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Un hacha para la luna de miel

Terror. Thriller John Harrington es un hombre atormentado, Desde que presenció la muerte de su madre cuando era niño, John Harrington vive atormentado. Recordando la escena, surge en él la necesidad de matar mientras no averigüe quién es el asesino de su madre. A todas sus novias las asesina salvajemente, pues cree que, descubriendo lo que ocurrió aquel día, su mente volverá a la normalidad. (FILMAFFINITY)
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Críticas 10
Críticas ordenadas por utilidad
25 de enero de 2013
11 de 15 usuarios han encontrado esta crítica útil
Infravalorada no tan solo porque esté nefastamente catalogada, sino porque desde mi punto de vista es toda una grandísima joya del giallo italiano. Todavía no había llegado Dario Argento para darle forma en sí a este subgénero tan particular, pero Mario Bava ya apuntaba con films como "La muchacha que sabía demasiado", "Seis mujeres para el asesino" y ésta cómo iba a estructurarse la trama de la mayoría de los giallos plenamente giallos por así decirlo. Lo que Mario Bava demostró con estas magníficas películas es que era un auténtico prodigio dirigiendo, logrando planos de gran belleza, encuadres fantásticos, que causan angustia, terror, imprimiendo al film de una atmósfera fantasmal, extraña. Aparte el film es muy original, sí obviamente bebe de otra maravillosa obra maestra, "PSICOSIS", pero desde una perspectiva distinta y muy elegante, además este film podría haber sido cuna para otros posteriores filmes (véase el slasher ochentero "MANIAC" de William Lustig, con el que guarda amplias similitudes). El primer atributo de originalidad que aportó Bava es que la película está enfocada desde el punto de vista del psicópata, se trata de sun ser frustrado que pelea contra su yo perverso (víctima de un trauma) que le obliga a matar. Bueno, visto hoy en día el argumento está muy trillado, pero nadie parece quererse dar cuenta de que el film data de 1969, o sea un porrón de años siendo por lo tanto un film bastante novedoso aunque bebiese de fuentes inspiradoras. Otro elemento que aporta originalidad es que sus víctimas le persiguen a modo de fantasmales presencias que lo torturan, a destacar a la que interpreta a su esposa (Laura Betti) que está verdaderamente fantástica y perversa. Por otro lado no falta la trama policial con alguna que otra sorpresa deparadora que no se descubre hasta el final. Por lo que se trata de una película bastante original, muy bien rodada, visualmente preciosa, elegante y colorista y muy entretenida. Creo que son requisitos suficientes para que se merezca más nota y más reconocimiento que por lo que veo, no tiene. De verdad yo la recomiendo, es una auténtica joya digna de verse.
Tomi Roberts
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17 de agosto de 2007
9 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
Bava sigue refinando su estilo en este obsesivo thriller psicológico, combinando los clásicos esquemas dramáticos del cine de psychokillers con una puesta en escena enfermiza y casi surrealista, muy al gusto italiano. Lo hace perfilando un protagonista que es la suma de muchos caracteres clásicos del género (y de la realidad): como Ted Bundy, se pirra por aniquilar a mujeres jóvenes y hermosas (con una salvedad: estas deben haber contraído matrimonio recientemente o estar a punto de hacerlo; en cierto modo una contundente diatriba contra dicha institución); como Ed Gein, vive traumatizado por el recuerdo vampirizante de una madre muerta en extrañas circunstancias; y como el Norman Bates de Psicosis, se traviste para matar si es necesario, reflejando un trastorno de personalidad importante.

La historia, pues, no interesa tanto por la novedad como por la forma en que está contada, por su conjunción de muerte y belleza, de deseo y penitencia, pecado sin redención. Más curiosa resulta su sutilísima lectura de la violencia en el cine y en la realidad, recurriendo para ello a una propia película suya (qué vanidoso) de corte clásico (Las tres caras del miedo, con Karloff) y contraponiéndola a la dureza que ofrece la vida real, con un cuerpo brutalmente asesinado inerte en lo alto de la escalera. Más curioso todavía (y esto ya es rizar el rizo) es comprobar como Peter Bogdanovich desarrollará una idea similar en su peli de culto El héroe anda suelto… ¡también con Karloff ofreciendo su imagen a la causa!

