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Noche real

Comedia. Drama. Romance 8 de mayo de 1945, día de la victoria en Europa. La ciudad de Londres celebra el final de la guerra, y en Buckingham Palace, la princesa Margarita y su hermana Isabel están deseando ser parte de la alegría fuera de palacio. A ambas se les permite salir de incógnito para formar partes de las celebraciones, dando comienzo a una noche llena de emoción, peligro y romance.
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Críticas 18
Críticas ordenadas por utilidad
14 de abril de 2016
6 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Nada más empezar, el rostro de la princesa Elizabeth pasa del blanco y negro a color.
Lo que podría ser solo un recurso de estilo para traer a una realidad más tangible imágenes estáticas del pasado, noticiarios sin rostros o sentimientos, pronto se revela como un paso necesario para lo que se va a ver.
Esto no son recuerdos de una Reina joven: es la historia de Lillibet, una muchacha como cualquier otra.

'Noche Real' se convierte en una película que cae inmediatamente bien justo por eso, por la cara, inesperadamente amable y cargada de dudas, que hace su aristocracia, pero también por el sentimiento sincero de diversión que recorre cada fotograma.
Casi se puede ver la consciente intención de entretener más que de dar una lección de Historia: nadie sabe si las princesas realmente salieron a bailar en la noche de la Victoria, pero a quién le importa. No debería hacerlo, desde luego, justo en este relato, porque parece más cómodo en la posibilidad que en la realidad, sin dejar por ello de jugar a medio camino entre ambas.

Lo importante es la fiel recreación de un sentimiento, en aquella noche infinita, de que las cosas ahora serían mejores tras la 2º Guerra Mundial. Donde cabía la posibilidad de que ya no se tuviera que llorar a los muertos, o esperar que los vivos regresen a casa.
En el periplo nocturno de Lillibet abundan los momentos de desconcierto, o quizás pura maravilla, y por eso afectan aún más esos instantes en que una mujer proclama, en una sonrisa transformada por la desesperación, que se merecen esa felicidad y que nadie se la va a quitar. Creciendo entre los algodones del palacio de Buckingham, qué va a saber ella de dolor, y por eso también su noche no es solo un despertar a un mundo cambiante sino también a su propia madurez.

En su camino siguiendo a su hermana Margaret se cruza con el soldado Jack, probablemente el único que no está celebrando la victoria como sus camaradas. Es el perfecto contrapunto experimentado a la inocencia de Lillibet, pero también el agradecido toque realista a su concepción idealizada de la guerra: más que celebrar su fin, lamenta que haya tenido que acabar tan tarde sin que ninguno de los diplomáticos que la iniciaron diesen la cara por ella.
El desencuentro entre ambos es doble por actitud y condición, pero su amistad fortuita, en una noche que iguala aristócratas y proletarios, tiene un encanto innegable que les hace aprender sobre los miedos y frustraciones del otro. Son fugitivos en una noche especial, la única que merece la pena, buscando la liberación que no consiguen en un palacio tan asfixiante como un cuartel.

Juntos en ese microcosmos serán testigos de las banderas ondeadas en nombre de la esperanza, de la necesaria diversión que necesitaban los reprimidos, y también del discurso de un rey que mira al futuro con optimismo (aunque en la intimidad ese mismo rey confiese sus dudas sobre el nuevo siglo).
El ritmo de las orquestas y de los graciosos equívocos son suficientes para acabar atravesando sus respectivas capas de rigidez y cinismo, hasta que probablemente contagien al espectador esa misma sensación: disfrutar el momento, sin preocuparse por las responsabilidades del mañana.

Pero, como no puede ser de otra forma, llega la mañana.
La noche no ha solucionado el mundo, porque sigue habiendo deberes reales que atender, y maniobras militares que formar, sin olvidarse de que el peso del pasado sigue pendiente en los ojos de los padres.
Pero, contra eso, esta historia se guarda la nota más optimista: la de una muchacha que, transcurrida la noche, ha aprendido esas cosas, esas libertades, que no se enseñan en un palacio.

