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Sueños de un seductor

Comedia Allan Felix (Woody Allen) es un cinéfilo que sufre una extraña y recurrente alucinación: Humphrey Bogart le da consejos sobre cómo seducir a las mujeres. Dick y Linda (Roberts y Keaton), un matrimonio amigo suyo, le presentan a varias chicas, pero Allan tiene tan poca confianza en sí mismo que todas sus citas resultan un fracaso. (FILMAFFINITY)
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Críticas 57
Críticas ordenadas por utilidad
9 de octubre de 2007
4 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
El crítico cinematográfico conjura el espíritu de Bogart para que le ayude a resolver los problemas de su vida y le aconseje cómo tratar a las mujeres.
Esta fiel adaptación de la obra teatral de Woody Allen está llena de gags y alusiones cinematográficas mezclando el ingenio verbal y el humor visual con magníficos resultados.
Txiqui
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3 de julio de 2011
2 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
"Sueños de un seductor" es quizás la película de Woody Allen más equilibrada en cuanto el humor surrealista y el drama realista. No es como "Bananas" o "El Dormilón" puro disparate a lo hermanos Marx, pero tampoco es como sus clásicas "Annie Hall"o "Manhattan" (o por supuesto "Interiores") en las que pretende retratar de una forma realista y seria las relaciones de pareja, aunque siga empleando en ellas el humor.

Esta película, que salvo quizás por unos diálogos no tan vivaces como los que acostumbra Allen, podría parecer dirigida por el mismo, es una gran cinta de humor con numerosos y divertídisimos momentos pero también es una película seria que trata, de forma un tanto caricaturizada, pero muy real y profundamente las relaciones de pareja, la inseguridad, los miedos a la hora de la seducción, el temor de ser rechazado por el otro, etc.

El personaje de Woody Allen, obsesionado por la figura de Bogart se esfuerza en imitarlo para ser un gran seductor que enamore a las mujeres, ahora más necesario que nunca ya que su mujer lo ha abandonado. Pero a través de experiencias de todo tipo, llega a comprender que no se trata de imitar a nadie, ser duro o representar un papel sino desarrollar cada uno un estilo propio, con el que afrontar el difícil arte de la seducción.

A destacar también el homanaje a Bogart y a "Casablanca".
Reaccionario
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13 de febrero de 2006
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Brillante y a la vez divertidísima película, donde el genial Woody Allen vuelve a atrapar a los espectadores en dos de sus obsesiones más frecuentes, las mujeres, y su relación con ellas.
Asimismo, la película supone todo un merecido homenaje a Bogart, siendo éste el consejero de Allen en los asuntos sentimentales.
Para ver una y otra vez.
Paco
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2 de abril de 2017
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El mejor piropo que se le puede dar a Herbert Ross es decir que "Sueños de un seductor" no habría sido distinta de haberse dirigido por el propio Woody Allen. Adaptación a la gran pantalla de la pieza teatral del mismo título, donde el genial Allen empieza a encontrar el estilo que le dará su sello propio, sin renunciar por ello a constantes guiños a sus ídolos.

Y, encima de todo, estaba Diane. Ninguna actriz como Keaton para tener ese toque de sensualidad, inteligencia y ternura. Además, hay un tercer vértice del triángulo que está a la altura un Tony Roberts que casa muy con esta pareja, repletos todos de diálogos de gran comicidad.

Hay muchísimos guiños a la película "Casablanca", especialmente a la mítica actuación de Bogart. Esta historia se narra con ritmo y buena letra, no haciéndose empalagosa en ningún momento y con algunos gags que Woody volvería a utilizar con éxito en futuras andaduras independientes en la industria.

Realmente, había empezado toda una época...
El Libanés
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10 de junio de 2017
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Woody Allen decidió que su triunfal obra teatral Play it Again, Sam, la dirigiera para el cine el también neoyorquino Herbert Ross, con los mismos actores, y con el mismo guión adaptado para el cine. En cualquier caso, y pese a su inicial experiencia en la dirección con Toma el dinero y corre(1969), Bananas (1971) y Todo lo que...(1972), Allen decidiría que aun no era tiempo para tomar plenamente las riendas de la dirección de sus películas, como así sucedería posteriormente.

Pocas veces una escena contextualizada tuvo tanto apego emocional con su original Casablanca (1942) de Michael Curtiz en la maravillosa Sueños de un seductor (1972) de Herbert Ross. Allan (Woody Allen), es un crítico de cine absorbido por su trabajo y rechazado por su mujer Nancy (Susan Anspach) quien cansada de películas, de no salir a bailar, reír, correr, o disfrutar de otras cosas que no sean los cines o los artículos y críticas de su marido, decide que se divorcia de él.

Nuestro crítico se deja llevar por la singular imagen virtual que le proporciona la proyección sobre la pantalla y su admiración por Bogart, su héroe del celuloide, consejero moral y espiritual reflejado en su embobado rostro en primerísimo primer plano mientras van pasando los títulos de crédito bien fusionados que tan acertadamente supo hacer Ross, intercalando los impagables planos de Allan con los de su admirado héroe en la magia ficticia que le proporciona la penumbra de la sala.

La admiración, es lo que queda reflejado en el rostro de nuestro crítico después de haber disfrutado con la escena final de Casablanca o poco menos, quien, ni en el mejor de sus sueños jamás será como Bogart, aceptando su realidad, sobrellevándola a base de comprimidos y de su mala suerte con las mujeres y con el amor que les proporciona un vació emocional desde que le dejó su ex, despertando así a la cotidianeidad de su gris existencia.

Sus amigos Dick (Toni Roberts) y Linda (Diane Keaton), matrimonio felizmente casado, se ofrecen para resarcirlo de sus frustraciones a la vida activa, sacarlo de su bache emocional y presentarle a mujeres que puedan coincidir con sus gustos. La desazón de nuestro cinéfilo protagonista, le lleva cita tras cita al fracaso emocional, no siendo además él mismo sino un emulador de su propio ídolo...¡ni por esas!

La progresión de los personajes es múltiple y hasta cierto punto lógica: Dick solo tiene dos preocupaciones activadas permanentemente: ser localizado a cualquier hora y la evolución de sus negocios; Linda también tiene dos crecientes preocupaciones: no alejarse sentimentalmente de su marido y evitar la creciente atracción por Allan, lo que deriva en múltiples conflictos de difícil solución.

Pero al igual que en Casablanca, el sacrificio emocional de uno, beneficiará a las debilidades de otros, de modo que, Maravillosa casualidad, todo se soluciona con un remake de la escena final donde Dick es Victor Lazlo, Linda es Ilsa Lund y Allan es Rick Blaine, representando la mítica escena entre la opaca niebla que poco a poco va absorbiendo a los personajes y sus historias.

El evolucionado neoyorquino en sus múltiples personajes como el impetuoso Victor en Pussycat, él mismo en Lily..., el ladronzuelo de escaso futuro Virgil Starkwell en Toma el dinero..., el revolucionario por amor en Bananas, o los múltiples personajes en Todo lo que..., nos lleva hasta Sueños de un seductor donde un Woody Allen más urbanita nos plantea las debilidades humanas sobre el amor, la infidelidad, el rechazo, o el sentimiento mutuo, temas además, que se van sumando a las emocionales inquietudes del multidisciplinar Woody, de lo que sabe sacar inteligentemente provecho en forma de películas. Todo un artista para todo un arte: el cine.
avanti
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