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West Side Story

Musical. Romance. Drama Los adolescentes Tony y María, a pesar de tener afiliaciones con pandillas callejeras rivales, los Jets y los Sharks, se enamoran en la ciudad de Nueva York en la década de los 50. Nueva versión del legendario musical 'West Side Story', a su vez adaptación de una famosa obra de teatro de Broadway, que modernizaba la historia de 'Romeo y Julieta', de Shakespeare. (FILMAFFINITY)
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Críticas 110
Críticas ordenadas por utilidad
27 de diciembre de 2021
243 de 371 usuarios han encontrado esta crítica útil
Este texto no es un análisis, más bien una inquietud. Steven Spielberg insiste en que el clásico "West Side Story" tiene mucho que contar y las nuevas generaciones se merecen disfrutarla desde una mirada ajustada a su tiempo. Spielberg se presenta como el heraldo que saca brillo a lo viejo para colocarlo en la actualidad. Pero este mensaje en positivo tiene su reverso: lo que viene a decir el director es que el "West Side Story" de 1961 ha envejecido mal. Ha perdido interés. Necesita una reforma.

¿Ha envejecido mal "Casablanca"? Tal vez deberíamos convertir a Rick en un homosexual afgano huyendo del régimen talibán. La juventud se aburre con "Ciudadano Kane", tal vez una versión en color sería más actual. Otro género que ha envejecido fatal es el cine mudo. Deberíamos sonorizar "El acorazado Potemkin" y todas esas antiguallas de Buster Keaton. Por no hablar de la Biblia, ese gran texto indescifrable. Deberíamos resumir la Biblia en un tuit y acto seguido abrir un perfil de wasap a Don Quijote. Todo vale con tal de convertir la cultura en un producto fácil.

Flaco favor nos hacemos si rebajamos la cultura a una papilla fácil de masticar, a la altura de la dieta de un ignorante. La sabiduría exige esfuerzo. A veces la distancia cultural es inevitable y negarla es pedante. Por ejemplo hoy nadie sabe griego y nos perdemos el placer de leer a Homero en su voz original. Pero seamos curiosos para acercarnos al pasado con la máxima inquietud y descubrir su belleza. No cometamos el error de creer que la cultura es una foto en Instagram.

Spielberg, siempre ambicioso, se ha atrevido con algo que nadie le ha pedido. Su "West Side Story" es impecable pero personalmente solo veo artificio. Su película es un calculado baile de máscaras que siempre remite al baile original. Comparar es inevitable. Una película innecesaria cuyo mayor logro sería despertar en el advenedizo la curiosidad por la obra maestra original.
Robert Denigro
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23 de diciembre de 2021
113 de 169 usuarios han encontrado esta crítica útil
1.- Prólogo. Spielberg intenta estar a la altura de Wise y Robbins, se esfuerza en ser original y presentar una óptica social, pero la larga apertura de la película de 1961 es imbatible. Wise/Robbins por K.O. claro.

2.- Jet Song. Asalto de transición, ambas películas intentan prolongar el efecto inicial aunque sin excesiva inspiración. Combate nulo.

3.- Something´s coming. Tony presintiendo que puede pasar algo importante. Tampoco es un asalto muy relevante, salvo que presenta al protagonista. Combate nulo.

4.- Baile en el Gimnasio. El Mambo de la versión antigua es magnífico, puro musical clásico. Spielberg es menos musical, parece que está rodando una película de acción, aunque el resultado es bueno. Wise/Robbins por decisión dividida.

5.- María. Ambos números son reguleros, limitados por la blandura del intérprete (aunque el de 1961 es peor) y la falta de imaginación. Otro combate nulo, con protestas de Spielberg.

6.- Escena del balcón. Lo mismo. Yo diría que Spielberg se inspira en Wise. Por votar, me quedaría con la de 2021 aunque sólo sea por un bonito primerísimo plano de Rachel Ziegler cantando “Tonight”. Spielberg por decisión dividida.

7.- América. Llegan los asaltos decisivos. Spielberg convierte el número (que en el original de Broadway era cantado sólo por las chicas puertorriqueñas, por cierto ¿nadie ha notado que Bernard Herrman la plagió -la canción es de 1957- en los créditos iniciales de “Con la muerte en los talones”?) en un show callejero de steadycam-dolly estilo La La Land, muy complicado de rodar. Al menos elimina los gestos flamencos de la versión de 1961 y eso es de agradecer. No obstante la escena de 1961 es pura armonía: la danza parece surgir de la música y los planos se pegan como un guante a ambas cosas. Wise/Robbins por decisión unánime.

