Tienda de locos

No está entra sus mejores películas, es demasiado irregular y concede demasiado espacio para escenas paralelas a la de los Hermanos Marx, que entre ellas y las escenas de musical restan y frenan el ritmo cómico.
Aún así tiene un par de escenas y frases que hacen justicia a su humor:

La parte donde Harpo prepara el desayuno en la oficina-alojamiento de Groucho
La escena de Harpo y la boca de riego.

Un par de frases míticas:

¿Que experiencia tiene usted en los grandes almacenes? -He robado en ellos durante tres años.

¿Si aparece una jovencita, me abandonarás por ella? - tonterías, te escribiría todas las semanas.

Luego tiene otras escenas muy desaprovechadas porque se alejan de su humor absurdo e ingenioso para centrarse en otro basado en efectos especiales que, hoy en día, se han quedado muy anticuados y no trasmiten la misma diversión. Sobretodo la parte donde el villano persigue a los tres por los grandes almacenes.

Revisitar a Los Hermanos Marx, ha sido muy sano para mí en esta ocasión, pues, viéndolos bajo un positivo estado de ánimo; con la experiencia que nos agregan los años; y siguiendo una a una sus películas, dispuesto a ver lo que hay latente entre sus rutinas y sus habilidosas frases, creo que he podido sentir y penetrar un poco más el significado de su obra cinematográfica, y quedo convencido de que fueron unos maravillosos comediantes; su aporte a la salud mental y a la alegría, es digno de la mayor difusión; y es grandioso su legado de solidaridad, su compromiso con los más necesitados, y su reivindicación de los grandes valores que se pueden hallar en la gente del común.

Mi hija de 11 años –la que hace algún tiempo me cuestionaba por ver ‘películas tan viejas y en blanco y negro’- se sentó a ver conmigo, “A Night at the Opera”, y se entusiasmó de inmediato con Harpo Marx. Desde entonces, ha querido ver conmigo todas las películas de los hermanos, ha gozado de lo lindo con las travesuras de estos picarones, y creo que a estas alturas, Harpo, Groucho y Chico - en ese orden-, ocupan ya un muy grato lugar en su pequeño y alegre corazón.

Con, <<TIENDA DE LOCOS>>, los Marx quisieron despedirse del cine. Se dice que no estaban conformes con sus últimas películas y seguían añorando al finado productor, Irving Thalberg. Pero, contra todo, su cine seguía siendo agradable y muy entretenido, y aunque se preservaban muchos puntos en común con buena parte de sus obras (la señora rica a la que Groucho “seduce”, el intermedio musical, el necesitado y los salvadores, la parejita que sueña con casarse, el “malo” y su amiguita…), cada director se esforzaba por incluir aspectos creativos y situaciones novedosas.

Prueba de ello, es ésta realización en la que, con exactamente el mismo esquema, el director Charles Reisner, consigue un divertimento de primera línea, haciendo acopio de una descrestadora tienda de camas muy originales, para viviendas con muy poco espacio, y añadiendo por su parte, una serie de situaciones donde, lo último en trucajes y en tecnología (de aquellos años 1940), tiene aquí un lugar preponderante y satisfactoriamente utilizado.

El tema que, al piano, tocan Chico & Harpo, resulta bastante simpático, y el número de Harpo con el arpa, en ese especial juego de espejos, es realmente de ensueño… y yo diría que la mejor interpretación de toda su carrera fílmica. El ritmo consigue mantenerse durante toda la trama, sobrando cuando más una o dos canciones… pero sonrisas y carcajadas son motivadas por muchas situaciones; y la secuencia del clímax persecutorio dentro de la tienda, está resuelta con bastante creatividad dando un toque de mucha altura a ésta primera despedida que, cinco años después, se vería rota con, “A Night in Casablanca”… y otras tantas tentaciones a las que, este inolvidable grupo de comediantes, no consiguieron decir No.

Los Hermanos Marx, como Harold Lloyd, Buster Keaton, Laurel y Hardy, Harry Langdon, y otros, hacen ya parte del más valioso tesoro que guarda nuestro corazón.

