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Elígeme

Romance. Drama. Comedia Unos personajes buscan desesperadamente el amor en las noches de Los Ángeles. Entre fracaso y fracaso, piden consejo a la doctora Nancy Love, la responsable de un consultorio radiofónico, que apenas tiene experiencia ni en el amor ni en el sexo. Todo cambia cuando la psicóloga se introduce en sus vidas y se ve envuelta en el círculo de dos amantes: un enigmático vagabundo y la propietaria de un club nocturno. (FILMAFFINITY)
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Críticas 24
Críticas ordenadas por utilidad
17 de junio de 2016
10 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
La luna en Plutón.
Pedante mamarrachada en forma de una especie de obra teatral musical sobre los misterios más arcanos del amor, las complejidades sexuales y el casamiento como motivo, medio y propósito.
Hombres y mujeres atractivos al son de hermosuras pop e inmersos en una trama espachurrada de diálogos insufribles y que en el fondo podría ser más bien carne de porno, la historia, digo, por absurda, arbitraria y como excusa completamente forzada para propiciar esos encuentros que dan entre risa, pena y sopor asombrado.
Filosofía de gasolinera en rebajas adorna los disparates pretendidamente brillantes que sueltan estos importantes lechuguinos y cantamañanas con menos sesera y más desafuero que una caterva de pollinos adolescentes pelando la pava y haciendo el indio. No se puede ser más ridículos y alcornoques.
Piloto de guerra, profesor de Yale, poeta maldito, loco de entretiempo, mecánico, jugador y amante bandido que va regalando frases pistonudas allá por donde pace que ni el Bogart más estupefaciente y agónico siquiera se hubiese atrevido a pensar, Carradine, todo el rato charlando, seduciendo y luciendo cacha, culo, cara, pecho palomo y pelo lustroso. ¡Qué hombre!, se dicen admiradas, derretidas, licuadas de deseo y anhelo todas las mujeres que besan el suelo por el que se desliza él como Don Juan estrepitoso.
Camarera preciosa, imán de garrulos y diletante de la tontuna más absoluta y amuermada, Warren.
Locutora-consejera-psicóloga pelma a toda hora, supuestamente reprimida y escindida, la sin par Bujold, para correr como Bolt y no mirar atrás jamás.
Escritora, esposa golpeada y orgullosa, generosa y feliz, la bella y negra Chong.
Camarero también, es lo que toca, pagafantas, puro relleno y dando bastante pena, Larroquette.
Marido, amante, pendenciero y peleador, el personaje más bobo si cabe, y eso que tenía competencia feroz/atroz, de la película, el galán patán, Bauchau.
Seis personajes en busca de autor, supongo que para ajustar cuentas y vengarse a cara de perro y con la faca afilada por tanta afrenta y vituperio, a la caza del Rudolph malvado, delincuente artístico a la fuga tras perpetrar crimen nefando, de lesa gravedad cinéfila (lo acabaría pagando con una sucesión de dislates sin fronteras que le borrarían para siempre del mapa/panorama cinematográfico), el que pergeñó esta obra y así quedará su firma hasta el ocaso del tiempo como oprobio indeleble de su torturada estirpe.
Se supone, y es mucho decir, que el Alan artista trata de mostrar aquí ciertos arquetipos; el casado sucesivo, idealista del amor a pesar de todo, cada mujer es la definitiva (Keith); la no comprometida porque no ha encontrado "al hombre", princesa a la espera del príncipe que la rescate de una vida gris y confusa (Lesley Ann); la contenida que vive a través de sus palabras y que solo conoce la teoría, que solo piensa en los demás y encuentra la luz en la práctica sexual, el goce de los cuerpos frente a la superfluidad de los consejos (Genevieve); la impulsiva e instintiva que cuando racionaliza pierde el interés (Rae Down); el insustancial y banal, el mediocre que aspira a lo que no le pertenece (John); y el atrabiliario, desnortado, egoísta, violento y posesivo que mata lo que desea (Patrick), para así jugar con ellos como con piezas de ajedrez o fichas de dominó, lucha de opuestos, enredos, malentendidos y azares, vodevil posmoderno y cachondo, para deconstruir el amor y revertirlo, para hacerlo más lúdico y hablado y ya de paso crear una comedia dramática libre y veraz, juguetona y feliz, algo tal que así, o eso creo poco más o menos.
Lo malo, como siempre, es el cómo, ese discurso hueco y plúmbeo que se aleja de cualquier mínimo parecido con la realidad, el sentido o la verdadera inteligencia como si estos atributos o aspectos fueran conceptos marcianos y él un astronauta en Candanchú, es decir, tanta charla para no explicar nada, para divagar en una estratosfera inflada y vacua, hinchada de palabrería rellena de idiotez, tantas apretujadas vaguedades y enormidades esparcidas al alimón o por doquier.
En definitiva, puede tener cierta gracia como arqueología ochentera o como curiosidad suscitada por un cine independiente muy engolado y ya muerto, vive Dios, pero el producto o resultado final es el equivalente a un coma etílico producido por aluvión indiscriminado de copazos de anís del mono, lo cual no hay resaca que lo levante ni director hermoso que lo componga.
Ferdydurke
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10 de febrero de 2013
9 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
Esta película hay que verla con los ojos de los años en los que se filmó, porque si se mira con los actuales es muy difícil que nos guste. En la actualidad no existen estas maneras tan sensuales, es más, se relaciona equivocadamente con la pornografía, lo cual es un error. Ahora vemos tanto que no comprendemos que sin ver se puede llegar a sentir hasta tal punto, como ocurría en la época. Esta película cuando la ví en su momento, me dejó encantada, aunque se que si la viese ahora no sería lo mismo. Es igual que los amores adolescentes que se tienen en la juventud, son irrepetibles. Y la música también forma parte de la sensualidad que transmite.
paqui
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1 de abril de 2015
9 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
Uno de los filmes de culto de los años 80, con un trotamundista Keith Carradine debatiéndose entre la locutora de un consultorio radiofónico, Geneviève Bujold, y la propietaria de un bar de copas, Lesley Ann Warren.
Una buena muestra de aquel moderno cine independiente, basado en los encuentros y desencuentros de unos personajes al límite de lo absurdo, todos hijos de la noche envueltos en una brillante sofisticación formal. El mayor éxito profesional de Alan Rudolph.



"El matrimonio es algo sagrado."
CINECLUB
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10 de febrero de 2014
12 de 17 usuarios han encontrado esta crítica útil
Con respecto al cine y las artes en general, se puede hablar, charlar, discutir, dialogar de ideas, de opiniones, de gustos, etc.

Pero una cosa es hablar sobre ideas y opiniones distintas y otra cosa es hablar de discursos diferentes.

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Dicho esto, y para complementar más mi crítica, decir que esta película, como otras tantas, son ante todo propuestas de una manera de ver el cine (y la vida), que trasciende cualquier otra clasificación absurda, como género.
Travisloock
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7 de agosto de 2010
8 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
Personajes libres, poco convencionales en torno a un Night-club o bar nocturno. Gran actuación de Keith Carradine. Lo mejor del film es probablemente la escena donde el protagonista principal se lanza, con estilo machista, a la pasión amorosa sobre una acomplejada y tímida mujer que curiosamente trabaja de orientadora sexual en un programa de radio: ahí saltan chispas de calentura carnal.

En una película donde abundan las escenas nocturnas, donde la noche con sus luces de neón, sus sombras y sus tonalidades sobrias tienen la voz cantante.
stefani
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