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¿Qué pasó con el bebé de Rosemary? (TV)

Terror. Drama Secuela televisiva de "Rosemary's Baby" rodada por el montador de la película de Polansky. Rosemary Woodhouse traiciona a la secta satánica "La Tribu" y secuestra a su hijo Adrian, que está destinado a convertirse en el Anticristo. La Tribu se pone entonces en contacto con Guy Woodhouse (ex-marido de Rosemary) para tenderle a la madre una trampa que les permita recuperar al niño. Pero hay un factor con el que la Tribu no cuenta: durante ... [+]
Críticas 3
Críticas ordenadas por utilidad
15 de mayo de 2017
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Despropósito total. Una vez leí una crítica de la segunda parte de «El exorcista» en la que decían que fue un fracaso no porque no fuera una mala película sino porque no era lo que se esperaba de ella siendo la secuela de tamaña producción como es la primera parte. Aquí pasa lo mismo, es como si te comieses el mejor chocolate suizo y de repente te dieran una cucharada repleta de pura caca llena de tropezones.

Está dividida en tres partes pero mi favorita y la más loca es la segunda en la que el director nos regala una secuencia con Stephen McHattie marcándose un baile a lo Mick Jagger al ritmo de lo que a mí me pareció progressive/psychedelic rock, pura locura. Nada que ver con la original y por lo que tengo entendido ni con el libro, el segundo quiero decir.

Es tan poco lo que tiene en común que solo repiten de la primera parte el matrimonio Woodhouse —Rosemary—, los Castevet —y de ellos solo la actriz que interpreta a Minnie es la misma— y evidentemente el bebé de Rosemary que no es ni nada menos que Stephen McHattie; actor que tiene en su haber como 199 películas, de entre ellas: «Pontypool», «Una historia de violencia», «Mi amigo Joe», «The fountain», «300», «Watchmen», «2012» y «Wolves» (2014), entre otras. De series también tiene otro tanto.

Total, nada que ver, no tiene terror ninguno y es una auténtica decepción aunque tampoco me esperaba otra cosa. A mí me costó verla entera e hice el esfuerzo para hacer una crítica en condiciones. Un tres, aburrida e igual no la ves terminar lo que pasa es que seguro que haces el esfuerzo porque es la segunda parte de la que es.
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4 de agosto de 2023
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Para maldito el momento en el que me entró curiosidad por ver la secuela de “Rosemary's Baby”. La película es un bodrio descomunal, de las peores que he visto en mi vida. No se salva nada.

De primeras ya da la sensación de que nadie se ha visto la obra maestra de Polanski, porque supuestamente la continúa pero no hace más que contradecirla. Teniendo en cuenta que la dirige uno de los montadores de aquella y que Ruth Gordon repite papel, supongo que la explicación está en que o bien no la entendieron o deliberadamente sudaron de la misma. En cualquier caso, decepcionante e insultante.

Pero el problema es mayor, y es que aunque se intente ver como una historia independiente, la cosa tampoco funciona, al contrario, es una sucesión de tonterías, cosas que pasan porque sí, personajes bochornosos que a duras penas son capaces de pronunciar una frase coherente. La secta la forma cuatro pringados que se pasan el día vistiendo túnicas negras y cantando al señor oscuro, y no parecen tener otro propósito en la vida. El supuesto hijo del demonio, que más bien parece sacado de algún grupo de rock católico, no es más que un sensible joven que busca hacer lo correcto. Es lamentable. Y tenemos que soportarlo todo el tiempo.

No se salva tampoco ningún otro aspecto. Es un filme directo a televisión, y todo lo que puede ir mal en este tipo de producciones de bajo presupuesto, aquí lo encontrarás. Aspecto visual cutre. Actuaciones sosas, por no decir inexistentes. Historia genérica y mal hilada. Drama barato. Música intrascendente. La mayor parte del tiempo solo produce vergüenza ajena.

