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Donbass

Drama Película que narra en 12 episodios la situación en el este de Ucrania, donde se enfrentan los partidarios de Rusia y los que apoyan el gobierno del país. Siete de estos episodios están directamente inspiradas en vídeos reales publicados en YouTube. Cuando se llama “paz” a la guerra, cuando la propaganda es presentada como la verdad, cuando se llama “amor” al odio, es ahí dónde la misma vida comienza a parecerse a la muerte. (FILMAFFINITY) [+]
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Críticas 23
Críticas ordenadas por utilidad
19 de abril de 2019
127 de 214 usuarios han encontrado esta crítica útil
Por Slavyangrad

La película “Donbass”, dirigida por Serhiy Loznitsa ha sido presentada oficialmente en los prestigiosos festivales de cine de Toronto y Cannes y el Comité Ucraniano para los Oscar ha decidido que se represente a Ucrania en los Oscar en la categoría de mejor película en lengua extranjera.

De hecho, esta obra pone al cine ucraniano a la par con el famoso Peter Jackson. Viendo a los protagonistas de “Donbass”, se reconoce inmediatamente a los conocidos orcos y duendes de las trilogías fantásticas “El Hobbit” y “El señor de los anillos”. Imaginen a esas ridículas, feas y crueles criaturas vestidas de camuflaje, con rifles, lazos de San Jorge y botellas de vodka en la mano y tendrán una imagen bastante precisa de “Donbass” y sus habitantes según los ven los mejores representantes de la cultura contemporánea ucraniana.

Pese a la ironía de la comparación de Jackson con Loznitsa, el paralelismo no parece ser una coincidencia. Inmediatamente me vino a la memoria la propaganda política que se producía en la campaña electoral en la sede de Yulia Timoshenko y que aún se puede encontrar en YouTube. Entonces, en las elecciones de 2010, los estrategas políticos ucranianos explotaron activamente la idea de los orcos de Jackson, con los que representaban al potencial electorado de Viktor Yanukovich. En primer lugar estaban los residentes de Donbass. La película de Loznitsa se plantea la misma tarea, escasamente creativa y más bien política, de deshumanizar a los residentes de esa región rota por la guerra y explotar otros elementos que fácilmente se adaptan a la actual línea de clichés propagandísticos.

“Una visión horrible de Donbass por las protestas antigubernamentales. Un film oportunista hecho para festivales y desde las posiciones ucranianas correctas a ojos de Occidente. Trece historias con un montaje basura deprimente. Tan exagerada que no hay quien se lo crea. La trama no atrapa al espectador. Tengo la impresión de que lo que quería decir el autor con esta película es: construid un muro y rodead Donbass de cemento”, comentó en la presentación la periodista de Kiev Yana Novoselova.

“El hecho de que esta película esté llena de odio y desprecio por la población de las zonas de la región que no controla el Gobierno ucraniano no es una sorpresa. No se podía esperar una película diferente del autor de “Maidan”. Ya desde el tráiler, la película no causa otra cosa que asco y no hay nada nuevo ni interesante más allá de eso. Esta película es una versión para exportar de la propaganda nacionalista ucraniana en la que, en lugar de los símbolos de la Unión Soviética, la audiencia ve fanáticos ortodoxos con eslóganes. Al fin y al cabo, el antisovietismo y anticomunismo ucraniano consumido por la audiencia doméstica difícilmente iban a ser comprendidos entre los espectadores occidentales. Así que, en la realidad que presenta esta película, los casieuropeos ucranianos protegen la civilización occidental de la versión ortodoxa del Estado Islámico. Aunque cualquier patriota ucraniano sabe que en Donbass vive el proletariado sin Dios educado en las fábricas y minas soviéticas”, escribió el bloguero de Dnipropetrovsk Alexander Mitrofanov.

