Lío en Río

Sin lugar a dudas Stanley Donen siempre será recordado por sus musicales pero también sus comedias románticas tienen un nivel muy alto como por ejemplo su última gran película que fue “Dos en la carretera filmada en 1967, desde entonces Donen no había vuelto a dirigir nada interesante y era un dinosaurio de Hollywood que sus películas no interesaban ya a nadie. Sin embargo su testamento cinematográfico como es “Lío en Río” me parece muy interesante porque nos encontramos ante una película de un escepticismo brutal y aunque la cinta fue vapuleada en su día se puede decir que con los años va quedando como un pequeño clásico de la comedia de los ochenta donde se pone casi por primera vez de manifiesta la increencia en el amor verdadero y para siempre de la que Donen presumía antes.

Lo mejor son sin dudas los diálogos que han sido escritos de la mano del californiano Larry Gelbart, guionista de obras de calidad como “Tootsie” o la serie de “MASH”, la parte que escribe Charlie Peters ya no es tan buena ni mucho menos. Es decir, toda la parte cómica supera a la dramático-romántica con creces.

En cuanto a las interpretaciones por ejemplo encontramos de todo, desde Michelle Johnson que sale guapísima y eso compensa su nominación para los Razzie de ese año a una Demi Moore que está intrascendente, como en casi todas sus películas y no se sabe bien si está o no.
Pero el que vuelve a enamorar es Michel Caine, quizá y hay que decirlo ya, el mejor actor inglés de todos los tiempos, por encima de Laurence Olivier a mi juicio, y que hace un papel como anillo al dedo.

La película evidentemente no aprovecha lo que Río de Janeiro puede ofrecer, y en algunos momentos parece un mero escenario donde hacer que los personajes cobren vida pero sin llegar a encontrar la verdadera personalidad de esa maravillosa ciudad.

Una película que recomienda a todos que es necesario tener una segunda juventud y volver hacer locuras para sentirse vivo, lo cuál yo también suscribo. Y en fin que aunque sea una película de esas para ver una tarde de domingo y pasarlo bastante bien ya merecería la pena visionarla.

Eso sí, no esperen nada más.

Frecuentemente nos encontramos con la paradoja de que el peor enemigo de un director es su propia trayectoria. Así le pasa a Stanley Donen con algunos títulos finales de su carrera como "Saturno 3" o este "Lío en Río", que a pesar de ser estupendas películas en sí, palidecen ante la grandeza de sus obras maestras.
Donen nos ha regalado títulos para el recuerdo como "7 Novias para 7 hermanos", "Dos en la carretera" o ese milagro llamado "Cantando bajo la lluvia" y no es dificil comprender qué es lo que le hizo aceptar un guión con corte de comedia clásica y donde rezuma por todas partes ese sentimiento hedonista de la vida tan cercano en toda la obra de su autor.
Y es que LÍO EN RÍO rezuma sensualidad, alegría por vivir la vida, por sentirla en cada poro de nuestra piel hasta el último suspiro; es el último guiño de un sexagenario que iba a ser muy pronto obligado a jubilarse por las grandes majors holywoodenses, a pesar de seguir sintiéndose vivo, activo, útil para un arte al que contribuyo como pocos. Así, las concesiones que Donen tiene que hacer aquí a ciertas modas de la época (esa insufrible músiquilla, por ejemplo) no puede impedirnos ver las virtudes de un film divertidamente amoral, casi nihilista.
Y la mayor virtud de todas es un inmenso MICHAEL CAINE en estado de gracia. Es increible como este actor está igualmente dotado tanto para el drama como la comedia. Aquí su presencia justifica de por sí toda la película y Stanley Donen, consciente de ello, va restando importancia al resto de personajes para centrarse finalmente en el de Caine, y para, irremediablemente, sentirse solidarizado con el mismo a pesar de ser el desencadenante de todo el entuerto.
Y aunque es evidente que Donen no puede evitar que su sencilla pero eficaz premisa inicial se enrede más de lo deseable y que no logra aquí una de su obras maestras, LIO EN RIO supone, sin lugar a dudas, una de las mejores comedias de la raquítica década de los 80.... que no es poco.

