La bestia ha vuelto

Tras una sesión de cine snob y pedante de la mano del nuevo ídolo de la cinefilia gafapástica de apellido Villeneuve - hablo de "Dune" - necesitaba desintoxicarme con alguna serie Z, retozar en el estiércol cual gorrino y qué mejor producto para ello que cualquiera de los filmes de Cirio H. Santiago. Nuestro amigo filipino tiene en su haber innumerables imitaciones de películas del Vietnam y post-apocalípticas de medio-pelo, rodadas en los mismos escenarios, con lo cual es dificil diferenciarlas cuando tratas de recordarlas. Como buen y zafio producto de serie Z, el reparto siempre está formado por anglosajones desconocidos y playmates desesperadas que nos ofrecerán la ración de carne pectoral. Un menú que siempre repita.

En este filme, Santiago picoteará de filmes de monstruos no tanto de "La criatura de la laguna negra", sino de los del tipo "Piraña", "Tiburón" o "Caimán", esto es, un ser que devora a pecadores e incautos y cuya presencia quiere ser silenciada por el típico empresario turístico que teme perder sus beneficios, entorpeciendo a la policia y al científico que siempre está en estos filmes para dar una explicación, por muy inverosímil que sea. A partir de ahí, que sea un buen o mal producto depende del talento y del guión. En ambos casos, este film adolece de los mismos. Santiago no es Spielberg aunque su producto no resulta aburrido, está lleno de escenas de acción con montones de disparos. Llegas a pensar si el monstruo no muere por lntoxicación del plomo de las balas que recibe. Como poco un par de kilos. Y el guión es una sucesión de escenas con muertos y poco más. Eso sí, con unos diálogos la mar de absurdos.

La historia haría levantar a cualquier paleontólogo de su tumba. El monstruo es, nada más y nada menos, que un "hombre cavernario triásico", un hombre-lagarto. Espeluznante. Y el monstruo en sí, es un traje barato de goma-eva, que parece escapado de los malos de la serie "Power rangers".

El rodaje se realizó en Filipinas, aunque nos pretenden hacer pasar el lugar por las islas Hawaii, mediante carteles con referencias a dichas islas, bailes hawaianos y figuras de piedra. sin embargo, cuando ves a los extras, claramente filipinos y nada que ver con polinesios, resulta de lo más chirriante. Igual ocurre con parte de los policías. Pero el filme tampoco pretende ser el culmen del realismo cinematográfico.

En fin, una película entretenida del prolífico Santiago. Previsible, llena de personajes estereotipados que hacen cosas absurdas y cuyo coeficiente intelectual es menor que el de la bestia que persiguen.

Cutrepeli de monstruo, típica a más no poder (la historia principal recuerda un poco a Tiburón), actuaciones bastante penosas, un monstruo poco currado y bastante acción aburrida.

Explosiones, tiros, más explosiones, más tiros, una modelo drogata que ronda por ahí, traficantes de droga, reportero, una zoóloga, policías, un puñao de turistas... todo esto se junta con el monstruo (que no parece tener una razón aparente para rondar y atacar). Suspende.