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El clan

Thriller. Drama La historia se basa en el caso policial del Clan Puccio, que conmocionó a la sociedad argentina a principios de los 80. Tras la aparente normalidad de la familia Puccio se oculta un siniestro clan dedicado al secuestro y al asesinato. Arquímedes, el patriarca, miembro del Servicio de Inteligencia desde la dictadura, lidera y planifica las operaciones. Alejandro, el hijo mayor, estrella de un club de rugby, se sirve de su popularidad ... [+]
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Críticas 93
Críticas ordenadas por utilidad
15 de octubre de 2015
95 de 130 usuarios han encontrado esta crítica útil
Salí del cine con una sensación vacía, hueca, de nada, preguntándome qué quiso transmitir Trapero con la película y por qué y cómo la misma fue propuesta para el Oscar...

No pongo en tela de juicio la actuación de los actores ya que la misma es realmente muy buena, a excepción del Comodoro que en el inicio de la película, cuando están brindando, dice un discurso en un tono nada convinecente y poco energético.

El caso Puccio fue un caso que conmocionó al país. Fue un caso fuerte. Fue la organización de secuestradores más temible de la historia policial argentina y para quiénes vivimos en esa época no nos olvidamos, justamente, por todo lo que encerraba el caso en sí mismo: los negociados entre los Capitanes de la Industria y los militares, donde les pasaban a éstos las listas de los empleados "comunistas", "socialistas", sindicalistas, gremialistas y de todo aquel que "pensara diferente al Proceso", a cambio de negociados con el Estado. Es decir: el gobierno les "limpiaba" la empresa a cambio de contrataciones (Indupa, Sasetru, Ledesma, La Serenísima entre otras).

Puccio fue un tipo que trabajó en la SIDE y para los militares. Siendo empleado de la SIDE,siendo miembro a su vez de la Triple A operaba en contrainteligencia para "chuparse" a los mismos que apoyaban al Proceso, muy poco creíble que pudiera operar para beneficio propio. No hubiera vivido más de un día.

El fim no pone en evidencia quiénes articulaban el movimiento de los Puccio, permitiéndoles operar como un doble agente; y más aún, cómo sobrevivó a la purga de la triple A organizada por las Fuerzas Conjuntas.

Un hombre así, y con contactos, no se entiende en la película cómo es que le pide al hijo información sobre las víctimas).

Nada de esto se ve en la película. El tema es tratado como si fuera un caso más de los tantos secuestros que se viven en la Argentina hoy. Más aún, siendo un caso que conmocionó al país, la música (que está constante en toda la película y en forma abusiva, en escenas donde no tendría que estar o en su defecto, otro tipo de música que genere "algo") le quita y minimiza esa conmoción.

La película no transmite nada: no genera tensión, ni atención, ni emoción, ni empatía, ni antipatía. Los pocos conflictos que muestra en los personajes son mostrados al pasar. A mi parecer, el mejor mostrado es cuando Arquímedes lo provoca en la celda para que lo golpee. Pero no muestra nada de las víctimas y/o sus familias (angustias, etc). Tampoco se lo ve en su situación de vecino (cuando saltó el caso Puccio nadie lo podía creer ya que todos sus vecinos decían que era un hombre correctísimo). En el film se lo ve barriendo la vereda y siempre sin gente que pase a su lado ni para decirle "Qué tal día Arquímedes".

Se la podría haber explotado mucho más, pero no. Yo creo que Trapero no entendió lo que realmente sucedió, implicó y destapó el caso Puccio. Podría haberle preguntado a sus padres,que por la edad del mismo Trapero vivieron bien esa época. Se sabe que entrevistó a las familias de los chicos que mataron, pero lo que no tomó en cuenta el director es que esa gente sólo le contó desde el dolor que sufrieron cuando el hijo desapareció (aunque nada de esto esté plasmado en el film) y nada más porque, justamente, no pueden hablar ya que fueron ellos mismos (estos Capitanes de la Industria) los que negociaron con los militares a cambio de las listas y contratos.... O sea: no hablemos mucho para no levantar la perdiz a través de la re-edición de la realidad. No por nada los amigos de Axel lo defendieron a capa y espada.

