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El vampiro negro

Drama. Cine negro. Intriga. Terror El Dr. Bernard llega casi al punto de obsesionarse por intentar capturar a un temible criminal, atrapando a varios sospechosos a los que da por culpables. Uno de ellos, un enano óseo displásico, descubre uno de los cadáveres en un caño de desagüe y al reportarlo es tomado por el asesino y arrestado, tan solo por su aspecto repulsivo. (FILMAFFINITY)
Críticas 5
Críticas ordenadas por utilidad
4 de noviembre de 2021
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
El film cuenta la historia de un asesino que evade a la policía eficazmente hasta empezar a dejar margenes de error en sus crímenes lo que lo puede llegar a comprometer.
La película es bien llevada a cabo, con actuaciones bien logradas como la de Nathan Pinzon y Olga Zubarri y otras no tan logradas como la de Roberto escalada, La fotografía también se destaca y esta bien resuelta en la mayoría de las escenas logrando un autentico cine noir, lo flojo a mi gusto es el guion al cual creo que le falto desarrollar mas a los personajes principales y dar un par de giros o revelaciones que hagan mas intrigante al film; de todas maneras no es una mala película, solo sentí que le falto algo mas, para mi es un 5,5.
Bruno Lopez Jurado
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19 de enero de 2024
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
"El vampiro negro" es un largometraje muy peculiar. Es un "remake" de "M, el vampiro de Düsseldorf" (M-Eine Stadt sucht einen Mörder, 1931), de Fritz Lang, pero con un desarrollo narrativo más "feminista", para dar protagonismo a Olga Zubarry, y con una fotografía en blanco y negro claramente expresionista que parece influida por la de "El tercer hombre" (The Third Man, 1949), de Carol Reed.

Por otro lado, pese al acento local, pese a estar rodada en la ciudad de Buenos Aires, y pese a alguna palabra tan argentina que suena alguna vez, como "cuadra", para referirse a una manzana, esta película juega a tratar de presentar la acción en un indeterminado país europeo, seguramente Alemania, pues alemán es el idioma de un documento oficial que aparece con los datos de Amalia Keitel (Olga Zubarry) y alemán es el idioma de un rótulo de una fábrica que aparece fugazmente. Tal vez esa intención de no dar a la historia un ambiente muy argentino fuera una imposición de la censura argentina de entonces.

En todo caso, y pese a lo anterior, destacan la dureza de algunas secuencias, como la de la paliza que Nathán Pinzón propina a Olga Zubarry, así como la ironía con que suele adornarse la narración, una narración que priva al espectador del habitual suspense de un relato de crímenes, pues desde el principio se muestra la identidad del asesino, el vampiro del título (Nathán Pinzón), y todo el desarrollo narrativo viene a explicar la historia de este pederasta, un profesor de inglés que vive en una casa de huéspedes.

La historia está protagonizada por el asesino (Pinzón), el fiscal que le persigue (Roberto Escalada) y la testigo de uno de los crímenes del asesino (Zubarry), que canta en un cabaré de mala muerte; y lo curioso es que, aunque son tres personajes que no tienen nada que ver entre sí, en principio, la trama va relacionándoles con gran habilidad, haciendo ver al espectador que son tres personajes que están solos, aunque no lo parezca.

En cuanto al asesino, usa las alcantarillas y la red de alcantarillado para huir, lo que es muy metafórico -es un personaje que vive sumido en un infierno permanente, y en una perversión que le domina- y permite una puesta en escena muy expresiva y acertada, gracias a una fotografía en blanco y negro magistral que hace que sea la propia luz la que cuente y defina esta historia de terrores propios y ajenos, de purgatorios y laberintos, de sufrimiento y obsesiones.

Para mí, es una obra tan buena como la de Fritz Lang. Lo que quiere decir que se trata, posiblemente, de una obra maestra del cine argentino y, por qué no, del cine mundial. A reivindicar urgentemente.
Pedro Triguero_Lizana
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17 de abril de 2020
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Enmarcada entre las películas que nunca deben ser versionadas -la lista es mía- se encuentra “M” de Fritz Lang, no solo por unos logros técnicos que cimentarán la estética del cine de dos décadas e influirán escénicamente hasta el presente sino porque como realización alcanza la sinomorfia perfecta entre los recursos del rodaje (picados, fuera de campo, elipsis, iluminación) y lo narrado en un lenguaje que cinematográficamente recrea a la perfección la filosofía existencialista, irreal, funámbula del expresionismo convertido a la vez en proyección física y moral tanto del espacio como de los protagonistas que lo moran.

