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Green Room

Thriller Tras presenciar un asesinato en un bar, los miembros de una banda de música punk son encerrados en una habitación del local por los autores del homicidio: una pandilla aterradora de neonazis que reivindican la supremacía blanca. Su líder es el dueño del bar (Patrick Stewart), un tipo que no quiere dejar testigos de lo sucedido.

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Críticas 85
Críticas ordenadas por utilidad
28 de enero de 2016
73 de 91 usuarios han encontrado esta crítica útil
Con los machaques constantes de remakes de terror, mis ganas de ver un film de dichas características disminuyen considerablemente año tras año. Un film puro de asesinos y víctimas necesita de una genial factura e imprevisibilidad. Harto de los slashers donde el asesino lleva una máscara andrajosa y todo se ve venir a quilómetros. O de los films de hechos sobrenaturales, posesiones y exorcismos, que pecan de topicazos y que la mayoría de ellos parecen absurdos. Si se pretende provocar miedo con el cine actual, o se realizan films que toquen temáticas más psicológicas o todo se va al traste sino hay una buena dirección y un montaje adecuado.

Green Room no es previsible ni imprevisible, no da tiempo ni a pensarlo. Es seca. Tajante. Si alguien abandona a su bando para irse con el contrario, no sabes si lo hace por emboscada o por traición. Balazo en la sien y adiós. Los skins no atienden a ningún tipo de racionalidad, atacan porque les encanta la violencia, así que la dirección busca el realismo y la crueldad de manera contundente. Posee un ritmo trepidante perfectamente estructurado que no permite desviar la mirada de la pantalla ni un segundo. El gore no falta a la cita y algunas escenas dan un poco de asco, pero tienen sentido dentro de lo que pretende ofrecer la película: ingenua banda de Punk-Rock vs. Skin-heads neonazis. Lógicamente habrá sangre. La inclusión de perros asesinos también aporta una tensión extra. En realidad, es como si los buenos lucharan contra dos equipos: los neonazis y los animales salvajes.

Importante el espacio donde suceden los hechos: un antro claustrofóbico con paredes deterioradas y muebles oxidados, con unas habitaciones pequeñas que sirven para amedrentar a cualquier visitante del recinto y a los espectadores del film. La puesta en escena cobra una importancia vital para que nos sintamos más intimidados por aquello que observamos. Las interpretaciones son muy buenas, teniendo en cuenta que se trata de un thriller/horror: Patrick Stewart lo borda como caudillo de los skinheads e Imogen Poots brilla en cada una de sus intervenciones.

Mis opiniones del cine de terror actual no darán un giro drástico después de Green Room; sigo pensando que continúan fabricándose una inmensa cantidad de películas de terror, de las cuales muchas son bodrios. Tampoco es que sea un género flexible con mucho que explotar, con la de cosas que se han hecho ya todo parece repetitivo. Volver al éxito de antaño es complicado, pero sin embargo, es posible que se realicen films de terror que aunque sean previsibles en argumento consigan ser brillantes en el apartado técnico. Espero que resurja y que las siguientes producciones sigan la estela de Green Room o Eden Lake.
edgar_33
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30 de mayo de 2016
62 de 73 usuarios han encontrado esta crítica útil
Un proverbio chino dice: Si buscas venganza, prepara dos tumbas. No hay círculo más vicioso que el de la violencia. Es un laberinto sin salida, sin escapatoria, sin resolución. El torbellino que desencadena lo devora todo, no dejando títere con cabeza y arrasa con la convivencia e imposibilita el normal devenir de cualquier comunidad. Por ello es tan pernicioso el culto a la violencia, su idolatría, su idealización como fórmula para resolver conflictos o atolladeros y sólo consigue perpetuar el problema o las disensiones. Y existe en el cine una tendencia a utilizarla como espectáculo de entretenimiento, como si pudiera ser un pasatiempo inocente y vistoso – además de adictivo – dejando un mal sabor de boca perdurable porque su apología es deleznable e incluso su denuncia – ya sea con la ironía o el humor – es un arma de doble filo desasosegante.

