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Manji (All Mixed Up)

Drama. Romance El guión, escrito por Kaneto Shindo, retrata la obsesión, por momentos platónica, por momentos abiertamente sexual, de una mujer casada por una bellísima joven. (FILMAFFINTIY)
Críticas 5
Críticas ordenadas por utilidad
5 de febrero de 2010
13 de 14 usuarios han encontrado esta crítica útil
Yasuzo Masumura es uno de los referentes históricos indiscutible de la corriente que revolucionó la cinematografía de su país y la universal en unos años en los que la cobardía iba siendo abandonada.
En Manji, Masumura nos relata de manera vertiginosa la espiral de obsesiones, de amor enfermizo y salvaje, dolor y locura por el que pasan sus personajes, aparentemente corrientes y grises, representantes claros de la clase media de un Japón industrial, pero llevados al extremo del sufrimiento y la falta de cordura y equilibrio.
Y lo hace mediante una forma repleta de sensualidad sorprendente en una película de los años sesenta, valiente, directa y sin florituras.
El acercamiento al lesbianismo y el deseo como tal se hace de manera audaz, vigentísima y escadalizante por su modernez más que por lo que en sí relata, lo que dice mucho de un director que pese a haber estado atado y sometido a los estudios nipones supo hacer suya cada historia que tocaba camuflándola con los tintes del melodrama de la época.
De casi obligada visión.
javieritos
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20 de febrero de 2011
13 de 14 usuarios han encontrado esta crítica útil
"Manji" es de alguna forma una precuela espiritual de la hermosa y trágica "Blind Beast" dirigida por Masumura en 1969. Temáticamente comparten ciertos puntos, códigos visuales y también el tratamiento de la pasión como catalizador, como interruptor, siempre en "on", recordándonos que en el fondo somos carne, sólo eso. La desgarradora propuesta de Masumura analiza el amor desde un punto de vista insano, pero a la vez creíble. Rabiosamente moderna y descarnadamente bella, lo que aquí se nos narra se inicia de forma inocente: una joven dibuja en clase de arte a "su mujer ideal". Rápidamente corren los rumores de que nuestra protagonista y la chica del dibujo (que toma sus rasgos de una compañera de clase) mantienen una amistad que va más allá "de lo normal"; lo cual es un problema porque una está casada y la otra, una mujer bien colocada a nivel social, está a punto de contraer matrimonio. Pero lejos de querer cerrar bocas, deciden aprovechar la situación... yéndoseles completamente de las manos.

Ni el Douglas Sirk más desatado sería capaz de crear a cuatro personajes con tantos matices como los que le regaló Kaneto Shindo (director de Onibaba, entre otras) a Yasuzo Masumura. Tomando como base una novela de Junichirô Tanizaki, el realizador consigue no sólo empapar la historia con sus tradicionales tics, sino sacar petróleo de una narración que se cuenta a dos tiempos (pasado, presente) y que navega en temas que a día de hoy aún serían motivo de controversia; no el lesbianismo, por supuesto, sino ciertos elementos que tienen lugar en el tercer acto del film, como su terrorífico final. Con "Manji" Masumura consigue dos cosas: inquietar y hacernos creer que lo que se nos cuenta pudo haber sucedido en la vida real, todo por culpa (o gracias a) la sobrenatural belleza de Ayako Wakao, una especie de ángel caído del cielo que ilumina la pantalla en cada aparición. Sus suaves rasgos y la forma en que interpreta a su personaje hacen el resto, que no es poco.

En resumen: un descarnado melodrama que se sirve de todos los recursos del género (música utilizada de forma efectista, personajes llevados al extremo) para cimentar una historia que pasa de imposible a creíble con la única aparición de un personaje en escena. Porque Mizoguchi la descubrió, pero con Masumura, Ayako Wakao se hizo mujer. Y qué mujer.
Caith_Sith
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19 de marzo de 2017
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Un cuello de mujer inicia un relato en sucesivos flashbacks que nos cuenta la progresiva obsesión de la señora Rakiuchi por la joven Mitsuko lo que acabará por provocar una terrible convulsión en su vida y en su matrimonio. La película es sorprendentemente atrevida al mostrar el proceso de adoración creciente de Rakiuchi en una especie de canto a la sensualidad al límite de lo permitido para el año de su rodaje,1964. Homosexualidad, relaciones obsesivas y enfermizas, morbosidad, masoquismo y sadismo desfilan por esta bellísima, a ratos hipnótica, erótica y sensual película, planteada como si de una tragedia griega se tratase, con un fondo ominoso y fatalista en el que el exceso de amor se da la mano con la muerte -sensación acentuada por la dramática música de Taddashi Yamauchi- con toques incluso de película de terror. La actriz Kyoko Kishida como la señora Rakiuchi lleva todo el peso de la película a la que se añade el gran trabajo y la belleza angelical de Ayako Wakao a cuyo alrededor se creará una religión de destrucción y obediencia, ángel y demonio caprichoso y exterminador a un tiempo.
“Quiero ser tan fuerte que no tenga miedo de Dios, ni de mis padres ni de mi marido”
Gould
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16 de enero de 2022
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Otro paseo de Yasuzô Masumura hacia la locura del deseo.

La evolución de unos personajes que entierran el pudor y construyen un sólido avance tanto dentro como fuera de la obra. Masumura derriba tabues de la mano de Kaneto Shindô y bailan con delirio la música de su melodrama.

Entre camas sagradas y papelitos rojos para dormir, los personajes luchan contra las limitaciones mentales y el deseo carnal. El capricho los anula y la mente los tortura. La rueda del destino se rompe y la brújula de la sensatez señala como loca en mil direcciones equivocadas.