Cuesta ser displicente con “El vampiro negro”, remake rodado más de veinte años después por el uruguayo Viñoly Barreto porque el esfuerzo técnico es loable y fílmicamente está bien construido, pero no añade nada nuevo; es más, el guion argentino, aún siendo fiel, cancanea la historia al distender los personajes con caracteres melodramáticos que debilitan no tanto la trama -que también- como la atmósfera siniestra y malsana que fluye en el original donde, salvo en las niñas, ronda un aire de sospecha sobre perseguidos y perseguidores.

Más allá de lo inquietante, la presencia catatónica de Lorre carece de paragón. Actor y personaje fusionan una interpretación de escalofrío, la expresión de torpor criminal, de sanguinaria inocencia y de estupefacción está ausente en la réplica argentina que ofrece un psicópata al uso consciente de su desdicha.

Digna y entretenida, como también lo es la otra versión de 1951, pero prescindible frente al canon del año 31. Las obras maestras no deben ser remedadas.
Álvaro
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
alvaro
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19 de septiembre de 2022
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Versión argentina inspirada en el relato cinematográfico del laureado Fritz Lang. Al propio tiempo, aquel film, "M. el Vampiro de Düsseldorf" se basa vagamente en la historia de Peter Kürten, famoso sádico alemán, un hombre inhibido que solamente lograba excitación sexual al derramar y contemplar sangre. Según se explicó, al momento de su irradiación televisiva, existe un sólo ejemplar de este film de Viñoly Barreto, por lo cual el paso del tiempo produjo un avinagramiento que determinó que debiera restaurarse escrupulosamente, lo que importa el control fotograma por fotograma. El resultado es espléndido, y puede verse con gran placer visual la por otra parte estupenda narración. A diferencia de su famosa predecesora, aquí se muestra no sólo la actitud depredatoria del criminal psicópata, un hombre apocado que secuestra y extermina niños, sino también hay un cuestionamiento institucional al observarse los métodos crueles que emplea el fiscal a cargo de la indagación, que incluye tentativas de extorsión para acercarse íntimamente a una testigo de uno de los atroces hechos. La actuación de Nathán Pinzón en el rol central es memorable, como muy buenas las actuaciones de Olga Zubarry y quien encarna al investigador principal. A lo que debe aditarse que la dirección revela un grato sentido de los encuadres.
elneon
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18 de octubre de 2022
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Un gran clásico de mi país, que al fín puedo ver gracias al hallazgo de Fernando Martín Peña y a la genial restauración de Eddie Muller.
A diferencia de "M" (obra maestra de Lang) y de la versión de 1951 dirigida por Joseph Losey, aquí todo está planteado de forma diferente.
Particularmente, pienso que el personaje de Rita (la cantante de cabaret interpretada por Olga Zubarry) y su relación con Bernard (el fiscal interpretado por Roberto Escalada) agrega un toque diferente a la película (sigo en el spoiler).
La fotografía es GENIAL y es uno de los puntos fuertes de la película. El encuadre, la composición y la iluminación de cada plano han sido elegidos para generar una atmósfera de cine negro / expresionismo casi de pesadilla. Viñoly Barreto bebe de Lang, pero también del dueto de Orson Welles y Gregg Tolland. Así mismo encuentro también similitudes con "Freaks" (1932) de Tod Browning, "He Walked by Night" (1948) de Anthony Mann con fotografía de John Alton y "The Third Man" (1949), entre otras.
Buen manejo del ritmo y del suspenso, con grandes escenas que me mantuvieron agarrada a la silla.
A pesar de algunos dialogos acartonados, los actores estan muy bien: destacan Nathán Pinzón (que no es Peter Lorre pero está excelente) y la gran Olga Zubarry.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Cami
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