Llega un pistolero

Sesión de tarde de hace treinta años. Después de la peli: a jugar a los pistoleros.

No recordaba ni el título, claro, pero estaba loco por volver a verla. Increíblemente no me ha defraudado, como Mazinger Z.

Es una peli que mezcla suspense con los ingredientes típicos del western. Bien hecha. Una peli de calidad que aguantará el paso de muchísimos años.

Para jugar.

Glenn Ford es la clave para que la película funcione. Se trata de un pobre hombre atormentado del que desconocemos casi todo y que convive rodeado de paletos. Tal vez él sea un paleto más, pero de lo que no hay que tener duda es que es uno de los más sueltos (y rápido) en eso tan importante en las del oeste como es darle al gatillo. En el otro lado, más allá del pequeño pueblo en el que intenta tirar adelante y de forma paralela, uno de esos malos que aparecen poco y que cuando lo hacen se comen la pantalla, Broderick Crawford, consigue que la película suba un peldaño más en calidad.

Diría además que en esta película es todo mínimo, su aspecto indudablemente es de serie B, propone alguna buena idea compaginada con relleno lamentable (el baile del joven saltimbanqui y la machacona presencia de la esposa de Glenn Ford), pero todo florece de forma espectacular en un final que deja muy buen sabor de boca. Es gracias a que nos encontramos en un pueblo tan pequeño que no tiene ni sheriff que tenemos una película así, con ese final, gracias también a que los domingos se va a misa de forma escrupulosa sin que falte nadie y en fin, que al spoiler me voy...

Carta de un pistolero a los usuarios de esta página:

Les hablo con el corazón en la mano y desde mi propia experiencia. Créanme, no basta.
Ni basta con ser el más rápido ni basta con ocultarlo.
Ya podéis huir y esconderos en el pueblo más perdido que vuestros fantasmas del pasado os perseguirán hasta alcanzaros y os obligarán a sacar el revólver, aunque sea contra unos dólares de plata, no para demostrar a los demás sino para demostraros a vosotros mismos, que pudisteis derrotarlos.
Y esa será vuestra perdición.
Porque cuando eres el mejor, la noticia se extenderá como la pólvora y todos los pistoleros del país querrán desafiaros. Y eso no es un juego, señores, no lo es. El desafío, cara a cara, con la muerte, siempre es un farol, una apuesta a la carta más alta en la que nunca se puede estar seguro de quién posee el as.
Glenn Ford lo sabe, yo lo sé y por eso, hemos de marcharnos. Huir y escapar de nuestra propia leyenda. Es imposible. No existe un lugar lo bastante lejos y, además, él ya está aquí. Ha llegado.

Y yo os comprendo a todos vosotros.
Ser el más rápido tiene sus ventajas.
Cuando entro en el bar es a mí a quien primero sirven y, casi siempre, soy invitado por cuenta de la casa.
Tampoco tengo que guardar cola en el supermercado, ni en el aeropuerto ni en Port Aventura.
Y con respecto a la declaración de Hacienda pues...! A mí siempre me sale a devolver!
Pero no os creáis que todo el monte es orégano.
Los desafíos son constantes e inoportunos.
Me interrumpen la siesta y me interrumpen en el baño. De día o de noche, haga sol o llueva. Os aseguro que es muy cansado y no merece la pena. Glenn Ford lo sabe y yo también. Háganme caso señores, guárdense sus pistolas y no intenten emularnos. No sabéis cómo os envidio.

Western de Serie B, años 50. En esa misma época, Budd Boetticher rodó aquella magnifica serie de westerns (Los Cautivos, Comanche Station...) que con la perspectiva que dan los años, resultan unas autenticas maravillas de 70 minutos que, afortunadamente , criticos y espectadores, hemos podido volver a apreciar o descubir por primera vez los que no las vieron en las típicas sesiones de tarde de TVE los sábados a las 4.
Es evidente que Russell Rouse no es Budd Boetticher ni por asomo, pero en este modesto western dió de lleno en la diana. Con reminiscencias de Solo Ante el Peligro de Zinnemann, con la magnífica interpretacion de un atormentado Glenn Ford y una bellísima Jeanne Crain, sin olvidar a ese malo malísimo gran actor que fué Broderick Crawford entramos de lleno en la historia de un hombre pacífico (Ford, naturalmente) que no lleva revólver al cinto y está en contra de toda violencia, pero que...¡faltaría más!, en un momento determinado del film tiene que volver a su pasado y... lo que viene después no lo voy a revelar, evidentemente. Resulta patético que
alguien te explique el nudo y la parte final del film. Eso sí, decir que estamos ante una obra de excelente factura y que, seas un buen aficionado/a al western o quizá no tanto, seguro que la vas a disfrutar...
Richard Capaldi

George Temple, no bebe, no riñe con nadie, no porta un arma… y además, es el modesto propietario de una tienda que sirve a la gente del pueblo. Casado, pero sin hijos, a George lo respetan, en Cross Creek, como persona de bien… pero, sin que nadie lo diga, él advierte que nadie lo ve como a “un hombre con los pantalones bien puestos”. Únicamente, Dora, su atractiva esposa, presiente que él guarda un secreto que podría explicar su irritabilidad, su insomnio y su empeño por eludir el tema… y quizás llegue el día en que, ese secreto, salga a la luz.

Partiendo de, “The Last Notch” (La Última Muesca, 1954), una historia que, Frank D. Gilroy, escribiera en principio para un serial de televisión, y luego, él mismo trasladara a guion cinematográfico junto a Russell Rouse, <<LLEGA UN PISTOLERO>>, es un magnífico western psicológico, en el que podremos ver y oír los mejores argumentos que demuestran los complejos beneficios que conlleva el convertirse en un “gran pistolero”. En la línea de, “The Gunfighter” (Henry King, 1950), el propósito es pacifista y funciona como un perfecto alegato contra el armamentismo y la prepotencia.

Cross Creek -como ocurriría, luego, en el magnífico filme que, con este título, realizara Martin Ritt- es, también aquí, un lugar con espacio para la camaradería y la solidaridad, para la paz y el respeto, esto, al punto de que ni siquiera tienen un alguacil para que los proteja… pero los días no siempre son frescos y acogedores, y será cuando se aproxime una nube gris que pondrá a prueba la unión y la lealtad de aquellos dignos moradores.

Con un calificado reparto que encabeza, Glenn Ford, impecable como, George Temple, el hacedor de paz que se resiste a seguir los pasos de su padre; y con, Broderick Crawford, en la piel de Vinnie Harold, el soberbio asaltante que no admite que haya en el oeste alguien más rápido que él; Jeanne Crain (Dora), la esposa abnegada que quisiera ver libre de tormentos ocultos a su querido esposo; y entre otros, Leif Erickson (Lou), el amigo leal, siempre dispuesto a defender lo que es justo, esta película resulta de gran eficacia a todo nivel, y su simple puesta en escena, no demerita ni un ápice la solidez de sus personajes y la trascendencia de sus diálogos… ¡lástima que, ante tan precisos argumentos, el gobierno estadounidense -medio siglo después-, siga siendo tan condescendiente con los fabricantes de armas!... y así la paz nunca llegará.

Magnífica la escena de cierre, con ese toque de verdadera sorpresa.

Título para Latinoamérica: EL PISTOLERO INVENCIBLE