Super 8

Estimados Señores,

Mi nombre es Maldito Bastardo y les escribo esta carta sobre la película que han dirigido y producido titulada “Super 8”, que en algunos foros de gente perniciosa ya han re-titulado como “Super Noño” o “Super Chocho”… Esto último no lo entiendo muy bien aunque puedo pensar, en mi desconocimiento, que el extraterrestre protagonista no tiene pilila o que les gusta hacer rimas guarrindongas con los títulos.

El motivo de estas líneas es para felicitarles por su película ya que ha conseguido en un 60% que recuerde las siguientes cosas de mi infancia:

El sabor a un bocata de Nocilla (nada de Nutella) recién hecho para merendar y cantar a cada bocado eso de leche, cacao, avellanas y azúcar con la boca llena, trollear a los recortables de mi hermana destrozando su Súper Pop o añadiendo parte de mis colecciones de cromos adhesivos de Phoskitos, ir a buscar un bote de cartón de Colon vació donde guardaba todos mis juguetes como Clips de Playmobil, cientos de piezas de Tente y mis Geyperman heredados, ver en la tele el peinado de Cyndi Lauper en su vídeoclip para la banda sonora de “Los Goonies”, buscar en el cajón donde guardaba las baraja de las ‘Familias del Mundo’ el juego de moda en el barrio en esa temporada: chapas (las de Cinzano se cotizaban al doble), peonza, mi pinball hecho con una tabla de madera, pinzas de la ropa, gomas, juegos magnéticos de Yoplait, canicas…, bajar a la calle con veinticinco pesetas e ir a la frutos secos a decidir si eran mejores los chupachups, sugus, conguitos, chicles cheiw junior, chuches de bolillas, Peta Zetas o comprarme unos sobres de cromos para completar mi colección de “Monstruos” o “Galactica”, pensar continuamente en Los Electroduendes y buscarles en el Libro Gordo de Petete, ir a la biblioteca a hojear libros de Mafalda, Tintín, Asterix y del Barco de Vapor y recordar el olor a las gomas de borrar, marcar teléfonos imaginarios en el teléfono de rueda para escuchar su sonido, bajar a la calle para ver si éramos los suficientes para jugar a Fuga, pasarme por el quiosco para ver si venía algo nuevo de “V” en la Teleindiscreta, hacer una parada en los Recreativos para saber si había que esperar mucho para jugar al Gauntlet de cuatro jugadores y visitar el videoclub cercano al cine de mi barrio (ése donde se formó la cola más kilométrica que había visto en mi vida en el estreno de “E.T., el extraterrestre”) para atemorizarme con las portadas de las películas de terror que estaban en la entrada y celebrar si salía esa película que me había gustado tanto en el cine llamada “Exploradores”.

Gracias y simplemente gracias por hacerme recordar un 60% de estos recuerdos que estaban enterrados. Ahora trabajen más y mejor para que recupere el otro 40%.

Un consejo: la próxima vez copien menos a “The host”, “Cloverfield”, “La Guerra de los Mundos” (versión 2005) y “District 9” y sean menos noños, por favor… ¡Oño! ¡Que ya no estamos en los 80 ni somos niños!

A ver, lo pido por favor, para empezar, que se deje YA de comparar esta película con E.T. Que se deje de comparar en foros, artículos, blogs, filmaffinity y críticas de cine. Porque todavía no entiendo qué tienen en común. Que los niños son protagonistas y hay un extraterrestre, ¡y punto!

La película es mala con ganas, muy forzada. De hecho empieza con el funeral de la madre del protagonista que por si acaso el espectador no se ha dado cuenta, lo vuelven a nombrar no una, ni dos sino tres veces más en toda la película. El niño no tiene madre, vale, está claro. Vamos a meter un poco de drama a la película que sino no tendrá sentido.

