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El caso de Lucy Harbin

Thriller. Terror. Drama Lucy Harbin despedazó a su marido y a su amante con un hacha y fue recluida en un centro psiquiátrico. Veinte años después, los médicos consideran que ya está preparada para volver al mundo. Sin embargo, el difícil reencuentro con su hija -que presenció los crímenes- y ciertas huellas de su doloroso encierro hacen sospechar que Lucy podría volver a matar. (FILMAFFINITY)
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Críticas 17
Críticas ordenadas por utilidad
6 de marzo de 2013
6 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Película de 1964 y bajo la dirección del multidisciplinar Willian Castle "Straight-Jacket" tiene su dosis de terror y sobre todo de suspense. Se nota que sólo cuatro años antes "Piscosis" hizo historia en películas de este tipo y aunque la película tiene su propia originalidad el que el guionista de la película sea Robert Bloch (autor de la novela en la que se basó "Psicosis") deja una especie de "marca de la casa" claramente reconocible.


El comienzo de la película es una especie de "intro" en la que se nos presenta al personaje principal Lucy Harbin (Joan Crawford), una voz en off nos cuenta un poco los orígenes del personaje y cómo llegó a casarse con su marido, todo de una forma rápida y "al grano". Cuando una noche Lucy llega a casa antes de lo previsto y encuentra a su marido en la cama con una chica (más joven que ella) no tarda mucho en dar con la "solución al problema" y con un hacha los decapita allí mismo en la cama.


La escena es bastante impactante por la saña con la que una Crawford fuera de sí maneja el hacha...todo ello en presencia de su hija pequeña.


A continuación es cuando vienen los títulos de crédito que son de por sí bastante siniestros dándonos ya pistas de que lo que vamos a ver, desde luego, no es una comedia romántica...


Lo que es la trama propiamente dicha de la película comienza a partir de este momento, Lucy vuelve del psiquiátrico tras 20 años en los que no ve a su hija.

Parece ser que Lucy está curada y su hija, la actriz Diane Baker ("El premio", "Marnie la ladrona" y mucho más recientemente "El silencio de los corderos") que lo hace estupendamente, por cierto, la espera en casa con mucha ilusión ya que está prometida con un chico con pudientes y quiere que su madre conozca a su prometido y a su familia. Así pues empieza una relación agradable entre madre e hija, pero poco a poco Lucy va recayendo en la locura inicial...y hasta aquí puedo leer porque el resto de la película como en las buenas películas de suspense hay que ir descubriendolo poco a poco...


"Straight-Jackett" cuenta con un guión bien construído, además el buen manejo de la cámara y el buen ritmo narrativo por parte de William Castle consiguen que el suspense no decaiga en toda la película, "jugando" de vez en cuando con el espectador en la manera en que esperamos que suceda en una película de este género.


Sin lugar a dudas lo más destacable de la película y sin lo cual la película no sería ni mucho menos la misma es la actuación de una genial Joan Crawford, quien según las malas lenguas le gustó tanto el guión que le robó el papel a Joan Blondell...

La Crawford está espléndida. La película explora el tema de la locura, así Joan consigue que pongamos en duda su estabilidad mental, en varias ocasiones con sólo un gesto o una mirada. Pero también hay momentos de gran tensión emocional que una gran Joan Crawford borda sin problemas.


Muy interesante resulta la fotografía en B&N donde el juego de sombras y luces ayudan a recrear toda la atmósfera "inquietante" y en ocasiones terrorífica de la película. En varias escenas la visión de la simple sombra del hacha levantada basta para crear el efecto deseado.

Y también destacaría como elemento interesante la música. Me ha llamado la atención, que en "Straight-Jackett" se combinan las escenas más tranquilas en las que se respira el "buenrollismo" acompañadas de una banda sonora bastante romántica e incluso diría que un poco "sobre actuada" , con las otras escenas de máxima tensión y suspense donde la música también acompaña pero esta vez con notas más "terroríficas" más acordes con la película en sí.

En definitiva, "Straight-Jackett" es una de esas películas en las que el entretenimiento, el suspense y algunas escenas truculentas están asegurados.
Una película menos conocida pero que, una vez vista, no se olvida tan facilmente.