Aquí tenemos un eficaz thriller gore que opta por la violencia como eje narrativo. Por una cadena de imprevistos e infortunios, una banda musical se encuentra retenida por un grupo de cabezas rapadas, sin aparente fuga posible, con una amenaza clara para su supervivencia. El peligro es incuestionable y si bien carecen de la información suficiente para prever lo que les va a pasar y cómo va a ocurrir, temen por sus vidas y deben hallar una salida a su aberrante situación en una contrarreloj frenética que les sitúa en clara desventaja numérica y de recursos. El meollo se desarrolla a lo largo de una noche infernal durante la cual deberán agudizar su ingenio e instinto de conservación si no quieren ser agua pasada o un cadáver anónimo extraviado.

La cinta funciona como un perfecto engranaje. No hay tiempos muertos, cada escena lleva a la siguiente sin tregua ni descanso y el clima de terror inminente está muy logrado. Existe una sensación de inseguridad constante, un agobio claustrofóbico casi insoportable y una alarma desazonadora que apresa al espectador. Pero la casi perfecta construcción dramática deja de lado una mayor elaboración de los personajes, que carecen de entidad y peso, que se confunden y parecen ser solo meros pretextos para servir de presas fáciles para este tiro al blanco abominable. Sólo Patrick Stewart consigue crear una figura devastadora e inquietante, quizás debido a su talento interpretativo y su portentosa voz, toda dulzura y admonición.

En definitiva, un vigoroso thriller de espanto y aniquilación, algo artificioso y vacuo, pero bien trabado y ejecutado. El fervor y solaz actual de asistir a matanzas sin cuartel es preocupante, pero esa es otra cuestión.
antonalva
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2 de julio de 2016
36 de 40 usuarios han encontrado esta crítica útil
“Green Room” posee algunas virtudes que, de entrada, la diferencian, y para bien, de la mayoría de los “thrillers” que habitualmente se estrenan. Y esas virtudes no se hayan en su originalidad argumental o técnica. Precisamente lo que le faltan a muchas películas de terror es personalidad, cosa que suelen disimular con golpes de efecto, pero en esta ocasión, el mayor acierto se llama Jeremy Saulnier, que es su guionista y director. Su guión es simple, se podría contar en el tiempo que dura un corto. Su logro, aparte de definir bien unos personajes que parecían a priori que no tenían mucho que contar, es haberlos aderezados con una estética rotunda y sumergirlos en un clima asfixiante, con un ritmo casi desenfrenado. Por ello sería recomendable, si fuera posible hoy día, que el espectador desconociese su sinopsis para su mayor sorpresa. La otra parte del acierto al que al principio aludíamos en el comentario es su dirección, casi lo mejor de la película, siendo capaz de mantener la tensión a lo largo de todo el metraje y, sin utilizar sustos ya conocidos, se ciñe al guión, casi estrangulándolo, para así sacarle el mayor partido posible.
El que algunos aficionados le hayan otorgado unas críticas despectivas o de cierta manera la hayan despreciado, simplemente no encuentro otra razón que se deba a mero prejuicio, a que sean amantes de un cine más comercial y convencional. Y no es que necesariamente haya que identificarse con este estilo de “thrillers”, pero me llama la atención que tratándose de supuestos cinéfilos no vean similitudes o no les recuerde a lo que en su momento hicieron en los setenta y/o en los ochenta, más que Boorman al que algunos citan, pues a Tobe Hooper, John Carpenter o Sam Raimi.
Su elección de actores es acertada, bien por su físico bien utilizado como Mark Webber o Eric Edelstein entre muchos de los seleccionados o por su buen hacer como en el caso del recientemente desaparecido Anton Yelchin, Imogen Poots o Patrick Stewart, quizás el mejor, porque como excelente actor de teatro que es, no lo olvidemos, es capaz de dar un personaje con un chasquear de dedos.
Su factura técnica, a pesar de lo reducido de su presupuesto, está lograda, especialmente su fotografía y su excelente maquillaje, que da todo el realismo en las dosis “gore” empleadas.