Dejando aparte estas interpretaciones laterales, Un hacha para la luna de miel se disfruta si uno conoce y aprecia el cine del italiano (con todos sus autoguiños y características estéticas distintivas, como esos maniquíes que ya son una constante macabra en su filmografía), aunque pierde bastante cuando intenta desarrollar, de forma inexplicable, una trama paralela sobrenatural que no venía a cuento. Lo dicho, un Bava menor pero que se puede reivindicar…

Lo mejor: una puesta en escena opresiva y enfermiza.
Lo peor: cargar las tintas con la trama sobrenatural y el peso de la culpa.
nachete
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1 de mayo de 2019
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Un modisto vive traumatizado por el recuerdo del asesinato de su madre. Descubre que para averiguar la verdad de lo que pasó necesita matar él también convirtiéndose en un despiadado psicópata acechado por la policía.

Se trata de uno de los títulos pioneros del giallo italiano de finales de los sesenta con nuestro querido Jesús Puente encarnando a un sagaz detective que por cierto no lo hace nada mal. Está muy creíble en su papel. La trama es bastante retorcida muy propia del subgénero.

Si eres aficionado a este tipo de películas, se deja ver gracias a su conseguida atmósfera angustiosa y una trama bien llevada que incluye pequeñas dosis de suspense y terror. El título no le favorece nada, parece más bien el de una película de Mel Brooks o Lesie Nielsen.
Harold Angel
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15 de junio de 2019
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
El giallo se caracteriza por un argumento en el que un psicópata va matando a lo largo de todo el metraje a diestro y siniestro (sobretodo a mujeres chillonas y bellas) y nunca se conoce su identidad hasta el absoluto momento final (oh sorpresa!).
Aquí Mario Bava da un pirueta argumental para mostrarnos desde la primera frase al que va a ser el protagonista y sí: justo él es el asesino piscópata que cuenta en primera persona a cuántas mujeres y cómo las ha ido matando. Esto ya merece una mención por ser un punto de vista inusual en el cine (a día de hoy tenemos pocos ejemplos de "protagonista/el malo" cuanto menos en 1969).
Introduce elementos fantásticos (el fantasma de la mujer que se pasea como Pedro por su casa) y aquí también se aborda el tema con inusual originalidad (no es el asesino el que, atormentado, ve a un fantasma, sino al revés: todo el mundo ve, habla y oye a la señora con total normalidad menos él) ¡¡Bravo de nuevo Bava!! ¡Has dado la vuelta a dos calcetines!
Aparte de la ya mencionada originalidad que esto supone, la película es estéticamente una maravilla: planos luminosos y llenos de colorinchi con una rabiosa estética yeyé.
Me ha resultado entretenida y muy agradable de ver.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Jay CM
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6 de octubre de 2017
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
El gran Mario Bava se presta a ofrecernos uno de los exámenes del perfil del asesino psicópata más extravagantes y aterradores que hayamos visto, cuya culpa recae sobre una mujer...

El natural de San Remo a finales de los '60 parecía que empezaba a perder el norte en una carrera dedicada a la dirección de más de una década; a pesar de sus espléndidas técnicas visuales con las que a tantos fascinó, muchas de sus obras carecían de verdadero sentido o interés (como ejemplo está esa mediocre aunque entrañable "Cinco Muñecas para la Luna de Agosto"). Entonces el productor Manuel Caño se interesa en trabajar con él a partir de un guión firmado nada menos que por Santiago Moncada, pero las malas decisiones vuelven a hacer mella a su trabajo cuando preparando la producción la galardonada Laura Betti insiste en trabajar con él.
Debido a esto el libreto será modificado concienzudamente para introducir a la actriz en un papel donde pueda destacar, causando el enojo de Caño y de su novia Dagmar Lassander, cuyo personaje era más importante antes de la controvertida revisión. Y en mitad de esta lucha de egos y de malas relaciones en el set, el presupuesto con el que cuenta el cineasta se agota antes de tiempo por culpa de la búsqueda de localizaciones; problemas que quizás fueron necesarios para crear el clima tan particular de esta obra.