Estuve viendo ayer “Lío en Río”, es la segunda vez que la veo, la primera tendría unos nueve o diez años y sólo recordaba dos cosas: las tetas de la protagonista y mi madre riendo.
Casualidades de la vida, ayer la volví a ver junto a ella.
No nos defraudó a ninguno de los dos. Es una película sin otra pretensión que entretener, y lo hace, vaya que lo hace.

Las películas de los 80 son a menudo criticadas, zarandeadas y vilipendiadas, muchas veces con razón, no hay duda, pero no todas merecen una paliza.
“Lío en Río” pertenece a estas últimas, no pasará a la historia del cine, pero si quieres pasar una hora y media divertida y arrinconar de paso los problemas diarios, te la recomiendo.

El guión es bastante divertido, tiene unas pequeñas lagunas en varias escenas, pero lo compensa con creces en otras (inolvidable la escena en la que Michael Caine hace la maleta mientras oye lo que está pasando en la habitación de al lado).

Los actores están regular, me explico. Los actores principales aprueban y los secundarios suspenden.
Michael Caine está como siempre, estupendo, da igual la peli en la que salga, da lecciones magistrales allá dónde va. Quiero destacar también al gran Rogelio Hernández que le ha dado la voz en tantas y tantas ocasiones, gracias maestro.
Joseph Bologna, le acompaña bien, sabe de la superioridad del inglés y aún así consigue mantenerse a flote.
Ahora viene lo malo. Demi Moore, en uno de sus primeros papeles está pero no está. Parece una muñequita de porcelana durante toda la peli, nunca se sabe si está enfadada o contenta o triste o alegre, muy guapa eso sí, pero nada más.
Michelle Johnson, hay que reconocer que como actriz no vale mucho, pero creo que tampoco lo hace tan mal. Su papel es el de una especie de Lolita y lo cumple con creces, está muy sensual durante toda la peli, aparte de estar buenísima, claro.

Resumiendo, me alegro de haber vuelto a ver “Lío en Río”, a partir de ahora la recordaré igual que hace 20 años, pero yo riéndome también.

P.D. (Perdón por el título de la crítica, pero no se me ocurría otra cosa, perdón, perdón, perdón,…).

Playas de fina arena. Negras macumberas. Samba en cualquier rincón. Turistas practicando el ala-delta. La inevitable capoeira. Y hermosas garotas de praia. El más exuberante Rio de postal turística es el destino vacacional de Michael Caine, un cincuentón estadounidense. Un recién separado que pasea por Copacabana con una ridícula camisa que cubre la desnudez que tanto le avergüenza. Sin embargo, sus ojos se le salen de las órbitas con las chicas en top-less. Por su condición masculina, por su edad y por su educación, la tentación tiene, sin duda, la batalla ganada.

De acertados e irónicos diálogos, sin alardes narrativos ni visuales, de Blame it on Rio resaltan su naturalidad, un ritmo y un clima de comedia perfectos, y la deliciosa compenetración cómica de Michael Caine y Joseph Bologna. Méritos achacables a un viejo maestro de la comedia. Stanley Donen.

Ultima película del gran Stanley Donen (“Cantando bajo la lluvia”). Se trata de una comedia simpática, en donde un veterano Michael Caine, sin duda lo mejor del film, comienza una relación con la atractiva Michelle Jonson, de sólo 19 años en el film. El abismo generacional les separa, pero ambos parecen disfrutar.
Demi Moore, antes de “retocarse” unas cuantas veces en el quirófano, es la hija de Caine y amiga de Jennifer (Michelle Jonson) que asiste incrédula al espectáculo. En una de sus primeras apariciones, tiene un papel bastante secundario.

Sin ser una gran comedia, se deja ver. Ambientes de sol y arena, playas de cuerpos espectaculares, diálogos bien construídos, y los enredos, empezando por la graciosa historia de la postal, hacen de esta comedia una película para ver y dejarse llevar sin más pretensión que pasar un buen rato. Tiene cierto encanto.