Río Lobo

Tan sólo dos westerns, “Río Rojo” y “Río Bravo”, le bastaron a Howard Hawks para entrar en la lista de los notables de este género, pero, sobre todo el segundo, lo dejó tan contento que, en su senectud, la idea del sheriff, el joven pistolero y el borracho, defendiendo una cárcel donde tienen a un recluso al que otros desean rescatar, se convirtió, para el director, en algo tan obsesivo, como esas historias que los abuelos cuentan una, y otra, y otra vez, sin cansarse nunca. Desde entonces, cada que empezaba un nuevo western, Hawks partía de una historia original escrita por alguien distinto (B. H. MacCampbell, Harry Brown o Burton Wohl), pero conservando siempre a su lado a Leigh Brackett para que le hiciera la adaptación y, con mínimas variables, le reescribiera la secuencia de la cárcel. Triste decir que, fue ella una escritora con una maldición, pues, anhelando ser siempre original, terminó figurando como experta en ayudar a repetirse. Con George Lucas le ocurrió lo mismo.

“RÍO LOBO” comienza pues, como una historia original: Al final de la Guerra Civil Norteamericana, el capitán confederado, Pierre Cardona (Jorge Rivero), aún sigue asaltando los trenes en los que se transportan las remesas de oro del ejército de la Unión… y cuando corona su último trabajo, siendo perseguido por el coronel Cord McNally, se entera de que la guerra se acabó. Terminará, entonces, este franco-mexicano, de amigo del coronel yanqui, porque a éste ya no le interesa el cuento del oro, sino capturar o eliminar al par de traidores que le soplaban los planes del transporte. La historia arranca bien, hay una buena acción -puesta en manos del siempre acertado Yakima Canutt-, pero como ya ocurriera con “El Dorado”, otra vez el abuelo quiere contar el mismo cuento… y a la hora, “RÍO LOBO” comienza a parecerse más… y más… y más a “Rio Bravo” y a “El Dorado”, y al final, Howard Hawks, se despide del cine dejando para la posteridad una trilogía que podríamos llamar: El Río que corría en círculo.

¿Qué se puede rescatar de esta película? La adorable presencia, como Shasta Delaney, de la inolvidable Jennifer O’Neil (“Summer of 42’”); la simpática recreación del ‘borracho’, puesta ahora en manos de Jack Elam; la curiosa aparición de Sherry Lansing (Amelita), una emprendedora muchacha que, no tardaría en dejar su carrera como actriz, para convertirse en la primera mujer cabeza de un estudio cinematográfico ¡y nada menos que la 20th Century Fox!; y ¡como no, la escena de MacNally (John Wayne) con el dentista, que resulta deliciosa!

De nuevo, “aquí se comprobará que, cualquier anciano enclenque y gordinflón, puede ser coronel de la caballería estadounidense y que, cualquier borracho, puede ser carcelero sin más requisito que tener buen humor y saber disparar un arma”.

¿Usted qué piensa, general Philip Sheridan?

Magnífico film, uno de los mejores westerns de la historia sin duda alguna, mucho mejor bajo mi humilde opinión que la sobrevalorada "Río Bravo" en la que también actúa en el inicio de esta especie de saga el siempre colosal John Wayne.
La música a cargo de Jerry Goldsmith es muy bonita con esa sencilla pero gran introducción de la película en los títulos de crédito.
El reparto es como en el 99 % de las películas de Howard Hawks de auténtico lujo congeniando a tipos curtidos en el western Jack Elam y el vaquero por excelencia John Wayne con caras nuevas de la pantalla como son Jennifer O ´Neill y Jorge Rivero.
Es un western vigoroso, ameno de seguir en todo momento, con toques artesanales de Hawks acertados en todo momento, excelente guión y escenas de acción que tan sólo hombres como Howard Hawks sabían hacer.
La trama se centra en los últimos días de la guerra de secesión y su posterioridad centrándose más tarde la película en Río Lobo; una ciudad en la que no precisamente gobierna el bien.
Y es que Howard Hawks era un grande, un grandísimo director y un día decidió unirse con un maduro John Wayne en un western al más puro sabor de antes en el ocaso de un género que se desvanecía.
Howard Hawks no pudo despedirse mejor. Un maravilloso western.

Muchas veces a los grandes del cine se les perdona cuando realizan obras de considerable poca calidad, viviendo por tanto de los méritos conseguidos en el pasado. Poco tiene que ver esta película con el clásico de Hawks Río Bravo. Si aquella era perfecta, creible, puro cine del Oeste, ésta es un entretenimiento pasajero que vista en la actualidad provoca alguna que otra sonrisa en momentos en que no debiera.
La película empieza seria y creible, pero poco a poco se convierte en una suerte de vodevil de abrir y cerrar puertas y de guapas señoritas (es en este punto donde más chirría la película, que al estar rodada en 1970 exhibe unas bellezas de la epoca con unos peinados y estilo que se nos antojan poco acordes para un western).

El gran director Howard Hawks dirige esta pelicula al final de su carrera, y puedo decir que no estuvo a la altura de los recuerdos que tenemos de él. El principal motivo negativo del film es un guión demasiado complicado que llega a cansar según avanza la película, pues el gran número de personajes de la historia y el embarullamiento de la misma resultan confusos y se va perdiendo el gancho inicial de ver esta película por su director, protagonistas, etc.
John Wayne, ya cansado por la edad, da muestras de lo mismo y le falta garra e ilusión.
Es un Western pasable que no está a la altura de los grandes, con demasiadas secuencias nocturnas rodadas en estudio (para comodidad del rodaje), y los exteriores no son los del gran atractivo de muchos westerns.
La copia visionada en DVD tiene una calidad deficiente, y además se presenta en formato 4/3, cuando fué rodada en panorámico 1'85, por lo cual existe una mutilación lateral de la imagen.

Howard Hawks se despidió del cine con este genial western rodado en una época que el género ya estaba de capa caida, esta película cerró de manera brillante una trilogia que el própio Hawks habia empezado diez años antes con "Rio bravo" y continuado con "El dorado", las tres películas mantienen como nexo de unión un guión parecido y la presencia de John Wayne como protagonista, aunque aquí está muy pasado de kilos y un poco mayor para segun que escenas su sola presencia hace que valga la pena ver este film. A diferencia de las otras dos la introducción de esta película nos presenta a los personajes durante la guerra de secesión con el asalto a un tren cargado de oro que es de lo mejor que filmó Hawks en toda su carrera, todo lo demás es la misma historia con diferentes personajes que "Rio bravo" y "El dorado", de todas maneras podria haber hecho treinta versiones mas sobre la misma historia y todas nos habrian parecido igual de buenas. La única diferencia quizá está en el grupo de secundarios, se echa de menos un Dean Martin o un Robert Mitchum en esta película para dar replica al gran Wayne. En resumen merece ser vista y recordada por algo más que por ser la última de Hawks.