Loznitsa es consciente de ello. En una entrevista concedida a Ukrainskaya Pravda, afirmó que la principal razón de la guerra es el pesado legado y la persistencia de los sovok [insulto utilizado contra las personas que no han renegado de la herencia soviética-Ed]. “La principal razón es que siguen viviendo con una conexión a la Unión Soviética. Aunque hayan cambiado de pasaporte, siguen siendo los mismos ciudadanos soviéticos. Nos va a costar mucho tiempo deshacernos de esa conexión. Y salir de esto también costará mucho tiempo”, afirmó el director ucraniano. Así que su representación se puede ver como un ejemplo del clásico racismo social, que demoniza a los oponentes políticos del actual régimen ucraniano presentando el diálogo con ellos como absolutamente imposible.
Pamplina
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11 de abril de 2019
38 de 51 usuarios han encontrado esta crítica útil
La guerra en Ucrania vista a través de una serie de trece escenas absurdas, violentas, grotescas o simplemente horribles, una mujer vierte un balde de excrementos al jefe de un canal de televisión, corrupción en hospitales al esconder los medicamentos y comida, un periodista alemán intenta grabar a las tropas, un prisionero es objeto de la violencia de una multitud, rodaje de una película en el que ocurre un atentado cercano y no se sabe distinguir la realidad de la ficción etc.
Un film triste e incómodo, rodado en un tono gris y que parece más una especie de documental real sobre una situación política para nosotros muy desconocida, con un final terrible y pesimista que seguro te hará que pensar.
Sergei Loznitsa muestra con fuerza que esta corrupción y manipulación se deben a la guerra, pero también a la naturaleza humana.
En Donbass (una provincia de Ucrania) el conflicto enfrenta a los nacionalistas ucranianos contra los partidarios de la República Popular de Donetsk de Rusia desde 2014 y esto se convierte en una olla a presión para la población que vive allí.
Pocas películas llegan de esa parte del mundo, de este director solo he podido dos films en algunos festivales de cine "A gentle creature (Krotkaya 2017) sobre una mujer que va a una cárcel Siberiana a ver si le ha ocurrido algo a su marido encarcelado ya que los paquetes vienen devueltos y nadie le da ninguna explicación. Y para mi su mejor película "En la niebla"(V tumane 2012) un relato muy crudo de la segunda guerra mundial.  
Donbass ganó en 2018 Festival de Cannes: Un Certain Regard al Mejor director y en el Festival de Sevilla el Giraldillo de Oro a la Mejor película. Estreno en España 18 de Abril 2019.
Destino Arrakis.com
videorecord
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3 de agosto de 2019
32 de 48 usuarios han encontrado esta crítica útil
Existen tres herederos que se merecen tal calificativo de Andrei Tarkosky; el turco Nuri Bilge Ceylan, el ucranio Sergei Loznitsa y el ruso Andrey Zvyagintsev (si conocen alguno más háganmelo saber, por favor). Todos ellos empezaron sus carreras cinematográficas filmando películas de ritmo lento, llenas de silencios y donde la naturaleza tenía un papel primordial en la cinematografía. Películas dónde el alma de los personajes hablaba a través de los ojos y de lo no dicho. De lo sugerido y no mostrado.

Los tres han derivado criticando a sus respectivos países cómo por ejemplo: Érase una vez en Anatolia de Ceylan, Leviatan o Loveless de Zvyagintsev y Sergie Loznitsa con un puñado de documentales. Tarkovsky también lo hizo, pero de forma más soslayada: con individuos atrapados en crisis existenciales no comunicadas y sufridas por dentro.

Loznitsa ha sido arrasado por la época que le ha tocado vivir. Y la cuál no rechaza dar su visión, ya sea con sus prolíficos documentales o con su reciente Donbass.

En la película nos pasea por el territorio ocupado por prorusos en Ucrania. Adentra la cámara en pasos fronterizos, instituciones corrompidas, sótanos antibombas y platos de televisión al aire libre. Porque esa es la guerra del posmodernismo: la verdad es la que más espectadores tiene. Por ello hay que grabar con guiones atentados y falsas declaraciones de actores son tomadas por una nación como una expresión de dominación por Occidente.

