Les Perseides

*La memoria histórica a través de los ojos de una niña

El primer largometraje de Alberto Dexeus y Ànnia Gabarró Les Perseides se inicia como un coming of age de manual, uno de los subgéneros dramáticos preferidos con el que se inician muchos de los estudiantes de cine al salir de la escuelas, son diversos los ejemplos que podríamos rescatar en los últimos años en la nueva hornada de cineastas catalanes, como la reciente y estupenda Ojos Negros (Marta Lallana e Ivet Castelo, 2018), igualmente auspiciada por la plataforma Filmin y que como ésta fue parcialmente financiada mediante crowdfunding.

Sin embargo, Les Perseides va un paso más allá y convierte el relato de iniciación de una adolescente en una confrontación con la memoria histórica de un país, utilizando los códigos del relato de fantasmas en una narrativa elegante y contemplativa que remite a la cadencia del cine argentino o de algunos de los maestros de nuestro propio cine como Víctor Erice o Carlos Saura.

*Con Erice y Saura en la mochila

Les Perseides tiene como protagonista a una adolescente, interpretada con naturalidad y brillantez por Nora Sala-Patau, cuya mirada curiosa recuerda a la de Ana Torrent en El Espíritu de la Colmena (Víctor Erice, 1973) o Cría Cuervos (Carlos Saura, 1975) y, como veremos, no por casualidad.

Si en la película de Saura la imaginación de la niña le hacía comunicarse con su madre muerta en un trasfondo tardofranquista o en la película de Erice el impacto que causaba la proyección de Frankenstein (James Whale, 1931) le hacía creer que la figura del monstruo existía en un maqui herido en plena posguerra, en Les Perseides son unas viejas grabaciones en cassettes las que vertebrarán la comunicación de la niña con los fantasmas del pasado y las heridas nunca cerradas de la Guerra Civil.

*Las huellas del pasado en las nuevas generaciones

Les Perseides dura apenas 69 minutos, no necesita más para sugerirnos un montón de cosas. Y lo hace desde la sutileza de unas imágenes filmadas con gusto por Ssoí Ramon, un trabajo sonoro meticuloso, y con la tremenda astucia de sus jóvenes directores al conjugar un discurso político desde la mirada apolítica de una niña.

La película nos invita a acompañar a la niña protagonista y su amiga, interpretada con carisma por Marta Tremps, mientras descubren las huellas del pasado, entre ruinas y casas abandonadas de una España vaciada y olvidada como la que también se veía en el docu-ficción Trinta lumes (Diana Toucedo, 2017). Un viaje iniciático de autodescubrimiento que convierte las historias de terror que le cuenta su amiga en el relato de un pasado real y cercano que se resume en el último y poderoso plano de la película.

*«Señor Muerto» y otras metáforas

Les Perseides es un título metafórico sobre la fugacidad de la vida, sobre el fulgor y rastro que deja el paso de una lluvia de meteoritos, pero no hay que olvidar que este fenómeno astronómico estival también se conoce popularmente como las Lágrimas de San Lorenzo en recuerdo al martirio del santo que fue quemado vivo en una hoguera.

La película nos muestra con serenidad la incertidumbre adolescente ante la ruptura matrimonial de sus padres y como esa niña se va ubicando en su nueva vida en el mundo adulto, con el hallazgo de un mapa y de unas enigmáticas grabaciones en cassette dirigidas al «Señor Muerto» que tras la distancia emocional abierta con su padre, servirán para reencontrarse con él a través de su propia infancia.

Les Perseides conjuga ese cine manido del coming of age con la reflexión histórica sobre una nación donde las heridas nunca cerradas siguen acrecentando las diferencias ideológicas en el presente, y lo hace con una atmósfera de cine de fantasmas donde los muertos no aparecen tomando literalmente las calles del pueblo como sucede en la reivindicable Ghost Town Anthology (Denis Côté, 2019), si no que lo hacen despertando el recuerdo y la memoria de los vivos que aún duermen. Les Perseides acaba siendo una película sorprendentemente compleja en su inmensa sencillez.

*Conclusión

Les Perseides es una pequeña película que no merece pasar desapercibida. Se trata de una pequeña joya a descubrir, un cine intimista y personal realizado por dos jóvenes directores Alberto Dexeus y Ànnia Gabarró como trabajo de final de carrera universitario donde muestran una madurez insólita en nuestro cine, tanto en la puesta en escena como a la hora de reflexionar sobre temas espinosos que aún cuesta afrontar en nuestro cine.

