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La fórmula de la felicidad

Romance. Comedia El farmacéutico de un pequeño y aburrido pueblo encuentra la vía de escape a su ruinoso matrimonio a través de una amante. Ésta, aficionada a las drogas con receta, introducirá poco a poco al farmacéutico en ese adictivo mundo. Cuando deciden formalizar su relación, en lugar de divorciarse, optan por planear el asesinato del marido de ella. (FILMAFFINITY)
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Críticas 10
Críticas ordenadas por utilidad
17 de julio de 2016
5 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
La premisa me parece interesante, aunque ya se haya visto mil veces (chico bueno conoce a chica mala, que le convence de que el lado salvaje de la de vida es mucho más divertido), pero no tiene la suficiente dosis de humor para ser considerada comedia, ni la suficiente intriga para ser un thriller. Se queda en un "para todos los públicos" demasiado amable. Ganaría mucho haciéndola un poco más gamberra.
Germán
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12 de junio de 2016
5 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Los farmacéuticos, esos seres que son simpáticos y te regalan caramelos cuando eres pequeño, a los que te da vergüenza pedir condones cuando creces un poco y que te miran mal cuando ya eres adulto y les haces una visita nocturna.

El farmacéutico de esta película no hace muchas guardias, pero reparte a domicilio los pedidos de los clientes (con 8 dólares de portes). Tiene un hijo raro y una mujer insoportable, su suegro le ningunea y sus empleados le chulean. Es un pringao y escapa de su realidad follándose a Olivia Wilde y empastillándose con su propia materia prima... hombre, tampoco vamos a condenar al chaval, a la mayoría le bastaría con lo primero pero éste debía de estar muy quemao.

Cuándo empieza a romper cosas con su hijo, planea matar al marido de su amante y gana la vuelta ciclista del pueblo ya te das cuenta de que los empastillaos son los que hicieron esta peli y casi prefieres ver a los farmacéuticos de toda la vida, los de Farmacia de guardia, donde el agente no era de la DEA si no un simpático segurata cascarrabias y donde el empastillao por lo menos era conocido, Chencho, un crack.
DaniBalboa
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1 de mayo de 2020
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Propuesta independiente que no osa con tener grandes intenciones, vende humor y erotismo, y logra que el espectador pase un rato entretenido y divertido con su propuesta.
Douglas (Rockwell) es el farmacéutico de un pueblo pequeño y aburrido que encuentra la vía de escape a su matrimonio ruinoso a través de Elizabeth (Wilde), una sensual y voluptuosa mujer adinerada que está totalmente aburrida de su matrimonio. Con la bella Olivia Wilde de seductora misteriosa y un Sam Rockwell que clava su personaje con ese porte desgarbado y derrotado, gamberro y bromista de perdedor que, a pesar de seguir perdiendo, encuentra una manera de mejorar su anodina existencia.
fermillo
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2 de junio de 2016
6 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
Sin ritmo, sin interés... Sam Rockwell es un actor que tiene potencial, pero le cuesta muchísimo sacarlo porque tiene muy mal ojo para elegir sus proyectos. La verdad es que el film es un ñordo infumable con dos actrices guapas, pero nada destacable. Creo que no pasé de la hora.
axlyerin
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18 de febrero de 2016
3 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Dos tetas como reemplazo y apertura al olvidado orgullo de uno.

El despertar de la invisibilidad, el hallar un hueco, el hacerse respetar, todo gracias a esa alzada de actitud y cabeza que otorgan la anestesia de la maravillosa y hallada química, más ese viaje a paraíso perdido donde todo vale nada, excepto la opinión y felicidad de uno.
Porque abren los ojos y dan coraje, ánimo y valentía de coger lo suyo y hacer realidad los sueños, puede que no todos, e incluso ninguno, pero la atrofiada y desganada vida se soporta y lleva con más apetencia y optimismo desde ese conformismo somnoliento y entumecido, sordo y pasota de quien vive para su querencia y que los demás se adapten a ella.
Porque se acabó ir a remolque, la humillación y vergüenza, la burla y pisoteo se desvanecen ante esa actitud chulesca de mancebo hecho adulto, cuya mayoría resuena en todos frentes y que Sam Rockwell sabe retratar con ese porte desgarbado y excedido, gamberro y bromista de perdedor que, a pesar de seguir perdiendo, encuentra acomodada ganancia que le vale para mejorar su existencia y la atención y admiración de quienes le rodean; no son los ideales pero ¡qué se va a hacer!, puede ser apto si se observa con la mirada atontada, dulce y distorsionada que ofrecen las fantásticas pastillas y el mundo que éstas ofrecen, hasta que el espabilado genio de la lámpara no necesite de más deseos edulcorados para afrontar su maltrecha realidad con positivismo de cambio.
Geoff Moore y David Posamentier escriben y dirigen un clásico envuelto en aires de disparate cómico, disfraz ingenuo para una nueva versión de paleto vuelto sabio y diestro gracias a esa deslumbrante amante y los planes de socorro que van tomando forma, belleza y sexo para encandilar al memo mandril y que realice la sucia maniobra de deshacerse de la molesta basura; camino obvio de resultado esperado pero, con todo, resulta amena, entretenida y solvente como pasatiempo modesto de hora y media.
Propuesta independiente que no osa alcanzar grandes cuotas, vende modernidad y erotismo, con la bella Olivia Wilde de seductora telearaña, base de un thriller, en el fondo, muy tradicional y casero de drama ausente y diversión ligera.
Vive de extremos personajes cuya absorción es tibia y mediocre, no involucra, ni atrapa o estimula, aporta una visión relajada y cómoda de presenciar el teatro sin excesivo esfuerzo y estando, con facilidad, al tanto de los pasos; agilidad de duración apropiada, sin complicado contenido, que se respira con trivialidad y descanso, devaneo oportuno para momentos de distensión donde no importa la delgadez y estrechez del argumento, la simpleza del contenido y la menudencia interpretativa, quieres pasar el rato y aliviar la mente, que el día ha sido duro y largo; y con esa función establece su horma con precisión y eficacia de consumirla sin indigestión y olvidarla tras su paso, para que no ocupe espacio en una mente saturada que brevemente dejó paso al esparcimiento plácido y moderado.
Mejor viviendo a través de la química, panfleto de estilo que no aporta tanto entusiasmo como se espera, la fórmula de la felicidad como título de gazapos traductores cuya seguida nadie entiende, bobería fresca de derroche controlado para descanso de las tensiones; no las logra desaparecer, pero alivia temporalmente el espacio y tiempo dedicado a su percepción y gasto, ¡como la química y sus derivados, vamos!
“La clave para avanzar es empezar” a disfrutar la sensación de ir ganando; “ no se puede ayudar a todo el mundo, pero todo el mundo puede ayudar a alguien, y a veces, ese alguien eres tú”; empieza, avanza y medio gana.

Lo mejor; brevedad realizada con gusto de entretener y sonreír.
Lo peor; su transgresora imaginación recae en un costumbrismo de cartero, que llama más de dos veces, muchas veces visto.

lulupalomitasrojas.blogspot.com.es
lourdes lulu lou
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