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La bestia en la jungla

Drama La historia transcurre durante 25 años (de 1979 a 2004) en un enorme club nocturno, donde un hombre y una mujer observan y esperan un evento desconocido, mientras seguimos la evolución de la música disco a la tecno como banda sonora de la historia de una obsesión... Adaptación libre de la novela homónima de Henry James.
Críticas 3
Críticas ordenadas por utilidad
2 de marzo de 2024
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
*Ardiente secreto

Los protagonistas del filme, May y John, interpretados por Anaïs Demoustier y Tom Mercier, respectivamente, se reencuentran por casualidad en un club nocturno de París tras diez años sin comunicación. Al inicio, ambos parecen confundidos, pero un secreto importante sobre su destino los mantendrá unidos de manera irracional. La sensación de estar destinado a algo sorprendente hará que se queden mirando, literalmente, y esperando ese gran giro que les espera. Desde esa noche, cada sábado se reunirán en esa misma discoteca durante los siguientes 25 años.

La bestia en la jungla, por tanto, se desarrolla íntegramente en el interior de una sala de baile. May es muy extrovertida y le encanta bailar. John es lo contrario: introvertido, tímido y misterioso. No pueden prescindir el uno del otro, incluso cuando pasan la noche sin hablar o cuando la música constante impide que se entiendan las palabras. De repente, parece que esas noches de discoteca son la única razón de vida para ellos. Y, para dar testimonio de sus encuentros, aparece el personaje de la guardarropa, que guiará a la pareja como un narrador omnipresente que la observa.

*Prefiero no hacerlo

A medida que pasan los años, May se parece cada vez más a John, su vitalidad se debilita, ya no baila y simplemente permanecen sentados en silencio. Tal y como diría el protagonista de Melville: ellos preferirían no hacerlo. De hecho, no hacen nada. De ahí que la narrativa sea hermética y que la pareja decida no bailar, no besarse y, ni mucho menos, unirse a la gran masa de cuerpos en movimiento que se despliega frente a ellos. Chiha realiza muy bien este cambio progresivo gracias al juego de música, luces y miradas. Los años van pasando, la gente prefiere la música techno, el SIDA mata a jóvenes, el muro de Berlín se derrumba y tras el atentado del 11 se septiembre todo se desvanece para siempre.

Así, la discoteca, también llamada La Bête dans la Jungle, es tratada como protagonista silenciosa de esta historia de amor —o quizá de obsesión— que parece no encontrar nunca su propio lugar. Las imágenes y la música se cruzan sin límites para dar vida a un largometraje muy personal.

*Conclusiones

El director narra una historia fuera de tiempo y lugar e investiga el alma humana a través de una compleja relación interpersonal. La bestia en la jungla es una película que desorientará al espectador: los diálogos son escasos aunque esenciales, la tensión narrativa casi inexistente y el deseo de experimentar tan grande que la desborda por momentos.

Sin embargo, el patetismo que se crea en la relación entre los dos hermosos protagonistas resulta ser una elección más que acertada, pues acaba reactivando una búsqueda casi sádica por mantenerse en equilibrio; y, pese a que la obra no es capaz de encontrar una solución ideal a esta historia de amor tan perfecta, idealizada, May y John no serán olvidados tan fácilmente.

Escrito por Soraya Unión Álvarez
Cinemagavia
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11 de marzo de 2024
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
"Patric Chiha" se basa en un relato de "Henry James" para ofrecer su propia adaptación, totalmente libre. En ella, el reencuentro entre los dos protagonistas en una discoteca, después de diez años, detona una historia de amor (incluso de obsesión e idolatración) de idas y venidas.

En un momento dado, una voz en off afirma que “John buscaba a May, pero nunca llegó a alcanzarla. A May le hubiese gustado huir de él, pero no podía”. Y algo así le sucede al espectador: no llega a alcanzar la razón de ser del film, pero se siente empujado a seguir en él para buscar respuestas. El director lanza a la audiencia a una propuesta mística y esotérica, bañada en un festejo de baile, música disco y techno, y una marabunta de cuerpos invadiendo el espacio vital de otros. La música es constante, casi como si buscara inducir al trance; las luces de intensos colores tiñen las pieles y el ambiente monocromáticamente; y los diálogos crípticos son únicamente comprensibles en su totalidad por los protagonistas.

John espera a que suceda algo extraordinario; malo o bueno, no lo sabe. El espectador también aguarda, mientras la narradora (una fisonomista que hace de portera del club) lo guía impertérrita como si de una Moira se tratara. El inicio sugerente se acaba desfilando con un tiempo que pasa entre cortes, movimientos circulares de cámara o la repetición de planos idénticos. Y al terminar la fiesta sin fin que John y May experimentan, el atractivo visual cae en saco roto y el halo de misterio que lo ha recubierto todo resulta, cuanto menos, desconcertante. Uno se queda reflexionando sobre las verdaderas intenciones de un film que se acaba sintiendo una tragedia romántica estirada en exceso.

www.contraste.info
Revista Contraste
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11 de marzo de 2024
0 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Es un viaje a través de 25 años de historia, desde 1979 hasta 2004, en un club nocturno que sirve como escenario para una espera llena de expectativas. La película utiliza la transición de la música disco a la tecno para narrar la historia de una obsesión, creando una banda sonora que no solo acompaña sino que también protagoniza.

Chiha, conocido por su habilidad para capturar la esencia de la vida nocturna, ofrece una partitura audaz que juega con la artificialidad. Su dirección estilizada refleja la fugacidad de la juventud y el amor, presentando una mirada única sobre estos temas universales. Anaïs Demoustier brilla en su papel, aportando profundidad y emoción a la narrativa.

La película alcanza su punto álgido hacia el final, donde el tema central se aborda con mayor intensidad. A medida que se analizan los sentimientos y se desvela el misterio que subyace a la trama, “La bestia en la jungla” ofrece un desenlace revelador que invita a la reflexión sobre las decisiones y los momentos perdidos.

Se posiciona como una experiencia cinematográfica única que, aunque puede no ser para todos los gustos, ofrece una perspectiva distintiva y enriquecedora sobre la intersección entre la música, el tiempo y las emociones humanas.
Pablo Veiga
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