Elígeme

Reviso esta película que ya tiene, Dios mío, más de 30 años. Y descubro que el cine de Alan Rudolph, enfant terrible del cine de culto e independiente en los 80 y 90, ya no mola tanto. No. El tiempo arrasa casi todo lo que no es obra maestra. Y si ahora vemos Casablanca o Pulp Fiction con el mismo interés que cuando las vimos hace décadas, no ocurre lo mismo con esta película. Y eso que Lesley Ann Warren y Geneviève Bujold siguen siendo magnéticas, misteriosas, sexys e insondables. Pero la historia se ha quedado vieja. Es así. No pasa nada, recomiendo revisitar estas películas de cuando en cuando, no se pierde el tiempo nunca, eso es cierto.

Cabalgata de colgados que follan a destajo, para luego terminar diciéndonos que "el matrimonio es algo sagrado". De aquellos polvos vienen estos lodos, o dónde se localizan los orígenes de la posmodernidad fílmica. Infumable. Absténganse los que busquen cualquier vestigio de vida inteligente en una película.

La cinta estéticamente y en cuanto al trabajo de actores es buena pero su infame lentitud así como los diálogos de relleno la convierten en algo muy difícil de digerir. Carradine está muy bien pero no encaja con una historia que no aporta nada. Se salva su construcción y las escenas en la noche que estéticamente son buenas. Por lo demás se puede ver pero seguirla entera requiere mucho sacrificio.

Qué bodrios nos teníamos que tragar -como éste en que además la Geneviève está especialmente repulsiva- y después soportar los panegíricos de los enterados del momento.
Lo peor es que el rollo postmoderno aún no se ha extinguido: Alan Rudolph sigue cabalgando y la Crítica sigue siendo igual de endogámica y aplaudiendo las variantes sigloventiuneras de tan ínclita forma de ver la vida y el cine.