En síntesis: Un espectador que no vivió esa época le van a quedar muchos cabos sueltos. Es una película cuya crítica está muy inflada. Tiene excelentes actores, pero muy vacía, tibia, y que nada transmite de lo que realmente sucedió y que no entiendo qué le vieron de bueno.

Por tener muy buenos actores una película no se convierte en buena.
aurasur
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26 de agosto de 2015
60 de 69 usuarios han encontrado esta crítica útil
Dicen que la mejor estrategia del diablo es hacer creer que no existe, como ocurrió con el clan Puccio y su monstruoso jefe disfrazado de cordero. Esa respetable apariencia que encierra el mal, es uno de los aspectos más interesantes de la historia que cuenta la nueva película de uno de los mejores realizadores del actual cine nacional.

Filmada con un pulso clásico y sobrio, “El clan” es un film comercial y al mismo tiempo profundo. Con una gran producción en todos los niveles, además de excelentes actuaciones que devuelven al cine argentino la posibilidad de acercarse a hechos verídicos y trágicos, de una manera inteligente, sin excluir la fascinación del espectáculo.

Todo film de Trapero transita por momentos de fuerte realismo e impronta documental, entonces -por su propia naturaleza- la trama (un resonante hecho policial en la época bisagra en la Argentina de los años ochenta, se presenta inmejorable para el director de “Mundo grúa”, “El bonaerense”, “Leonera”, “Carancho” y “Elefante Blanco”, quien ratifica su solidez narrativa con esta reconstrucción de la sórdida historia de los respetables vecinos de un barrio tradicional que llevaban una doble vida impensada para sus allegados. Precisamente, la confianza que despertaba esta familia fue lo que les permitió marcar a muchos conocidos adinerados entre el final de la dictadura militar y los primeros años de la democracia.

El film expone el momento histórico para ubicar temporalmente, y coloca la lupa sobre la doble condición de este grupo que en microescala demostró funcionar como la dictadura, con un permanente mecanismo de negación acerca de los males propios y una externa demostración de virtudes y religiosidades. La doble faz entre la afectividad familiar y la oscuridad criminal es lo más perturbador a la hora de mostrar cómo funcionaba la familia dentro de las paredes de su residencia, mientras en el sótano o en el baño tenían a las víctimas secuestradas. La película muestra hasta qué punto era coherente la conducta esquizofrénica de todos. Por acción u omisión. La vida cotidiana coexistía con el horror de los secuestros pero sin conectarse, como el que pone alta la radio para no escuchar o mira hacia otro lado para no ver, porque ésa era la consigna que bajaba desde la autoridad del padre-patrón interpretado magníficamente por Francella que compone un psicópata de dos caras, esgrimiendo una autoridad incuestionable. El frío manipulador coexiste con el pater familias que colabora en las tareas domésticas y escolares y después redacta notas extorsivas en la soledad de su escritorio, donde luce su diploma universitario de contador.
La música cumple un rol importante dentro del film. Al contrario de lo habitual, la banda sonora no intensifica sino que suaviza la tensión. Canciones ochentistas de Virus, Seru Girán o David Lee Roth, a la vez que estilizan el relato, lo vuelven menos denso y claustrofóbico. Al respecto, la escena en que el personaje del joven Lanzani (revelación actoral) echa mano a un respirador de buzo, sintetiza la textual falta de aire ant, a permanente presión paterna, porque la película descarga en Arquímedes toda la fuerza del mal y muestra a su entorno más bien victimizado, empezando por su hijo Alejandro, mucho más ambiguo entre lo corrupto y lo corruptible.