Recomiendo no verla nunca, como si no existiera. Antes de que se me borre totalmente su recuerdo voy a seguir en el spoiler con varias inconsistencias.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Biopunk
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22 de abril de 2014
7 de 15 usuarios han encontrado esta crítica útil
La semilla del diablo marcó un antes y un después dentro del género de terror. Nunca antes una película de terror había gozado del respeto que tuvo la película, además de un gran éxito de público. La película contaba con un presupuesto de dos millones de dólares[1], y sólo lo que consiguió ganar en taquilla en Estados Unidos ascendía a treinta y tres millones de dólares. En el año de su estreno, en 1968 se convirtió en un auténtico fenómeno social, puede que también debido a motivos extrafílmicos, como veremos más adelante.

Nadie, ni tampoco ningún productor, en los años cincuenta habría apostado porque una película de terror pudiera conseguir semejante rentabilidad. Desde los dorados años en que la Universal estrenaba películas como Drácula (1931) o Frankenstein (1931) ninguna otra película de terror había conseguido un éxito semejante de crítica y público como el que lograría la semilla del diablo. Durante mucho tiempo el género se había reducido a los aficionados del terror, que eran un público muy reducido. La mayoría de producciones estaban encorsetadas en los mismos parámetros, con el abuso de los mismos clichés y las producciones acostumbraban a ser denominadas con el despectivo término de serie B, para diferenciar estos productos con las grandes películas de estudios.

Por cuestiones del destino, la novela de Ira Levin, la semilla del diablo, fue a parar a manos de William Castle[2]. Sin embargo, y pese a que él quería dirigir la película, finalmente los productores de la Paramount decidieron que el hombre que había de modernizar el género de terror había de ser un director joven, y no un artesano propio del cine clásico como era William Castle.

Porque ciertamente la novela de Ira Levin proponía un mundo nuevo que no tenía precedentes con lo que se había venido viendo hasta entonces en el mundo del terror. Rosemary’s Baby era una novela que poca relación tenía con los monstruos de antaño, como pudieran ser los Draculas y Frankensteins de la Universal. Para empezar, la novela se situaba en el Manhattan Moderno, en pleno mundo urbano. La trama principal giraba en torno al embarazo de la protagonista principal, Rose Mary, y el terror no venía de ningún monstruo clásico, sino de las dudas y la ansiedad que giraban en torno al embarazo de esta. Además se suma el acoso que sufre por parte de los vecinos, que interrumpen constantemente en el piso de nuestra protagonista, así como una gestación que no parece funcionar adecuadamente. El miedo por tanto, conecta con una chica cualquiera, y el argumento muestra (hasta el final del film) algo totalmente posible.

La productora Paramount pensó en Roman Polanski, un joven director europeo que había rodado una película interesante, El Baile de los Malditos (1967). En dicha película el director de origen polaco había demostrado saber desenvolverse correctamente en los ámbitos del terror, en una película que compartía parte del escepticismo[3] que recogería también La semilla del diablo. Sin duda Polanski parecía el director ideal, una joven promesa para un proyecto que pretendía romper con el cine clásico, como había sucedido con Bonnie And Clyde, una película que a la vez que la semilla del diablo, expone un tema con una carga contracultural potente (en el caso de la película de Arthur Penn, los protagonistas son la famosa pareja de atracadores del título Homónimo de la película, y son presentados bajo una mirada romántica que en cierto sentido los enaltece). Se veía dicha película como el modelo a seguir por parte de los productores.

Roman Polanski no es creyente, óptica que confecciona en gran manera la película, pues aún perteneciendo a una familia de judíos (que sufrieron el holocausto nazi durante la segunda guerra mundial), Polanski ha admitido en diversas ocasiones su agnosticismo. La semilla del diablo tiene muchos puntos en común con Repulsión (1965). En ambas películas se juega con la realidad y la ficción, y el suspense principal del film viene de desentrañar sí la teoría del aquelarre es cierta o es sólo una ilusión de la actriz Mia Farrow. La película pues, nos habla sobre la neurosis de una joven que pierde progresivamente la cabeza.

La elección de Polanski por situar la acción en el edificio Dakota ya resulta bastante significativa[4]. La pareja, compuesta por Mia Farrow y John Cassavetes representan un matrimonio al principio estable y saludable. John Cassavetes interpreta a un actor llamado Guy que desea triunfar en el mundo del cine[5]. En apariencia, un enlace feliz que sólo desea empezar una nueva vida en un nuevo apartamento.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Kyrios
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