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La visita del rencor

Drama Karla, la viuda de un magnate del petróleo, vuelve a su ciudad natal. Ahora que es rica y poderosa, se propone vengarse de los que la despreciaron y, sobre todo, del hombre que la abandonó por otra. (FILMAFFINITY)
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Críticas 7
Críticas ordenadas por utilidad
28 de septiembre de 2009
28 de 29 usuarios han encontrado esta crítica útil
Estupendo y olvidado drama para mayor gloria de Ingrid Bergman y, en menor medida, Anthony Quinn. Bergman, que ya se ganó la eternidad cinematográfica en los trabajos que realizó con Rossellini en los 50, encadenando maravilla tras maravilla de un calado tremendo y demostrando un talento para el drama desgarrador del cual en Hollywood apenas se le permitió mostrar la punta del iceberg, aquí es la reina absoluta de la función y, ya desde su primera aparición en pantalla, bajando del tren que la devuelve, rica y acaudalada, al pueblo donde nació y más tarde fue repudiada, Bergman aplasta al respetable con su mirada. Una irrupción memorable.
Muchos aspectos del guión y el tratamiento de la historia, así como la música y la manera de acentuar, recuerdan a las producciones que protagonizó Bette Davis en esa época, los 60, cuando los dramas se volvieron más punzantes, incisivos e incluso morbosos, y como en esas mismas producciones, una gozosa sombra de serie B sobrevuela la función. Una vez la película muestra sus cartas, que constituyen una buena mano, sin duda, el asunto se vuelve un poco previsible y reiterativo, y se suceden las secuencias que conducen al inevitable final, unas más reprobables y otras más acertadas, alguna memorable, pero lo cierto es que pese a todo el interés apenas decae y tanto la película como la actuación de Bergman y Quinn se disfrutan sin reservas.
Bastante recomendable.
Peter Gabriel 77
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4 de octubre de 2012
8 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Coproducción entre USA, Alemania, Francia e Italia (menudo popurrí) y por otro lado, basada en la obra teatral “La visita de la vieja dama” del escritor suizo Friedrich Dürrenmatt creo que se nota dicho popurrí en que no nos deja claro en que país concreto se desarrolla la historia. Nos dice que es Guellen (que creo que está en Francia) y habla de Trieste (al norte de Italia), aunque el sacerdote que sale en esta película se parece más a un pope ruso o griego…en fin, simple curiosidad pues en realidad la historia de la película puede desarrollarse en cualquier parte del mundo.
Lo que cuento sobre la película aunque parezca spoiler no lo es, ya que el título mismo nos da bastantes pistas de por dónde va la cosa e incluso cualquier sinopsis cuenta esto, eso sí, me cuidaré de hablar del final para no destripar la película.
El pueblo entero de Guellen se prepara para el regreso de Karla, viuda de un magnate del petróleo y ahora una de las mujeres más ricas del mundo. Guellen es un pueblo venido muy a menos, casi en la miseria por el cierre de las minas de las que vivía. Confiados en que Karla ayudará a su pueblo, los ciudadanos preparan el recibimiento al más puro estilo “Bienvenido Mr. Marshall” (pancartas incluidas), alcalde, maestro, cura, policía, ciudadanos y Serge Miller (Anthony Quinn) principal comerciante del pueblo y primer amor de Karla (por lo que tiene papel importante en este recibimiento) preparan el “peloteo” para que Karla se sienta muy bien acogida en su “vuelta al hogar”.
Pero Karla viene resentida con sus conciudadanos y sobre todo con Serge. Transformada ahora en toda una rica dama, Karla da muestras de su prepotencia nada más llegar al pueblo, genial la escena en la que baja del tren haciendo gala de poderío y altivez (el tren no tiene parada en el pueblo pero ella lo detiene tirando de la alarma) vestida como una reina y comprando el silencio del maquinista a base de billetes…
En su primer paseo, lanza puyas y reproches con ironía y mordacidaz contra los que ahora tienen puestas todas sus esperanzas en ella manteniéndose amable con Serge. Pero poco dura lo que parecía una ayuda altruista: Karla organiza una gran cena con todo el pueblo en la que anuncia que dará un millón para el pueblo y otro millón entre sus ciudadanos con una condición: que se condene a muerte a Serge (que en su día había negado la paternidad del hijo que ella esperaba abandonándola por su actual esposa y comprando el falso testimonio de dos testigos, cosa que hace que Karla sea expulsada del pueblo y se tenga que dedicar a la prostitución en Trieste…pero las vueltas que da la vida hacen que Karla termine casándose con el multimillonario, cambiando así su suerte).
El pueblo entero se niega en rotundo a tal chantaje, pero Karla no se amilana y dice que “sabe esperar”.
Así pues empieza lo que sería la trama de la película, ¿conseguirá Karla comprar al pueblo?, ¿se dejaran los ciudadanos sobornar por tal suma de dinero?...
SIGO EN EL SPOILER SIN SPOILER
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SandraSG
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17 de marzo de 2021
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
85/20(15/03/21) Sugestivo drama dirigido por el austriaco Bernhard Wicki, para una especie de fábula que desangra la naturaleza humana en su cainismo, avaricia, sus ánimos vengativos, sus odios, o su egoísmo. Partiendo de un guión del Black List de Hollywood Ben Barzman (“El Cid”) que adapta con algunas alteraciones la obra teatral “Der Besuch der alten Dame” de 1956 del helvético Friedrich Dürrenmatt, donde remanece una ácida crítica al carácter de los humanos, asimismo dejando patente una punzante ataque al capitalismo y como este nos puede corromper, de cómo el dinero puede comprarlo todo, voluntades, amores, o vidas. Un estudio de como el materialismo pude llevarnos a la amoralidad más vil. Teneindo entre sus buenos alicientes a su pareja protagonista, empezando por una sensacional Ingrid Bergman en el rol de demiurga manipuladora cruenta, y a su lado un formidable Anthony Quinn (da igual cuando leas esto), además ambos ejercen de productores de la película. Bernhard Wicki se mostró satisfecho con su versión: "A pesar de todas las condiciones y cambios que me exigió 20th Century Fox, el resultado final todavía se puede ver hoy".

