ir superando cada vez mayores obstáculos que le hacen ir, poco a poco, ganado en credibilidad, profundidad y heroicidad.
La filosofía del personaje es otro aspecto a destacar. En realidad sería un alter ego o quizá un homenaje "velado" al famoso Barón Rojo , del que no se recuerda ya su faceta heroica y caballeresca. Había un código de honor similar al de los caballeros de la Edad media entre los pilotos que se intenta recrear en el telefilm con gran acierto. Se trataba de luchar cuerpo a cuerpo, uno contra uno, no se tomaba ventaja desleal y se respetaba siempre al contrario. Todo ésto desapareció con la IIGM. Así, toda la película cobra su significado con esta filosofía que se vislumbra y materializa, ya claramente, en la conclusión imposible de la vida del piloto. Consigue enlazar todas las partes y personajes de la historia en un grandioso epílogo con un final abierto, poético, romántico y sentimental que es entre feliz y nostálgico a la vez, haciendo un triple tirabuzón imposible en toda regla.