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La herida

Drama Ana (Marian Álvarez) es una mujer de 28 años que se siente útil y satisfecha en su trabajo rutinario ayudando a otros. Sin embargo, fuera de su jornada laboral, Ana tiene serios problemas para relacionarse, pues es socialmente torpe, incluso agresiva, con las personas más cercanas y queridas. (FILMAFFINITY)
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Críticas 104
Críticas ordenadas por utilidad
18 de febrero de 2014
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Aunque parezca paradójico, me parece una estupenda película y un lucimiento espectacular de interpretación por parte de Marian Alvárez. Sin embargo, no he disfrutado nada viendo el sufrimiento de su complejo personaje. El argumento de la película es ese dolor que consigue llegar al espectador. Una excelente película española. Qué orgullo!
utxue_neke
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19 de abril de 2014
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Se trata de una película que te atrapa por sorpresa. Te va envolviendo paso a paso, sugerentemente, firmemente. La cámara nos ponte junto al personaje y sus vivencias. Su psiquis confundida y confusa, su impotencia, sus frustraciones. La resultante es un retrato de un ser humano que no puede controlar su vida personal de la misma manera asertiva que puede manejar su vida profesional. La película es el cuadro de Ana, sus carencias, sus desorientaciones, presentadas de manera limpia, escueta, sin dramones. Marian Álvarez es el rostro y la piel de Ana: una actriz deslumbrante, con un trabajo preciso, rico, contenido, desbordante de matices. Perfecta. La dirección es estupenda, ajustada, directa, armada perfectamente de principio a fin, sin ningún bajón. Película psicológica, un género no muy explotado por estos lados y que, sí, hace falta porque el ser humano está allí, en una sociedad compleja y no siempre tan acogedora como desearíamos..
Cristal Ball
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13 de enero de 2015
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
¿Qué te pasó? ¿De dónde sale tanto malestar? ¿Cuál es tu historia? Dímelo, porque el director no ha querido contármelo. Y ha hecho bien. Solamente me ha contado como es tu monótona existencia. Tus días pasan cortados por el mismo patrón y por la misma cuchilla de afeitar. Eres un cenicero humano. Estás llena de cenizas. Soporte carnal donde apagar desasosiegos. Si te conociera Glenn Ford te diría: “Fuma usted demasiado. Las personas frustradas suelen fumar demasiado y la causa más común de la frustración suele ser la soledad”. Cerrojos. Tu devenir está repleto de cerrojos. 28 años. Enfermera de día. Conductora de ambulancias. Tu padre está fuera. Tu madre vive hacia dentro. Te llamas Ana. Cualquier cosa te hace saltar: una conversación lógica con tu novio, una negativa a quedar de una amiga, una frase sin maldad de tu compañero de trabajo. Tienes un comportamiento autolesivo. Síndrome borderline. Pero, según la sinopsis oficial, no lo sabes.

El director Fernando Franco, montador de la multipremiada Blancanieves, se ha dejado de cuentos y ha ido directo al estómago. Nada de moralejas. Un trozo de vida. Impactante. Sin acopio de gratuidades. Algo de Haneke. Algo de Rosales. Pero también, esperemos, muy suya. Cruda ópera prima. Lo que iba a ser un documental sobre el trastorno límite de la personalidad (o borderline), ha acabado siendo ficción sin fingir. Sobre una mujer trastornada que se hace daño. La forma de narrar es algo complicada. Da igual el lugar y el tiempo. Saltos en la narración. Contextos extraños. Eso sí, a la protagonista no la pierdes. Ella es el centro de todo. No hay nada más. Obviamente el director no ha buscado la taquilla; quizá algún premio, pero no masas. Listón bastante alto. Premio del jurado en Donosti.

Y entonces llegó ella. Marian Álvarez es más que el guión. De ella es la película. De ella es cada plano. De ella es cada secuencia. De ella es cada herida. Concha de Plata en San Sebastián, hace una lúcida representación de una enfermedad metal. Un retrato con pelos y muchas señales. A positivar Marian Álvarez. También el atrevimiento del director. Una interesante curiosidad antes de terminar: es un sinvivir cada vez que Ana entra en el cuarto de baño. Sin embargo hay un momento en el que solamente entra a depilarse. Pues bien, resulta que está usando la siempre molesta Epilady, y la cara de la protagonista es de total paz. Ningún aspaviento, ninguna mueca de dolor, ningún pellizco. Claro, para alguien que siempre se está provocando dolor físico, la depilación es como un masaje relajante. Sinceramente, de este detalle —desconozco si pretendido por el director— no me di cuenta. Me lo contó una amiga.

www.apositivar.com
A POSITIVAR
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13 de enero de 2015
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
La película se centra alrededor de Ana (Marian Álvarez), una joven mujer quien vive con su madre, la protagonista trabaja en el hospital trasladando pacientes en ambulancia con un compañero de trabajo, ella cumple a cabalidad en sus labores dando en general una buena imagen y pasión por lo que hace. Sin embargo, detrás de esa figura, en la intimidad, se deja entrever que la chica tiene gravísimos problemas personales.

