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Oda a mi padre

Drama En diciembre de 1950, cuando comienza la guerra de Corea, un niño se separa forzosamente de su padre, y le promete cuidar de la familia. A pesar del paso de los años, nunca olvidará su promesa. (FILMAFFINITY)
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Críticas 9
Críticas ordenadas por utilidad
28 de septiembre de 2015
14 de 17 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cuando en 1950 estalla la guerra que divide a Corea, un niño llamado Deok-Su tiene que despedirse de su padre y le promete que siempre protegerá a la familia en su lugar. Este es el punto de partida de "Oda a mi padre", un film que han visto 14 millones de surcoreanos.

La película cuenta la epopeya de Deok-Su durante 6 décadas: un “viaje a la esperanza” desde su infancia y juventud, hasta su madurez junto a su mujer, sus hijos y sus nietos. Se comprende que haya tenido un éxito espectacular en su país, porque lo que narra forma parte de la historia reciente de Corea del Sur, de sus gentes, de sus dramas y de sus alegrías. Pero la cinta está salpicada de valores universales, fácilmente reconocibles por cualquier tipo de espectador: el valor del sacrificio, de la constancia, de la lealtad en los afectos, del perdón, de la compasión, de la generosidad…

Se nota el amplio presupuesto y la producción brilla tanto en las impresionantes escenas de masas, como en las bélicas, en las costumbristas o en las más íntimas. La interpretación, la música y la fotografía rayan también a gran altura, y contribuyen a que "Oda a mi padre" tenga el empaque de película grande.

juanje
juanje
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25 de noviembre de 2015
9 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
"Oda a mi padre" es la sexta película del director Youn Jk y por ahora su mayor éxito. Con más de 14 millones de espectadores en los cines coreanos, su viaje a través de la historia reciente del país, sus conflictos y tragedias, parece haber hecho mella en un público muy amplio, presentando una realidad con la que muchos se sienten identificados. Considerada por algunos como la "Forrest Gump" coreana, su argumento sigue la vida de un hombre llamado Duk-soo durante 64 años, desde su infancia hasta la época actual, a modo de biografía ficticia a través de la cual se retrata toda una sucesión de acontecimientos históricos memorables, al tiempo que se mantiene un nexo común en todos ellos a través de una tienda que el protagonista quiere conservar a toda costa.

El enfoque de Youn en esta cinta no deja lugar a dudas. Su propósito es contar una historia de carácter universal, en la que los espectadores, sean quienes sean, se vean capaces de identificarse con lo que se narra. Prescinde en su mayor parte de debates y lecturas políticas y se limita a contar, con gran énfasis, el melodrama de la vida de Duk-soo. De hecho, su tono en muchas ocasiones peca de una ingenuidad que según la escena podría ser considerada ofensiva o peligrosa, sin ir más lejos en los arrebatos patrióticos y chovinistas de muchos personajes a lo largo de la narración, que llegan a resultar molestos. Pero todo esto queda justificado en el momento en que su director manifiesta la intención de darle un carácter de universalidad a la película y de convertirla por tanto en algo que llegue a las masas, a través de sus vivencias y recuerdos y de aquello con lo que todo el país, sin distinción, puede identificarse.

La cuestión sobre si "Oda a mi padre" es una buena película no es nada fácil de abordar. Su gran éxito comercial parece estar ligado a un carácter profundamente endogámico, al construir una base emocional que está presente sobre todo en la mentalidad colectiva coreana. Y no hay duda de que ha logrado dar con la tecla y mantenerse fiel a sus intenciones, a juzgar por los resultados de la estrategia. Pero en su estructura y técnica resulta un filme de una convencionalidad casi obsesiva, carente por completo de cualquier atisbo de creatividad o audacia narrativa, y eso termina siendo especialmente difícil de tragar si lo que cuenta no logra apelar a las emociones que busca.

Como melodrama, de hecho, me parece en gran parte fallido. Personalmente, no veo la narración fragmentada de episodios tristes o significativos, típica de muchos biopics y también utilizada aquí, como la mejor opción a la hora de resaltar las emociones, ya que el riesgo de que el espectador se identifique con situaciones concretas en vez de con personajes es elevado, y así ocurre en esta película en la que la visión global se ve comprometida en favor del énfasis en cada fase de la historia. Un énfasis que, desgraciadamente, no siempre funciona. Ahí queda por ejemplo la infumable secuencia de la huida del ejército chino, que entre los diálogos rimbombantes y los gritos desmesurados logra que una tragedia que a la larga definirá la vida y motivaciones de su protagonista parezca un mal chiste.

Además, en cierto modo la intención clara y manifiesta de representar en su protagonista los sentimientos de un colectivo daña a la individualidad del mismo. De hecho, Duk-soo como personaje parece un compendio de atributos idealizados diseñado para aumentar su universalidad. Es la viva imagen de la bondad, del sentido de la justicia, del esfuerzo y de la generosidad. Algo así como un muestrario de valores morales andante, un personaje que parece ir perdiendo matices a medida que crece. Y en todo momento da la sensación de que nos identificamos no con Duk-soo, sino con lo que él representa. En general, encuentro más interés a personajes como la madre o Youngja, en los escasos momentos en los que se les da énfasis y diálogos relevantes, que al propio protagonista.

En cualquier caso, sus carencias no son obstáculo para que la cinta logre despegar en un buen número de ocasiones, aunque no de forma continua. La irregularidad se convierte en la principal cualidad de una narración capaz de transportar hacia una emoción intensa en una escena, utilizando con pericia los recursos cinematográficos y narrando con eficacia y concisión, y de perderte por completo en el camino en otra, al cargar las tintas sin preocuparse siquiera en ocasiones de mantener algo de coherencia. Aún así, con todos sus fallos, la película consigue de alguna manera hacer converger todo lo narrado hasta el momento en unos veinte minutos finales excepcionales, culminando con un final digno y memorable una historia que hasta ese mismo momento había echado de menos una visión global que valiese la pena.

