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Texasville

Drama En un pueblo de Texas todos se preparan para celebrar el centenario de la fundación de la población. Es también el momento para recordar el pasado de Duane y Jacy. Secuela de "La última película". (FILMAFFINITY)
Críticas 5
Críticas ordenadas por utilidad
19 de septiembre de 2011
9 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
"The last picture show" es una película de una especial belleza, con unos personajes entrañables. Esta pretende contarnos lo que fue de aquellos chiquillos cuando se hicieron cuarentones y lo consigue a medias. Para empezar, falta el glamour da la primera parte. Será la cosa del blanco y negro. Luego nos encontramos con unos cuarentones/as que siguen acostándose entre sí, como de jóvenes, pero sin la gracia de entonces. La primera parte de la película me ha parecido un barullo de personajes llorones y gritones, con escenas de comedia frívola sin mucha gracia. A medida que la historia va transcurriendo, la cosa gana en pulso narrativo y los comportamientos de los personajes ganan en profundidad. Algo que desconcierta es que el protagonismo pase totalmente de Sonny (Timothy Bottoms), ese chico perdedor pero con tanto encanto, a su amigo el exitoso Duane (Jeff Bridges) que en la primera película quedaba en segundo término. Sonny a acabado desequilibrado y Duane sigue siendo el don Juan de siempre. Aparece Jacy, tras años de ausencia y tocada por la muerte de un hijo, y surge el recuerdo de su amor a la vez que hay una estrecha relación entre antigua novia y esposa actual. Esa parte es la más lograda. De fondo está una celebración del "Centenario", con desfiles de caw-boys y demás al más puro estilo del Berlanga de Mr. Marshall. No recomendada para quien no haya visto la primera.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Fuman2
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23 de octubre de 2014
4 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
El colegio, el despertar sexual, el primer romance, los grandes amigos que fallecieron y que se recordarán siempre… ¡todo eso ha quedado atrás!, y tras haber transcurrido 30 años, cuando ya del Teatro Royal, el billar y el restaurante, no queda más que su sombra porque han dado paso a la transformación y al progreso que llegan con los años, y cuando ya las canas brillan en las cabezas de aquellos que se conocieron en los años 1950, Duane, Sonny, Ruth, Lester… vuelven a reencontrarse con Jacy Farrow, la linda rubia que, alejada por su padres, se había ido lejos y que, ahora, con menos tersura en la piel y la huella de grandes pesares en el alma, vuelve para recordar los gratos y tristes momentos vividos con aquellos que significaron tanto en su vida. La amistad continúa… pero, ¿qué es de ellos, ahora, y qué será de aquí en adelante?

“La Última Película”, no fue la última película, así como, “la última moda” nunca es la última moda. En 1990, al director Peter Bogdanovich, se le vino a la mente que, de la novela de Larry McMurtry, todavía quedaba parte de la historia sin contar y que, siendo factible acceder a los principales actores que protagonizaron aquel exitoso filme que lo encumbrara años atrás, podía resultar bien interesante volver a reunirlos con sus reales cambios físicos para continuar el relato de sus vidas.

De esta manera, <<TEXASVILLE>>, reemprende las vivencias de aquella gente del común del que podría ser un pueblo cualquiera, y su apreciación queda estrechamente ligada al visionado de la primera parte de la historia, so pena de no comprender y de, quizás, no conseguir compenetrarse con lo que ahora pasa por la mente de sus personajes.

El resultado no logra la inspiración profunda que consiguió, Bogdanovich, en “The Last Picture Show”, pero no obstante, consigue que queramos seguir a aquellos comunes, pero simpáticos seres que, como casi todo el mundo, luchan por la estabilidad económica, anhelan tener sexo, lidian con la familia… y trasiegan cada día lo mejor que pueden; y entre estas cotidianidades, también brilla la amistad y la dulce añoranza se reaviva en sus pensamientos; el amor pugna por seguir su cauce entre aquellos todavía palpitantes corazones, y la solidaridad está siempre dispuesta a aflorar cuando el amigo o la amiga la requieran.

Ese regreso de Jacy Farrow a Texasville, abrirá una nueva puerta para el reencuentro de viejos amigos, que, aunque aún siguen siendo vidas que se llevará el viento, en el corazón de alguien muy cercano quedarán guardados para siempre.

