La odisea de los giles

Eduardo Sacheri deslumbró con aquella novela que dio pie a la obra maestra de Juan José Campanella, “El Secreto de sus ojos” que nos hizo un retrato de la Argentina sórdida de la dictadura con una historia de amor, horror,,impunidad y justicia poética. Aquí, el mismo autor, nos sirve un plato de más justicia poética a través de la venganza de unos Giles que al igual que el resto del país vieron, de la noche a la mañana. cómo su mundo, sus ahorros, sus ilusiones, sus vidas, se difuminaron quedándose todos atrapados en aquel infame corralito que les arruinó como individuos y como estado.
Una historia tremenda de personas normales, trabajadores honrados que luchan por salir de una crisis de la que no son culpables y que tienen que soportar ver cómo los que les han arruinado la vida se salen con la suya sin que nadie les persiga.
La trama, en ocasiones, se enreda y se hace repetitiva pero ese gran reparto encabezado por los Darín y por un inmenso Brandoni, logra hacer que el espectador empatice con esos Giles cuyo mayor defecto es su mayor virtud: la honradez.
Borensztein nos sirve una comedia que en realidad es un drama sobre la condición humana. Muy recomendable.

El que conoce el cine de Sebastián Borensztein sabrá a qué atenerse si vió por ejemplo "Un cuento chino", que guarda unas semejanzas estilísticas, y que conserva una narrativa donde el folclor y la argentinidad se unen en una comedia con tintes de tragedia. Esta cinta ocurre bajo un contexto particular en una de las tantas crisis del país gaucho, esta vez la del 2001.

La tendencia de este director es retratar el costumbrismo de una patria diversa afectada al igual que muchos países latinoamericanos por la corrupción, y que a modo de fábula plantea diversión y reflexión, esta vez con un reparto envidiable. Quizás, uno de los elencos más completos y experimentados, reunidos en una película de este país del sur, dirigida a la familia, para pasar la tarde. Habrán dudas en cuanto a la veracidad y la finura de su guion, aunque la empatía y las sonrisas acompañen el relato hasta el final.

Tema muy caro a la sociedad argentina como lo fue el corralito está tratado aqui con solvencia dramática y humorística. Aunque toma el cliché hollywodense típico, el de armar un "grupo de élite" muy heterogéneo para llevar a cabo una gran misión; en este caso, la variedad y matices de los diferentes personajes lo conforman por el absurdo.Los papeles de Ricardo Darín y Luis Brandoni son el gran destaque de esta película; dicen todo cuando hablan y cuando no lo hacen. Como nos tiene acostumbrados el cine argentino: los disparates y las malas expresiones están al orden del día en boca de hombres o mujeres indistintamemnte; si no lo hicieran parecería que se sienten inseguros para obtener el efecto de hilaridad buscado.

Película con aires de revancha por todo lo sucedido en la crisis de 2001. Al menos eso parece al principio, ya que después la denuncia política se diluye y el conflicto se trivializa, alejándose demasiado del contexto nacional.
La historia comienza prometiendo un conflicto de alta intensidad pero repentinamente pierde fuelle, adentrándose en un páramo entretenido pero trivial. La denuncia se convierte en circo.
A pesar de todo La odisea de los giles es un buen retrato de la crispación y el desamparo que provocó la crisis en las clases trabajadoras. Al igual que en Retratos salvajes, Darin se enfunda de nuevo en el papel de indignado y lo hace sensacional, como también Luis Brandoni.

Amable tragicomedia que agradará de pleno a aquel acostumbrado al costumbrismo descacharrante argentino. Plagado de un elenco sobresaliente, con un Ricardo Darín en su nivel casi superlativo y acompañado, de manera meritoria, por todos menos por su hijo, un Chino Darín, que sin llegar, es difícil, al nivel de su progenitor, es un excelente actor medio, pero que aquí desmerece con un subtrama romántica que parece estar metida a calzador. La historia y el ritmo se mantienen inalterables durante casi toda la cinta, aunque a veces empalaga la blancura de algunos fragmentos y adolece de algo más de rabia canalizada pero contestaría.