¿Alguien ha visto a mi chica?

Unos pocos años antes de oprimir nuestro corazón y hacernos llorar, como magdalenas, con sus fantásticos melodramas ambientados en los 50, Sirk demostró que también sabía aligerarlo y hacerlo latir con alegría.
Sólo necesitaba introducir en la película los alegres y efervescentes ritmos del charlestón, para adecuarlo a los felices años 20 y así alegrar nuestro espíritu y contratar a un barrigudo duende fumador de puros habanos, por todos conocido, y ya tenemos la tragedia transformada en comedia.
Porque a mí que me gusta jugar a imaginarme las películas de otra manera, viendo ésta me ha dado por pensar qué habría hecho Sirk con esta historia si, en lugar de encargarle una comedia, le hubieran encargado uno de sus famosos melodramas. Y he llegado a la conclusión de que, todo lo demás, se quedaría prácticamente como está.
El idílico pueblecito de Hilverton sería exactamente el mismo, con sus preciosas viviendas ajardinadas, su biblioteca, su cine, su farmacia-heladería ???, sus tenderos con gorrito y delantal blanco, sus confortables hogares y sus perros.
También la trama podría ser totalmente parecida con esa crítica subyacente acerca de los peligros del poder de corrupción del dinero y su capacidad para destrozar el núcleo familiar. Estos temas le encantaban a Sirk. Por lo demás, el tratamiento del color, la composición visual, los personajes, las situaciones, la estética, incluso las interpretaciones casi no varían en su sutileza, sólo se muestran algo más ligeros, sin tremendismos...No hay nada más diferente aquí. Sólo una mano maestra que, con un chasquido de dedos, cambia la música, mete a Coburn a enredar un poquito, unas cuantas canciones y ! Ya!. ! A reír en vez de llorar!. ! Eso es la magia del cine y la magia de un gran director!.
Un joven y atractivo Rock Hudson, hace sus pinitos aquí. Quizá es donde se dieron cuenta de que lo mismo valía para un roto que para un descosido ya que, su elegancia innata, lo mismo le capacitaba para los melodramas que protagonizaría más tarde con el propio director que para las comedias que lo emparejarían a Day.
Piper Laurie está magnífica también y muy hermosa y el genial Coburn marca la diferencia en su eterno e imprescindible papel de excéntrico arreglalotodo.
A los amantes del melodrama les recomiendo esta comedia. A los amantes de la comedia les recomiendo este melodrama. Lo van a disfrutar igual, igual, solo que, esta vez, sin pañuelos.

Producida en el año 1952 esta comedia tipicamente norteamericana parece su argumento y desarrollo más bien de películas en blanco y negro de los años 30 o 40 a lo sumo. Se ve con simpatía en un brillante technicolor y con una fotografía excelente.
En las interpretaciones todos sus actores cumplen adecuadamente, destacando sobre todo ellos Charles Coburn y su puro, en un papel muy adecuado a su personaje. También podemos ver a Rock Hudson bastante joven en uno de sus primeros films como actor.
El contraste de esta comedia con la época actual es grande, pero pertenece a la historia del Cine y su alegría junto a la simpatía de los personajes hace pasar un rato agradable sin más.

Douglas Sirk fue ante todo un director de melodramas. Uno de los grandes especialistas. Era capaz de llevar al extremo de la desdicha las más variopintas situaciones. A partir de 1951 una serie de éxitos tales como "Tempestad en la cumbre", "Su gran deseo", "Obsesión", "Solo el cielo lo sabe", "Siempre hay un mañana", "Escrito sobre el viento" o "Ángeles sin brillo" son algunas de sus rutilantes y exitosas cintas.
Pese a lo aquí mencionado, Sirk trabajó otros géneros y esta "¿Alguien ha visto a mi chica?" es un sencillo pero eficaz ejemplo de comedia fabulada.
Al contrario del barroquismo de sus dramas, esta comedia es un sobrio modelo de lo que llamamos naturaleza humana. En ella se habla de generosidad, de celos, los intereses creados y de la capacidad que tiene el dinero para cambiar a las personas.
Esta película cuenta con escenas muy divertidas que suelen girar en torno al personaje que interpreta Charles Coburn. La capacidad de este actor de dar empaque a las películas en las que participaba era increíble, por simples que pudiesen parecer.
"¿Alguien ha visto a mi chica?" es una comedia fácil, que desborda simpatía y cuyo principal objetivo, el de divertir, queda plenamente logrado.

En estas loables páginas no abundan críticas ‘profesionales’ de las grandes películas de la primera mitad del siglo XX (y cercanías). Pero por suerte tenemos el parecer del resto de cinéfilos.

No hablaré de Douglas Sirk (1897-1987), quien no lo conozca que consulte la enciclopedia.

Estamos ante una comedia de puro entretenimiento yanqui de los años 50, por tanto abstenerse anti-sexistas estrictos. Comedia, que, a mi parecer (no repetiré éste toque de humildad, porque todos mis comentarios serán los de un aficionado al cine, uno de tantos, que no pretende saberlo todo sobre éste noble oficio), a mi parecer, decía, sienta las bases de la comedia del inigualable Billy Wilder (también relacionado con el llamado ‘Imperio alemán)

Si algo falta a ésta película es actualidad. Si nos situamos en el contexto temporal adecuado se puede considerar un entretenimiento muy acertado.

Coburn, una vez más, ese ‘secundario’ que se convertía en actor principal sin más aspavientos.

Un regusto del famoso cuento de Navidad (Muchas gracias Mr. Scrooge) y poca cosa más.

Para los adictos: no dejen de adivinar la breve aparición del mito James Dean.

Dicen que el dinero no da la felicidad, esta película viene a confirmarlo y, además, nos indica que también trae muchos otros problemas consigo. La historia nos narra cómo un excéntrico ricachón, Samuel Fulton (Charles Coburn), decide dejar su cuantiosa herencia a los descendientes de la que fuera el amor (no correspondido) de su vida. Para comprobar que su elección es acertada se hará pasar por otra persona para así involucrarse en sus vidas y conocerlos de cerca.

Douglas Sirk firma esta inocentona (véase la redada en el club debido a la ley seca que prohibía el consumo de alcohol) mezcla de comedia y drama llena de moralina y valores familiares. El punto de partida no deja de tener su gracia, así como algunos momentos puramente cómicos, sin embargo otros (ese afán de los personajes por bailar y cantar en determinados momentos de la cinta) resultan algo tontorrones. Se podría decir que estamos ante una película perfecta para ver en familia una aburrida tarde de domingo.