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El vals del emperador

Comedia. Musical. Romance En la Viena de principios del siglo XX se cruzan las vidas de un americano, vendedor de fonógrafos, que ansía abrirse un hueco en el mercado europeo; una condesa cuya familia no atraviesa su momento más glorioso, y un emperador, obsesionado por la cría de perros con pedigrí, que pretende aparear a su más preciado animal con el perro de la condesa. Los esfuerzos de todos ellos se ven recompensados con el nacimiento de una estupenda ... [+]
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Críticas 10
Críticas ordenadas por utilidad
9 de septiembre de 2010
5 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Ya se que decir esto de una película de Billy Wilder puede resultar sacrílego pero es que la película es mala de narices, el único interés que tiene es saber si "o can de palleiro" del vendedor se tirará a la perra con pedigrí de la condesa.
Gran parte del metraje se lo pasan cantando solo para lucimiento del actor Bing Crosby y por momentos se ponen todos a bailar sin sentido ninguno.
Tiene algunos momentos buenos, no voy a negarlo, pero la tónica general es pésima. Haciendo una comparación, las cuales no me gustan, la película no tiene nada que envidiar a los bodrios que ponen en cine de barrio y su estilo es muy parecido.
Que un señor que hizo "Perdición" después haga esto no tiene nombre, menos mal que su siguiente película fue "El crepúsculo de los dioses", una de las mayores obras maestras del cine.
Y es que los genios también se equivocan.
jesus
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15 de julio de 2018
5 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
148/05(14/07/18) Muy fallido intento de Billy Wilder de homenajear a su admirado Ernst Lubitsch y su mítico “toque”. Film que rezsuma desgana, quizás debido q que fue de encargo para la Paramount. Después de realizar Double Indemnity, The Lost Weekend y Death Mills, Billy Wilder y su amigo guionista Charles Brackett decidieron dar un giro hacia la comedia romántica. Wilder estaba traumatizado por los horrores que vio mientras recorría la Europa de posguerra y posterior al Holocausto, deseaba hacer una película sobre la Europa en la que creció, un mundo alegre de canto, baile y liederhosen (los pantalones típicos tiroleses). Este es su único intento en una comedia musical del realizador, en el relato Billy intenta contraponer la cultura ancestral de la Vieja Europa frente al Nuevo Mundo, las viejas costumbres (o culto a las apariencias) de la aristocracia frente al pragmatismo materialista (osadía) norteamericana, la ancestral monarquía clasista frente al ímpetu impulsivo de una nueva nación de costumbres republicanas. Pero todo esto que sobre el papel tiene potencial se queda en algo impersonal, fato del ingenio propio del director, falto de mordacidad, de mala uva, de humor ingenioso, de acidez, sobrando azúcar, sobrando una pareja (Joan Fontaine & Bing Crosby) que puede ser el epítome de anti-química, si te fijas bien llegas a ver las hondas de repulsión entre ellos, con un libreto tan plano que da grima pensar que está firmado por la icónica pareja. Fue la primera película en color (Technicolor) de Samuel Wilder (verdadero nombre del director), esto bien manejado por el cinematógrafo George Barnes (“Rebeca”), inundando de colores híper reales los fotogramas (cual cuento de hadas ilustrado), estimables son además los decorados, y pompa decadente de principio de siglo XX en Europa, con sus trajes, bailes de salón, resto es de una fatuidad propia del considerado para muchos peor film del director (yo la pondría en esta competición con “El Mayor y la menor”). Victor Young fue nominado al Oscar por puntaje de imagen musical y Edith Head y Gile Steele nominados al Oscar al Mejor Diseño de Vestuario, Color.

La acción tiene lugar en Viena y El Tirol en torno a 1908, en el Imperio Austrohúngaro (que jugo sacó a estas palabras el gran Berlanga). Virgil Smith (Bing Crosby) es un agente de ventas norteamericano que quiere introducir el fonógrafo, o gramófono, en Europa a partir de la venta de una unidad al soberano austríaco Francisco José I. Para llegar al soberano pide ayuda a la condesa Johanna Stoltzenberg (Joan Fontaine).

Es una película de época protagonizada por la entonces estrella de la Paramount Bing Crosby, que venía de ganar el Oscar como actor en “Going my way” (1944), y la emparejó a la bella Joan Fontaine, que luce vestidos vaporosos, ello en medio de escenarios alpinos hermosos (en realidad el canadiense National Park Jasper), música clásica (Johan Strauss II), y algunos números musicales encabezados por Crosby. Jugando el argumento con el humor que mana de las falsas apariencias, los equívocos, los engaños, los diálogos de dobles intenciones (sobre todo lo referente a cuando hablan de los perros, cuando todos entendemos hablan de ellos mismos).