Y es su sonrisa, real o imaginada por la Historia, la prueba definitiva de que esas libertades la acompañarán siempre, como una promesa que un día se tendrá que cumplir.
Aquella noche real fue solo un recreo para un nuevo siglo, pero qué suerte haberla vivido.
Charles
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27 de mayo de 2016
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Heredero de cierto clasicismo, propio de la BBC, Julian Jarrold fantasea con la imagen de la reina Isabel II en sus años como princesa. Un film plagado de buenas intenciones, que puede venir a funcionar perfectamente como secuela juvenil de “El discurso del Rey”.
La trama gira en la histórica primera noche de paz en Londres, tras los terribles años de la II Guerra Mundial. Una ciudad que parece estar tomada por un “super cotillón”, con las dos hijas del rey Jorge VI correteando por las calles. Una especie de “Jo que noche” de la familia real británica, cuyo principal atributo es el entretenimiento, sin buscar ni pretender ningún tipo de esfuerzo más.
La locura que se desata en algunos salones de “recreo” no pasa de lo más “naif” y lo políticamente correcto. No en vano, esta clase de propuestas no se entienden, sin ese hálito reverencial del que goza la protagonista en la vida real entre los ciudadanos británicos. Como en otras ocasiones, nos presentan el lado más humano de la misma en un juego, que está más cercano a lo que sueñan algunos que lo que es realmente.
La película se sustenta principalmente en la bellísima Sarah Gadon, siendo la historia que ella protagoniza mucho más interesante, que la locura a la que se ve desencadenada su bufonesca hermana. La joven actriz y la fotografía bucólica de tonos pastel, convierten al producto en una comedia romántica con corona; haciendo uso de las raíces de este género, entroncándolo con un tipo de cine más propio del siglo pasado.
Su visionado es agradable y emocionalmente gana en implicación hacía su tramo final, pero, en mi mente, no hacía más que pensar como hubiera sido algo parecido rodado en España. En ocasiones, envidio a los británicos.
Francisco Javier Millan
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4 de junio de 2016
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
"Noche Real" de Julian Jarrold repasa las farras que se pegan dos princesas en una noche de celebración del pueblo inglés por la victoria sobre los alemanes en la Segunda Guerra Mundial. Las hijas del rey Jorge VI ,que está obsesionado en su discurso de fin de guerra con el temor de que asome su tartamudez, solo aparece una pincelada ( para los amantes de este género de películas donde se cuenta al detalle este tema mejor que revise (1) “El discurso del rey” de Tom Hooper ( con unos cuantos Óscar a mejor película, director, actor y otros tantos Globos de Oro en el año 2010) encuentran un buen momento para desprenderse de las cadenas de palacio y añadirse al jolgorio de la calle. La visión de la película nos lleva en todo momento hacia el subconsciente peliculero donde se encuentra la magistral (2) "Vacaciones en Roma" de William Wyler, allí, mientras vemos la peli, no hay más remedio que ir comparando los personajes principales de una y otra como por ejemplo la bella Audrey Hepburn que realiza un gran papel y en este caso Sarah Gadon ( por cierto, el magnetismo y el encanto de la actriz que más hubiera querido tener para ella la reina a quien interpretaba: Isabel II) no se queda atrás en su papel de princesa; en cambio el soldado interpretado por Jack Reynor nos deja un tanto fríos si pensamos constantemente en la percha del gran Gregory Peck. La película discurre en las ganas de farra que tienen las princesas de pasar una noche loca junto a la humanidad. Allí, por pura casualidad, nacerá el amor.
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SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
NINO
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11 de febrero de 2017
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Jarrold recrea un momento histórico el final de la II Guerra Mundial y para ello utiliza el supuesto hecho real de que la Reina de Inglaterra y su hermana salieron de palacio para irse de juerga... No lo pongo en duda.. Pero cuando haces una supuesta comedia romántica esperas eso.... Pero el director no consigue que empetize ni con sus actores ni con los personajes...Esta bien ambientada y poco mas... Solo Gadon hace soportable tanto momento tonto que yo no se lo recomendaria a un repúblicano bueno tampoco a un monárquico
Orson_Welles
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23 de noviembre de 2015
4 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
A pesar del acto en si, de su banalidad y su livianidad, la belleza de esta comedia radica en la ejemplaridad del background que la rodea. Humanizando la parte más intocable de la sociedad inglesa, redecorando un momento histórico, humanizando unos personajes y redefiniendo unas actitudes, el director intenta plasmar desde el corazón todo lo que no está al alcance de nuestra vista. No podemos más que sumergirnos en el momento, en la situación, el 'carpe diem' momentáneo de sus protagonistas, suavizados y caracterizados para intentar convivir con sus pensamientos. Bella fotografía y vestuario, ambientación correcta aunque algo coja, y una música que imprime el ritmo, es la base de un guión equilibrado y lleno de vida, igual que los personajes.
Bolseiro
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