La vida de Galileo

Siempre fue mi filósofo favorito Aristóteles, por eso acercarme a Galileo en esta película me obliga a olvidar prejuicios, algo imposible para aquellos teólogos que torpedearon hasta bien entrado el siglo XVIII el discurrir científico. Y es que este biopic se extrema en hacer girar la vida del matemático pisano en un continuo enfrentamiento con la Iglesia. Otros matices más domésticos de su recorrido vital no son ni apuntados, no interesan. Como tampoco interesa mucho más el resto de sus descubrimientos si no suponen un acto de reivindicación ante las instituciones.

Durante todo el desarrollo teatral del film, de decorado en decorado, son las ideas y las reflexiones idealistas las que gobiernan el discurso antes que la imagen. No obstante, a pesar de la importancia de la palabra, el uso de la iluminación, nuevamente muy teatral en algunas escenas, o la fuerza histriónica del rostro de Topol en algunos primeros planos, nos recuerdan que estamos viendo cine. Cine reivindicativo, propio de la época en que se rodó esa película, donde se ridiculiza la nobleza, se desprecia a los eclesiásticos y se critica a la universidad.

Se trata en suma de una película en formato de ensayo antes que de novela, donde se hace necesario cerrar el libro de cuando en cuando para reflexionar. Y ello sin perder contenido poético sobre, por ejemplo, la heroicidad de los hombres.

Sobra eso sí el ridículo y trasnochado numerito musical a mitad de película. Se compensa con los experimentos de Galileo, lástima que no haya más, tan divertidos como los de Flipy en el Hormiguero.

Hay dos verdades absolutas sobre esta película.

1. Si quieres ver buen cine, planos maravillosos, un movimiento de cámara excelente, una dirección impecable, una iluminación mágica o unas interpretaciones gloriosas, esta no es tu película. No hay nada de eso, está rodada con la mayor simpleza que se puede rodar una película.

2. Si quieres documentarte con gran exactitud sobre Galileo es mejor comprar libros o ver documentales ya que todo lo que quieres se ve y de la manera que se cuenta es evidente que no fue así.

Dicho esto, sólo puedo deshacerme en elogios porque me ha tenido enganchado durante 120 minutos. La película roza más el genero del teatro y está dividida en diferentes escenas sobre la vida de Galileo. Si para mi no tiene nada de lo anteriormente mencionado, ¿qué tiene?. Tiene unos diálogos impresionantes cargados de razón y muy afilados, hirientes en muchos casos. Es una película que te hace pensar y admirar al personaje en cuestión durante 120 minutos, que da lecciones a diestro y siniestro. ¿Qué no es un documental y puede que no sea exacto? Vale, vine a ver cine, no un documental. ¿Qué técnicamente es de lo más simplón que se puede ver? Vale, pero me hace pensar y me hace sentir y eso significa que es arte. La película tiene un sin fin de grandes diálogos y frases buenísimas que te mantendrá el cerebro activo y pensando 120 minutos. SI no te gusta pensar no la veas, porque es el único motivo por el que puedes ver esta película ya que no es ni 100% verídica ni vas a ver Los Siete Samuráis ni El Padrino.

Mi conclusión es que es muy buena, me gustaría ver más cine de este tipo, más cine con diálogos arrancados de la razón y el inconformismo. ¿Te gustó El Club de la Lucha por sus diálogos y su fondo? Vale, a mí también, es la mejor contribución que hizo Hollywood al planeta. Aquí no vas a ver la magia de Fincher pero encontrarás 120 minutos de debate. Si, lo sé, tal vez eso no te apetece, pero tal vez si te apetezca y por eso te lo recomiendo. ¿Qué por qué hablo solo? No hablo solo, estoy hablando con alguien que es más listo, más guapo y más valiente que yo y que se ha lanzado a rebatirle al mundo sus miserias. ¿Lo entiendes ahora? ¿Qué he visto mucho El Club de la Lucha y tal vez esta película me haya recordado a ella? STOP.

P.D. Si en vez de aparecer al final los niños cantores hubiese sonado el Where is my mind de los Pixies... uffff. Ah claro, que en 1975 todavía no existía esa canción. STOP.

Película que recrea la inquisición e interdicción sufrida por Galileo Galilei, el astrónomo, a raìz de la difusión de su tesis antiaristotélica de que la Tierra no es el centro del Universo, girando todos los astros a su alrededor. Por esos tiempos, la Iglesia anclaba en la autoridad de Aristóteles en cuestiones cosmológicas y, pese a la indudable capacidad del maestro, había errado en algunas cuestiones, entre ellas la premencionada, por lo cual cualquier tentativa de derrumbar sus doctrinas -y tan luego una como ésa, que parecía conmover la idea bíblica que resalta el primado del ser humano en la creación-, era vista como algo revolucionario y extremadamente peligroso, las autoridades de entonces ya creían ver una inadmisible alteración de su poder, masas de campesinos levantándose, un mundo a la deriva. Pareciendo seguir las tesis de sir Francis Bacon, intentado derrumbar los ídolos que se oponen al progreso científico, en este caso el principio de autoridad, Galileo no vaciló en poner en entredicho aquella absoluta preponderancia de Aristóteles. Esto lo enfrentó pese a las evidencias suministradas por sus catalejos con los cardenales universitarios, amenazándolo con las torturas...tan lejos de la postura actual del Vaticano que hasta cuenta con un observatorio astronómico propio y ha debido pedir perdón. El tono teatral de la pelìcula se nota en los persistentes diálogos por encima de la acción, cierto acento poético por momentos, y la reducción de los escenarios en lugares donde se concentra el guión. Es interesante también la reconstrucción de época. 7,6

Fue, en 1939, cuando el dramaturgo alemán, Bertolt Brecht, publicó su obra, “Leben des Galilei” (La Vida de Galilei) en la cual se sirvió de la brillante, y muy difícil, historia del celebrado matemático, astrónomo y científico italiano Galileo Galilei, para hacer una asociación metafórica del represivo régimen nazi que había alcanzado el poder en la nación germana. Para Brecht, lo que había hecho la iglesia romana contra el hombre al que le debemos la balanza, la teoría heliocéntrica, el perfeccionamiento del telescopio y otras grandes teorías, se asemejaba bastante con el oscurantismo fanático de Hitler, quien exterminó o hizo marcharse del país a los más grandes hombres.

