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El reino de los cielos

Aventuras. Romance Siglo XII, Europa entera está inmersa en las Cruzadas para recuperar la Tierra Santa. Godofredo de Ibelin (Liam Neeson), caballero respetado por el rey de Jerusalén y comprometido con el mantenimiento de la paz en la región, emprende la búsqueda de su hijo ilegítimo Balian (Orlando Bloom), joven herrero francés que llora la pérdida de su mujer y su hijo. Godofredo convence a su hijo para que lo acompañe en su misión. Tras la muerte de ... [+]
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Críticas 187
Críticas ordenadas por utilidad
24 de mayo de 2005
72 de 111 usuarios han encontrado esta crítica útil
Ridley Scott resucitó el género pleplum con "Gladiator" y la jugada le salió redonda: no recibió críticas muy favorables pero consiguió el Oscar a la mejor película.
Fue un gran espectáculo visual pero el argumento se caía por su propio peso en los primeros veinte minutos por las licencias geográficas e históricas que se permitían los guionistas.
Ahora le toca nuevamente al cine épico y de aventuras con tintes históricos. Nuevamente el guión se permite bastantes licencias aunque esta vez no resultan tan ofensivas ni dañinas como ocurría en "Gladiator" aunque la historia tiene algunas lagunas e incoherencias que bordan el ridículo. Mención especial para ese momento “Intacto” marítimo que parece una intro de una pantalla de un videojuego y sobre todo ese herrero de pueblo que sabe latín, tiene un manual de supervivencia en el desierto y se convierte en un estratega militar capaz de hacer sombra a cualquiera diestro general.
El primer error de Ridley Scott ha sido la elección del actor principal, Orlando Bloom no es capaz de transmitir nada al espectador, sus recursos son más bien nulos que limitados y el tufillo que desprende cada vez que le vemos en un primer plano es considerable.
Por el contrario me ha convencido el resto del reparto: grandes nombre y actores. Destacan Eva Green con registros estupendos y a la altura del proyecto y un enmascarado Edward Norton que aporta más en sus breves apariciones que Orlando Bloom en toda la película.
Se agradece que la historia aborde de una manera crítica las guerras y sus móviles reales: el dinero y el poder. También me parece interesante que retrate a los templarios como lo que realmente fueron: unos asesinos. También aplaudo su mensaje a favor de la paz y el entendimiento entre católicos, judíos y musulmanes.
Lo mejor de la película es el asedio a Jerusalén que aunque contiene momentos de un patetismo supino, las catapultas con pólvora en siglo XII no tienen desperdicio, consigue mantener en vilo al espectador.
Lo peor es que no se palpa en ningún momento nada épico y la culpa vuelve a recaer sobre la nula interpretación de Orlando Bloom.
En definitiva una película con más intenciones que aciertos que de momento puedo tolerar hasta un segundo visionado, pero siempre me quedará la sensación de que Ridley Scott está mas hundido que tocado.
Maldito Bastardo
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19 de marzo de 2009
51 de 71 usuarios han encontrado esta crítica útil
La Edad Media es un período histórico que me resulta fascinante y atractivo. Ya quisiera poder hacer una crítica positiva de una película ambientada en dicho período. Por desgracia, no podrá ser en esta oportunidad. Este filme, que en mi país se estrenó con el nombre de CRUZADA, versa sobre personajes que realmente han existido, pero hace con ellos lo que quiere, distorsionando la realidad hasta dejarla irreconocible. En este sentido, los más trastocados fueron Balian de Ibelin, cuyo origen nada tiene que ver con el que se nos presenta aquí, y la Reina Sibila, quien para empezar no se casó con Guy de Lusignan obligada por su madre, como se nos quiere hacer creer, sino que consiguió hacer de ésta su aliada para que el Rey Balduino IV, quien no veía con buenos ojos este matrimonio, cediera a sus deseos. Precisamente Balduino IV, el rey leproso de Jerusalén, es el que relativamente sale mejor retratado. Pero el mayor problema con esta película no es simplemente la simple deformación de la Historia, sino que tal deformación llega a niveles increíbles y hasta ridículos.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
EKELEDUDU
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26 de diciembre de 2009
75 de 126 usuarios han encontrado esta crítica útil
Curioso caso el de Scott, que puede pasar a la historia del cine por ser, a la vez, uno de los mejores y uno de los peores directores del mundo, aunque si hubiera que juzgarle sólo por sus últimas películas, no habría duda del lado hacia el que se inclina la balanza. En «El reino de los bodrios», ese monumento al anacronismo y al cartón piedra, Scott desprecia la verosimilitud, la psicología de los personajes, la verdad histórica y se desprecia a sí mismo y al talento que alguna vez poseyó (o que generosamente le atribuimos). Lo peor no es que trasplante al siglo XII la mentalidad (idealizada) del americano medio del siglo XXI, ni que confunda la épica con la violencia: lo peor es que se ha pasado definitivamente al enemigo, esto es, a los que consideran el cine como un agradable acompañamiento a la ingesta de palomitas y al magreo en una sala oscura. No es que desprecie yo esas actividades, pero sí me gustaría que las películas tuvieran mínima entidad artística que justificara su existencia.

