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Maridos y mujeres

Comedia. Drama. Romance Jack (Sydney Pollack) y Sally (Judy Davis), dos de sus mejores amigos, sorprenden a Gabe (Woody Allen) y a Judy (Mia Farrow), anunciándoles su intención de separarse. Pasado el primer momento de estupefacción, la pareja empieza a plantearse si su matrimonio se basa en una relación realmente sólida. Mientras Jack y Sally tratan de rehacer sus vidas al lado de otras personas, Gabe comienza a flirtear con una de sus alumnas de la ... [+]
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Críticas 74
Críticas ordenadas por utilidad
1 de julio de 2020
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Woody Allen siempre ha sido un tipo que ha conseguido dividir a crítica y público de forma unánime (esto es algo que esta a la altura de pocos cineastas).
El film lo podríamos considerar como un auténtico tratado psicológico sobre el matrimonio. La manera de rodarlo como si fuera un falso documental ya le da un toque diferente. El sello de Woody está presente desde el primer minuto, a través de diálogos ingeniosos, pero que esta vez no logran atrapar al espectador.
Las interpretaciones me parecen dispares a más no poder. Mia Farrow me deja totalmente frío. Sydney Pollack, es una gran sorpresa, ya que demostraba dominar tanto la interpretación como la dirección.
El largometraje, es una buena disección del matrimonio, pero que acaba aburriendo con todos sus vaivénes.
Bdange
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2 de julio de 2020
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Es mi preferida de Woody Allen y afirmar esto implica negar que me guste realmente el cine de este cineasta ya que aunque me entretienen sus películas, nunca me han llegado a estremecer, a incomodar a...en definitiva, lograr eso que yo busco en el cine de autor (que conste que me trago una de superhéroes sin problema).

Maridos y Mujeres es la disertación de aquello de lo que queremos huir la generación de los treintañeros en 2020. La soledad siempre será mejor que la compañía cómoda y apoltronada, que esa burguesía encantada de haberse conocido. Este no es un largometraje. Es un fantasma. Un fantasma que deberíamos tener de compañía, al estilo de Alexandra David Néel con su tulpa, para recordar lo que bajo ningún concepto queremos que sea nuestra relación.

Por cierto que su conclusión: "sólo los amores que no culminan en relación, imposibles o destructivos, sacian la necesidad del romanticismo de nuestra sociedad" se complementa con una reflexión opuesta y más optimista que pudimos ver y leer en "High Fidelity": "- Esa otra chica o las otras mujeres no importan, creo que sólo son fantasía, y… siempre parecen ideales porque nunca hay problemas, y sí, los hay, aunque muy tontos como el que nos hemos comprado el mismo regalo de Navidad o que ella quiere ir a ver una peli que ya he visto y bueno…, luego llego a casa y tú y yo tenemos problemas de verdad y no quieres ver la misma peli y punto. Y no hay lencería y…
- Yo tengo lencería...
- Ya lo sé, una lencería estupenda pero también tienes esas bragas de algodón que has lavado miles de veces y que cuelgas en la ducha y… ellas también, pero yo no la veo porque no está en mi fantasía, ¿lo entiendes? Estoy harto de fantasías porque no existen y nunca hay sorpresas de verdad y además no…". Pues eso, equilibrio.
Kauko Mieli
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25 de agosto de 2020
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Buena reflexión en este guión que como viene siendo norma es un sello del director por dejar que los actores actúen como si en verdad no estuvieran interpretando un papel como si fuera una especie de documental.
Contribuye el buen reparto que interviene con unas apariciones dónde los diálogos son perfectos.
A destacar los papeles de las actrices porque todas ellas están sublimes , creando unos personajes que tienen vida propia.
maria josep
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2 de octubre de 2022
3 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Marranada descompuesta incapaz de hacer un uso mínimamente decente del medio expresivo escogido (el cinematográfico, vaya). Arquitectura fílmica ausente, convertida en mero polvo infausto cuyo único valor versa sobre registrar el noúmeno escénico de un modo esquizofrénico. Ni siquiera la propia entidad de los cuadros alcanzan un valor psicológico, tal es el lamentable estado de esta piltrafa posmoderna alabada por una sociedad derrumbada, cuya filia lacayuna de refocilarse en gustoso aquelarre chabacano les permite erigir cualesquiera entidades artísticas imaginarias a través del discurso meramente retórico, surgido a partir de la apercepción prejuiciosa de los fenómenos implicados.

Basura oligofrénica y pedante, falsedad impostada e hipócrita que niega cualquier complejidad posible en el arte cinematográfico, reducido en este caso a mera pornografía emocional revestida con la pátina hueca y capciosa que ofrece el pseudo-intelectualismo snob proviniente de las zonas más capitalistas del Imperio que antaño tuvo un gran rigor fílmico (esnobismo que muchos consideran como una crítica de Allen, puesto que se basan, ablativa y equivocadamente, en el mero contenido de la puesta en escena filmada; ignorando, por tanto, la apología misma de la vacuidad esnob posmoderna impresa en la degeneración proviniente de la composición poética del ente fílmico).

Allen repite los tópicos (que ya no constantes, sino tópicos parodiados) existentes en su filmografía previa a partir y por medio de este engendro negligente y fallido cuya petulancia la oculta bajo el paraguas efectista y descuidado de la propia situación dramática y "construcción" narrativa.

Filme incapaz de alcanzar el valor de un mal telefilme, en virtud de la nadería poética misma, la cual anula cualquier intento discursivo de validar el noúmeno filmado, ensuciando y pudriendo, degenerando y corrompiendo cualquier significación meramente coherente que pretenda surgir.

La cuasi unanimidad de la "crítica" oficialista sólo responde a las relaciones de poder y dinero resultantes del entramado institucional en el que se involucran los medios de propaganda masivos, legitimados bajo la farsa de la democracia constitucional.

Allen, cuyo cine durante los años ochenta se había mantenido en un mínimo estatus riguroso, delira sin solución de continuidad durante esta pútrida década, acaso el suelo del mundo globalizado posmoderno que padecemos. Delirio que se asemeja al babeo patológico de una mente artística gravemente enferma, inconsciente e inconsecuente ante los parámetros y criterios que debe poseer toda construcción humana y, por ende, toda creación artística, y que, como constatación real empero patética, solo permite advertir su falta de firmeza autoral, la ausencia de integridad formal y material de toda su obra artística.

¿A nadie le ha provocado dolor de cabeza o, al menos, disgusto estomacal aguantar el visionado de "encuadres" convulsionados y encutrecidos hasta el extremo y/o la relación que esta sucesión de descomposiciones pútridas mantienen entre sí para generar una acumulación entrópica de basura revestida de arte?
...

"Arte deconstruido" y tal...
El desierto sigue avanzando (pero, al menos, que no dé el coñazo con basuras cochinas).



Mala o muy mala.

1-2
Último Materialista
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