8.- Cool. La mejor escena de la versión de 1961, junto con el inicio, de hecho parece que es un número histórico en Broadway. Otra vez Spielberg intenta innovar cambiando la situación dentro de la trama (ya se hizo en 1961) y trata de darle un nuevo sentido. Sin comparación, K.O. brutal para Wise/Robbins.

9.- Feel Pretty. Escenas muy parecidas, algo tontorronas, acordes con el personaje. A ambas les falta más mala uva. Combate nulo

10.- Gee, Officer Krupke. Esto es exactamente lo que Spielberg persigue durante toda la película y lo consigue aquí. El sonido realista de los zapatos y los objetos se funde con la estupenda coreografía muy bien filmada. Cine en movimiento. Spielberg por K.O.

11.- Tonight Quintet. Otra vez Spielberg chupa de Wise, claramente. El montaje paralelo es muy parecido en ambas. Hay que primar el original. Wise/Robbins por decisión dividida.

12.- Rumble. La pelea. Spielberg está en su salsa filmando acción. No obstante la escena de Wise tiene un escenario épico y un aliento trágico que le dan ventaja clara. Wise/Robbins por decisión unánime.

13.- Somewhere. No me gusta Rita Moreno en esta película, me gustaba en la de 1961. Este número es un homenaje que quizás se merezca, pero resulta plano. La versión de 1961 tampoco es mucho mejor. Una pena porque la canción es magnífica, como se encargó de recordar Tom Waits en una versión maravillosa. Combate nulo y aburrido.

14.- Títulos finales. Están bien los de Spielberg, igualmente inspirados en los de Saul Bass de 1961. Desgraciadamente para él, sabe que no puede competir con una obra de arte. Wise/Robbins por K.O. con aplausos para Spielberg.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
KingAlvarado
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9 de enero de 2022
60 de 79 usuarios han encontrado esta crítica útil
Pasable remake con una nueva puesta en escena muy espectacular.

Los numerosos travellings, los encuadres coquetos, los colores, la ambientación urbana y marginal, el sabor sesentero...todo está muy conseguido para distinguirse visualmente de su predecesora.

Las actuaciones son flojas pero cumplen. No hay mucha química entre los protagonistas, la verdad... La mejor interpretación, la secundaria Ariana DeBose. Talento en la interpretación, en el cante y en el baile. La protagonista Rachel Zegler, también destaca por su expresividad y su talento cantando.

La historia es la misma; sólo cambian las ubicaciones y el orden de algunos números musicales. Bien jugado. Si algo fue casi perfecto, ¿para qué cambiarlo?

Los números musicales son exactamente los mismos. Bien jugado. Si algo fue totalmente perfecto, ¿para qué cambiarlo?

Entonces, ¿para qué hacer este remake? ¿por qué? ¿Aporta algo? No. ¿Mejora algo? No. La insuperable música de Bernstein y los números siguen invariados (afortunadamente).
Tal vez Spielberg quería demostrar que aunque John Houston tropezara en un musical (Annie), él no iba a hacerlo. Vale. Es verdad. No ha tropezado. Lo ha sacado con dignidad, con unas mejores imágenes, con los mismos números y música... Vamos, sin arriesgar nada. ¿Qué quiere que nos maravillemos por no pifiarla con una obra maestra?
¿Eso es todo?
Pues va a ser que no...
Jose Solo Z
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22 de diciembre de 2021
70 de 105 usuarios han encontrado esta crítica útil
La obra West Side Story es una historia de romance imposible a lo Romeo y Julieta. Él se encuentra con ella, se conquistan y llegan a amarse aunque pertenezcan a mundos opuestos y enfrentados. Se basa en la idea del amor sublime cuando excede a las banalidades de la sociedad. Una historia así solo funciona si se transmite de manera creíble y con firme convicción.

Con esa hipotesis en mano, nada menos que Steven Spielberg levanta el telón de un clásico de Broadway y de Hollywood. Estamos en el Nueva York de mitad de siglo, sesenta años atrás. Lincoln Center aún no ha sido construido, viejos townhouses van a ser demolidos para dar terreno a futuros rascacielos y los autos aún no han copado todo con su mundanal ruido.

