La vida de Galileo

J. Losey toma el texto de B. Brecht y lo traslada a la pantalla con evidente buena voluntad y con actitud reivindicativa.
Desde el punto de vista conceptual la película cumple bien su cometido pero desde el punto de vista cinematográfico la adaptación adolece de un evidente sentido simplificador que tiende a lo anecdótico y resta entidad dramática.
Pero como se admite de buen grado la pertinencia de la tesis y su evidente valor teórico, al espectador no le cuesta aceptar el planteamiento y se siente a gusto con la propuesta.
También hay que reseñar destellos de brillantez formal, como el trío infantil que se intercala en las transiciones y, en general, la pulcra ambientación.

No resulta fácil a veces separar el tema del que trata una película y ser capaces de juzgar esa película con independencia, como producto acabado con un determinado sello y firma, como una creación tal cual. Porque si todas las películas las juzgáramos por sus buenas intenciones entonces todo serían dieces aquí. O porque una película trate de un tema concreto no va a ser buena porque sí. Es por ello que en parte no me sorprende tanto su valoración general, muy por encima de lo que yo creo haber visto, porque todos sabemos lo que significó este hombre para el devenir de la Historia.

Sin embargo, y dicho esto, la vida y obra de Galileo Galilei seguramente merecía mejor homenaje que el que le ofreció Joseph Losey. Galileo será un diez, pero la película no. Lo que sí me sorprende mucho es que una película que lleve la firma de este director no sea ni correcta, queda por debajo de lo que esperaba. A mí se me ha hecho eterna, muy larga, sin ritmo, con un número musical incrustado en medio para llorar y en definitiva sin la chispa que esperaba de una película de Losey.

Su carácter teatral puede que ayude a mejorar la caracterización, pero si hay que destacar algo es la imagen de la Iglesia, qué menos que disfrutar con su lamentable postura obstruccionista. Ya conocemos el penoso juego de la Iglesia en la Historia así que al menos los ateos reirán al ver cómo ni siquiera se creen lo que pueden ver a través del telescopio. Eso al menos sí lo he disfrutado, qué ridículo, qué cosa tan mala la Iglesia. Pero la película, regular tirando a floja.

Curiosa película que entre secuencia y secuencia, cuela trozos que parecen sacados de un documental de Canal Historia o, a ratos, la retransmisión de una obra de teatro, musical incluido (rollo largo e innecesario). La cinta nos cuenta las peripecias políticas y religiosas de Galileo Galilei, una historia de sobra conocida que, sin embargo, se vuelve algo oscura para el lego por las exhaustivas referencias a Aristóteles y su concepción del Universo, referencias muy cultas que dan por bien sabido por todos el complejo juego de esferas que el filósofo ideó para explicar los fenómenos celestes.

Se echa en falta algo más de dinamismo y más concreción, ya que la película divaga en exceso y llega a hacerse larga y pesada. No obstante, el guión, sobre textos teatrales, está muy bien escrito con argumentaciones y diálogos interesantes y bien hilados. La producción correcta y las actuaciones notables, especialmente la de Topol.

127/10(12/04/10) Joseph Losey realizó un homenaje teatral filmado a uno de los grandes científicos de la historia, Galileo, un pionero que lucho contra lo establecido para imponer la verdad, batalló contra la pétrea Iglesia, una granítica mole de retrógrados que cualquier cosa que pusiera en entredicho su imaginario era triturado o incluso quemado en la hoguera por hereje, es la eterna guerra entre Ciencia vs. Religión. Está basado en una obra de Bertolt Brecht y como es representativo en su obra nos habla de la intolerancia, de cómo los fundamentalistas intentan destrozar a quien se sale del redil, este guión nos cuenta la vida de un vitalista científico italiano desde que perfecciona el telescopio venido de Flandes, pasando por todos sus descubrimientos, entre ellos que la Tierra no es el centro del Universo si no que gira alrededor del Sol, todos estos estudios le ponen a la Santa Inquisición en contra, que le juzgará. La puesta en escena es austera y muy enmarcada en un tono teatral, lo que hace que las actuaciones resalten mucho más, incluso para separar las escenas utiliza algo tan teatral como tres niños cantando a coro, esta ascetismo de artificios hace que Topol resalte mucho más encarnando a Galileo, resultando imperial, una explosión de pasión que traspasa la pantalla, nos acribilla su ímpetu, es un coloso que se apodera de la pantalla ensombreciendo al resto bajo su manto de carisma. El sumun de la teatralidad es la escena en que sus discípulos esperan la resolución del juicio, para ver si se retracta o no, representada la secuencia sobre las tablas de un teatro, sin decorado y utilizando las sombras expresionistas como elemento de tormento, las sombras son un valioso medio para proyectar la angustia, es como el aura del alma. La historia posee una moraleja muy aleccionadora y es que no es necesario ser un mártir para ser grande, es mejor seguir vivo y seguir combatiendo como bien puedas, la dignidad no siempre ha de estar unida a la muerte, Galileo es el ejemplo. Un hándicap es la escena de número musical, del todo innecesario y chirriante, un pegote sin sentido. Recomendable film a los que gusten de buenas cintas sobre grandes personajes históricos, de los que han hecho pese a quien les pese que la civilización avance. Fuerza y honor!!!