Invisible Target (Punto de impacto)

“Invisible Target” (Nan er ben se) cuenta la historia de tres policías que se ven involucrados en un robo de 100 millones de dólares a cargo de una peligrosa banda de criminales. Los tres policías son muy distintos, pero se unen por una causa en común, pese a sus diferencias morales y sus opuestas metodologías de trabajo, deben aunar fuerzas para capturar a este grupo de peligrosos atracadores.

Así pues, Chan (Nicholas Tse) resulta ser un policía expeditivo, para el agente es una cuestión de simple venganza, su prometida falleció durante el último robo de la banda a un furgón blindado.

Fong (Shawn Yue) un estricto cumplidor del código, le mueve el orgullo, tras haber quedado en ridículo durante una dura contienda en la que fue el único superviviente.

Wai (Jaycee Chan) representa al novato idealista, pero también se trata de una cuestión de honor familiar, pues su hermano, también policía, desapareció mientras investigaba a la banda y se sospecha que puede haberse convertido en un traidor.

Por otro lado, aunque de manera mucho más sutil, los respectivos atracadores también tienen sus propias motivaciones, generalmente escudadas en la discriminación de la propia sociedad y una infancia dura.

El verdadero atractivo de “Invisible Target” son sus espectaculares peleas coreografiadas y su destrucción generalizada del mobiliario urbano: explosiones, tiroteos, acrobacias imposibles y persecuciones trepidantes.

Los temas del film son: la venganza, el orgullo y honor, al mismo tiempo que refleja en cada uno de sus tres protagonistas una metodología policial aparentemente enfrentada.

La película genero por venta de taquillas la cantidad de $5,5 millones, además recibió el Gran Premio del Jurado (Ciervo de Oro) en el “Changchun Film Festival, China”.

Una melancólica guitarra acompaña a una escena de lo más apacible en la que vemos a una chica escogiendo el anillo perfecto en una joyería; se preocupa por el precio, llama a su novio, decide que sí, que va a comprar el caro, sonríe, está feliz.
Y mientras tanto una furgoneta negra atraviesa las concurridas calles de Hong Kong en pleno día.

De qué forma más curiosa empieza esta película, porque por nuestra experiencia podríamos intuir lo que está a punto de pasar...y efectivamente pasa. A poco más de 2 minutos y 40 segundos, dos tipos con pintas de peligrosos aparecen de repente y colocan explosivos en la furgoneta, mandando el vehículo y cualquier cosa de los alrededores a tomar viento, y así es como verdaderamente nos metemos de cabeza en el espectáculo que el sr. Benny Chan nos tiene preparados.
Y menuda. Un grupo de atracadores profesionales que visten y pelean como los de "Matrix" intentan robar los 100 millones de dólares del furgón del que hablábamos, pero la jugada, pese a lo destructivo de sus consecuencias, les sale como el culo, ya que un traidor ha logrado quitarles todo el dinero...pero eso no es lo peor. La chica de la joyería, muerta por la explosión, era la prometida del detective Chan, el inspector Carson ha visto su reputación irse por el retrete, y el novato Wai ha perdido la pista de su hermano, supuestamente infiltrado en la banda de los atracadores. Tres policías de método y ética distinta que tendrán que unir sus fuerzas para parar a esos asesinos, mientras éstos buscan sin descanso al cabrón que les traicionó y se quedó con su dinero, dejando un reguero de caos y víctimas a su paso por todo Hong Kong.

Descubrí a Benny Chan con la que fue su primera película, "A Moment of Romance", un combinado bastante potente de acción y el más puro melodrama rodada allá por 1.990 y con unos jovencísimos Andy Lau y Chien-Lien Wu encabezando el reparto; a partir de ahí, y a lo largo de los años, este chino ha sabido moverse bien en el cine de acción mezclando el género con otros como la comedia, el drama o la ciencia-ficción, brindándonos propuestas tan típicas de la industria hongkonesa y, al mismo tiempo, la mar de interesantes, como "Fuerza de Ataque" y "Man Wanted", con las que se convertiría en un incuestionable heredero de John Woo, o la extraña "Gen-X Cops", aunque sin duda han sido sus colaboraciones con Jackie Chan ("New Police Story", "Who am I?") las culpables de que sea verdaderamente conocido.
Precisamente, tras dirigir por tercera vez a Chan en la muy mediocre "Dos Ladrones y Medio", la cual decepcionará hasta a los más acérrimos fans del actor, el incansable realizador, junto a sus guionistas Melody Lui y Rams Ling, y encargándose también de la producción, decidió volver a inmiscuirse en el cine de pura y dura acción que tantos réditos le había dado, y como nunca antes lo había hecho.

