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Stella Dallas

Drama Stella, una chica de familia humilde, se casa con el adinerado Steve. Al poco tiempo, tienen una hija y todo parece ir bien, pero las grandes diferencias de educación harán mella en su matrimonio. (FILMAFFINITY)
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Críticas 13
Críticas ordenadas por utilidad
11 de septiembre de 2008
30 de 32 usuarios han encontrado esta crítica útil
Stella Dallas quizás no sea una gran película pero sí un excelente personaje de esos con los que sueñan las grandes actrices. La variedad de matices que ofrece hace que sólo esté al alcance de las más grandes. Y aquella Bárbara Stanwyck de los años 30, era una actriz en formación pero que ya había dejado excelentes muestras de su talento. Recordemos, sin ir más lejos, La mujer milagro y La amargura del general Yen, ambas de Capra.

Bárbara coge el papel y, para mi, lo borda. Lo hace suyo. Bárbara y Stella se confunden. ¿Quién es quién? Esa es la grandeza de la interpretación. Luego está la película en si. Un tanto ñoña y si me apuran cursi, especialmente en el personaje de Laurel, o, si lo prefieren, demasiado efectista buscando reacciones lacrimógenas por parte del espectador antes que reflejar situaciones verosímiles. Pero esto es cine, y el cine tiene sus artimañas y sus trucos y sus reglas de juego. En el cine de siempre, igual que ahora ocurre en la guerra de las televisiones, se buscaban audiencias, cuantas más mejor. Y el estudio psicológico del espectador aconsejaba regalarle situaciones de melodrama puro y duro. De los de rompe y rasga. De los que hacen inevitable una lágrima cayendo sobre las arenas tapizadas de las butacas.

Pero el personaje de Stella Dallas, con su colección de estrambóticos sombreros, pieles de zorro baratas y vestidos cuajaditos de volantes, es algo especial. Duro de pelar. Sólo para actrices privilegiadas como ella.

Momentos cumbres de la película hay muchos y en todos ellos está Bárbara Stella. En algunos, como en las literas del tren, está con su hija Laurel (Anne Shirley) y en otros, como la noche de Navidad está sola con ella misma eligiendo y retocando su vestido en una especie de postrero canto del cisne ante un amor que se escapa irremediablemente. Y por descontado, en el momento cumbre de su vida está sola y apoyada sobre la frialdad de una verja
FATHER CAPRIO
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10 de octubre de 2009
18 de 18 usuarios han encontrado esta crítica útil
Film realizado por King Vidor (1894-1982), remake de otro anterior, mudo, del mismo título (Henry King, 1925). El guión, de Victor Heerman y Sarah Y. Mason, adapta la por entonces famosa novela “Stella Dallas” (1923), de Olive Higgins Prouty (1882-1974). La adaptación o dramatización corre a cargo de Harry Wagstaff Gribble y Gertrude Purcell, especialistas en temas románticos y melodramáticos. Los diálogos adicionales son de Joe Bigelow (no acreditado). Producido por Samuel Goldwyn para UA, se proyecta en sesión de preestreno el 5-VIII-1937 (NYC).

La acción dramática principal tiene lugar en Millhampton (Mass.) y NYC, a lo largo de unos 20 años (1917-37). La joven Stella Martin “Stell” Dallas (Stanwyck), de familia humilde, trabajadora manual en una empresa industrial del lugar, es ambiciosa, seductora e inteligente. Se casa con Stephen Dallas (Boles), neoyorquino de familia acomodada. Tienen una hija, Laurel “Lodie”, que concentra la atención y el afecto de la madre. Tras más de un año de trabajo como profesional independiente, Stephen decide reincorporarse a la empresa familiar, ubicada en NY, mientras Stella permanece en Millhampton.

El film suma drama y romance en forma de melodrama de tintes folletinescos, de acuerdo con el texto de la novela original. Pese al trabajo de los guionista y director en orden a dignificar el relato, atenuar aristas, contener la inverosimilitud de las situaciones y mejorar la construcción de los personajes y de la trama, la obra mantiene las características esenciales de la novela de base. El espectador que busca ilación lógica de las situaciones expuestas, fundamentos suficientes de la evolución de los hechos y de las razones personales, no puede dejar de sentirse decepcionado. El espectador poco exigente o benevolente, que acepte la fragilidad lógica del argumento y se deje llevar por los sentimientos desmelenados que se proponen, se sentirá posiblemente complacido. La obra va dirigida a un público popular ávido de situaciones de dramatismo desesperado al margen de la lógica y la racionalidad. Por lo demás, la obra ha envejecido notablemente al manejar prejuicios, concepciones y valores, que no sólo se han visto superados, sino que entran en colusión con los valores actuales de general aceptación. La obra, estrenada en las postrimerías de la Gran Depresión, obtuvo un notable éxito de público.