Karla (Claire en la obra) Zachanassian (Ingrid Bergman), una mujer inmensamente rica, regresa al pueblo Gullen donde creció (país indeterminado), ahora un lugar en decadencia que se vio obligada a dejar años atrás en desgracia. Tuvo un hijo de Serge Miller (Anthony Quinn), quien negó la paternidad. Su propósito en esta "visita" es hacer un trato con los habitantes; a cambio de una gran suma de dinero, quiere a Miller muerto. Al principio reacios, pero la avaricia de la gente los va calando.

Tiene un estimulante inicio en la presentación de personajes y situación. Ello creando expectación en un pueblo con la llegada de una ‘Mesias’ a este humilde lugar, cual habitantes de Villar del Río esperan a ‘Mr. Marshall’. La esperanza para Guellen en su poderío tira del freno de emergencia para hacer parada el tren cuando no le toca. Karla se llama, una multimillonaria, que agasaja con dinero al maquinista para no se queje. Baja con toda la pompa en su vestimenta, los lugareños la esperan con pancartas y banda de música, ella con gran personalidad mordaz lanza ‘pellizquitos’ contra su antigua villa. Tiene un encuentro solitario en unas ruinas con su antiguo amor Serge, dejando traslucir resentimiento contra este. Y todo explota en una velada de cena donde la película torna en una parábola incisiva contra la avaricia humana. A partir de entonces la cinta se convierte en algo así como la antítesis de una historia capriana, donde la gente se une por el bien común de ayudar a un amigo, aquí esto es, al contrario. Karla inocula el germen deshumanizador de la codicia humana, que, aunque a primeras todos cual Fuenteovejuna dicen a una ‘No’, ella sabe cómo las ansias materialistas irán extendiéndose por Guellen cual metástasis. Esta es la sustancia del relato, asistir a la gradual transformación de la gente, como Serge luchará contra su previsible destino, y como Karla irá regando de miguitas de pan agitadoras de ‘veneno monetaria’ a los vecinos, y ello admirado desde su ‘Trono’ en el balcón de la suite del Hotyel en la plaza frente a la tienda de Serge, cual presencia demiurga.