Para coronar el zurullo cinematográfico de Scott, ahí está Orlando Bloom. Qué majo este chico, con su barbita bien cuidada (qué estilistas los barberos del siglo XII) y su melenita al viento. A mí me gusta Bloom porque estudió en la misma escuela de actores que la puerta de mi casa. Ambos tienen la misma expresividad y los mismos recursos, a veces uno los confunde. Veo a Orlando Bloom en la gran pantalla y le digo con orgullo a mi cabra Rifiuti: «Fíjate, es igualito que nuestra puerta». Las arengas de esta película, por ejemplo, podría haberlas interpretado mi puerta, por no hablar de las escenas de amor (en las que quizá mi puerta hubiera estado menos contenida). Es cierto que Orlando Bloom tiene unos pezoncillos de los que carece la puerta, pero en todo lo demás son igualitos (además, en «El reino de los bodrios» sólo nos muestra sus pectorales una vez en una escena prescindible –en realidad, todas las escenas son prescindibles en esta película–).

Voy a hacer un book con mi puerta y se lo voy a mandar a Scott, que en una de estas me la contrata para su próxima película.
Macarrones
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16 de octubre de 2007
38 de 53 usuarios han encontrado esta crítica útil
Que Ridley Scott va dando bandazos cinematográficos de un tiempo a esta parte es una noticia de todos conocida. Su eterno coqueteo con el lado oscuro de la Fuerza (maniqueísmo, personajes esquemáticos, desprecio del desarrollo en favor de la estética) está empezando a arrojar un balance negativo, en forma de películas cada vez más decepcionantes, películas que dirige, por lo que se ve, con nulo interés a juzgar por la poca chicha que contienen. Parece que al primo de Tony cada vez se le da peor eso de pensar y debe ser por eso que nos presenta proyectos como "El reino de los cielos" una historia sobre las Cruzadas desde el punto de vista de un súbitamente heroico herrero (el nefando Orlando) que sin comerlo ni beberlo acaba diseñando sofisticadas estrategias en Jerusalén mientras intenta forjar la paz, concordia y buen entendimiento entre moros y cristianos -a despecho de algunos malvados eclesiásticos- demostrando una mentalidad no sólo avanzada para su época, sino ya directamente futurista. Así es, Ridley Scott pasa directamente de intentar reflejar el verdadero espíritu de la época, así como de respetar el marco histórico y nos propone una historia mil veces vista donde lo único que puede seducir al respetable es las (a ratos) impresionantes escenas de batallas, algunas de ellas directamente anarroseadas de "El retorno del Rey" de Peter Jackson.
Neathara
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5 de junio de 2008
30 de 39 usuarios han encontrado esta crítica útil
Año 1184; en tiempo de las Cruzadas: Balian (Bloom), hijo ilegítimo de Godofredo (Neeson), partirá hacia Tierra Santa para servir a la causa de la paz. Allí conocerá y se sentirá atraído por la princesa Sibylla (Green). Tras la muerte del rey Balduino, su hermano, se romperá el frágil equilibrio de paz con los musulmanes y estallará la guerra por la conquista de Jerusalén. Balian liderará la defensa de la ciudad y de sus habitantes.

Retorno de Ridley Scott, tras el éxito de “Gladiator”, al cine épico de gran espectáculo. Pero ni Scott es Mankiewick, ni “El reino de los cielos” es “Cleopatra”. Lejos quedan los buenos tiempos del director que nos sorprendió con “Los duelistas”, nos deslumbró con la inquietante “Alien” y nos marcó a fuego con la sublime “Blade Runner”.

Los bellísimos ojos de Eva Green…

…y poco más, es lo que nos ofrece esta superproducción que naufraga, víctima de sus propios excesos, en su intento de conjugar espectáculo con el retrato intimista de unos personajes difuminados y perdidos entre las paginas de un guión irregular, descompensado y discurso errático, que casi nunca encuentra el tono adecuado.

El cine es imagen, pero antes que imagen es palabra escrita: es GUIÓN, y el guión de “El reino de los cielos” se resiente de la abusiva utilización de la espectacularidad como fin en si misma y de un mensaje confuso, políticamente correcto, que bebe más al sol de los tiempos actuales que de los que se supone transcurre la acción del film.

El film adolece de una dirección un tanto impersonal; un esteticismo cargante; una puesta en escena demasiado condicionada al espectáculo visual; una fotografía barroca y en exceso preciosista; unos movimientos de cámara forzados y de una banda sonora efectista, de reconocibles ecos de auto plagio.

Sin embargo, no todo es negativo en “El reino de los cielos”. Destaca el trabajo de un elenco de secundarios de lujo, con Liam Nelson, Jeremy Irons y un soberbio Edward Norton; el prodigio de sensibilidad de la magistral secuencia de la muerte del rey Balduino, -con mucho la mejor del film-, y la larga, tensa e imaginativa secuencia final, de montaje trepidante y buen pulso narrativo.

Mención especial merece la labor interpretativa de la pareja protagonista: La de un inexpresivo Orlando Bloom que, sin dar la talla, paradójicamente firma su mejor interpretación hasta el momento, y la de “esa locura que atiende al nombre de Eva Green”, -en palabras de Antonio Gasset-, la autentica revelación del film, que compone una fascinante y conmovedora Sibylla. Que inunda y desborda los límites de la pantalla con la luz cegadora de sus increíblemente bellos ojos azules, en algunos de los más impactantes e inolvidables primeros planos que uno recuerda haber visto en años.

Ambicioso y parcialmente fallido ejercicio cinéfilo donde la forma se impone al fondo.


Francesc Chico Jaimejuan
Barcelona, 5 de junio de 2008
Harry Lime
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