Título para Latinoamérica: TIENDA DE LOCURAS

No es de las más destacables películas de los Marx, en la que el excesivo peso de los números musicales (habitual en sus historias), es un lastre que juega en su contra. De todas formas, algo común en todas sus producciones se produce en "Tienda de locos", como es un apoteósico y disparatado final en un recorrido por los grandes almacenes, en parte patinando.

El temible rey huno, bautizado como "azote de Dios" por las crónicas bizantinas y romanas, no hubiera podido jugar en la misma liga de irreverencia y destrucción satírica de los hermanos Marx; en esta ocasión, en un nuevo film donde se dedican a poner patas arriba unas grande superficies, un escenario muy de nuestro siglo de eclosión del capitalismo y el consumo ocioso. No en vano, un director de la talla de Álex de la Iglesia ha elogiado las posibilidades que brinda para la cámara este mundo irreal.

Junto con los números musicales de rigor, hay diálogos que han pasado al imaginario popular del humor. Especialmente, la conversación de Groucho con un honrado padre de familia al que convence de que no puede tener tantos hijos como dice, habida cuenta del salario que gana. Para mayor ventura, Margaret Dumont vuelve a prestar su regia presencia para dejarse acribillar con dignidad por el deslenguado fumador de puros y bigote pintado.

Harpo y Chico merecen mención aparte de idéntica forma. En realidad, aquí se permiten más licencias que en otras ocasiones, jugando a la picardía con algunas de las más exuberantes clientas. Indudablemente, los años pasan y el film tendrá sus defectos, pero este triunvirato de ases del humor hace que siga siendo una cinta de visionado ineludible.

Atención a su comienzo en la agencia de Flywheel, cuando aceptan el caso. Esa agencia de detectives ruinosa pero que quiere aparentar, con Harpo tecleando sin papel en la máquina de escribir, ha sido una y mil veces emulada... mas nunca superada.

Los hermanos Marx al acecho. Que tiemble la sección de complementos.

Se trata de otro de los clásicos del cine de los Hermanos Marx que décadas después sigue siendo considerada una de las mejores películas de ellos.
Charles Reisner dirige este film, donde nos presenta a estos tres excéntricos personajes dentro de un centro comercial. Un lugar que sufrirá las situaciones surrealistas que producirán estas tres personas, mientras intentan salvar esa galería de un hombre que intenta expropiarla de una manera nada legal y convencional, con las consecuencias nefastas que eso acarrea.
El film resulta divertido gracias a escenas llenas de surrealismo que caracterizan siempre a las películas de estos actores. Escenas muy bien hiladas, y bien desarrolladas debido a que cuentan con frases realmente graciosas. Y es que el guión nuevamente vuelve a ser en la mayoría de su parte bastante efectivo, haciendo que la diversión esté garantizada en la mayoría de su tiempo.
No obstante, nuevamente una película de estos protagonistas hace agua por el mismo aspecto. Y es que otra vez uno es testigo de diversos números musicales que no encajan para nada.
Yo entiendo que en esa época el tema musical estaba surgiendo, ya que el público requería de este tipo de diversión. Además, el talento del piano y el arpa de dos de sus protagonistas es indiscutible. Pero el paso del tiempo ha demostrado que esas canciones con voces engoladas, y esos números de bailes y música no consiguen funcionar. Y no me refiero porque sean escenas musicales; ya que debo decir que soy un auténtico fan y amante de ese género; pero no me gusta cuando dichas escenas son introducidas de un modo forzado sin que aporten absolutamente nada a la historia.
Este aspecto sería de lo poco negativo de este film. El problema es que en su corta duración cuenta con diversos números musicales. Pero salvando este aspecto la historia es graciosa, y su comicidad sigue funcionando como hace décadas; resultando muy efectiva.
En fin, "Tienda de locos" es una de las comedias estrellas de sus protagonistas, que luego inspiró a otros films posteriores para realizar historias muy similares. Una película que es interesante de ver, para reírse con las frases que pronuncian sus protagonistas, para disfrutar con las interpretaciones de sus actores; y también para volver a ver a la siempre encantadora Margaret Dumont.