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En trance

Thriller Simon (James McAvoy), un empleado de una casa de subastas, se asocia con una banda criminal para robar una valiosa obra de arte. Pero, tras recibir un golpe en la cabeza durante el atraco, descubre, al despertarse, que no recuerda dónde ha escondido el cuadro. Cuando ni las amenazas ni la tortura física logran arrancarle respuesta alguna, el líder de la banda (Vincent Cassel) contrata a una hipnoterapeuta (Rosario Dawson) para que le ayude a recordar. (FILMAFFINITY) [+]
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Críticas 134
Críticas ordenadas por utilidad
27 de junio de 2013
3 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Yo pensaba que los grandes estrenos del verano llegarían la semana que viene con filmes como Monsters University o El Hombre de Acero. Sin embargo, no tuve en cuenta que Danny Boyle (el conocidísimo director de películas como Slumdog Millionaire) también aportaría su granito de arena a la taquilla veraniega.

Aunque, a decir verdad, de “granito” nada. Trance, su nuevo trabajo, es más que un mero grano de arena; es el prototipo de película de extrema calidad que, desgraciadamente, se verá eclipsada por filmes mucho más comerciales que, en el fondo, no deberían dar para más. Y eso es lo que hará especial a esta pequeña joya veraniegamente prematura.

- Año: 2013
- Director: Danny Boyle
- Cast: Vincent Cassel, Rosario Dawson, James McAvoy
- Música: Rick Smith
- Duración: 108min.

Trance cuenta la historia de Simon (James McAvoy), un subastador que se ve involucrado en el robo de un cuadro del mismísimo Goya durante una de las subastas en su lugar de trabajo. A raíz de este suceso, y sin querer desvelar ningún detalle importante de la trama, Simon se verá en la obligación de acudir a una hipnoterapeuta (Rosario Dawson) que le ayudará a recordar ciertos detalles del robo que ha olvidado por culpa de una oportuna amnesia.

Sin embargo, hay que tener en cuenta que en Trance nada es lo que parece: las sesiones de hipnosis saltarán de fotograma en fotograma y nos confundirán hasta más no poder y, además, pronto nos daremos cuenta de que todos y cada uno de los personajes que rodean al misterioso robo del cuadro pueden no parecer quienes son en realidad… ¿O es que seguimos estando en una sesión de hipnosis?

Danny Boyle nos sorprende dirigiendo una historia cuasi-original (podría ser considerada como un pseudo-remake de una película rodada en 2001 para su estreno en televisión) que difiere mucho de sus recientes aportaciones al séptimo arte (28 Semanas Después, Slumdog Millionaire, 127 horas). Con Trance, Boyle no sólo demuestra que es un grandísimo profesional, sino también que sabe perfectamente cómo abordar filmes de cualquier género sin flaquear en ni un solo aspecto.

Si a esta excelente dirección le añades unas soberbias interpretaciones (Rosario Dawson y James McAvoy en su punto álgido), una banda sonora totalmente resultona y adecuada para filmes de estas características, y giros en la trama de 360 grados (o más) que consiguen dejarte paralizado en la butaca, se podría decir – sin ninguna duda - que Trance es lo mejor que hay ahora mismo en taquilla.

Pero, cuidado, porque Trance te pide algo a cambio de pasar un buen rato. No es aceptable que el espectador esté sumido en un estado de encefalograma plano, ni que se fije con repelente insistencia en el número de palomitas que se va a meter en la boca… Danny Boyle nos ofrece un excelente espectáculo cinematográfico que, sin embargo, tiene un pequeño precio a pagar: tu más dedicada y precisa atención.

Con un arranque extremadamente poderoso y un final absolutamente sobrecogedor, Trance se corona de forma anticipada, y sin haber visto tan siquiera qué películas van a ser estrenadas a lo largo de estos meses, en la mejor película de misterio del verano.

- Te gustará si: los filmes de misterio tienen un puesto privilegiado en tus prioridades cinéfilas.

- No te gustará si: las películas que invitan a una posterior reflexión para entender la trama al completo no son de tu agrado.

