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Amor sin fin

Romance. Drama El amor de los adolescentes David, de 17 años, y Jade, de 15, cuenta con el beneplácito de sus familias. Pero cuando Hugh, el padre de la chica, los sorprende haciendo el amor, les obliga a romper la relación de pareja, lo que provocará una reacción de inesperadas consecuencias. (FILMAFFINITY)
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Críticas 12
Críticas ordenadas por utilidad
14 de septiembre de 2008
22 de 23 usuarios han encontrado esta crítica útil
Vi esta película cuando tenía 13 años, en 1987... voy a decir lo mismo que a muchos le habrá pasado, me marco!, es que esta película revive cosas que muchas personas hemos vivido de alguna manera, creo que en aquella época muchos adolescentes se enamoraban, y todo era natural y verdadero, ir a tomar un helado, ir a la plaza, besarte, ir al club, o en la escuela regalarle algo, escribir en el banco de madera de la plaza y después de tantos años cuando pasas por allí al ver esa marca sentir lo que te produce, no había chat, no había msn, no se apretaba un botón y las cosas se borraban, no se decía tan fácil el famoso "ya fue", eras vos y el brillo de los ojos era la firma de la autenticidad, muchas imágenes van a quedar en el corazón siempre y son las cosas que te hacen un ser no vacío. Esta película es cercana a esa realidad, a la realidad de esa edad.
Es una pena que ya no se hagan film de este tipo, que se vivan tiempos tan fríos, todo es HOT en lo carnal, pero lo carnal a la larga es un vacío si no es HOT en el corazón, tal como en los enamorados de esta película.
Orate
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29 de enero de 2008
27 de 34 usuarios han encontrado esta crítica útil
Ella, una mujer de 15 años. Él de parecida edad. Enamorados con esa pasión que parece que nada haya en el mundo más importante ni más crucial. El muchacho incluso cae muy bien a los padres y familia de ella. Pero con esa irresponsabilidad propia de la adolescencia empieza a defraudar la confianza de sus futuros suegros. ¿Cómo? Engañándolos: haciéndoles ver que cuando ellos se van a dormir él también regresa a su casa, pero quedándose con la hija hermosa de esos padres allí mismo en el hogar donde está siendo recibido con la hospitalidad de un invitado y haciéndole el amor a la muchacha (por su puesto con el consentimiento y colaboración de ella) toda la noche. Cualquier padre se sentiría irritado por ello, sobre todo porque es demasiado chocante que aquél que viene a enamorar a tu hija querida te la desvirgue en el mismo inteerior de tu casa y faltando a la mínima correspondencia de acogida. Se trata de un tipo de esos jóvenes que van demasiado rápido y que no aguantan, por no aguantar, ni siquiera un mes de prueba. Tal falta de compostura por parte del joven va a traer como consecuencia que se precipiciten una serie de acontecimientos no previstos y bastante indeseados para todos.

Todo esto está excelentemente descrito por el director Franco Zeffirelli, un maestro en mostrarnos los sentimientos de amor hombre-mujer en la pantalla cinematográfica.

Así pues, esta película merece su respeto, pues describe muy bien las relaciones atrevidas, lanzadas, enajenadas de dos enamorados (que es lo mismo que decir "alocados").

Curiosa la intervención de Tom Cruise, de apenas un minuto, muy joven y desconocido, como un actor donnadie. Luego él triunfaría y en cambio el actor Martin Hewitt, protagonista principal de esta película, se opacaría.

Fej Delvahe
Fej Delvahe
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25 de agosto de 2007
19 de 26 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una película que de entrada sólo ofrece escenas de sexo puede llegar a crear falsas expectativas sobre el resto del film, o al menos a mí me lo parece. Pero en este caso, el resultado no ha sido exactamente ese, sino todo lo contrario: ¡ha logrado sorprenderme!

Si alguno de ustedes estuvo locamente enamorado, se verá reflejado al momento en esta tierna pareja. No pueden estar separados ni siquiera unas horas, hacen el amor a cada instante sin importarles las circunstancias en las que estén, no pueden dormir, no pueden estudiar...en definitiva, la definición del primer amor. Sin embargo, es tan fuerte el sentimiento que cuando se ven obligados a separarse cada uno se lo toma como buenamente puede; ella se resigna, y a él la desesperación le lleva a la locura. A pesar de todos los impedimentos que les surgen, el amor sigue prevaleciendo, demostrando a todos que su amor no fue una niñería sin importancia, sino auténtico como la vida misma.