A los ucranios occidentales se les llama fascistas. Se requisan todo tipos de activos, ya sean móviles, coches, dinero o pisos. La barbarie descrita es a veces abrumadora. Parece sugerir el director que el fascismo es civilización en una sociedad prostituida. La palabra ha perdido todo su significado. ¿De qué te disuade un comando de prorusos borrachos armados y cargados de alcohol te llame fascista?

Rusia es una nación que es inmortal ya que no se sabe cuanto abarca. A todo lo eslavo ahora se le considera ruso, eso da una legitimación moral para poder intentar anexiones, muchas con éxito. En zonas así, la población habla varios idiomas al estar tan mezclados. Pero siempre el ruso como común denominador. Población nacida en Lituania o Ucrania, con pasaporte de dichos países, se sienten rusos. No es de extrañar ante la realidad gris y deprimente de dichas ex repúblicas soviéticas dónde la corrupción es tan natural como la nieve en invierno. Se fue la URSS y llegaron los políticos corruptos bajo una nueva bandera que lo único que saben hacer es robar dinero mientras ellos siguen siendo igual de pobres. Para ellos, todos esos nuevos estados son una farsa, el único legítimo es la madre rusia. Es una realidad muy compleja, dónde la emoción gana a la razón por su ausencia.

Mientras, los europeos de pro, vemos como estos dislates pasan a nuestro lado. Escuchamos tiros en la habitación de al lado pero nos hacemos los sordos. Sólo cuando la sangre pasa a nuestra habitación por debajo de la puerta es cuando mandamos a la ONU, rememorando a los Balcanes. Pero la ONU también tiene sus límites y sabe que no puede, ni debe quizás, imponerse en dichos territorios tan dominados por la sombra de Rusia. Es por ello que el desenlace de dichos eventos se aventura por desgaste. Cómo la guerra en Siria; quien se quede sin munición y dinero de las superpotencias pierde. Por el contrario, si dichos suministros perduran, los conflictos armados en zonas tan confusas puede acabar siendo interminables.

No hay límites ante la descripción de la barbarie en la zona ocupada, no hay espacio posible para la duda; esos lugares son el infierno. Loznitsa ha hecho su película más política arrastrado por su época. Sabe que es un juego de propaganda y él presenta su pieza.

Esos edificios gubernamentales llenos de soldados con armas en la mano, sacos de arena en los marcos de las ventanas y colas de gente que no se sabe qué hacen ahí. Es difícil pensar que puedan proveer a la población de una estabilidad administrativa a medio plazo, indispensable para vivir.

Por ello la escena de la boda civil bajo la bandera independentista es clave. Así, la mujer es una señorita rubia, histriónica, borracha de alegría ante un público militarizado. Quizás eso sea lo único que pueden dar; un poco de alegría temporal a unas zonas dónde las identidades están tan mezcladas. Dónde la certeza se oculta tras el oscuro cielo. El cuál domina los destinos de los que viven por esas zonas.

https://serycine.wordpress.com/
JGC
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18 de abril de 2019
21 de 26 usuarios han encontrado esta crítica útil
En su cuarta película de ficción, el ucraniano Sergei Loznitsa aborda la guerra del Donbass en una serie de viñetas que nos muestran el conflicto desde diversos puntos de vista, creando un mosaico de políticos, soldados y ciudadanos de a pie, todos ellos conviviendo, tomando partido y de algún modo contribuyendo al retrato global que busca esta cinta. El resultado es algo que es fácil —y no incorrecto— calificar como festival de imágenes grotescas, burdas y exageradas, pero al mismo tiempo, remite a algo tangible con todo esto.

