De la mañana a la medianoche

Película muy rudimentaria, pero a la vez muy original. La manera en que está rodada esta historia hace patentes las limitaciones técnicas de la época. Sin embargo, ello se suple con un sorprendente desparpajo, que dota a la obra de una gran frescura. La estética es marcadamente expresionista, aunque el film carece de la monumentalidad de las grandes obras de la época. Los saltos en el espacio y en el tiempo se realizan con indudable gracia, e incluso las escenas más dinámicas y complicadas narrativamente hablando (en concreto, la de las carreras) se resuelven de forma ágil y ligera.

En conjunto, es como si el director estuviese intentando escaparse de los corsés que le imponían las carencias técnicas de la época para desmarcarse cuanto le fuese posible del mero "teatro filmado". Por desgracia, eso sólo se consigue en algunos pasajes.

La película es una fábula que critica la avaricia y el desmedido afán de conseguir dinero, pero a lo largo del metraje pone en solfa los pilares básicos de la sociedad moderna, todo ello dirigido a un final rotundo y de gran contundencia visual.

Con todo ello, "De la mañana a la medianoche" es una curiosidad cinematográfica que, más allá de su innegable importancia histórica, y sin ser una obra maestra, se sigue con gran interés.

“De la Mañana a la Medianoche” (1920) es una de las la películas más radicalmente expresionistas, llevando esa influencia a unos extremos que pocas veces se han repetido en el cine. Toda noción de realismo es tirada por la borda, los sets se ven completamente deformes, con figuras exageradas, y los actores sobreactúan, como era la costumbre en las películas de aquel movimiento artístico. Se trata de una adaptación de una de las obras de teatro expresionistas más famosas de la época escrita por Georg Kaiser y puesta en producción en 1917. Para llevar esto a cabo se recurrió al director teatral Karl Heinz Martin, que tenía experiencia en producciones de este tipo y optó por hacer una versión muy teatral que fuera lo más fiel posible al estilo de la original.

Es considerada junto a su precursora, “El Gabinete del doctor Caligari” como la película más representativa del expresionismo alemán, aunque no posee la genialidad y la riqueza pictórica de los decorados de Caligari, diseñados por Walter Rörig, Walter Reimann y Hermann Warm. El planteamiento que hace Karl Heinz Martin toma algunas de las características de “El Gabinete del Doctor Caligari” pero llevadas al extremo, el escenario se simplifica al máximo reduciéndolo a su mínima expresión hasta el punto de que, como ya hemos comentado, sus vínculos teatrales quedan totalmente evidenciados (de hecho el film se rodó en un teatro). Los decorados por supuesto son expresionistas hasta el delirio: irreales, retorcidos, rayando lo abstracto, reduciendo cada espacio a su mínimo común denominador, eso hace que el film tenga una estética tan inconfundible como perturbadora, que si bien en “El Gabinete del Doctor Caligari” venía justificada (en teoría) por su desenlace, en este caso simplemente es un medio expresivo en sí mismo.

El resultado final es más que interesante pero quizá se puede antojar excesivo. El film acaba siendo un ejemplo de expresionismo llevado a sus últimas consecuencias, hasta el punto de repercutir un poco en su calidad fílmica. Siendo una muy buena obra, sus vínculos con el teatro son demasiado marcados y su puesta en escena está quizá excesivamente enraizada con su propuesta artística. Una película interesante y original para todo aquel apasionado de la historia del cine, del cine mudo y más concretamente del expresionismo alemán.

Aunque mucho más desconocida que otras películas como ¨El Gabinete del Dr. Caligari¨, está reconocida como una obra maestra del expresionismo alemán, y con razón, y es que visualmente es tremenda, con esos maquillajes de la gente y esos escenarios con formas distorsionadas que harían las delicias del señor Tim Burton.

Con respecto a la historia, no está ni de lejos al nivel de lo visual de la película, se dejar ver pero no tiene demasiado interés, una lástima porque podríamos estar ante un clásico absoluto, que casi lo es, pero solo en lo visual.

Aún así, es una de esas película ¨necesarias¨ de ver para entender la historia del cine.