La interpretación por parte de Brooke Shields es bastante convincente, pues cuando realizó esta película tenía prácticamente la misma edad que la chica a la que da vida. No obstante, resulta demasiado pastelona a ratos y también me retrae bastante la idea de que una madre vea a su hija haciendo el amor con su novio ante sus narices y no le diga nada.

Sea como sea, esta película abre la caja fuerte de los recuerdos, cuando aquella vez se amó de tal forma que contagiaba la felicidad a todos los que le rodeaban.
- ¿Qué harías si yo muriese?
- Moriría...
Quien no haya pronunciado nunca estas palabras debería plantearse seriamente el camino que lleva en la vida. Porque quien no ama, es como si no viviera.
Una_de_ellos
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8 de enero de 2007
15 de 20 usuarios han encontrado esta crítica útil
No entiendo como esta película, que a mí me marcó en el recuerdo, merece tan poca valoración por los pocos que la han "valorado".

¿Quien no conoció el amor apasionado e ilusionado en la juventud?, pues esta película refleja esa grata experiencia.

¿Quien no experimentó el dolor insoportable del amor perdido?, pues esta película refleja esa dolorosa experiencia.

¿Que padres no se alarmaron de las confianzas, las locuras y los excesos cometidos por los hijos enamorados, pues también esta película refleja esa preocupación.

Pocas mas cosas podría decir de esta película que todos los que han tenido la experiencia del amor juvenil no hubiera vivido también.
Bonifacio
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13 de agosto de 2010
11 de 14 usuarios han encontrado esta crítica útil
Supongo que cuando se mira atrás y uno se encuentra con los recuerdos de aquel primer amor, o de aquellos primeros amores (porque hay casos en que el primero no fue el más fuerte, aunque también tuvo su importancia), alguna especie de nudo traicionero se cierra un poco más en torno al cuello. Cuando uno se ve desde la distancia de los años y se deja invadir por la dulzura y la amargura, todo junto, todo mezclado, de aquella edad pletórica y a la vez infernal, es cuando más se nota el inclemente paso del tiempo.
Entonces se estaba en la época de la cuenta atrás, en la que aún había tantas cosas en las que no nos habíamos estrenado. El gran amor era posible todavía, estaba por llegar, y justo empezaba, y ya éramos como los otros millones de enamorados de todas las eras, los tórtolos inseparables, las manos unidas, los apelativos cariñosos, los cuerpos en descubrimiento. Nos habíamos subido al tren de la plenitud, que iba a toda velocidad, y no nos deteníamos a contemplar el paisaje, porque simplemente nos lo bebíamos y ya tendríamos tiempo de darnos cuenta de que el paisaje sólo lo evocan realmente los nostálgicos. En el tren en marcha, las bondades del cielo y de la tierra son decorados festoneados de fuegos artificiales que explotan para nosotros.
Cuando aguardábamos con impaciencia aquel flechazo al corazón, aquel lanzazo de cuento de hadas, nos era inconcebible pensar que también pudiera ser un infierno. El amor más intenso se suele imaginar más o menos como un lecho mullido en mitad de un vergel fragante, un paraíso compartido en un rincón exclusivo y parapetado. Puede ser una droga, un adictivo que hace contar las horas en las que no se está con él o ella. Es lo que hace que el momento del reencuentro sea lo mejor del día.
Pero cuando no se puede controlar y se escapa de las manos, cuando no se admite que el mundo está ahí fuera, que hay unos padres, unas obligaciones, unas normas, que hay cosas que hacer lejos de su presencia, estudiar, aparentar la normalidad de la rutina; cuando llega la obsesión, se puede desencadenar la catástrofe. El paraíso compartido en un rincón exclusivo y parapetado se hace trizas, la paz se rompe, los padres intervendrán para imponer la cordura, y lo que era una fuente de dicha ahora arde en sus brasas quemando y destruyendo, y todo porque en esta vida no se puede vivir sólo de amor, porque hay peligro en amar demasiado. Los antiguos creían que sus divinidades castigaban a los que se excedían de lo corriente. El exceso de belleza, de vanidad, de codicia, de amor. Aquellos dioses también eran volubles, tenían pasiones tan humanas como las nuestras, y sentían envidia y celos de las personas que poseían algo que ellos no poseían.
Quizás experimentaron quemazón ante el amor de David y Jade. Dos adolescentes en la cresta de la ola de los sentimientos. A lo mejor les lanzaron un rayo vengativo que provocó un incendio para separarlos.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Vivoleyendo
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