Traducida al inglés, en colaboración con Charles Laughton, la obra de Brecht sería estrenada en New York, con Joseph Losey como director y Laughton como Galileo, el 30 de junio de 1947… y, fue precisamente este montaje, el que dejaría suficientemente entusiasmado al productor, Dore Schary, quien no tardaría en proponer a Losey la dirección de su primera película... pero, habría que esperar en el paso del tiempo a que el 7 se ubicara antes del 4 para que, Losey con The American Film Theatre, pudiera realizar la brillante adaptación cinematográfica que, por fin, tenemos ocasión de ver.

La obra arranca en 1609, cuando Galilei, instructor de matemáticas en Padua, se esmera por demostrar las teorías de Copérnico… y es cuando el Fatum pone en sus manos el telescopio que patentara el alemán Hans Lippershey, el cual Galileo perfeccionó agregándole un lente refractor que aumentaba 30 veces la distancia visual del tubo óptico de Lippershey.

Incondicionalmente apoyado por Andrea Sarti, el hijo de su casera, a quien transmitirá muchos de sus conocimientos, el entusiasta astrónomo comienza a escribir y a publicar sus teorías, con las que despertará los comentarios más positivos de los hombres y las instituciones de ciencia, pero también hará roncha entre las más dogmáticas autoridades eclesiásticas, cuyo Santo (¿?) Oficio ejercía, por entonces, sus abominables ejercicios.

Lo que sigue, hace ya parte de los momentos más sombríos y deplorables que ha padecido la historia de la humanidad y Losey va a recrearlo sin sensacionalismo alguno, pero con una objetividad que no tiene pelos en la lengua ni siquiera al momento de dejar, bien claro, el papel asumido por el astrónomo en este particular insuceso.

Como suele hacerlo con todos sus personajes, a los que Losey da siempre los mejores argumentos, también Galileo tendrá los suyos, y al final, quizás comprendamos que “las desgracias sólo son errores de cálculo”, pero que la obra de un hombre será siempre su obra y se sostendrá en la historia por su propio peso.

Un muy selecto reparto, incluye nombres como Topol, Colin Blakely, John Gielgud, Michael Lonsdale, Georgia Brown, Tom Conti y Michael Gough, gente que ha dignificado las tablas y el cine con sus profesionales apariciones.

<<GALILEO>>, es otro notable acierto de ese gran director que fuera Joseph Losey, quien, en carne propia también había padecido los vejámenes de una obtusa censura: la de la HUAC.

En sintonía con la película, lo primero que me asalta es la siguiente duda: ¿tiene sentido volcar una crítica de un film estrenado hace 42 años, y que hoy en día pocos o nadie seguirán viendo? Seguramente, de haber sido uno de los espectadores de antaño, ni me lo plantearía, pero como no había visto la cinta sinó hasta ahora (102016) -y encuentro en ella plena vigencia- me animo a hacerlo aún a riesgo de que nadie la lea.
Del dúo Brecht-Losey no esperaba nada menos que una obra singular, ciertamente teatral y atravesada por parlamentos, reflexiones y discusiones que el guión adaptó lo mejor posible para el género cinematográfico.
En tiempos de fanatismos religiosos devenidos en actos terroristas -otrora guerras, invasiones, progroms, genocidios, etc.- la discusión sobre la prevalencia del pensamiento científico sobre la cosmovisión místico-religiosa, sigue teniendo tanta actualidad como supo tenerla en los albores de la modernidad, tiempos inmediatos posteriores al renacimiento que vinieron acompañados de una explosión de conceptos filosóficos y científicos, los que a la postre posibilitaron que hoy, en el S.XXI, "el modus vivendi" de la mayor parte de la población mundial sea inconcebible sin la disponibilidad de los instrumentos tecnológicos que coadyuvan al desenvovimiento cotidiano de las personas.
Sobre la historia en sí, no caben dudas que hay en ella una dialéctica entre hechos y dichos del pasado y el pensamiento brechtiano del S.XX, merced a la cual el autor pone en boca del personaje conceptos que son mucho más propios de su tiempo que de los de Galileo, a menos que este -además de eminente científico- también se hubiera anticipado a Kant, Hegel, Marx, Nietsche, Heidegger e inclusive Freud, por nombrar solo algunos genios posteriores. Y si bien por momentos el anacronismo resulta algo "incómodo", es tan rico el contenido de los pensamientos, que se hace aceptablemente tolerable.
También abunda en el film información sobre la labor científica de Galileo, su contexto socio-histórico y hasta sus circunstancias personales y familares (aunque la mayor parte del texto se la lleve la dialéctica reflexiva); de modo que en conjunto creo poder afirmar que Losey -dueño de una estética y un humor de neto corte inglés- ha hecho una gran película, vigente, y que debería ser repuesta por la importancia del tema y la calidad de su tratamiento.
Sin lugar a dudas, la recomiendo.