Al ritmo conocido del chasquido de dedos, Spielberg nos presenta al primero de los dos mundos en conflicto, el de los hijos de migrantes europeos. Entre ellos está Riff, un joven mujeriego, vehemente y con ganas de defender su territorio en las calles. En el otro lado están los hijos de migrantes latinos. El líder es Bernardo, apasionado luchador, con ganas de hacerse respetar a puñetazos.

Riff y Bernardo pelean durante toda la película por ver quien es el dueño del territorio habitado por ambos. Pelean por América. Y el protagonismo de ellos me hizo pensar por momentos que al guionista Tony Kushner se la había ocurrido hacer un West Side Story gay. Menudo giro plausible hubiera sido. Pero no. Tarde y desapercibido, hacen su aparición en escena María y Tony.

A María su hermano Bernardo la quiere emparejar con su amigo Chino, por eso van a un baile. Y a Tony su hermano Riff lo quiere de vuelta en la batalla contra esos latinos mugrosos, por eso irán a arruinar el mismo baile. Pero María y Tony, quienes nunca antes se habían cruzado, apenas y se miran mientras todos bailan, y en dos minutos se aman y se besan. Es el amor fugaz inmediato sin necesidad de conquista, sin ningún esfuerzo. Es como una cita por Tinder o Bumble. Ni se han podido conocer bien entre ellos ni menos los conoce el público, pero ya se aman.

El West Side Story de Spielberg da por sentado el amor, único ingrediente vital para el éxito de su trama. Toda esa idea de Romeo y Julieta se cae pedazos cuando la bandera principal de la película no se trata de desarrollar el vínculo creíble e intenso entre María y Tony. No me creo sus motivaciones para estar juntos, la defensa de su supuesto amor, ni siquiera sus ganas de escapar para poder ser una pareja.

Ella no es la mujer soñadora y aspiracional en búsqueda de un gran amor, sino parece una chica confundida y frustrada a la espera de una mejor vida para sí misma. Él no es menos egoista. Anhela para sí mismo para la salvación de su pasado y superar sus demonios personales. No es el chico inocente e idealista cuya habilidad para derretir corazones es suficiente pretexto para enamorarse de él. En el frenético juego de cámaras de Spielberg, no hay tiempo para entender su amor de una manera sublime, idealista y existencial.

Lo empeora todo el error de casting de Rachel Zegler y Ansel Elgort. Hay una innecesaria diferencia de tamaños entre ambos. Ni siquiera se tocan hasta el final de la película y comparten poca pantalla. Ella tiene una mirada muy dura, parece preocupada siempre por algo, como si avisara todos los problemas. Nunca está feliz. Cómo se enamora uno sin alegría, siempre consternado por el siguiente paso desde el primer encuentro. Él tiene una mirada suspicaz y misteriosa, como un galán de película de mafiosos. Y entre los dos, no se construye química alguna.

Descartada la construcción del amor, el guión se centra en los conflictos sociales. Intenta abanderar todas las causas del presente, aún cuando no se relaciona en nada a la trama. También hay un exceso de interés y pantalla en los personajes secundarios. El protagonismo de Bernardo, Riff, Anita, Valentina, Chino e incluso los policías es exagerado. Con ello, la atención del público se dispersa demasiado.

Es admirable el tiempo y dedicación puesto a producir esta película. La factura técnica y la calidad de la producción son impecables. Cada detalle ha sido estudiado al milímetro. Y es precisamente ahí donde se identifica la falta de habilidad del director para rodar un musical. Las coreografías son excesivas y exageradas. Son cuerpos arrojados sin delicadeza a bailar en escenografías y planos hermosos, e impide a los personajes presentarse con naturalidad.

Aplaudo la elección de los diálogos en español, aunque solo sirva para resaltar más el lío social. Pero han hecho algo con el montaje de sonido para exagerar las voces y no parecen salir de la boca de los actores. Sumado a la grandilocuencia de los diálogos, pegoteados sin cuidado de la obra original a pesar de estar a sesenta años de su debut en cines, es como asistir a una función atrapada en el tiempo.

