Family Man

Si tuviera que expresar lo que le pido a una película, me quedaría con lo del entretenimiento. Pasar un rato divertido - a ser posible, sin darme cuenta casi de que ha pasado el tiempo. La mayoría de mis pelis favoritas hacen que las horas parezcan minutos, que de repente llegue la noche. Family Man consigue algo más, aparte de eso. Te hace plantearte cosas. Es raro que una película te haga pensar. Y aún más raro que no trate de colarte la típica historia de "chico conoce chica".
Ya desde la primera escena la situación está resuelta. Esta peli no va tanto de relaciones como de peripecias vitales. ¿Qué hace uno con su vida? ¿De verdad podemos elegir el camino que transitamos? ¿Y cambiar de sendero en un momento dado? ¿Qué hay de bueno en cada sendero? Lo mejor de esta historia es que pretende más bien formular preguntas, y dejar que sea el público quien las responda. El final será feliz y/o abierto dependiendo del tipo de persona que seas. Asimismo la idea de familia, de trabajo, de amigos, de realización personal.
Ésta es una peli de guionista 100%, aunque hay que reconocerle su empeño al director por haber sabido llevarla con estilo y sensibilidad. Alguien escribirá algún día una larga y sesuda comparativa entre ella y "Qué bello es vivir". Más o menos, llevan al espectador al mismo sitio.

Porque el entorno de los ricos es nublado, lúgubre y apagado (que contrasta con las luminosas instantáneas que destilan felicidad del hogar de aquellos que tienen unos ingresos menores) y sus relaciones sentimentales son pasajeras y no alcanzan la plenitud. La clave de la felicidad va necesariamente ligada a la escasez de dinero. Esa es una de las lecturas que se puede hacer de este filme. ¿En serio es así? 'Family man' persigue enseñar al espectador que el dinero te condena a la soledad, lo cual me parece algo muy maniqueo, ¿acaso una persona adinerada no puede querer y pasar tiempo con su familia? Ni tampoco puede tener el carisma de la gente corriente al quejarse en murmullos del elevado precio de la sal. No, eso un rico no lo puede hacer. De acuerdo, a lo mejor no hay que generalizar y la pretensión del argumento no pasa de mostrar lo diferente que puede resultar tu vida en función de la cantidad de tiempo que inviertas en tu ambición laboral. No obstante ciertos episodios de la película me redirigen una y otra vez a mi pensamiento.

Mi escena favorita de la película es en la que el humilde Jack se prueba un traje, y experimenta ganas de volver por sus fueros de prosperidad económica. El sentimiento de desolación que expresó aquel hombre con contundentes palabras ante su imposibilidad de tener una vida desahogada me trastocó incluso a mí. ¿Y es que acaso para tener una vida sentimental envidiable te tiene que imposibilitar poder ser rico? Es triste e injusto. El contrapunto de la esencia de la necesidad del placer material plasmado en esa escena viene de la mano de aquella en la que Jack y Kate están sobre la cama y ella se abalanza sobre él en lo que restalla la melancólica canción de Chris Isaacs, 'Wicked Game'. Ella le pregunta cómo puede mirarla tras 13 años como si fuera la primera vez que se ven. La explicación es que Jack llevaba 13 años sin verla y no recordaba lo que era mirando enamorado de una persona.

De todos modos a pesar de tener su aquel, (de hecho el desenlace ha roto mis expectativas y no ha resultado ser un fiasco) la película no es ni mucho menos redonda. Oportunista e incluso algo tediosa merece no obstante el aprobado aparte de por todo lo mencionado, por la buena labor de Nicolas Cage, el cual en el presente filme roza por momentos el borde de la histeria, pero de una manera contenida. Como solo él es capaz de serlo, efusivo. Y no es algo que tenga porque ser malo, pues la expresividad, en este caso, es la mejor tarjeta de presentación de este oscarizado interprete.

Hace mucho, mucho tiempo, Nicolas Cage hacía buenas películas. El tipo estaba de moda y le daban toda clase de papeles. Sus trabajos se estrenaban hasta en salas comerciales y el público iba a verlos.
Aquí le tenemos en una fábula moderna que explota el tópico de "el dinero y el trabajo no lo son todo en la vida", una moraleja muy sencilla.
Este protagonista tan ególatra y codicioso me recuerda en cierto modo al clásico cuento de Navidad de Dickens, y creo que se han basado en eso porque también se ambienta en estas fechas.
Como clara comedia romántica que es, al menos no se centra en exceso en la parte amorosa como para llegar a ser demasiado empalagosa (bueno, aunque un poquito sí que lo es).
Puede parecer que la relación con el personaje de Téa Leoni y los niños sea un poco tediosa por ser tan cotidiana, pero se trata de ver evolucionar al protagonista hasta que llega a valorar los detalles de una vida sencilla.
La primera parte de esta vida familiar sí que es divertida, con un Nicolas Cage que es incluso capaz de actuar bien aunque parezca mentira hoy en día (2018). Hay momentos de este tramo muy graciosos, como el cambio de pañales por ejemplo.
Más adelante, como pasa casi siempre en este tipo de historias, la cosa se pone mucho más seria, de manera que el trecho final es bastante pesado, llegando a durar todo unas dos horas que se me antojan excesivas. Desde la cena de aniversario hasta el desenlace, se coge una cuesta abajo que deja mi valoración en el aprobado raspado.
Aun así, es un film entretenido de la buena época de Cage, que derrocha buen rollito y se deja ver.
Por cierto, o "Nick jaula" canta fatal, o su actor de doblaje (que es el mismo de Tom Hanks y Tom Cruise) no se iba a comer una rosca en "La voz".

La Qué Bello Es Vivir millenial sería mucho mejor de no haber existido el peliculón de Capra. Una reinvención con un Nicolas Cage irregular y una Téa Leoni algo empalagosa por momentos que se extiende a lo largo de dos horas que parecen tres, con demsiada ambición para lo que realmente está transmitiendo, ya que su mensaje entra y se ve venir pasados los primeros veinte minutos.

Todo tiene un tono demasiado comedido, demasiado sobrio, intentando no entrar nunca en la ligereza del telefilm de media tarde al que se relaciona de manera distante pero directa. Brett Ratner se esfuerza por no caer en la comedia, y ofrecer todo desde un punto de vista demasiado dramático, para que su trascendencia no se vea eclipsada por un cúmulo de sketches sobre "qué harías tú en el mundo al revés".

Cumple su función, y poco más.

Simpática comedia navideña en una especie de revisión del Cuento de Navidad actualizado y ambientado en la piel de un tiburón de Wall Street que dejó atrás al amor de su vida por su ambición. Nicholas Cage está muy divertido y bien acompañado por secundarios como Don Cheadle que, a pesar de tener pocos minutos, está bastante convincente. Pese a que no está totalmente "redondeada" y da la sensación de faltarle algo en su resolución, se pasa un rato ameno viéndola.