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Forja de hombres

Drama Hoy se crían sin ley en la calle. Mañana estarán en el corredor de la muerte. El Padre Edward Flanagan (Spencer Tracy) se propone romper ese ciclo maldito y entrega su vida y su fe a crear una escuela para chicos marginados que se convertirá en todo un modelo de esperanza. (FILMAFFINITY)
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Críticas 15
Críticas ordenadas por utilidad
2 de junio de 2010
8 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
El padre Flanagan, uno de los papeles más recordados de la carrera del maravilloso Spencer Tracy, y también una de sus películas más memorables. Un film cargado de mensajes morales y valores humanos que te hace creer que en el fondo, la gente puede ser buena. Sin embargo, de entre todas las películas de corte moralista en las que intervino Spencer Tracy, esta no llega a ser brillante y no alcanza la maestría de otras obras como la maravillosa “Capitanes intrépidos”.

Se podría decir que la película es buena a secas, pero su guión y tratamiento de personajes tienen unas dosis de inocencia, bondad y amor al prójimo tan sumamente altas, que el dramatismo que debería haber tenido esta película basada en un hecho real, se convierte en una utopía humanista, una irrealidad cargada de buenas intenciones. Me explicaré mejor; la película va precisamente de eso, sí, pero los problemas y situaciones difíciles por las que el padre Flanagan tiene que pasar hasta poder crear ese sitio idílico donde poder educar a los niños y jóvenes sin hogar debieron ser enormes y eso no aparece bien reflejado en la película. Todo se soluciona y lleva a cabo demasiado rápida y fácilmente; basándose en una sucesión automática de problemas y soluciones instantáneas, con lo que al cuarto de hora de metraje el espectador ya intuye que todo va a tener arreglo, lo que quita una gran carga emocional a la película, a la vez que impide ver la costosa labor que el padre Flanagan realizó realmente.

Centrándome ahora más en los personajes, diré esto: si los niños huérfanos e indigentes de la película son como se les retrata, entonces ¿cómo serán los niños bien educados, con un hogar y familia? ¡Por lo menos deben estar en proceso de ser canonizados y tener una calle con su nombre! Si la película ya estaba bastante maquillada, encima nos presentan a unos niños perfectos, de buen comportamiento, educados, devotos y eternamente agradecidos. Realmente, con niños así, la misión del padre Flanagan se convierte en un poco innecesaria. Esos niños debieron de causarle mil quebraderos de cabeza, y resulta que todos tienen un comportamiento ejemplar. ¡Es que es imposible de creérselo! Ni siquiera acaba de convencer Mickey Rooney en su sobreactuado papel de chico malote e indisciplinado. ¡Ah! Otra cosa: ¿Es que no existían niñas huerfanas?

En conclusión, una película bonita, entrañable, pero poco creíble por el tratamiento excesivamente bondadoso, irreal y utópico que se les da a los personajes, y más hoy en día tal y como está el mundo, resulta totalmente inviable.

LO MEJOR:
- Spencer Tracy.
- Es sencillamente bonita, muy bonita.

LO PEOR
- Solución de problemas demasiado fácil e instantaneamente.
- Tratamiento excesivamente bondadoso, irreal y utópico que se les da a los personajes, convirtiendo el film en un producto demasiado amable.
JF_Ronah
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9 de enero de 2020
5 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Drama social juvenil con toques de cine negro y un tono a lo Capra, donde los poderosos, la policía y hasta los delincuentes peligrosos atesoran, en el fondo, bondad.

Quizás aborde el tema con algo de simpleza y sea, a veces, moralizadora y muy sentimental (esta última cualidad a mí sí me agrada), pero nunca carga las tintas --hubiese sido lo más fácil-- en la religión.