Escrito por Daniel Farriol

Desconozco el porqué del título de la película, aparte de que transcurra durante un verano. Añadimos así un título más al reciente género de las películas catalanas de veraneo, a saber "Estiu 1993", "La vida sense la Sara Amat", "Ojos negros" y ahora "Les Perseides". Todas óperas primas y realizadas en su totalidad o en parte por mujeres. Este interesante fenómeno se estudiará en las escuelas de cine dentro de unos años.

Es una pena que se estrene en Diciembre porque la experiencia mejoraría en verano o al menos en primavera, cuando el espectador pudiera sentir el mismo calor que envuelve a los protagonistas. Aunque estas pelis ya hay que aplaudir que se estrenen. En el cine no había nadie más y temo no encontrarme nunca a nadie que la haya visto, con la de cosas que se pueden comentar. Por ejemplo, esa ley según la cual los temas más importantes son los más difíciles, y por tanto más propensos a dejarse de lado en la comunicación intergeneracional.

No entraré en el argumento porque se va desvelando muy poco a poco e inicialmente a base de sutiles pistas. Si os interesa buscadlo, en todos los sitios donde hablan de la peli lo comentan.

Desde aquí simplemente apreciar el buen resultado, dado el bajo presupuesto, de esta película mágica y simbólica. Esperemos que sus creadores tengan oportunidades para crecer.

Gustará a: escatroneros, malas hierbas, Víctor Erice
No gustará a: mosquitos, vírgenes de barro, arios de ojos marrones

Pocas óperas primas más valientes, originales y atrevidas en la mezcla de géneros y texturas como “Les perseides”. Los catalanes Alberto Dexeus y Ànnia Gabarró entran al mundo del largometraje por la puerta grande. Todo es osadía en esta pequeña gran joya. Una película que parece que, inicialmente, se suma a la afortunada moda del cine rural, que después se convierte en película iniciática del paso de la infancia a la adolescencia de Mar, su deslumbrante protagonista, y que acaba convirtiéndose en un grito reivindicando la memoria histórica. Todo ello en apenas 70 minutos en unos tiempos de metrajes mastodónticos inabarcables. Imposible dar más por menos. Un éxito absoluto. Para acabar de rematar la cuestión, el film no deja de evocarme sabores a Víctor Erice o Carlos Saura, con los que la cinta tiene numerosos y muy afortunados puntos en común.

Todo brilla y funciona a la perfección. La funcional dirección de la pareja de cineastas catalanes, su propio guión que navega por todos los mares posibles y saliendo indemne de ellos y, claro, la interpretación portentosa de Nora Sala-Patau. Su rostro soporta la integridad del metraje cual Ana Torrent del siglo XXI, suyas son todas las escenas del film y ella demuestra que, con pocas palabras del personaje de la adolescente que interpreta, puede transmitirlo todo a cámara a través de gestos concretos y medidos y, sobre todo, de una mirada prodigiosa que embelesa a cámara y espectador. Nora nos regala una interpretación medida, exacta y economizada en gestos. Nora es un portento, absolutamente maravillosa. Intenta seguirla la joven que encarna a su amiga, Marta Tremps, también notable en su interpretación, pero lejos del portento de Nora Sala-Patau.

Y ello para relatarnos la historia del verano iniciático más extraño de una niña que ya se está convirtiendo en adolescente y que, muy poco tiempo después del divorcio de sus padres, acompaña a su progenitor a su remoto pueblo natal de Aragón para preparar la venta de la casa familiar. El aburrimiento de un verano sin amigas requiere encontrarlas con urgencia en el pueblo y lo logra, teniendo acceso a través de ellas a la par que a unas grabaciones en cassettes realizadas por su padre durante la infancia, a una realidad paralela que arrastrará a Mar y al espectador hasta la memoria histórica. Todo ello mezclado con una sabiduría impropia de unos cineastas primerizos y con un sutil realismo mágico espléndido.

Preciosa dirección de fotografía de Ssoi Ramon, que sabe sacarle partido a la sofocante luz del verano aragonés, y una inquietante música de Ángel Pérez Ortega acaban conformando una pequeña gran joya.

Una adolescente con sus padres recién separados pasa las vacaciones en un pueblo aburrida, junto a su padre.
Allí descubre una cinta que le conecta con el pasado, entre historias de verano y amistades.

Opera prima ideal para dormirse, indiferencia tremenda me produce todo lo que sucede y esos supuestos saltos en el tiempo están muy mal jugados, buscando el tema de la memoria histórica.

De las historias más aburridas que recuerdo ver en una película en mucho tiempo, no entras en ella en ningún momento.

Lo mejor: Al menos es corta.
Lo peor: Cero interés despierta.