La película tiene un innegable profesionalismo en todos los rubros, aunque recién cerca del final alcanza su mejor ritmo. Nos comparte la perturbación ante esa extraña mezcla de familia falsamente ejemplar y su siniestra mezcla de fama, respetabilidad, dinero, deshumanización y delincuencia. Múltiples capas del relato que no siempre funcionan con la misma fluidez pero que igualmente con una dimensión que va más allá del simple policial y trasciende la mera animación de un recorte periodístico de aquellos años de transición. Trapero vincula, expone, saca a la luz datos desconocidos para las nuevas generaciones y para ser rememorados por quienes atravesaron tiempos más oscuros.
rouse cairos
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2 de enero de 2016
33 de 39 usuarios han encontrado esta crítica útil
Que un caso de semejantes características sacudiese a Argentina de tal forma que 30 años después el estreno de una película sobre el Clan Puccio se convierta en Argentina en la película nacional más taquillera de la historia a pesar de contar con títulos tan sobresalientes como 'El secreto de sus ojos', 'Martín Hache' o 'Relatos salvajes' es casi comprensible. Ahora bien, que los críticos exalten esta obra como un gran thriller o película de crímenes me parece una incógnita.
En primer lugar porque se sabe el final desde el principio, ya no solo si conoces la historia argentina (no es mi caso), sino porque el director se atreve a mostrarte el desenlace mediante flashforwards; no negaré que Trapero filma con elegancia y precisión, pero este recurso elimina uno de los pocos atractivos de la película.
En segundo lugar y más importante, es la falta de explicación sobre las causas de estos secuestros y asesinatos, si únicamente entra en juego el factor económico de los Puccio, ¿cómo puede ser que altos cargos del gobierno argentino se permitan esconder o cubrir las espaldas a tan viles asesinos?, ¿qué ganaba la dictadura argentina o el gobierno post-dictatorial con el secuestro de personajes adinerados de diversa índole sin presuntamente ninguna responsabilidad pública? Que la película se centre más en la relación entre Álex y su novia que en explicar el porqué de los crímenes o en aclarar qué había detrás de todo esto me decepciona enormemente. Además, los personajes, partiendo de que es tarea ardua comprender a un simple sicario, no parecen tener unidad de criterio: Álex piensa en desvincularse de las actividades de su padre, y sin embargo, viaja a otro país para convencer a su hermano de que vuelva con la familia para proseguir con las actividades delictivas.
Mención aparte merece la selección de la banda sonora, escuchar "Into each life some rain must fall" en una película ARGENTINA sobre ASESINATOS y TORTURAS es cuanto menos curioso, y no es ni por asomo el único ejemplo, creo que últimamente se está descuidando esta tarea de seleccionar la música de las películas, las bnadas sonoras parecen una tracklist de caprichos del director, ya pasó con "Un día perfecto", habrá que volver a la carencia de sonido extradiegético, que para películas tan crudas como "El Clan" siempre resultan más eficaces para describir esa miseria humana, no distraen ni ablandan.
A pesar del descomunal Guillermo Francella, del factor histórico (no demasiado bien tratado) y de una dirección digna con un guión solvente, no apruebo la película por lo hueco que el argumento resulta, no hay trasfondo moral y la sucesión de secuestros se hace agobiante y aburrida, no le encuentro la gracia.
Javiercillo97
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14 de noviembre de 2015
27 de 29 usuarios han encontrado esta crítica útil
Produce espanto y perplejidad presenciar cómo una sociedad puede estar tan enferma, tan corrompida, tan amoral y tan echada a perder que acaba asumiendo e integrando en la cotidianidad más repulsiva una cadena de crímenes contra la libertad individual, contra la convivencia cívica, contra el sentido común, por permitir que la criminalidad se adueñe del día a día, por no mover ni un dedo para restablecer el orden y la coexistencia pacífica entre los semejantes. Cuando el horror se vuelve cotidiano, parece que cualquier excusa es válida (la necesidad de dinero, la envidia por el que tiene más que uno mismo, la supuesta injusticia de haber perdido el poder, las diferencias ideológicas, etc.) para cometer cualquier delito en beneficio propio, sin importar sus consecuencias.

