Duelo al sol

El mismísimo Orson Welles puso su gran voz como narrador al inicio de este épico melodrama producido y escrito (con colaboración en el guión sin acreditar de Ben Hecht) por el intervencionista David O. Selznick.

King Vidor figura como único director (aunque parece ser que también participaron tras las cámaras gente como William Dieterle o Josef Von Sternberg) de esta intensa película con apariencia de western, en la que tomando como base impetuosos conflictos familiares y un ardiente triángulo amoroso marcado por la tragedia, se agitan emociones bajo una atmósfera irrespirable dominada estéticamente por un exacerbado cromatismo.

Es un film caracterizado por la desmesura en todos los sentidos, exageradamente apasionado y culminado con un clímax tan exorbitante como arrebatador.

Junto a Jennifer Jones, Gregory Peck y Joseph Cotten como terceto protagonista, aparecen gratificantes presencias del Hollywood clásico como Lillian Gish, Lionel Barrymore, Harry Carey, Walter Huston o Charles Bickford.

Nota: 7,5

Triángulo amoroso con dos hermanos y una prima en los vértices. Al fondo un dramón en "Pequeña España", el rancho más grande de Texas, con un propietario inválido tan despejado que arma a todos sus empleados para impedir la llegada del ferrocarril a sus tierras, por cierto una de las escenas más interesantes cuando se enfrentan con alambrada de por medio con una compañía de la Caballería del Ejército. Una lumbrera económica, vamos.
¿Los hermanos? La cigarra y la hormiga. ¿La prima? Una mina de pasión inagotable. Está claro con cual de los dos se va. Con la cigarra que es el ojito derecho del papá, aunque sea chulo, maltrabajador y violento. De casta la viene al galgo, tener el rabo largo.
Lo demás, celos, crueldad, egoísmo, violencia, ambiciones, racismo del más rancio, genética y pasión, mucha pasión. Algo así como los amantes de Texuel ... tonta ella y malo él.

La película se deja ver, la historia no aburre (bueno, en algunos momentos un poquito), y la belleza de la protagonista es deslumbrante (no así su interpretación). Pero si por algo destaca Duelo al sol es por algunos planos memorables y por su mítica última secuencia, que permanecerá sin duda en la retina de un gran número de cinéfilos nostálgicos hasta la eternidad.

Laura Belle. La perla. El garañón.
Tiene todos los tópicos y alguno más del melodrama, el western y lo que surja, padre ampuloso atormentado conquistador e intratable con mujer débil y delicada al fondo, la corrupción, hijo bueno y recto, como una vela, ejemplo (muchas veces suele ser este personaje más bien hijastro, Tom Hagen) y otro desalmado mimado caprichoso, la lucha entre el progreso tecnológico (el ferrocarril), los nuevos tiempos ya venideros, y el salvaje (al) Oeste (del Edén), las tradiciones cansadas, mando por mis cojones morenos, el juez (de la horca) y parte, rey lagarto, dictador, cacique, señor de la guerra (como Burl Ives en Horizontes de grandeza o incluso La gata sobre el tejado de zinc caliente), hago lo que me salga del nabo, la negra buena y tonta, como un animalillo, está o permanece en estado vegetativo, es un alhelí o una anémona, una perrilla, encantadora, deliciosa, parva, la criada sierva soñada por toda buena familia de rancio abolengo más o menos sureña que se precie, esclava, señorita Escarlata, tejana (Austin, donde vio la luz el bueno de Lance Armstrong, capo, de casta le viene al galgo, la raza, el pedigree, villano), la mujer que acaba con el malo porque el bueno es más lento y educado y respetuoso y cuidadoso (la pérdida, se supone, del virgo marca a sangre y fuego, inexorablemente, como a una res o vaca, la letra, otra vez, escarlata, ya no puedes ser, ni en verdad tampoco mucho quiere, juntos hasta literalmente el acabose, eros tanatos, de otro, de nadie, mía o muerta), civilización o barbarie, racismo, machismo, satrapía, felonía, un folletón desaforado acartonado enfebrecido echando espuma por la boca, sin resuello, a galope, tendido, disparatado, enfurecido, enloquecedor y enloquecido hasta el mismo tuétano y el infinito, infierno, descenso, hasta más allá del arcoíris, de Orión y Ganímedes igualmente sin límite, una barbaridad, brutal, total, apocalipsis, siempre, un despelote constante aberrante (pero, dentro de todo o de lo que cabe, que es mucho, bastante controlado pese a tanto, salvo tal vez la escena de la moribunda madre y el recuerdo a dos voces que se les va claramente de la mano, y del brazo, y todo el cuerpo por delante, desmadre, por descontado, me muero, y yo con ellos), pero, ay, amigo mío, querido, señorito, que bien está, la juerga, fiesta negra, hecha, mucho más que mejor, qué potencia y grandiosidad, qué belleza barroca y enormidad incandescente, qué deleite y felicidad, esos rojos son una estúpida preciosidad grotesca espectacular calcinada, sangrar, la película es oligofrenia en vena, dame más, maravilla bendita, gloria pura, gozadera a espuertas, festín, deleite para los sentidos y el alma, llena de estupendos fenomenales detalles que la pana parten y conversaciones y escenas o secuencias fabulosas, las fiestas, ese baile inicial, viva, la charla que tienen Cotten y ella cuando les pilla encamados, más bien post polvo, el mecanismo diabólico que se activa o establece, les mueve locos, ciegos, directos al matadero, que los consume y destruye, inevitablemente, nada se puede, qué hacer, bola de nieve, la necesidad necedad ciega fanática que les lleva de la mano hacia el abismo, de pasión, camino de perdición, bestia, el lado más salvaje de la vida.
Y ella está exageradísima, pasadísima de vueltas, sí, pa matarla, es decir, perfecta, más que interpretar, a veces parece que baila, que es muda, que habla a través de signos, pone caras de mala, aviesas intenciones, turbios pensamientos, que te ríes, no puedes, trama.
Y el final no se lo salta un gitano, prodigio, sagrada paradoja, santa antinomia, lluvia dorada, oro.

Arriesgado, intrigante, salvaje, intenso, emocionante y épico western que llega a resultar tan ilógico y enfermizo, como el amor y la pasión de sus protagonistas.

No trates de entenderlo todo, déjate llevar por la emoción de su historia con el empleo de una fotografía y banda sonora, indispensables.

Es una de esas producciones clásicas que enganchan de una forma rápida y que hacen que no puedas parar de querer verla hasta llegar a su apoteósico desenlace.

El trío protagonista, está que se sale y llega a ofrecer una experiencia llena de fuerza y raza pasional que lo ilumina todo.

Poder, envidias, deudas, traiciones, morbo, obsesión, suspense, armas, emoción y venganzas personales, van de la mano hacia un desenlace inolvidable.