¡¡Ahh y la Crawford no deja con cabeza ni a la estatua de la Columbia!!

www.peliculasdesordenadas.blogspot.com
SandraSG
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30 de octubre de 2016
5 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Afamado productor y director de más de una treintena de títulos (en su mayoría westerns y films de terror), William Castle se hizo todo un nombre en la industria del cine gracias a sus producciones de bajo presupuesto, en la línea de un Roger Corman, combinando sus habituales labores como director con las de productor, elaboró productos de serie de B de forma rápida, barata y eficaz, lo que le hizo ganarse una notable reputación. Aunque si algo le hizo realmente famoso, fueron sus revolucionarias (entre comillas) e imaginativas triquiñuelas publicitarias, con tal de llamar la atención de la prensa y, por ende, del potencial espectador, y conseguir una repercusión añadida a sus estrenos, Castle urdía una serie de trucos para la proyección de sus películas; la película que nos ocupa, “Strait-Jacket”, dirigida por el propio Castle y conocida por nuestras tierras como “El caso de Lucy Harbin”, no se libró del uso de estos trucos, y a la entrada de los cines los espectadores fueron obsequiados con pequeñas hachas de cartón, por qué hachas, os preguntaréis, pues porque como bien muestra el cartel de la película, ésta es la brutal arma homicida que emplea nuestra asesina protagonista.

“Strait-Jacket” es el resultado de la convergencia de tres vías del horror norteamericano y británico. Es por un lado una singular aleación entre la tremebunda “¿Qué fue de Baby Jane?” de Robert Aldrich y una de las obras cumbres del maestro Hitchcock, “Psicosis”, vistas desde la óptica del cine independiente del periodo representado por el propio Castle, del segundo título recupera además al escritor Robert Bloch. A estas dos influencias de base se uniría otra para nada desdeñable, esta británica y con la forma delirante y crispada de los filmes de suspense psicopatólógico escritos por Jimmy Sangster para la Hammer; de la fundacional “El sabor del miedo”, pasando por “El alucinante mundo de los Ashby” o “A merced del odio” con la genial Bette Davis, entre otros.

Rodada en blanco y negro y con un presupuesto visiblemente modesto, la cinta está protagonizada por una sesentona Joan Crawford en el papel de la “demente” Lucy Harbin. Crawford fue una de las pocas estrellas (de las más importantes y mejor pagadas) del cine mudo que sobrevivió a la aparición del sonoro. Por aquella época (los 60), sus años de gloria habían quedado atrás, si bien aún pudo retrasar un poco más su retirada del cine prestándose a cintas como ésta. Crawford consigue en este psico-drama toda una prodigiosa composición que despierta en el espectador distintos y encontrados sentimientos hacia su personaje, desde la inquietud y repugnancia por sus violentos asesinatos o la desaprobación por sus coqueteos con el prometido de su hija, hasta la lástima y la compasión que nos evoca cuando se nos muestra como una corriente e indefensa anciana. La verdad es que ver a la Crawford dar hachazos como una loca no tiene precio.

Una interesante cinta que pese al paso del tiempo aguanta bien el tipo y nos deja como legado una asesina absolutamente desquiciada que bien merece un recordatorio dentro de la galería de famosos homicidas del género. Y además como guinda del pastel, un simpático detalle final con el logo de Columbia alterado para la ocasión: tras el último plano, la dama de la antorcha aparece decapitada, con la cabeza a los pies y sin llama en la antorcha.
Juan Marey
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15 de julio de 2009
8 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
Notable e inquietante película de Carmen Maura que aquí arroja las entrañas y cuaja una de las interpretaciones mas demoledoras que recuerde, quizás en la apabullante Alma en suplicio también acercaba sus incisivos, pero el reflejo del papel de Lucy Harbin apabulla de un modo inalcanzable, esa mirada, ese tormento.

Pese a contar con un posible y previsible final consigue mantener una agonía y una tenacidad titánicas.

Cautivador también el poderoso George Kennedy que aquí luce un pelo filete filemón pi ciertamente admirable.

Poderosa Lucy Harbin, poderosa Crawford.
Killer_Wolf
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7 de mayo de 2014
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Señor y dueño de gran parte del cine de serie B de de los años cincuenta y sesenta, William Castle es conocido sobre todo por ser el creador de sistemas y dispositivos con los que jugaba con el espectador, que contemplaba las películas de Castle totalmente atemorizado. Dichos trucos se denominan Gimmicks (su traducción correspondiente al inglés), y Castle los utilizó de manera variada en muchas de sus películas. En House on Haunted Hill (La mansión de los Horrores, 1959) remake de una película de Robert Wise, Castle tenía previsto que durante una de las secuencias de máxima tensión de la película, apareciera en las salas de cine y mediante un simple sistema de raíles por el techo, un falso esqueleto, que tenía la misión de asustar a los espectadores.

