Feliz Navidad, Mr. Lawrence

Alguien que me quiere, que me tiene cariño, me dijo esto hace poco. Yo también la quiero y la tengo mucho cariño, a mi manera de sentir, que como ella dice, es un tanto especial.
No soy Dexter, pero en ocasiones tengo mis dudas, y pienso si todos estamos fingiendo, actuando de alguna manera en esta gran representación, en esta obra que es la vida.
En parte creo que tiene razón.
Por eso están ahí para demostrarlo mis criticas de París, Texas, Grandes esperanzas, Los puentes de Madison o Posdata: te quiero.
El personaje de David Bowie también es duro de cabeza y tiene ideas raras. De esas ideas raras que cuando se meten en esa cabeza tan dura, son difíciles de sacar. No se trata de honor, disciplina, acatar las ordenes, de rendirse o sublevarse.
No se trata de cerebro, no es el que te empuja. Sino de corazón, el alma.

En algunas fases, la película aburre, pero por otra parte, muestra la crudeza de los japoneses con los prisioneros de guerra pero sobre todo muestra el choque de culturas tan dispares como la occidental con la oriental y como ese choque genera incomprensión, injusticias e intolerancia por parte de los dos bandos.