Jeff Bridges, Cybill Shepherd, Cloris Leachman, Timothy Bottoms, junto a los nuevos intérpretes y nueva generación: Annie Potts como la consecuente Karla; William McNamara, el irrefrenable Dicki; y Su Hyatt, la coqueta Suzie Nolan, traerán otro aire a las, ahora, más largas y transitadas calles de Texasville.
Luis Guillermo Cardona
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2 de octubre de 2010
7 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
Han pasado veinte años y el regreso al pueblo de Jacy, acentúa los problemas emocionales de Duanne. Ella pasó este tiempo en Italia y tuvo una famillia probablemente estable por lo que podemos deducir. Él, a pesar de haber creado una fortuna, tiene una familia totalmente disfuncional y se desmorona igual que su economia. No le salió mal la jugada a Bogdanovich, infinidad de veces, al terminar una película hemos jugado con la mente en deducir que les devino el futuro a esos personajes con los que nos encariñamos. La película es interesante, Jeff Bridges está genial, la ambientación de ésa América dejada de la mano de Dios es simpática, la música ya no es Hank Williams y los vecinos de Texasville han enloquecido pero no alcanza las cuotas de su predecesora y quizás peca en el metraje, a los veinte minutos ya sabemos que fue de cada uno de los personajes
baldo
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5 de septiembre de 2012
7 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
Esta película no tiene los tres parámetros típicos de toda historia dramática, esto es, presentación, nudo y desenlace. Sino que durante las dos horas largas de su metraje se limita a hacernos una presentación pelmaza de los habitantes anodinos y estrafalarios de un pueblo texano.

Siempre estás esperando que ocurra algo especial, pero nunca llega a ocurrir nada distinto a lo que ya has visto. Y lo que has visto es que en Texas están todos como una cabra, disparan con pistolas y rifles a todas horas y en cualquier sitio, y que todos son promiscuos liándose unos con otros dentro de la misma familia y de la de los vecinos como si tal cosa.

En cuanto a los actores no es que sean malos, sino que se pasan también las dos horas poniendo las mismas caras y los mismo gestos en todas las escenas.
Espectador ingenuo
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23 de julio de 2022
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Existe un gran dicho de uso cinéfilo: “Nunca segundas partes fueron buenas”. Con honrosas excepciones (de la trilogía de “El Padrino”, sin duda, la segunda entrega es la mejor), suele ser así. Pero pocas veces el aforismo es más cierto y el resultado de una segunda parte más patético que en el caso de “Texasville”, secuela veinte años después de una de las más grandes obras maestras de la historia, “La última película”. Peter Bogdanovich estaba bajo el efecto de sustancias psicotrópicas o tras una ingesta masiva de setas alucinógenas cuando decidió tirar por la borda con este bodrio una de las mejores estelas de personajes que nos haya dejado el cine.

Prostituye gratuitamente la melancolía hecha obra maestra de la primigenia cinta por la comedia barata y facilona hija del discutible cine de los 80, justo en sentido contrario respecto a la “La última película”, como piedra fundacional del excelso cine de los 70.

Tampoco queda ni rastro de ningún retrato generacional. Pudo mostrarnos los desengaños de la edad adulta como nos enseñaba los de la juventud en la primera de las cintas, pero no se encuentra nada parecido por más interés que se ponga en su búsqueda. Sencillamente porque no hay nada en su guión lerdo.

No sobrevive igualmente la dura y ácida crítica social sobre la insufrible sociedad tejana de la cinta primigenia, dedicándose a bostezar en torno a intragables e inverosímiles escarceos amorosos de sus protagonistas, que comienzan a darnos bastante igual y que acaban cayéndonos todos ellos francamente mal.

No vemos nada del encanto deprimente de aquella pequeña población que, para más inri, ha abandonado su maravillosa fotografía en blanco y negro para caer en un color ochentero ciertamente cargante.

Peter Bogdanovich, que había creado una de las mejores películas corales jamás habida aunque, simultánea y magistralmente, había logrado fijar nuestro interés en los tres jóvenes que la protagonizaban, ahora entierra sin saber por qué al personaje de Timothy Bottoms, entonces protagonista, y que en “Texasville” no pasa de ser un molesto secundario que embarra la trama sin saberse nunca hacía dónde se dirige su arco vital; Jeff Bridges, otrora el amigo que estaba deseando escapar de aquel lugar desolado al que sólo lo unía su novia, ahora convertido en una presunta máquina de disparar chistes (sin gracia) y embarcado en la ruina de su empresa petrolífera y en una vida privada que no se acaba de entender en ningún momento del metraje por exceso; y la entonces maravillosa Cybill Shepherd, inexplicablemente, que aquí deja de ser la mala de la función, la mujer fatal de la cinta fundacional, para conformar un dechado de sentido común y generosidad para con la familia de Jeff Bridges hasta un punto que llega a ser insoportable.

Y lo que en “La última película” era una eterna amalgama de personajes secundarios inolvidables, ahora son puro esperpento cuyas historias, supuestamente divertidas, no hacen gracia a nadie e interesan a muchos menos.

Incluso la primigenia y permanente banda sonora musical a base de temas clásicos del country se convierte en “Texasville” en una selección de repelentes temas ochenteros de éxito totalmente innecesarios. No se debería permitir hacer esto con la memoria de una de las mejores cintas de la historia del cine a mayor gloria de la taquilla y la venta de palomitas.
Sergio Berbel
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