Jerry
JerryF
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8 de julio de 2013
3 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Lo primero; Buena película. ¿Puede haber un proceso de osmosis entre el cine de calidad y el palomitero? Si, Boyle lo consigue con Trance. Por más que le pese a una crítica inmovilista que ha encontrado su liturgia en sus propios tópicos y solo despierta de su sueño para arrearle a Almodolar o aprovechar el papel para superar sus frustraciones.
¿Qué Trance es tramposa? Por supuesto, intencionadamente tramposa. El cine es un trampantojo y el buen cine un gran trampantojo. Trance nos lleva a una trampa en imágenes, pero a caso hecho. Como la caída a la maravillosa laguna interior en 27 horas o el ciclista atrapado por su propia afición. El brillante concursante hindú, incluso los chicos de Traspoiting… La trampa es una cosa y las ideacas dramáticas, otra muy diferente y muy disfrutable. Porque Boyle nos hace disfrutar de principio a fin. Cuando acaba esa sucesión de deliciosos artículos para el entretenimiento, queremos más y lo que es más importante tenemos la sensación de que el Director nos trata como personas con un mínimo de neuronas conectadas. Esto en lo general, que ya es bastante en los tiempos que corren. En lo particular no solo la trama, la fotografía y la banda sonora son adecuadas y en absoluto estridentes. La elección- dirección de personajes es casi perfecta. Mac Avoy es un correctísimo sicópata. Cassel es de manual y los otros sicarios para qué… y en especial brilla Rosario (Dawson). Boyle la convierte en el eje de la trama. El objetivo la adora y la absorbe y ella reina sobre todas las cosas y nos deslumbra incluso con esa aparición en la que la cámara hace una metáfora visual con su cajita de ahorros. Pero lo realmente novedoso es como el director despacha una parábola con el personaje de Rosarito. No solo es una psiquiatra especialista en hipnosis. En muchos momentos la hipnosis es ella misma. Dawson ejemplifica en su personaje a una profesional que sabe tratar, curar y sobre todo manipular para sus intereses económico-emocionales a sujetos de estos que tienden a un comportamiento de lo que una especialista en preparación personal llamaría “tensar la cuerda”. Y aunque nos diga desde un principio que está al cargo de todas las operaciones y que utilice su aproximación a los temarios masculinos con una falta de escrúpulos hipocráticos, y que así va a seguir. La adorarías aunque te echara de su vida. Nos hace querer ser uno de los inquilinos de su sillón profesional, o de sus miradas o incluso que nos proponga su lecho.
Boyle filma de una manera coherente y divertida el cinematográficamente recurrente asunto de un atraco. Y lo que a mi particularmente me gusta es que hace algo nuevo, lógico, divertido y luminoso con aun tópico que podría prestarse a la aburrición más intensa. El director inglés hace creíble e interesante ese Londres. Esas subastas. L atrabiliaria a banda de forajidos conectados a la modernidad, pero anclados en comportamiento psíquico-emocionales herederos de aquel gánster del norte de la ciudad de Támesis que tan bien recreó el gran Miguel Caine.
Cine de acción y cine de emoción bien contado, bien recreado con una guarnición de de intensidad y ambiente que nos hace gurmets. Una ecuación abierta que se abre en otras ecuaciones con el denominador común del engolosinamiento por Rosario. Y esa real protagonista envuelta en una atmosfera de música, deseo y literatura. Rosario el requisito de los ángeles.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Nick Churris
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14 de agosto de 2020
3 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Queda claro a estas altura que Danny Boyle es un dire irregular: cuando acierta, la cosa sale bien. Pero cuando pincha, PINCHA A LO GRANDE, damas y caballeros.

¿Lo de aquí? Un caso de lo segundo: un mumbo jumbo lleno de giros manipuladores, rebuscados, de complicada credibilidad que quiere ser una suerte de RECUERDA sexy y tecnológico que no funciona para nada.

Todo adornado con los ejercicios de estilo propios del cineasta británico.

En fin. ¿Interés? Reducido. ¿Lógica? Escasa. Vaya cast y vaya medios más desperdiciados, caray.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
metabaron
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27 de junio de 2013
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
A decir verdad, nunca vi en Danny Boyle el mesías cinematográfico ante el que tantos críticos y cinéfilos babearon hasta la saciedad por sus autocomplacientes trabajos Transpotting, La playa y 28 días después. Pues en realidad dichas películas siempre me han parecido una hortera exposición de manierismo al más puro estilo kitsch. A pesar de ello, debo reconocer que existen dos títulos en la filmografía del director que sí lograron sorprenderme muy gratamente. Hablo de dos títulos en que, mal que me pese, la autoría del director pareció consolidarse logrando sacar lo mejor de todo su potencial. Como puede presuponerse, me estoy refiriendo a las notables Slumdog Millionaire y 127 horas, ambas películas presentes en las nominaciones de los Oscars de 2009 y una de ellas ganadora de la estatuilla en calidad de mejor película, dirección y tantas otras categorías. La razón por la que estos dos títulos claramente despertaron mi interés mientras que el resto tan solo lograron despertar mi sueño es muy sencilla: al descubrirlas sentí que el director inglés accedía en ajustar su manierismo en favor de las necesidades del trabajo.

Para ser algo más precisos, digamos que en el caso de Slumdog Millionaire Boyle debió de entender que tenía en sus manos un guión cuya historia resplandecía por su propia fuerza, una especie de encanto fabulesco que tan solo debía permitirse que aflorase con la máxima naturalidad posible. Sobre 127 horas, mi sensación es que el realizador inglés logró conectar con una angustiosa historia de supervivencia que, esta vez sí, requería ser contada mediante formas claramente extremas. En resumen, se trata de dos películas en las que, desde mi punto de vista, sí se logró una sólida harmonía entre el estilo del director y la naturaleza de las mismas. Dos trabajos que, a pesar de la evidente autoría que puede apreciarse en ellas, logran trasladar al espectador al escenario deseado. Dos ejemplos de cine que, en fin, contrastan fuertemente con el último trabajo de Danny Boyle, Trance, una película con la que el aclamado director se propone regresar a sus orígenes mediante una innecesaria chapuza esquizofrénica que tiene el pretencioso objetivo (o al menos esto dicen) de reformar el género noir.