Los protagonistas son:
- el niño (queriendo ser Elliot pero no),
- padre del niño (no llega a sheriff)
- mejor amigo (gordito)
- rubia de la que está enamorada
- padre de la rubia alcohólico

Después aparecen los protas con una super 8. Pensé "qué majos"; niños, cámara, película. Veremos a dónde va a parar todo esto.

Mientras filman, una furgoneta se choca con el tren (cuya longitud es más o menos de 1 kilómetro) y a partir de ahí empiezan las explosiones. Se revienta todo: el tren, la caseta donde estaban filmando, todo incendiado, todo explotando, hardcore. Pero estamos en Hollywood: los niños a salvo (vale), asombrosamente, la Super 8 a salvo también y lo mejor de todo es que quien conducía la furgoneta, quien se había estrellado cara al tren, adivinad: ¡está a salvo! Y por si no fuera poco, algunos cartuchos de kodak siguen intactos.

Sigo en spoiler.

Super 8 nos remite al cine de finales de los 70 y primeros 80 que nos llegó de manos de Spielberg, ya fuera como director o como productor.

Para ello Abrams se acerca con naturalidad a los ambientes manejados en aquellas películas, la pequeña población, donde todo el mundo se conoce, donde los niños pueden trastear sin peligro. Utiliza a los personajes arquetipo de aquellos films, el chaval con el que conectábamos, los amigos que nos gustaría tener, la chica con la que soñar...
Para ello se sitúa la película en aquellos años, un gran acierto es no hacerlo con nostalgia, se acerca con naturalidad, como si se tratase de la actualidad. La música remite a aquella época, al igual que la estupenda fotografía, con todos esos reflejos lumínicos.

La gran baza de Super 8 es que cuenta con la complicidad del público, la película narra una historia, más o menos, ya vista, con personajes que nos son familiares, en definitiva, nada nuevo, pero uno se deja seducir y no le importa que le cuenten otra vez un cuento similar, porque lo cuenta muy bien.

El film presenta a los personajes de manera excelente, enseguida nos hacemos cómplices de esa pandilla, poco a poco se le van añadiendo elementos de ciencia ficción, pequeñas dosis de terror, sabios momentos dramáticos y refrescantes de humor. Toda esta parte, funciona de maravilla.

Pero la película también posee sus fallos, es hija de nuestros días y en ello radica sus mayores errores, cuando recurre a la espectacularidad resulta excesiva y por tanto poco creíble. Es en su parte final donde se acentúa este fallo, además que la narración no está tan lograda como en su parte inicial, los soldados son excesivamente torpes, el chico demasiado valiente, todo muy a lo grande. El monstruo también es grande, pero la empatía que se tiene con él es escasa.
Quizás esto le debiera restar nota, pero resultan fallos perdonables, uno ya está metido en la película y la disfruta, además el final la vuelve a levantar.

Super 8 ofrece al espectador algo que parecía ya perdido, una película de aventuras juveniles, en la que se vuelve a sentir la magia, la ingenuidad de la edad, el deseo de aventura y mucha diversión, una película con la que se sale del cine con una sonrisa.

Por cierto, atención a los títulos de crédito, en los que se encuentra una joyita de regalo.

Todos nos acordamos de las maravillosas películas ochenteras protagonizadas por pandillas de niños que nos hacían soñar y evadirnos un rato de la realidad. Películas con las que el espectador (niño que comía bocatas de nocilla y galletas cuetara) sentía una cierta empatía con los personajes, al sentirse parcial o totalmente identificado con alguno de ellos, valgan algunos tópicos como niños gordos que son marginados y atormentados en la escuela por los matones de turno, pero que al final encuentran su pandilla de amigos, niñas que son las resabidas de la pandilla, niños con alguna complicación en casa (normalmente padres violentos) que son los líderes de la pandilla, niños feos con gafas que son los graciosos de la pandilla y niños tímidos que al final resultan ser los heroes de la pandilla.

Todos estos tópicos que también se encuentran en este filme, no consiguen llegar ni por asomo a la ilusión desprendida por aquellas míticas películas de nuestra infancia. Así los protagonistas no resultan creíbles en ningún momento, haciendo que el espetador suelte una carcajada en alguna escena forzadamente dramática, comience a odiar a algunos personajes y a desear que el E.T se coma a alguno de ellos.