Seres anhelando ser tan fuertes como sus ganas de morir.
La puerta de Tannhäuser
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3 de octubre de 2017
2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una de las más famosas novelas nacidas en el país del Sol Naciente fue "Manji".

Escrita en forma de serial entre 1.928 y 1.930 por Junichiro Tanizaki, la cual hablaba del polémico cuadro amoroso (resulta original que el autor pusiera al relato el nombre de la esvástica budista) vivido entre dos parejas en Osaka, y que comenzaba con una relación entre dos mujeres, Sonoko y Mitsuko, la cual va mutando desde la admiración a una incontrolable espiral de malsanos sentimientos que ninguno de los protagonistas puede parar.
En esta versión de 1.964 (aunque más tarde se realizaron otras), la historia la tomó y la adaptó el controvertido cineasta Kaneto Shindo, realizador de clásicos como "Onibaba" o "La Isla Desnuda", y de su dirección se encargó el no menos atrevido Yasuzo Masumura, otro nipón famoso por su sordidez y crudeza (aunque tristemente desconocido para la inmensa mayoría), que cuenta en su haber con obras tan interesantes como "Tatuaje", "La Bestia Ciega" o "Salvaje como un Ciclón".

Como he dicho, lo que se nos presenta en este duro, amargo, trágico y violento film es una historia de amor prohibido que surge entre dos féminas en una academia de arte. Sonoko, casada con un recto abogado, posee un talento innato al pincel; sin embargo, cuando pinta, en su cabeza sólo aparece la imagen de la atractiva y seductora Mitsuko, por la que siente algo más que una corriente amistad, lo que da pie a que todas sus compañeras y personas cercanas propaguen incisivos chismorreos sobre ellas.
Pero, efectivamente, todos tienen razón; parece ser que la muy liberal Sonoko va cayendo poco a poco en los encantos de su compañera y se acaba sumergiendo en una relación de lo más caótica donde tienen cabida tanto el amor como el odio y donde toman parte el marido de la primera y el joven novio de la segunda, Eijiro.

Masumura siempre fue un hábil director que no tenía pelos en la lengua a la hora de narrar turbios sucesos donde cobraban especial importancia el sexo, la perversión, la seducción y la sensualidad carnal, algo que ha sido su sello a lo largo de toda su filmografía, siendo él uno de los primeros cineastas de la "nueva ola" que tocaron esos tan polémicos puntos. Y es que el hombre no se queda corto plasmando en imágenes el guión de Shindo; "Manji" es una película oscura, retorcida, que explora los más oscuros sentimientos a los que un ser humano puede sucumbir cegado por la pasión, y lo hace, creo, dejando al espectador al margen, como si espiara a través de una mirilla, como un "voyeur" que se dedica a observar las debilidades y enfermizos deseos pasionales, los cuales provocan cambios drásticos en la forma de ser de los personajes.
Primero se inicia el tórrido romance entre las dos mujeres, donde vemos a Sonoko cada vez más alejada de su marido, pero el carácter manipulador de Mitsuko parece no tener límites y empuja a la otra a cumplir sus exigencias, a utilizarla como si de una marioneta se tratase...algo que en el fondo le gusta consentir. Los constantes giros de la historia, narrada en primera persona por la protagonista, logran sumergir al espectador en la misma tenebrosa vorágine que va atrapando a estos personajes tan llenos de ambigüedad y matices emocionales mientras avanza la trama.

Cuanto más cerca está el final más se intensifica ese amargo regusto que se puede sentir a través de lo grotesco, de lo seco de las imágenes, de la tan bien conseguida atmósfera que Masumura transmite; insana, enfermiza y cargada de un sutil erotismo pululando por todo el largometraje. Si hay una sensación que mejor se pueda sentir a través de "Manji" es la del fuerte aroma a sexo que se respira en cada uno de sus fotogramas; eso sí, sin ni siquiera mostrar un cuerpo desnudo por entero, todo sea para elevar la carga erótica sin llegar al terreno de lo pornográfico. Para eso hace falta habilidad, y este director la tiene.
Y por mencionar ahí está la áspera fotografía de Setsuo Kobayashi, densa banda sonora por parte de Tadashi Yamauchi y un trabajo de cámara preciso y por momentos experimental del sr. Yasuzo; al otro lado de la cámara sorprende el cuarteto protagonista, por lo bien que logran meterse en sus fatales personajes. Las dos mujeres, Kyoko Kishida y Ayako Wakao, a pesar de volverse odiosas en ciertos momentos, demuestran una actuación increíble como la pareja Sonoko y Mitsuko, la primera destacando por esos aires de mujer fatal y sensualidad que radia en todo momento, la segunda por su capacidad de transmitir a la vez esa inestabilidad en la que va cayendo su personaje por la presión que se cierne sobre él y la fuerza que posee como mujer de libre decisión.

Tan diferentes como son y sin embargo parecen perfilarse como las dos caras de una misma moneda (¿inspirarían a Bergman para las Alma y Elisabet de su "Persona"?). Sorprenden igualmente Yusuke Kawazu como Eijiro y Eiji Funakoshi, actor fetiche de Masumura, dando vida a Kotaro.
Adulterio, bisexualidad, aborto, drogadicción, suicidio y perversión, "Manji" no deja indiferente y su asfixiante historia, poder visual y puesta en escena atrae al espectador a su oscuro universo de sensaciones prohibidas con cada visionado. Su fuerza es arrolladora.
Chris Jiménez
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