Convivir con la crueldad, la infamia, la ignominia, la extorsión, la barbaridad nos vuelve insensibles a las atrocidades. Cuando privamos al otro de cualquier derecho y dignidad porque piensa diferente, porque tiene más, porque nació en la riqueza o tuvo la gracia del talento, entonces se desencadenan cataclismos que resultan casi imposibles de domeñar. Y se desarrolla una ceguera pavorosa ante la crueldad e insensibilidad de toda actuación, fijándose sólo en los fines pero omitiendo la sangrante inhumanidad de los medios. Cuando creemos tener derecho a algo nos da igual que la ley no esté de nuestra parte: nosotros somos la ley o la reescribimos a nuestro antojo con tal de sacar tajada y saltarnos todo control, toda cortapisa, todo límite, por aberrante y cruel que nos volvamos.

Estamos ante un hecho verídico situado en la Argentina de los años ochenta, pero su validez trasciende aquella época y aquella geografía hasta devenir en metáfora universal. El momento y el país parecen anecdóticos – aunque no lo sean nunca y no debemos olvidar que todos somos responsables del momento presente que vivimos – pero está tan bien reflejado que produce la malsana sensación de estar asistiendo a un documental sobre el enfermizo y calamitoso comportamiento de personas enfermas de violencia, de armas, de vanidad, de rango, de impunidad o de ambición y que atropellan a sus semejantes en beneficio propio. Cerrar los ojos parece la solución: lo que no vemos, no existe. Y nos sentimos limpios.

Además del aterrador tono monocorde, atroz y lacerante que le imprime su director, Pablo Trapero, hay que destacar sobre todo la actuación portentosa de Guillermo Francella, un actor de una ductilidad camaleónica y de una efectividad infalible. Su mirada y su gesto espantan y su poderosa creación pasará a la historia de la feroz villanía vulgar y corriente. Muy desasosegante.
antonalva
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15 de agosto de 2015
30 de 36 usuarios han encontrado esta crítica útil
Luego de ver las películas anteriores de Pablo Trapero se puede decir que va disminuyedo la intensidad con la que abordaba diferentes temas sangrantes de la Argentina. Aún así, en El Clan, logra llevar al cine una novela aterradora que sucedió en la década del 80 en este país.
Lo siempre acertado por parte de Pablo Trapero es llevar en el reparto a un actor de renombre, taquillero y eficáz a la hora de conquistar espectadores. Tan cierto es esto, que logró que la llevó a ser el filme nacional con mayor cantidad de localidades vedidas en el primer día de estreno (71.000 espectadores). Dicho esto, no cabe duda que su expertis a la hora de dirigir actores hace que logró que Guillermo Fracella (humorista por excelencia) logre su mejor protagónico en un papel complicado, oscuro y mítico.
El lineamiento del argumento permite entender la historia perfectamente, pero falta algo en su desarrollo que mantenga el interés durante su metraje.
Para los que no conozcan la historia, la misma cuenta lo sucedido en la provincia de Buenos Aires, donde un hombre que pertenecía a las fuerzas militares que gobernaban en el país, encuentre en su oscuro trabajo, la manera eficiente de llevar a cabo diferentes secuestros extorsivos, práctica que se extendió en el inicio de la democracia, ayudado por su afamado hijo que se codeaba con la alta sociedad de la provincia, y apañado por toda la familia, complices convencidos que dicho fin era la manera de obtener el bien familiar.
El final logra el climax acorde para salir del cine con esa sensación de haber visto una tarea bien realizada, y en especial por la gran actuación (primera vez en cine) de Peter Lanzani.
En fin, la película no los va a decepcionar para nada. Cine argentino nuevamente para disfrutar.
Lean
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