En cuanto al guión, decir que tiene unas ideas iniciales brillantes (como el misterio de los cubitos metálicos) pero que pierde fuelle a medida que avanza la trama y termina siendo un verdadero despropósito con todos los clichés imaginables por el Hollywood más rancio y trasnochado, siendo que podía haber dado mucho más de sí con infinitas posibilidades. Una verdadera lástima.

La ejecución de la trama, es correcta, con ritmo in cresdendo, pero algunas secuencias resultan incongruentes (como en cierta batallita con disparos que no viene a cuento y que sólo sirve de relleno).

Otro punto en contra serían los actores adultos, que resultan estar tan fuera de la trama y ser tan redundantemente planos, que al espectador le importa un bledo lo que les pase. Representan a personajes estereotipados en miles de películas (tanto ochenteras como actuales) como por ejemplo, el clásico padre viudo que tiene problemas de comunicación con su hijo, o el tópico del militar malvado (no se ha hecho nunca en el cine, que va)

Un punto a favor sería los efectos especiales y digitales que gracias al enorme presupuesto que se gasta Hollywood en estas producciones, suelen ser plenamente satisfactorios.

En resumidas cuentas, Super 8 es un pastiche con todos los elementos del cine más anacrónico de Hollywood, con marciano, militares, niños no tan niños que siempre se salvan, padres buenos, padres malos, los listillos de la peli, los pardillos de la peli y un sinfín de tópicos y clichés que tanto nos gustaban de niño, pero que ahora resultan estar tan obsoletos como el VHS, eso o es que yo he envejecido terriblemente.

Lo cierto es que le veo tantas pegas, fallos en el argumento y falta de inspiración al film que casi no sé ni por dónde empezar. Así que lo escupiré todo sin orden ni concierto. Disculpen las molestias y los detalles que me dejaré en el tintero.

El único momento netamente Spilebergiano es el de cierto objeto en el clímax.

Tanto caos de objetos cayendo y lens flare demuestra que JJ no es Steven Spielber, sino más bien Michael Bay.

La deshilachada trama es un conjunto de set pieces spielbergianas entramadas con toque "Goonies" repletas de dejá vú.

El abuso de primeros planos demuestra la torpeza visual de Abrams.

El drama está insertado como un pegote de manual. Si las radiografías de familias rotas eran un reflejo de la biografía de Spielberg, aquí no son más que un acto de mimetismo temático.

El tema está metido con calzador y la emotividad de los personajes resulta tan mecánica como forzada.

Los créditos tienen gracia por su simpatía. Se nota dónde Abrams ha puesto el alma: ahí.

El bicho en cuestión es elusivo, nada original y harto incongruente en sus comportamientos.

Hay tremendas tosquedades en la historia (evasiones diversas, idas y venidas bastante burcas...),

El gordito tiene su gracia.

Este film ya lo he visto muchas veces antes. Hasta Emmerich hacía cosas así en los ochenta. Y mejor que "yeiyei".

¿Mi conclusión? Una película carente de inspiración, postmodernamente derivativa hasta provocar el bostezo (yo le hice dos veces) y repleta de un falso misterio inane cuyo guión parece haber sido escrito a toda prisa (es lo único que explica la asombrosa aleatoriedad de todo y lo irregular del conjunto).

Parece el largometraje de un friki emocionado que quiso hacer su propia Spielberg-movie y al final lo ha logrado, ayudado por el propio Spielberg (que ójala hubiera metido más baza en la historia, caray).

Muy poca cosa. Y eso que no esperaba demasiado.

La fama de JJ está infundada, caballeros, ni relevo generacional de los grandes entertairnerns, ni maestro del suspense televisivo ni nada de nada. El tío tiene menos contenido en su interior que un de esos MacGuffins que tanto adora.

A otra cosa.