Es todo un clásico. Y me sigue gustando. Notable.
Luis Ángel Lobato
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5 de julio de 2021
5 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Como veo que la gran mayoría de las críticas que recibe esta película, aún siendo positivas y reconocer su gran valía, se centran mucho en resaltar negativamente el tratamiento excesivamente idealizado y sentimental que se hace de ella, me gustaría ejercer un poco como contrapunto, para señalar todos los aspectos realistas que contiene y que no son pocos.
Me he ido a la Wikipedia sí, para ver de qué iba este cura, el padre Flannagan que existió en la realidad.
Nacido en 1889, este sacerdote siempre se sintió inquieto por las condiciones de vida de los inadaptados sociales. Primero fundó un albergue para parados y excluídos en general ( lo vemos en la película), pero, pronto, comenzó a darse cuenta de que para conseguir una verdadera reforma, debía centrarse en los jóvenes abandonados sin hogar ( es muy significativa la secuencia en la que se entrevista con el reo sentenciado a muerte a quienes sus carceleros conminan a saldar sus deudas con el Estado y éste les replica: " ¿ Dónde estaba el Estado cuando yo tenía 12 años y vivía en la calle?"
El padre Flannagan así debió comprenderlo porque comenzó a soñar con sacar a los chicos de la calle " Hoy se crían sin ley en la calle. Mañana estarán en el corredor de la muerte".
Comenzó pidiendo prestados cien dólares y con cinco niños. El Estado, estaba ausente del proyecto. Tenía suficiente con financiar los infames reformatorios ( cárceles infantiles) creados, no para educar sino para castigar. El hombre, sigue moviendo Roma con Santiago, para conseguir financiación. No es un soñador a secas. Sabe perfectamente qué argumentos utilizar para convencer a los más escépticos. " Cada muchacho que se convierta en un buen ciudadano tiene un valor de 10.000 dólares". Eso el Estado después ya lo aprendió. Sale mucho más barato a la larga educar en la infancia y juventud. Merece la pena invertir en ellos. Aquí no hay nada de idealización, es, también, una cuestión práctica . Una buena jugada supone conseguir ganar para su causa al editor de un importante periódico que, con su apoyo, logrará una importante influencia en la opinión pública que dará alas a su proyecto.
Toda esta parte de la historia es real como la vida misma y aquí no hay nada de utopía.
Luego, la película encadena rápidamente ciertas escenas, y se nos planta en una ciudad de los muchachos ya asentada, que nos impiden ver, es verdad, las enormes dificultades por las que tuvo que pasar ese hombre hasta conseguir cierta estabilidad. Pero yo creo que lo hacen para dejar sitio a la dramatización de la historia y centrarse en el caso particular de un muchacho ( Mickey Rooney), y dar al público cierta idea de su labor, tiñéndola, eso sí, de ciertas dosis de sentimentalismo que, al que tenga un poco de imaginación, no le hace falta nada más para conseguir deducir el terrible sarao en el que se había metido el cura.
Decir también que ese sistema de autogobierno que vemos en la peli, también está sacado de la realidad, aunque parezca mentira, aunque no debió ser tan fácil implantarlo como lo vemos en el film.
Y por último, alabar la totalidad de la película, la real y la ideal, en la que Taurog se maneja magníficamente presentándonos una historia preciosa y muy bien contada.
Spencer Tracy es, cómo no, el padre Flannagan perfecto. Nadie podría haberlo hecho mejor que él y Mickey Rooney, compone al perfecto macarra, junto con todos los demás integrantes del film en una historia muy real que, lo que no es real pues ! imagínenselo en toda su crudeza, coño!.
Izeta
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22 de junio de 2018
4 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Uno de los grandes éxitos del melodrama social católico de la Metro, es este superexitoso “biopic” del pundonoroso padre Flanahan –Edward J. Flanahan (1886-1948)-, que fue creando refugios para jóvenes abandonados tratando de evitar su caída en la delincuencia.

Más que católico, es un cine abiertamente rooseveltiano, trufado de buenos sentimientos, apología indisimulada y algo demagógica de las virtudes del New Deal, con referencias directas al presidente que aparece casi como un santo laico. Unos ocasionales excesos de sentimental ñoñería, junto a unas insoportables dosis de sentimentalismo religioso bastante caduco ensombrecen ligeramente el valor de la película. Sin embargo, ello no nos impide reconocer la permanente valía de ese clásico del cine, con memorables escenas como la desternillante campaña electoral del pícaro Rooney, todo un compendio de la demagogia política, tan moderno y actual.

La narración modélica, dirigida por un excelente artesano como Norman Taurog, defensor de un cine acomodado y familiar – lo que no excluye grandes películas como la que nos ocupa- sabe reflejar con viveza y humor los desvelos de este espíritu enérgico y bondadoso, para lo cual cuenta con la soberana actuación de Spencer Tracy, que se llevó de calle el Oscar al mejor actor –aun cuando cuenta con trabajos mejores- y la irresistible prestación de Mickey Rooney como el pequeño macarra Withey Marsh.

La película fue tan exitosa que conoció una segunda parte con los mismos protagonistas. A pesar de ciertas pegas que se le puedan poner, una película realmente buena.
Gould
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18 de abril de 2021
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Forja de hombres la vi por primera vez hace más de 40 años, un lunes por la noche rodeado de los otros componentes de mi familia, cosa impensable hoy día. Las tecnologías y la forma de vivir actual, separa a la familia y si no, mirad a vuestro alrededor mientras miráis una película.

La base en la familia es fundamental. Y la película de Norman Taurog habla precisamente de eso, de unos niños que no han tenido la oportunidad de crecer en un entorno idóneo para convertirse en gente de bien y ejemplares ciudadanos. Por hache o por be, viven en la calle y claro, el delinquir se convierte en la forma más sencilla de llenar el estómago o vestir una prenda. Es ahí donde aparece un revolucionario y moderno sacerdote, el Padre Flanagan, quien a pesar de todas las adversidades y los comentarios descabellados acerca de su idea, consigue montar un refugio para ayudar a esos muchachos descarriados por la vida. La cosa funciona de tal manera, que pronto su proyecto será más ambicioso, mirando a cotas mayores, crear...La ciudad de los muchachos.

Claro está, con tantos chicos, viviremos muchas vivencias, anécdotas, momentos para reír, para enfadarnos y hasta para llorar. Que bien le quedan los papeles de sacerdotes a un experimentado Spencer Tracy, donde con esta actuación, sumaba un oscar más a su palmarés. Cabe recordar como sube de calidad la película desde la aparición del alocado Mickey Rooney, qué pedazo de artista a sus escasos 18 años.

La película no dejará a nadie indiferente.
THE CROW
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