El film aporta dos focos de interés principales: la soberbia y compleja interpretación de Stanwyck, en el primer papel relevante de su carrera profesional , que le vale la primera de sus cuatro nominaciones al Oscar, y la descripción documental de las concepciones populares anacrónicas vigentes entonces sobre algunos aspectos del amor de madre, de la capacidad de sacrificio de ésta por los hijos y, sobre todo, de la confusión de la felicidad con la posesión de bienes y la relación con personas adineradas.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Miquel
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20 de febrero de 2015
16 de 16 usuarios han encontrado esta crítica útil
Película emotiva que se adhiere al flujo de melodramas maternales que configuraron gran parte del panorama cinematográfico de los años treinta en Hollywood. De este tipo de melodramas emerge una heroína más liberada y autónoma, excelentemente encarnada por Barbara Stanwyck, una actriz versátil que frecuentó admirablemente la comedia y el melodrama, así como el cine negro. Uno de los elementos vertebradores en este film a nivel dramático, viene constituido por la preocupación que suscitaban las consecuencias por el comportamiento de este tipo de heroínas, que bajo el código de censura Hays, instaurado en 1934, determinará el justificado y necesario sacrificio de la madre en este tipo de films.

Efectivamente, Stella es descrita como vulgar y arribista y pagará con creces el no haber sabido apaciguar su irrevocable deseo de ser distinta a su clase, de no haber sabido acomodarse al buen hacer de esa gente a la que tanto admiraba y a la que pretende asociarse a partir de un matrimonio. No entenderá jamás la proporción que debe guardarse para conseguir el refinamiento que se le exige para estar entre los que ella desea estar, confundiendo sistemáticamente ascenso social con exceso e impidiendo por derivación el éxito social de su hija. Algo por lo que ella no está dispuesta a renunciar y que la moverá a ejercer de madre abnegada.

El deseo de Stella se concreta en su aspiración de aparentar lo que no es, que el cineasta aprovecha sabiamente mostrándola en varias ocasiones ante el espejo, es la falsedad de las apariencias, motivada en parte por la influencia de aquellos ambientes amables descritos en los films que ella dice ver con asiduidad. Stella huye de su predestinación social, una pobre de clase obrera, pero las circunstancias le abocan a una total conciencia de su realidad social. En este sentimiento se apoya el hilo dramático de todo el relato a modo de eco de la tragedia clásica. Es el noble deseo de una madre que no quiere ser obstáculo para su hija, con su renuncia redime su falta. El film es una equilibrada mezcla de documento social y crónica costumbrista que le permite contar de la manera más adecuada, el mayor número de cosas en el mínimo tiempo posible.

Todo ello asumido por King Vidor, puede parecer hoy un material endeble, quizás las convenciones sociales han quedado obsoletas, pero la película es de una poderosa y sorprendente madurez formal y permite descubrir a un autor en pleno dominio de sus facultades expresivas. “Stella Dallas” es, como lo fuera anteriormente “El campeón” un folletín que no sólo no se avergüenza de serlo, sino que ostenta sus características con peculiar dignidad y con suma elegancia. King Vidor fue un gran cineasta y pionero, que según él, se consideraba humanista y un moralista que se expresaba en estos términos: “El cine debe rendir servicios a la humanidad y ayudar a liberarle de las lacras y el sufrimiento”. Me parece un gesto de humildad y altruismo.
Antonio Morales
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26 de julio de 2015
11 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
Puesta al día de 1937 por Goldwing, de la versión muda de 1925, dirigida por Henry King, (titulada en España: "Y supo ser madre") sobre la novela melodramática de éxito del 23 "Stella Dallas" escrita por Olive Higgins Prouty.
No he visto la versión silente pero a tenor de algunas imágenes de escenas claves, da la sensación que Goldwing-Vidor las calcaron.
Es igual, porque la cosa se llama Stanwick, que se apodera absolutamente de la pantalla y eleva un producto lleno de fisuras, cuyo objetivo no era otro que hacer gastar pañuelos al espectador apelando al amor materno, primero y quizás único en el top de amores posibles e imposibles.
Barbara, que venía de ser asidua de Capra, engancha a los 30 años su primer protagonista absoluto y lo borda con una gama de registros que van desde el ridículo superficial a la emoción directa al corazón. Supuso su primera nominación al Oscar y el derecho a ponerse el articulo "La" delante de su apellido. Puede que la película hablase también de otras cosas como las clases sociales, la educación y demás pero todo queda en segundo termino ante esta leyenda rubia que supo encarnar a mujeres fuertes, capaces de apechugar con su decisiones sean equivocadas o no.
El resto del reparto se someten a ella con dignidad y la fotografía de Maté, también ayuda
ELZIETE
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29 de agosto de 2009
11 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
Esta película me dejó un grato recuerdo cuando la ví con doce o catorce años en la tele (en esa época era posible ver cine clásico a horas decentes). Tenía miedo de que me defraudara al volver a verla, pero no ha sido así: he vuelto a vivir las mismas sensaciones que me prudujo entonces y se me ha caído la lagrimilla con las mismas escenas con las que lloré al verla por primera vez.
En este nuevo visionado me ha parecido excesiva la actuación de la hija, que a veces parece boba. La actuación de Barbara Stanwyck es soberbia, aunque, quizás porque han querido contar mucho en poco tiempo, pasa por unos cambios de personalidad no del todo entendibles. Tampoco queda muy clara la relación con su marido ausente y la causa de sus penurias económicas. ¿Dónde quedó la arribista del comienzo de la película que de pronto no es capaz de sacarle dinero a su propio marido para darle a su hija todos los caprichos?

Si no fuera por algunos de esos defectos la calificaría de obra maestra; aun así me parece una gran película que ningún amante del cine se puede perder. Tiene varias de esas escenas que se recuerdan para siempre.
Karamazov
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