El espectador es presa de querer saber cómo acabará este órdago, ello en un crescendo asfixiante para Serge, de como los vecinos comienzan a ver la oportunidad e comprar a crédito en su tienda (con visos claros a no pagarle); El escape de la pantera de Karla, con una cacería en que en realidad Serge es el objetivo de las armas; El convoy del consumismo salvaje en la plaza frente a Serge, con camiones de autos, abrigos de piel, electrodomésticos Philips (clara publicidad encubierta), vespas, y más, donde el pueblo se arremolina sobre este macro-mercado, en claro anzuelo de lo que se podrán comprar con el dinero del soborno/chantaje de Karla, hasta donde incluso la esposa de Serge cae en la tentación; Ello hasta desembocar en la perversión de la democracia cuando el pleno del ayuntamiento retuerce la ley a su antojo para obtener premio crematístico, en un claro ataque a como las Democracias pueden ser corrompidas por la plata; Hasta desembocar en el clímax del juicio (sumarísimo) en la plaza del pueblo, donde las miserias y patetismo de los habitante que desmenuzada, con el turbador epílogo del discurso de Karla que deja a los habitantes gripados.

Todo esto desarrollado con buen ritmo, con ágiles elementos que hacen avanzar la trama, sobre todo vigorizado por la actuación mayestática de la sueca Ingrid Bergman, una femme fatale con motivos, una fría vengadora que cual Maestra de Marionetas que maneja a su antojo la codicia del populacho, es una encarnación cargada de carisma, con esa sonrisa cínica mordaz, con la mirada penetrante, con rasgos de debilidad con Serge que la humanizan, teniendo su zenit en el discurso final que deja a todos congelados. Ello embellecido por el fastuoso vestuario creado por Nina Ricci (…) en una labor nominada al Oscar; Anthony Quinn está espléndido como el retorcido Serge, acuciado por el peso del pasado ante la llegada de Karla. Formidable su arco de desarrollo, como va cayendo en diferentes estados de ánimo, la esperanza, la desorientación, la ira, el abatimiento, o la aceptación, ello teniendo una buena química con la Bergman; Entre los secundarios destaca la bella francesa Irina Demick como la doncella Anya de Karla, donde la millonaria ve en la joven advenediza a su yo del pasado, e intenta que no cometa sus mismos errores. La actriz le da vida con gran calidez humana; Además está el Doctor del pueblo encarnado por el ítalo Paolo Stoppa, especie de brújula moral del pueblo que se va torciendo en su flema.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
TOM REGAN
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11 de febrero de 2021
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Ante todo, "la visita del rencor" de Bernhard Wicki, un director prácticamente desconocido para el grán público, es una metáfora, y así debe ser vista, sin hacer más introspecciones en la credibilidad o no de los hechos narrados.

Realizada con espíritu "neorralista, y a la vez renunciando al realismo de forma absoluta, el film de Wicki, es una apuesta audaz de utilización de la alegoría o la fábula más descarnada para acercarnos a lo peor y más vil de las miserias humanas a través de una película, en la que, en contra de lo que pueda parecer a simple visitas no hay maniqueismos, (ni siquiera la supuesta vengadora tiene una clara justificación), sino simple y llanamente seres humanos en su vertiente obscura.

Bien filmada en ambientes de sórdida claustrofobia, y con una Bergman otoñal, bien asentada en su ambiguo rol, "La visita del rencor" es una interesante reflexión, llena de crudos matices, que se hacen más omnipresentes merced a una adecuada fotografía en blanco y negro y una muy estimable realización con buenos secundarios.

Buena oportunidad actoral para Ingrid Bergman tras sus "imperdonables" escarceos italianos, en una sugerente película de autor.
el feroz
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30 de diciembre de 2012
3 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
No cabe duda de la intención de Dürrenmatt, el autor de la obra original y polémico dramaturgo: denunciar que los homínidos somos despreciables y que siempre estamos a punto de coser a puñaladas a alguien a cambio de cuatro chavos. Hasta ahí, nada que objetar. Lo que sucede es que los parlamentos han envejecido y la puesta en escena es plana y convencional, lo cual aplasta las soberbias interpretaciones de Quinn y Bergman, y del reparto de secundarios que los apoyan. Siendo actual el tema central de la obra, no lo es así su desarrollo, acartonado y teatral. Sería interesante ver qué haría Haneke con este libreto.
Eduardo
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