Fantasmas en Roma

Es una lástima que nadie que haya visto esta película haya dedicado un poco de su tiempo a escribir sobre ella. Voy a ser yo el primero en hacerlo, y encantado, siempre es mejor escribir elogiando un largometraje que tener que explicar las razones de que sea malo. "Fantasmas en Roma" es una película que ha conseguido de mí que estuviera sonriendo durante toda su duración y por ello ya cumple con lo mínimo que se le exige a una comedia, que no es poco. Hay muchos intentos de hacer reír que se quedan en el camino y fracasan lamentablemente, así que toparse con una comedia que incluso me ha hecho descojonar en su parte final con la aparición de Gassman, es para celebrarlo y gritarlo a los cuatro vientos: son los años sesenta y Antonio Pietrangeli decidió intentar hacer reír en lugar de ponerse el traje de sociólogo tristón y enseñarnos la cruda realidad de Italia.

Hoy he acertado optando por ver al sinvergüenza de Mastroianni desplegando sus artes espectrales en lugar de alguna infausta historia de algún desdichado. Bienvenido el humor, que aparece ya en la presentación del príncipe que posee ese decadente palacio que es objeto de deseo de especuladores inmobiliarios. Un príncipe de carne y hueso tan entrañable como los fantasmas con los que convive y nunca ha podido ver. El monje, la suicida, el niño y Mastroianni interactúan con la materia a su antojo siempre con humor. Puede que no sea una película de ocho, nueve o diez estrellitas en la escala FA... pero en realidad, ¿por qué no? Si es una pequeña maravilla.

La aparición estelar de Gassman me ha parecido lo más acertado, con esa verborrea, con ese ímpetu, me ha recordado a un tal caballero Brancaleone di Norcia. Pero no, él es pintor, o tal vez lo fue, y de los buenos. Van a buscarlo a una torre vieja donde antes sólo pastaban las cabras y ahora se ha convertido en un mar de asfalto, en las afueras de Roma. Tiene experiencia en desahucios y no se lleva bien con curas y niños.... Bueno, lo mejor es invitar a que la vean, yo creo que está muy pero que muy bien.

Fantasmi a Roma (Fantasmas en Roma) (1961), dirigida por Antonio Pietrangeli, guión del mismo director junto a Sergio Amidei, Ennio Flaiano, Ruggero Maccari y Ettore Scola, la música del genial Nino Rota y la fotografía de Giuseppe Rotunno, nos deja una muestra absoluta de la ‘Commedia all’italiana’ que tanto éxito cosecho a lo largo de cuatro largas décadas.

Para un director como Pietrangeli involucrado en el cine inicialmente como escritor de reseñas cinematográficas, pasando posteriormente a guionista y director, no le debió resultar complicado rodar la esplendida Fantasmas en Roma entre una filmografía propia no demasiado extensa aunque interesante en su contenido.

El príncipe Annibale Di Roviano (Eduardo de Filippo), vive en su desvencijado Palacio Roviano, al que por su aspecto, parece que no le queda mucho tiempo conservando su estructura original, el paso de los siglos ha transformado el edificio en una vieja reliquia donde habitan ilustres fantasmas con un denominador común: haber muerto violentamente; así, nuestros etéreos inquilinos viven a través de los tiempos en comunidad y buena armonía, enfrentándose, una vez más, a nuevas amenazas de derribo proveniente de los mortales, para lo que han decidido organizarse, intentando que no se convierta en realidad la amenaza de la constructora.

Entre los muertos encontramos a Fray Bartolomeo (Tino Buazzelli), fantasma con más de cuatro siglos de edad, representa el equilibrio y la sobriedad en el grupo; Reginaldo Federico Gino (Marcello Mastroianni) libidinoso conquistador de mujeres, inquieto y travieso hasta el fin de los tiempos; Flora (Sandra Milo) eterna enamorada romántica y soñadora, Poldino (Claudio Catania) inocente y travieso niño que él solito se buscó su propio destino; y, finalmente, recién llegado del mundo de los vivos el príncipe Annibale Di Roviano, muerto reciente y hermano menor de Poldino ; un grupo de personajes de la más pura tradición italiana de la comedia que se han de enfrentar al problema que los vivos plantean, para lo que piden ayuda al iracundo pintor Caparra (Vittorio Gassman) temperamental pintor del seiscientos cansado de que su obra sea confundida con la de un tal Caravaggio.