No creo tampoco que se trate de buscarle tres pies al gato. “Green Room” tampoco pretendía más que lo que muestra, de ahí que tampoco vaya a pasar a la historia por tener más méritos, y sus fallos, que los tiene, nos resulte “peccata minuta”. La película se ve con interés, incluso con estremecimiento. Por ello, y antes de que muchos se dejen llevar injustificadamente por alabados productos como “Calle Cloverfield 10” como una de las películas más claustrofóbicas del año, más vale que se atrevan a ver “Green Room”, que con menos promoción y tres veces menos de presupuesto invertido, consigue resultados infinitamente superiores, no solo a niveles cinematográficos si no con el mero fin de inquietar. Esto último sobre todo, es una recomendación para los fans del género, ya que su estreno, por desgracia, ha pasado casi desapercibido.
Maggie Smee
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6 de julio de 2016
25 de 28 usuarios han encontrado esta crítica útil
A diferencia de las habituales películas de terror, en “Green Room” no hay ningún descerebrado serial-killer, tampoco hay adolescentes idiotas que merezcan su muerte de la manera más terrible, no hay una historia pasada que justifique que nuestro desequilibrado vaya con un hacha en la mano. Y no obstante, hay descerebrados, hay adolescentes e incluso existe una historia propia del cine survival. Y a pesar de todo eso, es otra cosa diferente. El valor de “the Green Room” es que construye una trama clásica de terror con personajes reales que creen estar haciendo lo correcto y eso le dota de un aura de credibilidad que la hace más terrorífica aún. Los terribles skins que acosan a los protagonistas no están locos, simplemente pretenden solucionar un problema que ellos mismos han creado (incluso el espectador puede entender sus motivos para cometer actos tan terribles como los que cometen), si a todo eso le sumamos un (como siempre) espectacular Patrick Stewart como maestro de ceremonias de esos mismos skins (es el dueño del local donde todo sucede) entonces todo parece incluso más “lógico”, mas “normal”. Es decir, “Green room” toma acertadamente el camino de la verosimilitud y se aleja de los estándares a pesar de dar vueltas todo el rato alrededor de esos mismos estándares. El resto es lo de siempre pero magníficamente rodado, quizás tarde un poco en arrancar, pero eso sirve para construir bien los personajes de las víctimas. No es una película amable de ver, en ocasiones las escenas violentas llegan a ser insoportables, pero si te gustan las emociones fuertes y las películas que no tratan al espectador de idiota: esta es tu película. El ritmo es perfecto (huye de ir a toda prisa), las interpretaciones son buenas, la historia es interesante y hay mucho de todo (sangre, huesos y vísceras, especialmente) en una especie de insoportable juego del gato y el ratón habitual de este tipo de películas (donde los protagonistas van cayendo uno a uno).
El Criticón
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12 de junio de 2016
29 de 38 usuarios han encontrado esta crítica útil
Promesas de buen cine de terror, alabanzas de un sólido thriller, críticas ensalzadoras sobre una película repleta de tensión desbordante, ‘Green Room’ se presentaba como uno de los largometrajes sorpresa del año y más teniendo en cuenta un modesto presupuesto de 5 millones de dólares. Unas expectativas demasiado osadas para un entretenido producto sin más que ofrece una interesante premisa cuyo desarrollo carece de la inteligencia necesaria para merecer semejantes alabanzas.

Pese a un desconocido reparto, salvo Patrick Stewart (el profesor Charles Xavier en X-Men) y Anton Yelchinas (Star trek, Terminataro Salvation), las actuaciones no desmerecen en absoluto, eso sumado a su original argumento no consiguen llevar a ‘Green Room’ a lo alto. La cinta presenta elementales fallos en aspectos demasiado básicos que parecen evocar la falta de experiencia de Jeremy Saulnier. Situaciones resueltas con demasiada simplicidad suavizan una tensión que se dejan ver pero no llega a atrapar, quieres sumergirte en la angustiosa situación de sus protagonistas pero no puedes más que acompañarlos con la vista y sin excesiva atención.

‘Green Room’ es un título interesante pero carente de la fuerza necesaria para hacerte sufrir, podrás verlo con facilidad y ese es su principal error, hay ocasiones en las que la intención no es lo único que cuenta y en poco más que eso se queda el título de Saulnier, se disfruta pero no consigue dejar huella.

Lo mejor: Entretiene lo suficiente como para invertir 94 minutos en ella.

Lo peor: Demasiada simplicidad en la resolución de las principales situación restan mucha fuerza al título.

Más en www.estovacine.blogspot.com.es y www.magazinema.es
Marcus
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