Las películas de Spielberg siempre presentaron hombres ordinarios capaces de superar grandes retos. Y qué si esta versión del famoso musical hubiera dado más énfasis a Tony, su lucha interna por reformarse y la gesta imposible por conquistar el amor de María. Y que a ella también le cueste enamorarlo. Pero después de cuarenta años de carrera, donde el amor es totalmente ajeno al cine de este director, era de esperarse.

Spielberg ha estrellado un clásico al extirparle su esencia y alma. Con su ambición técnica le ha dado rigidez a su propuesta. Y decepciona al ser el cineasta más innovador del siglo pasado. No sorprende tampoco el fracaso en taquilla. Esta película errática no puede competir jamás con el rezago de la pandemia, Spider-Man y Matrix. Pero tal vez sí, cómo no, ganar unos cuántos Oscar técnicos. Será la película enana de las salas vacías.
Salvapantallas
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20 de diciembre de 2021
90 de 155 usuarios han encontrado esta crítica útil
No hay muchos cineastas de categoría con agallas para escoger un clásico intocable de la historia del cine, atreverse a hacer un remake y salir airoso. Aún menos salir triunfante. Pero Steven Spielberg está hecho de otra pasta, es un genio redomado que ha vuelto a salirse con la suya y vuelve a regalarnos una maravilla cinematográfica. La nueva versión de West Side Story, que llega a las salas 60 años después del estreno de Robert Wise que revolucionó la industria, es un viaje deslumbrante de colores y alegrías, de homenajes al clásico, además de brindar una nueva mirada a una historia que necesitaba un lavado de cara -en este caso literal para la mayoría de intérpretes-.

Aunque los oráculos críticos que rebuznan que la historia original de Wise "era intachable" o "no necesitaba de nuevos maquillajes", Spielberg por fin sitúa la historia en un contexto y escenarios completamente creíbles. Los puertorriqueños son interpretados por actores y actrices latinos, además de introducir de manera verosímil los diálogos en español (y sus acentos). A Anybody se le deja de tratar como a un monstruo y por fin es reconocido como un hombre trans. Los elementos del guión original que habían hecho que la película caducara por los bordes y en su corazón por fin han sido corregidos.

La música del genio Leonard Bernstein y todas las canciones de Stephen Sondheim -quien falleció hace pocas semanas- se mantienen frescas, vivas y deslumbrantes gracias a una puesta en escena excelente, unas coreografías renovadas que recuerdan a los mejores números de la original y a la modernidad que te permiten los recursos actuales como se vió en La La Land. En el momento en que arranca la película, Spielberg consigue una mística que abraza el espectador desde el primer minuto.

Además, el elenco escogido por el director es milimétrico: Ansel Elgort i Rachel Zegler -que es su primer papel en cualquier proyecto- lo bordan. Pero el reparto de secundarios es increible, destacando David Álvarez, Ariana Debose y Mike Faist. El broche de oro es la aparición de Rita Moreno (la Anita original) en un nuevo papel que vertebra la trama a la vez que homenajea el film antiguo. Es inevitable analizar que esta historia de amor, de un amor verdadero que capea temporales familiares y raciales, esta construido en un romanticismo prácticamente dependiente y tóxico. En eso Spielberg no se aleja de Wise ni del musical, pero se enmarca en una corriente que pasa el filtro de la mirada actual. Y eso es una satisfacción inmensa, dadas las circunstancias en las que falló la anterior de hace seis décadas.

Con todos estos elementos sobre la mesa, la West Side Story de 2021 es directa a la hora de calar su mensaje entre canciones: el amor siempre debe prevalecer por encima del odio. Es preciso recalcar que la película no es ni una versión alejada del clásico, ni tampoco una calcomanía digna de los peores remakes de la historia -saludando a Gus Van Sant con su horrible Psycho, por ejemplo-. Es una nueva mirada a una historia marcada por el racismo, por la inmigración que inundó las calles de la Costa Este de Estados Unidos y la violencia que estallaba entre los barrios de Nueva York. Todo, envuelto en la esencia de la tragedia shakesperiana.

Spielberg rescata de Robert Wise esa alegría por celebrar la vida que nos brindan la mayoría de musicales, aunque bailen alrededor de una historia dramática. Su capacidad innata por crear un estilo clásico de cine, sumada a un talento inigualable por crear relato cinematográfico dan un resultado estético, musical y interpretativo de alta categoría. La nueva West Side Story es una verdadera maravilla que reclama que miles de personas acudan a las salas de cine a enamorarse.
VictorRodrigo
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