Entre los vivos vemos a Federico (Marcello Mastroianni) príncipe heredero del palacio con pocos deseos de seguir la tradición, influenciado en parte por Eileen (Belinda Lee) cuyo único objetivo es la riqueza, creyéndola ver en el heredero Federico; Gino (Marcello Mastroianni) forma parte de la última hornada de descendientes con alguna marcada diferencia física de dudosa procedencia.

Otros personajes de esta deliciosa comedia, lo completan Carletta (Ida Galli) displicente secretaria con un dudoso ritmo de trabajo; Tollandi (Claudio Gora) el ingeniero encargado de ejecutar la obra de demolición del edificio; Randoni (Mario Maresca) el profesor de arte abierto pecuniariamente a reconocer la autoría de un fresco del XVI, descubierto bajo un falso techo en el edificio donde Caparra ha intervenido a petición de sus amigos fantasmas y admiradores de su obra, arruinando así el voraz futuro de Eileen.

Antonio Pietrangeli completa el singular cuadro coral con algunos personajes propios del entorno social en el que se desarrolla la historia (que no va mucho más allá del número 12 de la Glorieta de la Paz), entre los cuales: Nella (Franca Marzi) la atenta patrona del restaurante donde Federico suele comer, y Regina (Lilla Brignone) perturbado personaje, querido y respetado por todo el barrio. Entretenida película de agradable visionado.

Entretenida comedia de corte fantástico y de talante desenfadado en la que abundan peripecias insólitas como punto de referencia para que vivos y muertos compartan espacio en una cita insólita.
Estupenda ocasión para presentar una sucesión de chascarrillos entre los que se cuelan atisbos de crítica social y un somero análisis costumbrista.
La película resulta sencilla pero el guión está bien elaborado de manera que, a pesar de su espontaneidad, es capaz de dejar prendida una sonrisa en los labios del espectador.
Buena interpretación de M. Mastroianni como protagonista, muy bien secundada por el resto del elenco entre quienes destacan V. Gassman y B. Lee.

A la muerte del anciano aristócrata propietario de un palacete romano, los fantasmas que habitan este deciden rebelarse ante su inminente demolición. Fantasmas en Roma (Fantasmi a Roma, 1960), de Antonio Pietrangeli, es una deliciosa comedia, tan divertida como tierna, además de elegante (la puesta en escena, el cromatismo). Una joya.

Empezaré por decir que estoy totalmente de acuerdo con otro compañero de F.A., que lamenta que esta película solo tenga tres críticas (cuatro con esta). Como no creo que sea por pereza de los que nos expresamos por este maravilloso portal, pienso que será porque sencilla y llanamente no se conoce, no ha sido vista por la mayoría. Yo desde luego no tenía ni idea de que existía, he dado con ella por casualidad, rateando por la red y aprovechando una oferta de compra muy ventajosa que no había que dejar pasar. Como os digo, ni idea de que esta cinta estaba ahí.
¿Qué me ha parecido? Maravillosa, entrañable, estoy seguro de que voy a verla unas cuantas veces más. Para no extenderme, y no revelar nada del argumento solo os diré que el éxito de esta película está en un aspecto por lo general difícil del lograr en el celuloide: Que el espectador se encariñe con los protagonistas, se implique en la historia. Objetivo logrado al 100 X100, ¿gracias a quién? Supongo que al director, a los guionistas (entre los que se cuenta el gran Ettore Scola) , y sobre todo, a esos MONSTRUOS DE LA INTERPRETACIÓN que fueron, son (aunque ya no están con nosotros) y siempre serán Marcello Mastroianni, y Vittorio Gassman, no me olvido de los demás. Dios les bendiga a todos.
No digo que sea una obra maestra, le doy un 10 porque así me lo pide el cuerpo.