Como en los viejos tiempos, las innecesarias filigranas manieristas del pretencioso director aparecen en Trance nada más empezar la película. Pienso en el grandilocuente arranque acompañado por la omnipresente voz en off de McAvoy; a través de la cuál el protagonista nos describe detalladamente cómo era robar una obra de arte en el pasado y cómo es hacerlo en la actualidad. Una información muy interesante... solo que dicho tema no vuelve a mencionarse en toda la película, ya que en realidad los acontecimientos que se suceden a partir de entonces no solo no tienen absolutamente nada que ver con ello sino que olvidan por completo este sello “scorsessiano” (tal vez el director tuviera un antojo tras revisionar la muy superior Casino) con que parecía desplegarse la introducción. De modo que una vez concluida la película uno sigue sin entender a qué carajo se debió el dar tanto énfasis a un acontecimiento tan trivial para el argumento. Aunque si se piensa fríamente, en realidad esta introducción no es más que el aperitivo de un festival de formalismos pretenciosos cuya verdadera función resulta muy dudosa.

Lo que sigue a este arranque es una hortera y retorcida telenovela sobre psicología para párvulos, carente de cualquier tipo de interés y protagonizada por un conjunto de personajes tan vacíos como la propia trama. Pero lo peor es que, lejos de desarrollar su trabajo con modestia, Danny Boyle centra todo el foco de interés en una serie de surrealistas giros de guión (tan poco creíbles como la historia) e innecesarias composiciones visuales que no hacen más que ensombrecer cualquiera que sea el verdadero relato. No me queda más que decir que es una verdadera lástima descubrir cómo un director que parecía haber autocorregido su rumbo para conducir su carrera hacia interesantísimos horizontes pega un brusco volantazo para deshacer el camino recorrido y encerrarse definitivamente en su propia autocomplacencia.

http://cinemaspotting.net/2013/06/27/trance-de-danny-boyle/
Martí
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7 de julio de 2013
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Trance, el último filme del siempre interesante director Danny Boyle (Trainspotting) es un thriller, clásico en cuanto a las principales líneas argumentales, pero original en lo que respecta a su puesta en escena. No es una película brillante, y no responderá a las expectativas de aquellos que siguen los trabajos de Boyle, pero no se puede negar que se trata de un producto entretenido.

En una casa de subastas, se produce el robo de un cuadro del maestro Francisco de Goya, orquestado desde dentro con la connivencia de Simon (James McAvoy, Expiación). Sin embargo, el golpe se aleja del plan trazado y Simon termina en el hospital con un golpe en la cabeza que le causará amnesia, olvidando dónde ha escondido el botín.

El líder de la banda de atracadores, Franck (Vincent Cassel, El monje), buscará la ayuda de una psiquiatra (Rosario Dawson, Sin City), para hipnotizar a Simon y ayudarle a descubrir el paradero del cuadro.

A partir de este momento, comienza un juego donde el espectador tendrá que tratar de discernir lo que es real, cuáles son las verdaderas intenciones de todos los personajes, así como desentrañar lo ocurrido, en medio de flashbacks, recuerdos reprimidos e imágenes hipnóticas.

Un thriller clásico en su planteamiento, pero que cuenta con el talento de Danny Boyle, que juega al despiste con el espectador, con una puesta en escena brillante, onírica, creando una magnífica sensación de irrealidad.

Como decía, no se trata de una gran película, sino tan sólo de un thriller entretenido, donde lo mejor se encuentra en la dirección de este gran artesano que es Boyle, con una puesta en escena original y al servicio de crear la duda en el público, brindando imágenes intangibles, oníricas, donde un marcado cromatismo aporta todavía más irrealidad.

También hay que destacar la acertada elección de la banda sonora. Cada canción o melodía está perfectamente elegida y complementa de manera espléndida cada una de las escenas que acompaña.

Respecto al reparto, la elección del protagonista, James McAvoy, no podría ser más desafortunada, un gran error de casting, ya que en ningún momento se adecúa al papel que interpreta.

Mientras, Vincent Cassel repite una vez más en uno de esos papeles de villano que tan acostumbrado está a interpretar; y Rosario Dawson cumple a la perfección en la piel de la hipnoterapeuta.

Al enfrentarse a esta cinta, hay que olvidarse de las expectativas que siempre genera un nuevo trabajo de Danny Boyle, e intentar disfrutar de un entretenido juego, donde se deben juntar todas las piezas de un enrevesado puzzle. Una producción recomendada para amantes de los thrillers sin más pretensiones.

Lo mejor: la puesta en escena y la dirección de Danny Boyle; y una banda sonora que se amolda a la perfección a cada uno de los planos.

Lo peor: no cumple las expectativas de lo que se espera de este director; gran parte de la sorpresa o resolución final se puede adivinar fácilmente estando pendiente de los detalles; y la elección desafortunada de James McAvoy como protagonista.

http://www.bollacos.com/trance-recordar-u-olvidar-esa-es-la-cuestion/
Beatriz Jimenez
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