El qué, y si Loznitsa está representándolo de manera adecuada, es otro tema a discutir. Ciertamente, por mucho que pueda en algún momento pretender evocar una mirada neutral, que trate de transformar su alegato en una abstracción sobre el absurdo de la guerra y de los enfrentamientos humanos, o incluso a pesar de su crítica mordaz a la manipulación mediática con fines propagandísticos, "Donbass" es en sí misma una película que toma partido, porque su director lo hace y porque el bando y la ideología cuya hipocresía y contradicciones retrata son reales.

Por supuesto, nada más lejos de mi intención que denostar esta película por ello, porque creo sinceramente que como todo autor, y particularmente como autor que conoce mucho más de cerca que yo la realidad de este escenario, su derecho a posicionarse es legítimo. No voy a negar que me cuesta percibir el énfasis de ciertas escenas en la dirección que pretende, pero no quiero que esto se vea como una crítica sino como una apreciación personal. Lo que sí le critico sin embargo es la incongruencia de su intención de universalizar y abstraer, en particular en su carga contra la era de la posverdad y la manipulación propagandística, tratando conflictos y posturas políticas concretos desde una óptica concreta. Puede ser sincera, pero no es un ejemplo de aquello que predica.

Dejando de lado las consideraciones sobre sus aristas ideológicas, no puedo negar la convicción que tiene "Donbass" para evocar lo grotesco y lo absurdo, creando una incomodidad muy eficaz en muchos de sus escenarios, en los que se hace notar que hay algo estructural que no está bien, que afecta incluso a lo más cotidiano y que se mezcla con esto sin ninguna clase de filtro; sirva de ejemplo más claro de ello la escena de la boda, distendida y cercana como corresponde a este evento pero cargada de exaltación prorrusa, ensalzamiento de la acción militar y con la grabación de la paliza a un soldado enemigo como acompañamiento a la diversión de la ceremonia.

Y aunque la escena mencionada no me resulte especialmente lograda, sí hay momentos en la obra que me atrapan y me funcionan con una fuerza que es sin duda muy meritoria. Aunque no del todo regular, hay calidad en ella y sus destellos generan momentos muy sólidos y casi memorables, como es el caso de su estupendo plano final, o de la incomodidad de la intimidación verbal de los soldados prorrusos con el periodista alemán. Pero en todo caso, donde mejor veo representados los méritos de esta cinta es en su estructuración narrativa. Me gusta especialmente de ella su forma de pasar de una viñeta a otra, cambiando radicalmente de enfoque pero asegurándose de mantener una continuidad con lo anterior, a veces obvia y a veces intrascendente, casi a modo de guiño. Pese a lo mucho que se mueve su punto de vista, transmite eficazmente la impresión de que hay una conexión entre todos sus elementos, tal vez como muestra de que todos forman parte de la misma realidad.

Loznitsa no ha creado un documento definitivo sobre los horrores y el absurdo de la guerra en "Donbass". Tampoco ha creado algo que reconduzca su sesgo político de una forma que no resulte incompatible con la siempre tentadora pretensión de universalizar una lección moral a partir de lo concreto. Pero en su intento hay potencial, confirmado por momentos concretos que sí son evocadores y sí funcionan. Y lo que queda de ello es una película atractiva e interesante, en su estructura y en su representación de un conflicto real desde una perspectiva muy cercana a éste. No fascinante, no duradera, pero con cualidades que hacen que la propuesta merezca la pena.

Texto escrito para Cine Maldito.
Ghibliano
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13 de octubre de 2021
14 de 17 usuarios han encontrado esta crítica útil
La película de Loznitsa tiene muchos méritos cinematográficos: consigue mantener la tensión de la represión que se vive en el denominado territorio de Donbass -término que me cuentan que los habitantes de la región no utilizan-, caracteriza -a veces se excede y caricaturiza- a sus personajes de forma conseguida, ensambla perfectamente las historias que de alguna forma se intercomunican y deja sobrevolando una verosimilitud, profunda, entre esta ficción y la realidad. No hay nada que nos sorprenda entre estos personajes manipuladores, corruptos, demagogos y chantajistas, pero consigue darle una dosis de realismo crudo que percute en tu estado de ánimo.