Texto escrito para www.cinemaldito.com
Ghibliano
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15 de octubre de 2015
10 de 14 usuarios han encontrado esta crítica útil
Lamento no coincidir con la crítica que me antecede, pero a mí evidentemente me ha parecido una versión nostálgica, edulcorada, y probablemente reduccionista de la historia de Corea del Sur desde la guerra civil hasta nuestros días. El homenaje a la generación de los padres del director, de su memoria individual trasladada a la memoria colectiva de un país, puede que inaugure un nueva épica coreana, pero resulta difícil asimilar por un espectador no coreano. Que ha gustado a un amplio público en Corea es obvio pues la película les pone enfrente, como un espejo deformante, una visión amable y justificativa de sus vidas en las que su país ha pasado de la pobreza a la riqueza, de la lucha por la superviviencia a la estabilidad, que no la paz.

Especialmente irritante puede ser el uso de lo melodramático para concitar la solidaridad, o la misma lágrima, del espectador coreano. En los espectadores no coreanos es difícil que lo consiga, pienso. No se produce la necesaria identificación con lo que ocurre en pantalla, que no supera una operación de "reality show de calité".

Grandiosa, en cambio, en su dimensión de cine espectáculo: la retirada durante la guerra de Corea, o el accidente en la mina de Alemania.

Y poco más.
GonzaloyGracias
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8 de septiembre de 2016
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Me extraña la insistencia en lo obvio, en algunas de estas críticas, que la película es coreana. Claro, como Titanic es americana o Rashomon japonesa. Las buenas historias son univesales, como lo sigue siendo La Ilíada.
No digo que esta película esté ni mucho menos a la altura de lo que acabo de nombrar. Pero es un gran retablo sobre la condición humana, coreana o no.
Por otro lado es una gran producción y hay que reconocer el mérito en ese sentido. Y está bien rodada.
Lo que ocurre es que cuando se sigue una línea biográfica es corriente que todo quede demasiado fragmentado y no aflora una clara línea dramática.
Además las situaciones son a veces algo simplistas, lo que se traduce en los diálogos.
Pero, todo sumado, me parece algo interesante de ver.
yoparam
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7 de mayo de 2016
3 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
La espectacular técnica deja el resto a medias.

La música y fotografía son calidad excelente siempre presente en estas cintas niponas, en esta ocasión de corea del sur; el cuidado de las formas, el impacto de los detalles, los extras que engrandecen la principal figura..., sólo que la parte emocional y humana te deja fría y ausente, incluso en ocasiones parece un mal chiste, una broma sin gracia entre tanta humillación y miseria.
Toda una vida de sacrificios, alegrías y penas relatada sin gloria ni entusiasmo respirado pues ver las correrías, aventuras y escenas dramáticas sin conexión, inquietud o ardor alguna, es simplemente desgana de absorción fallida; no hay fibra sensible que se implique, sensaciones que se alteren, sentimientos que se involucren, observas, escuchas, sigues atenta pero poco más que estar informada de su evolución y destino es lo que hallas.
“Surgirán dificultades pero funcionará”; no está claro que lo haga pues es demasiado sencillo evadirse, tentador distraer la mente con otra cosa a falta de esa esencia y consistencia que te hipnotice y te seduzca sin remedio.
Libre como un pájaro que no halla rama donde posarse por falta de apetencia, pasión o ánimo, tu mente reflexiona lo justo para no perder hilo pero lejos de ese deseo innato de que tu aislado espíritu se sienta desgarrado.
No es la gran novela dramática, de recuerdo enérgico y sensibilidad espeluznante, que abarca varias generaciones; técnicamente es loable, esforzada y meritoria pero, de poco sirve cuando su comicidad amable y lágrima buscada no te transmiten nada excepto, respeto por la habilidad de su método y práctica aunque, carencia en cuanto a su conmoción o impresión recibida.
Youn JK coloca, sin darse cuenta, un filtro aislador de la sensibilidad de su público; en versión contraria al rotundo refrán “en casa del herrero, cuchillo de palo”, se triunfa con contundencia en casa, pero se pierde la batalla con la audiencia extranjera quien mira pero no lamenta, ni se aflige, ni sufre; tampoco sonríe, se alegra o participa de esa experiencia de una difícil existencia que logra proseguir y completar su promesa.
La familia, quién sabe dónde y cuándo podrán reunirse, mientras tanto a resistir, esforzarse y no perder nunca la esperanza, al tiempo que se amplia con nuevos miembros solidarios y fieles que acompañan en el dolor y ayudan, cogiéndote la mano e intentando curar las heridas..., pero sigue presente la motivación esquiva.
“Esto no es un parque. No hemos venido a divertirnos. Cógete fuerte de mi mano”, y por fin lo logra, te toca ligeramente la piel en los últimos cinco minutos, con ese show televisivo, de espectáculo floreciente, en su labor de unión de desaparecidos que la guerra separó por circunstancias horribles.
Toda la tragedia anterior no alcanza grandes cuotas de sobrecogimiento, aprecio o devastación, se queda más bien en lectura tierna, de buenas intenciones, aunque demasiado suave y templada en su afectuoso recogimiento.
Oda a un padre, cuya alabanza y ovación queda neutra.

Lo mejor; su fantástica parte visual y acústica.
Lo peor; su guión no afecta ni colapsa la circulación de un corazón neutro.

lulupalomitasrojas.blogspot.com.es
lourdes lulu lou
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