La secuencia inicial del tren, de la que mucho habría de copiarse Brian DePalma, perfectamente ambientada entre claroscuros y con una manera modélica de filmar el asesinato según el manual del "giallo", propone irónicamente un giro muy especial para el subgénero; porque si la norma inquebrantable del suspense es no revelar la identidad del asesino, Bava (como hicera Hitchcock en "La Soga", por ejemplo) se la salta desde el primer momento. Incluso, y para nuestra sorpresa, decide presentarse ante nosotros como un psicópata homicida en una escena perturbadora que denota el característico humor negro del director.
John es un joven apuesto y seductor a cargo de una firma familiar de vestidos de boda, pero su vida, pese a la comodidad y el lujo, se haya en posesión de una esposa controladora, pérfida y desagradable (Mildred). En poco menos de 10 minutos la historia nos seduce con su peculiar visión acerca de la pulsión asesina, la pasión por el voyeurismo, la percepción paranoica, la locura sádica, la personalidad inestable y el odio matrimonial, sus temas esenciales, y todos ellos observados exclusivamente desde el punto de vista del criminal, asegurándose con ello el enfoque distorsionado de la realidad y la precipitación hacia cualquier abismo psicopático.

Un inspector investiga las muertes de las modelos que trabajan para John, y si bien su presencia molesta más que otra cosa (como sucede en todos los "giallo"), acierta en decir que "la ventaja del criminal es operar fuera de toda lógica". Pero el usar un trauma infantil cuya incógnita abre la puerta a las interpretaciones como motivo de la violencia de aquél, pretende en cierto modo humanizarle cuando en principio sólo transmitía repulsión; Bava nos desafía a aceptar el crimen presente contra la mujer (sólo la que va a casarse) como un medio para desentreñar otro sucedido en el pasado, y dicho planteamiento, por retorcido (se intuye una obsesión materna incestuosa de lo más "freudiana"), es simplemente genial.
La lógica en este caso consiste en la razonada por John, de ahí que muchas veces la realidad se confunda con la percibida por él, aprovechando Bava para sumergirnos en sus ambientes tétricos, oníricos y estilizados de cuyas efusiones emana la esencia pura del terror gótico. Esta creación de atmósferas fascinantes con predilección por los juegos de sombras y luces y la fuerza de los colores se combina poderosamente con un clima de opresión agobiante hasta el vómito, no sólo dado por la locura del protagonista sino por la figura de la esposa...lo que es el mayor error del guión.

Porque a la visión infernal que se ofrece del matrimonio y la impotencia del protagonista, quien sacia su ira con mujeres inocentes, poca falta hacía que Bava se centrara en demasía en Mildred, dejando a un lado a la más atractiva Helen (ahora se entiende el rifirafe entre las actrices) y escorando el film hacia el terreno de la fantasía paranormal tras su desaparición, desestabilizando por completo la historia (pues esto sucede en su mitad) y su sentido; a la interesante reflexión que se extrae de que, acompañado, todos ven a la mujer y el protagonista no, y a la inversa, no funciona que el guión humanice en exceso a estos personajes, sobre todo a ella.
John, aún siendo un ser repulsivo, poseía gran carisma, pero poco a poco va degenerando hasta convertirse en una patética víctima por la que supuestamente hemos de sentir compasión (¡!); de esta forma, la incógnita de sus traumas incluso queda en segundo plano por la presencia amenazante del fantasma de la esposa, responsable de conducir el argumento al inexplicable delirio. Pero Betti, deseando el protagonismo, no tiene ni la mitad de ese carisma inimitable de Stephen Forsyth o de la desaprovechadísima Lassander; aquel entrañable Jesús Puente cumple como el detective clásico del "giallo", el que da vueltas sin parar y no resuelve nada...

Querer llevar el argumento (con ecos de "Psicosis" y "Peeping Tom") por distintos senderos crea una sensación de caos a menudo insoportable, quizás el clima que quería imprimir Bava a su obra, la cual, eso sí, nos brinda instantes visualmente impactantes, la mayor baza con la que cuenta. Así que, como estaba previsto, el éxito no acompañó al cineasta...
Todos admiraron su estilo formal, pero en absoluto sirvió para ser considerada entre lo mejor que había hecho. Sólo el tiempo y el amor de los fans la han ido sacando de la oscuridad, y se ha descubierto cuanto ha influenciado al género y a futuras obras más conocidas, en especial al "Maniac" de William Lustig y a "American Psycho".
Chris Jiménez
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