Quizá uno de sus Gimmicks más famosos fue el que realizó para The Tingler, otra película rodada en el año 1959 (dos películas en un mismo año,lo que ya puede darnos unas pistas sobre su cine. En realidad Castle preparaba mucho mejor sus trucos publicitarios que los argumentos de sus películas). La película desarrolla una premisa en la que una serie de extraños seres pueden introducirse en el cuerpo humano, alienándolo completamente y destruyendo su consciencia para ser suplantados, más o menos como la película que se había estrenado tan sólo tres años antes, Invasion of the Body Snatchers (la invasión de los ultracuerpos, 1956). Según lo que desarrollaba la película, la invasión de estos seres podía notarse físicamente al sentir una especie de calambrazo, y Castle vendió a través de posters y cárteles publicitarios que lo único que se podía hacer entonces para liberarse de la invasión era gritar. El truco consistió en que Castle diseño una serie de dispositivos ocultos en las butacas de las salas de cine, por el cual los espectadores recibían un pequeño calambrazo. Los sustos y chillidos estaban asegurados en el cine.

Como ya comentaba, el valor de las películas de William Castle se sitúa a leguas de distancia de su audacia comercial. A Castle le gustaba considerarse como un director ingenioso, y en muchas de sus fotografías lo podemos ver posar tal y como lo hacía uno de sus ídolos al que pretendía emular, Alfred Hitchock. Sin embargo, y a diferencia del británico, William Castle no consiguió nunca un auténtico éxito de crítica, y el público fue dándole la espalda hasta que a inicios de los setenta quedó relegado al olvido.Uno de sus mayores fracasos se dio al adquirir los derechos cinematográficos de la novela de Ira Levin, la famosa Rosemary's Baby, que finalmente y bajo presiones de la productora, hubo de relegar a un por aquel entonces joven director de cine, de origen polaco, llamado Roman Polanski. Lo máximo que sacó William Castle (Amén de una buena tajada económica) fue aparecer en un breve cameo en la película de Polanski, justo en el momento en que la actriz Mia Farrow entra en una cabina telefónica.

Por otra parte, su cine siempre bebe (o incluso podríamos decir que plagia) de los maestros que han triunfado con posterioridad a él. En the Tingler la premisa era seguir con habilidad la película de Don Siegel. En Strait-Jacket (El caso de Lucy Harbin, 1964) fue seguir de manera más o menos directa, la más terrorífica película de Hitchock, Psycho (Psicosis, 1960). Algo que además ya había realizado el propio director años antes, con Homicidal (Homicidio, 1961). La diferencia es que en el caso de Lucy Harbin, el director logró contar con Robert Bloch como guionista, quien había escrito la novela que Hitchock adoptó con Psicosis. La película además nos muestra argumentalmente un caso muy parecido al que el escritor había realizado en su novela.



El caso de Lucy Harbin nos introduce en sus primeras secuencias el terrible asesinato por parte de Lucy, interpretada por la célebre actriz Joan Crawford, hacía su marido y su amante, a los que descubre en pleno asunto. Su hija, interpretada de adulta por Diane Baker, será un espectador de este brutal asesinato. Esta primera escena ya nos muestra una de las tónicas de la película, y es que Castle se deleita con las escenas más sanguinolentas. Prácticamente el personaje de Crawford decapita de manera limpia y tajante la cabeza de su marido, en un asesinato que tiene poco de naturalista y mucho de espectacular, seguramente porque los espectadores que asistían a ver una película de William Castle es lo que estaban deseosos de ver.

Poco tiene que ofrecer en realidad la película. Después de este asesinato inicial, encerrarán en un manicomio durante veinte años a nuestra protagonista, que Castle resuelve con una elipsis para volver al presente, donde finalmente soltarán a Lucy después de considerar que se ha rehabilitado. Su hija se hará cargo de ella, aunque sospechosamente vuelve a aparecer gente asesinada. En realidad la película se sustenta en el giro final de guión, que ya aparecía en la misma Psicosis de Bloch, y que acaba cerrándose con una explicación igual de insustancial. La realidad psicológica queda en un segundo plano, y lo que en realidad le interesa a Castle es mostrar algunos detalles siniestros (las voces que parece escuchar nuestra protagonista, las pesadillas que sólo ella puede ver) que parecen inexplicables hasta que son explicados (valga la redundancia) en el citado final.

Afortunadamente este la magnífica Joan Crawford, que es la única que hace levantar la película. Por cierto, como buen Gimmick, William Castle se aseguró que cada espectador recibía al comprar su entrada su correspondiente hacha de cartón ensangrentada.
Kyrios
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28 de mayo de 2023
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Me ha gustado mucho. Por la temática y por el tratamiento. Tema sugestivo, sugerente, atrayente y siempre novedoso. Siempre igual y siempre bien contado pero siempre novedoso. Con una Joan Crawford soberbia, espectacular, grandiosa, y una Diane Baker que siempre la recordaré como la mujer de "El premio", dulce, simpática, y muy femenina, una mujer prototípica de loís años setenta.
También intervenía George Kennedy en un papel de hombre simple pero con una fondo de maldad, pero que sabes que va a acabar mal.
ÁAD
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