Ana es autodestructiva, está deprimida, tiene tendencias suicidas, está obstinada de su vida, con el avanzar del metraje caemos en cuenta que tuvo serios conflictos con Álex (Andrés Gertrúdix) su ex pareja debido a estos mismos problemas que ella trae consigo a lo largo de su vida. Tampoco la relación con su madre es la mejor de todas, apenas lo indispensable, lo mismo con sus amistades, a las que no le incomoda mandarlos al carajo sin razón alguna.

El andar de Ana es evasivo, opaco, lleno de heridas, desagradable, la película resulta ser agotadora emocionalmente, esta perspectiva siempre presente en la protagonista de que todo va mal es atronadora, despiadada, no cede concesiones en ningún momento y eso se denota con algo tan simple como el final del film. Marian Álvarez es formidable, prácticamente los 90 y tantos minutos de metraje la cámara está fijada sobre ella, se luce.

Retomando el final, poco esperanzador dirán algunos, o mejor dicho la función del automóvil, cabe destacar la oportunidad que podría representar para la protagonista, al sentir la necesidad de ir más lejos y buscar nuevos horizontes, medio que le servirá para transportarse hacia algo más sin ser la función tan cerrada de la ambulancia, como medio para trabajar.

La herida es de esas películas que cuesta recomendar, no la disfrute ver en lo absoluto (creo que nadie lo haría), intención evidentemente total por parte del realizador, una propuesta que transmite pesadez y agotamiento, impactante, sí, realista, también para las personas que vivan con este tipo de trastornos.
10P24H
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15 de agosto de 2015
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
La herencia cinematográfica acostumbra al espectador a esperar un planteamiento, nudo y desenlace en cada película. Sin embargo, aunque entendible, no deja de ser un error de base limitar el concepto de “película” a esta idea. La experiencia la avala, pero resulta inquietante acotar el arte con unas leyes extensamente consideradas como inquebrantables. Y es que la experiencia también demuestra que un largometraje puede funcionar sin necesidad de pasar por el filtro del guion clásico de cine. Es más, resulta imprescindible romper estos moldes para conseguir que el sistema no se agote y se descubra nuevas vías en la narración cinematográfica. Más que obligarla a ser lo que no es, lo que toda película necesita es honestidad para consigo misma. Se requiere coherencia para poner cada elemento que la compone al servicio de un bien común, que es el del desarrollo de este ente. Y, ya puestos a llegar hasta el final, resulta imprescindible creer en lo que se propone hasta las últimas consecuencias, sin concesiones a los lugares comunes de la forma y el fondo. Es decir, justamente lo que ocurre en "La herida" (Fernando Franco, 2013).

La opera prima de este director español no cuenta una historia. Lo que le ocurre al personaje puede intuirse a los cinco minutos de metraje; de hecho, basta con haber leído previamente la sinopsis. Pero sería un error pensar que esta obra pretende desarrollar una trama a raíz del planteamiento, o exigirle que lo hiciera. No hay trama, pero tampoco se pretende lo contrario. La apuesta por el camino más difícil del también co-guionista lo lleva a plantear su película como un retrato del día a día de Ana, una persona con trastorno límite de la personalidad (TLP). El pilar central sobre el que se asienta es Marian Álvarez, cuyo apabullante desglose de miradas, gestos y reacciones resalta su lenguaje corporal y le permite independizarse del verbal. Sin embargo, tratándose de un papel que posibilita el lucimiento de una actriz capaz de llenar la pantalla, éste es sólo un elemento más de la película. Quizás el más importante, pero nunca el único. Es a este nivel donde la película se distancia de las habituales pensadas para tal objetivo, al colocar a la actriz como una pieza más del engranaje cooperativo.

Esto se observa en la forma de la obra, tan profunda en sus planteamientos como radical en su aplicación. Que sea el relato de Ana implica centrar la atención exclusivamente en ella. Cada escena es suya, y sólo tendrá cabida lo que quepa alrededor. Fernando Franco desarrolla la trama a base de planos cortos, pegados mayoritariamente a la nuca de la actriz –idea que lo acerca al cine de los Dardenne, aunque sin esa urgencia que caracteriza a los personajes del dúo belga–. La profundidad de campo es corta, para resaltar la importancia de Ana en el relato, quedando marginados el resto de personajes, incluso desenfocados por momentos. A pesar de las limitaciones que ello conlleva, destaca la capacidad que demuestra el director para definir a sus secundarios en el poco espacio que queda. Y la radicalidad de sus ideas se refleja en el tratamiento de personajes como el del novio de Ana. Un personaje que compartiría protagonismo en cualquier otro relato, para aprovechar el dramatismo de la convivencia de esta pareja y ganar la empatía del público, sin embargo no tiene cabida en un planteamiento decidido a llevar hasta las últimas consecuencias aquello en lo que cree. Una película que no se concede ni un respiro, ni una comodidad. Una película que cree en lo que propone, y que crece cuanto más lo hace.

Ésta, y otras críticas, en http://blogquenuncaestuvoalli.blogspot.com.es/
Yago Paris
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