Tiene un arranque muy Wilder en el modo en que nos presenta una situación, un tipo que se cuela en un baile de un palacio Imperial y comienza a bailar con una aristócrata ante las habladurías de unas marujonas allí presentes, con lo que pasamos a lo que será el gran bloque de la cinta en un flash-back, algo utilizado por Wilder en “Perdición”, y que luego también utilizaría en más films, como “Sunset Boulevard”.

En sus valores de musical deja que desear, el único que canta es Crosby, en temas desangelados naif, no hay bailes con un mínimo de poso, destacaría al chófer delgaducho que baila con una mujer oronda, ejemplo de lo que es la película, donde faltan ideas pones humor de brocha gorda.

Es esta una película sin garra alguna, con un discurrir desencantado, en medio de situaciones que discurren entre lo inane y lo ridículo (lo de que un tipo cualquiera puede estar cerca del Emperador y colarse como si nada en su palacio es cuando menos ofensivo a cualquier cerebro poblado de alguna neurona), hasta desembocar en un final simplista almibarado, pasteloso, y carente de cualquier atisbo hondura. Adornado todo por un romance ñoño, sin conexión alguna entre el binomio, por imperativo del guión, este sin fluidez, avanzando a empujones, orgánicamente cojo (siendo benévolo).

Bing Crosby da una lección de cómo puede hacer mala la dirección del gran Wilder, pues su encarnación es una lección de anti-carisma, plana, superficial, hace que junto a Fontaine parezca un extraterrestre por la nula compenetración entre ellos, demostrando que por mucho Oscar que tuviera lo suyo nunca fue la actuación, tanto es así que Buttons, el fox terrier que le acompaña, lo hace mucho mejor que él; Joan Fontaine poco puede hacer ante su partenaire, despliega frialdad, arrogancia, propia de su estatus social, pero sin profundidad alguna, reaccionando ante su amorío con el americano de forma atrofiada; De entre los secundarios destaco al fenomenal Sig Ruman como el jocoso veterinario de Sherezade, llegando a hacerle una sesión de psicoanálisis, propia de su amigo Freud (elemento muy de Wilder).

Como curiosidad mencionar como Billy Wilder utiliza una marca real como uno de sus motores de historia, en este caso la RCA, como después utilizaría más, como Shell Oil en “Con falas y a lo loco”, Coca Cola en “1, 2, 3”, o Mustang en “En bandeja de plata”, supongo que poniendo el cazo por publicidad subliminal (¿?), probablemente siendo uno de los pioneros en esta modalidad.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
TOM REGAN
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10 de febrero de 2017
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
B. Wilder combina la narración lineal con la analepsis y compone una divertida comedia romántica, galante y cortés.
También suave, dulce y blandita pero siempre graciosa y muy entretenida.
Y podría decirse que reivindica el derecho a que el humor sea valioso por sí mismo sin otro aditamento que su propio ingenio.

Cuando perros y dueños se embarcan en la misma aventura llega un momento en que la voz de su amo se convierte en el mejor referente.
Y es bueno saberlo.
ABSENTA
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10 de noviembre de 2020
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Comedia menor del gran Billy Wilder que al menos logra sacarnos alguna sonrisa. Se trata de una historia de amor que nos habla de las diferencias de clases y que nos sitúa a principios del siglo XX en las postrimerías de imperio austriaco. Diversos números musicales y algunas ocurrencias en sus diálogos como la frase final que aunque no es tan histórica como la de "Con Faldas a lo loco" también es todo un acierto de su director para dejar a las claras como podemos cambiar según nuestras necesidades. Recomendable como la mayoría de películas de Wilder, aunque como he dicho antes lejos de sus obras maestras.
mateus64
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7 de septiembre de 2023
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una de las películas menos inspiradas de Billy Wilder, quien ambientó el film en la época medieval de su país de origen (Austria), para narrarnos esta comedia romántica humano-perruna cuya esencia es el emparejamiento desacorde derivado de la diferencia de clases entre el "cuarteto" protagonista, proporcionando también con ese choque varios momentos de humor, ya sea a través de la parodia, del equívoco, o del personaje fuera de contexto.

Los números musicales resultan insulsos y no tienen especial trascendencia, aunque en general, la película, narrada en flashbacks generados por los chismes de las cotillas aristócratas, se muestra sutil, sin grandes pretensiones, con un afable Bing Crosby como protagonista y con algún brillante momento cómico como los citados equívocos o como la caza del ciervo del emperador interrumpida por la ruidosa "orquesta".

Es de lo menos destacable de Wilder, pero aún así constituye un digno y por momentos disfrutable entretenimiento.

Nota: 5,5
BartonKeyes
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