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Días de vino y rosas

Drama. Romance Joe Clay, jefe de relaciones públicas de una empresa de San Francisco, conoce durante una fiesta a la bella Kirsten Arnesen. La muchacha se muestra cautelosa al principio, debido a la afición de Joe a la bebida, pero después sucumbe ante su simpatía y se casa con él. (FILMAFFINITY)
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Críticas 105
Críticas ordenadas por utilidad
2 de enero de 2021
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Película brutal, cruda, despiadada, sin margen para la redención, que se adelantó varias décadas a su tiempo; algo que solo podía hacer un genio como Blake Edwards.

Primera vez en la historia del cine donde se trata de una manera tan directa la adicción a las drogas, mostrando sin tapujos la cruda realidad en la que viven una par de adictos desgraciados. Nada es amable ni pretende serlo.

Lemmon y Remick están descomunales.
Julito
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16 de febrero de 2022
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hacía mucho tiempo que tenía apartada ésta película para verla tranquilo, ya que en casa prácticamente solo yo veo cine clásico. Había escuchado mucho sobre ella, pero la tenía pendiente y eso que Jack Lemmon me encanta, tanto en el apartado cómico como en el dramático.

La carátula de la película dice mucho sobre ella y sobre su título. A lo largo de la vida vivimos muchos días, algunos son de vino (negativos) y otros de rosas (positivos). La pareja de ésta historia Lemmon y Remick nos dan un ejemplo a las claras de ésta situación, tal como lo vemos en la fotografía rota por la mitad, donde vemos en la parte superior esos días de rosas, donde la felicidad y el buen humor abundan y justo debajo los días de vino, problemas, tristeza, alcoholismo.

Por mucho que se empeñe la gente, la película no es simplemente sobre el alcohol, podríamos incluir cualquier vicio, juego, mujeres, drogas, todo aquello que conlleva una destrucción de la felicidad. Recordemos que el personaje de Lemmon es un excelente relaciones públicas y dirige no sólo muy bien su empleo, sino que es halagado constantemente por sus superiores. Al igual que Remick en su función de secretaria. Juntos descubren el amor y se casan y es ahí donde poco a poco comienza a surgir el problema del alcohol, una fiesta por aquí, una cena por allá, otra reunión, otra fiesta. Pasito a pasito y sin darse cuenta, él se ha convertido en alcohólico y lo peor de todo es que la arrastra a ella.

La historia nos relata de forma dura (no se pierdan la escena en el invernadero) como afecta el problema del alcoholismo a una familia y a aquellos que lo rodean. Perfectas actuaciones de Lemmon y Remick que hacen muy creíble todo aquello que vemos en pantalla.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
THE CROW
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20 de agosto de 2022
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
En un mundo de fiestas, que son gajes del oficio, un publicista, por una confusión, conoce a una eficiente secretaria, con la que primero discute, y luego traba una buena amistad. Y ésta, que siente debilidad por el chocolate, se dejará embaucar con unos bombones rellenos de licor y más tarde por la crema de cacao. A partir de aquí, de estos días de vino y rosas, comenzará una demoledora crónica sobre el alcoholismo, y sus causas, a través de este matrimonio que naufragará en el fondo de una botella.

Una película angustiosa, de una gran crudeza narrativa, donde se palpan los delirios, las obsesiones, los lamentos por la sed y las llamadas de auxilio. Lee Remick se desenvuelve a través de su personaje con mirada sombría, con sonrisa decadente y un trabajo deslumbrante. Jack Lemmon, probablemente, interprete al mejor personaje dramático de su carrera. Y Blake Edwards realiza con gran maestría –bajo el inconmensurable guion de Miller–, sin duda, uno de sus mejores largometrajes. En una filmación que siempre me dejó un agridulce sabor de boca, una grata e ingrata sensación entre satisfacción y pesadumbre, una profunda reflexión y un recuerdo triste pero inmejorable.
Plácido Eldel Motocarro
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16 de abril de 2007
4 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Estamos ante una película de obligado visionado para todos aquellos a los que nos gusta el buen cine, y para todos aquellos jóvenes que piensan que por una copa no pasa nada, aunque luego venga otra, y luego otra y así hasta adentrarnos en el triste mundo del alcoholismo que magistralmente interpretan Lemmon y Remick en una película bien didirgida y estructurada sobre un guión demoledor.

A mi entender, el desarrollo de la película se asimila a lo que es una noche de borrachera, en la que se comienza con una apariencia de alegría y buen rollo, que acaba con la inevitable resaca que te arruina el día siguiente. Pues bien, pienso que esta simple estructura extrapolada a la vida de sus protagonistas es la que nos ofrece esta película, donde los personajes principales pasean su falsa alegría y felicidad motivada por el alcohol, para desembocar irremediablemente en la perenne resaca que supone la vida del alcohólico cuya existencia se ve arruinada por su adicción, arrastrando tras ello a los que le rodean, situación que en una magistral interpretación nos enseñan los protagonistas, siendo especialmente significativa la desgarradora y desesperada búsqueda de alcohol que lleva a cabo Jack Lemmon en el invernadero así como la caída libre que que padece la protagonista, maravillosa Lee Remick, en el desarrollo de la cinta.

Con independencia de su altísimo valor cinematográfico, creo que además es una película que todos los padres deberían hacer ver a sus hijos. Imprescindible.
Wallcrawler
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27 de febrero de 2016
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cuando supe de la existencia de Days of Wine and Roses y vi que el gran Jack Lemmon actuaba en ella, supuse que me iba a topar con una historia de amor, tipo The Apartment, pero me equivoqué rotundamente. El tema principal de la película es la adicción al alcohol y es que el alcohol no es tan solo una droga legal y socialmente aceptada, si no, en algunos casos, es un arma de doble filo que puede sumergirte en el hondo del pantano, en lo más profundo de la mierda.

El mérito de Blake Edwards es que logra meterte en la historia y hacer creíble lo que ves. La crítica a este mal es muy potente y muy bien llevada, de a pocos, ocultando su intención y de pronto logra hacerte reflexionar. Películas del mismo estilo hay por montones, si hablamos de las drogas, pero películas sobre alcoholismo como esta, ninguna.

Por otra parte, excelente actuación de Jack Lemmon (Joe Clay) y Lee Remick (Kirsten). La química entre ellos se notó del principio y sin dudas contribuyó al performance de estos. Es cierto que en películas como estas solo se necesita que la pareja protagonista brille y se coma la pantalla, los demás actores, como su mismo nombre, son secundarios, complemento de la historia.
La Mente Maestra
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