De este modo, "Invisible Target" se convertiría en su gloriosa vuelta al género; los resultados en pantalla dejan claro sus objetivos, y de hecho son tan obvios que ni nos engaña ni nos defraudan. Benny Chan, contando con un gran despliegue de medios, ofrece un espectáculo sin igual repleto de tiros, explosiones, persecuciones y peleas con más cabriolas y piruetas que las de Bruce Lee, todo desarrollado durante dos horas de forma frenética y efectista; tan efectista e inverosímil es el film que parece más cercano al cine de acción estadounidense, con cosillas que nos pueden recordar a la 3.ª entrega de "Jungla de Cristal" o a las pelis de Seagal y Van Damme, que al cine chino propiamente dicho, aunque por supuesto si a alguno rinde tributo es a éste y a los directores que lo ejercieron en los '80 y los '90, de los cuales Chan se influenció.
La huella de Woo, Ringo Lam o Joe Cheung está muy presente en el cine actual. Como manda la tradición se nos exponen de forma seria los valores que mueven a los personajes de estas tramas: en este caso la venganza, la traición, la corrupción y la ambigua moral que sostiene el buen policía, quien se debate entre respetar el uniforme o guiarse por sus sentimientos, aunque no sea lo correcto. Interesantes reflexiones, sí, lo malo es que al director le sale una mezcla un tanto irregular, porque el exceso de comedia absurda mostrada en ciertas ocasiones se da de tortas con el profundo drama de la historia, y la acción es tan disparatada que uno no sabe si tomarse esto como un policíaco serio o como una gamberrada hecha así a propósito.

Repite con Chan el carismático Nicholas Tse, formando un implacable equipo junto a Jaycee Chan y ese versátil Shawn Yue que cada vez me sorprende más como actor.
A éstos les secundan la guapa Elanne Kong, los más veteranos Dominic Lam y Mark Cheng y hasta aparece el actor fetiche de Johnnie To, Lam Suet (no si cuando yo digo que este tío en todas partes...), quienes dan todo lo que pueden y más en este ágil, impactante y muy desproporcionado "thriller" de acción que hace saltar del asiento, con momentos tan memorables como el de la feria, el del autobús escolar o esa última media hora que tanto recuerda al final de "Hard Boiled" (sólo que en una comisaría en lugar de un hospital), y que se basa en una infinita sucesión de tortas, disparos y destrucción estructural masiva.

Imposible es que uno se aburra con esta película.

Como digo, el argumento es sencillo y calificar la película también: es un truño (nivel de truño: truñín inofensivo, pero truño al fin y al cabo). La parte positiva es que no engaña a nadie y que desde el minuto cero cualquiera es consciente de que es la película no sólo no va dirigida a cinéfilos sino que cualquiera con más de veinte puntos de cociente intelectual sentirá sarpullidos mentales al cuarto de hora. La parte negativa es, precisamente, que cualquiera con más de veinte puntos de cociente, etc….

Y es que, siendo realistas, no hay por donde cogerla. Hasta donde tuve huevos de ver, una media hora aproximadamente, no había historia como tal, tan solo una parodia (en el sentido despectivo, porque la película está hecha supuestamente en serio) de películas de tiros y mamporros, interpretada por un conjunto de Jackie Chans de rebajas. Muchas explosiones cutres, muchos tiroteos sin criterio, muchos coreanos hablando rápido y muchas peleas amañadas con patadas voladoras… pero aburre a las ovejas.

Puede que en China, Taiwan y Corea el recurso de poner explosiones cada dos minutos y saltos imposibles con cables invisibles (invisibles a veces sí y a veces no) garantice espectacularidad, pero creo que el mundo occidental hace falta algo más.