En este sentido, cualquier persona ajena a la realidad política de Ucrania encontrará un film apabullante y sorprendente.

El problema viene para los que conocemos (casi) de primera mano lo que sucede allí. En primer lugar, la obra está incompleta puesto que conocemos lo que sucede en el territorio ocupado -inclusive qué ocurre con los miembros del ejército ucraniano con esa brutal secuencia de ese soldado- pero no conocemos lo que ocurre en Kiev -la capital- o Lviv -ciudad donde el ucraniano es la lengua que hablan la mayoría de sus ciudadanos-, sólo por citar dos lugares de la geografía ucraniana donde el nacionalista ucraniano es mayoría.

En segundo lugar, también hay una cierta caricaturización de algunos personajes. Uno lo percibe en la presencia de una prostituta al final de la primera secuencia, en la estupidez de algunos personajes de la secuencia de la boda, en la brutalidad y agresividad de unas ancianas. En definitiva, en estos pequeños detalles percibes que Loznitsa, siendo un excelente narrador es un hombre que profiere un tono sesgado y politizado a su película. Y ahí está el gran error.

Insistiendo en que su película es verosímil -el hampa y las capas más degradadas de Donetsk tomaron el control de la ciudad y de la región después del referéndum ilegal de 2014 con ayuda del ejército ruso; antes del movimiento militar ya se veían circular por la noche a carros blindados tomando posiciones a los alrededores de Donetsk que provenían de Rusia- no todos los habitantes del llamado Donbass están y estuvieron a favor de esta anarquía que vive aún en la actualidad esta zona tristemente deprimida donde la industria y la minería ha cerrado. Aún siguen viviendo gente que no cree en la política, gente que se siente ucraniana o gente que se siente más cerca de Rusia pero que en ningún caso quería un alzamiento militar.

En la película de Loznitsa hay una enorme ausencia: el olvido de los que están atrapados en sus casas, esas personas que sobreviven con 100€ al mes de sus trabajos infra remunerados, abuelos que ya no pueden recibir la pensión ucraniana que les corresponde porque ya no existe ningún banco ucraniano o extranjero y que se limitan a percibir una encubierta pensión de 50€ que proporciona Rusia.

Tampoco hay ni una sola mención a la a legalidad/ilegalidad en la que viven estos ciudadanos abandonados por Ucrania y aunque no lo parezca, también por Rusia. Se han generado matrículas nuevas para los coches que circulan por el territorio ocupado, documentación e identificaciones nuevas para los ciudadanos...y la triste realidad es que nada de esto les sirve para viajar a Ucrania -por cierto, a día de hoy una persona que quiera entrar en Donetsk o salir de Donetsk hacia Kiev tarda 24 horas en autobús porque las fronteras ucraniana y del DNR están cerradas y deben dar la vuelta por Rusia y acceder a Ucrania por el norte y a la inversa-, ni tampoco para Rusia al 100% y por supuesto, esta documentación que es actualmente obligatoria no sirve para viajar internacionalmente. Es un olvido mayúsculo puesto que el director prioriza su posicionamiento político a la vida sesgada que vive bajo un yugo anárquico ya siete años.

Y para finalizar, Loznitsa también se olvida de la violencia ucraniana. Desde lo sucedido en 2014 es peligroso viajar en un coche con matrícula de alguna ciudad del Donbass puesto que los necios, los violentos, los imbéciles que no son exclusividad del este de Ucrania sino lamentablemente se encuentran en todos lados, pueden intentar sacarte de la carretera o de una autopista empujándote hacia el extremo. Esta es una pequeña anécdota de cómo la estupidez humana no sólo está en el este de Ucrania, sino también en el Oeste.

Lástima que la película no tenga su segunda parte. "Se le olvidó" a Loznitsa el punto de vista de lo que piensa y hace el, a veces, agresor hermano ucraniano.
MrWeller
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