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El expreso de Shanghai

Drama Tras ser plantada por el capitán Donal Harvey (Clie Brook), Lily (Dietrich) gana reputación como una famosa aventurera. Pero la situación se calienta cuando estos ex amantes se encuentran en el tren camino de Shanghai. Compartirán sitio con un grupo de pasajeros de distintas nacionalidades y clases incluido un comerciante muy sospechoso rechazado por la bella Lily. Cuando el tren es asaltado por rebeldes chinos, el capitán Harvey es ... [+]
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Críticas 20
Críticas ordenadas por utilidad
22 de septiembre de 2007
40 de 44 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cuarto film de los siete que realiza Josef von Sternberg con la colaboración como actriz de Marlene Dietrich, a la que había descubierto dos años antes y con la que mantenía unas cálidas relaciones sentimentales. Es posiblemente la obra más equilibrada y mejor conseguida de las siete. Se rueda puntualmente en exteriores (estación ferroviaria de Santa Fe y Chatsworth) y en los Estudios Paramount (LA, CA). Nominada a 3 Oscar (película, director y fotografía), consigue uno (fotografía). Escrita por Jules Furthman ("Río Bravo", Hawks, 1959), se basa en un argumento de Harry Harvey y contiene numerosas referencias al relato breve "Bola de sebo" (1880), de Guy de Maupassant. Producida por Adolph Zukor, se estrena en première el 2-II-1932 (NYC, NY).

La acción tiene lugar en China, en 1931, durante la guerra civil, a bordo y en torno al tren rápido (expreso) de Pekin a Shanghai. Nueve personajes muy diversos coinciden en el vagón de primera clase. Entre ellos, el alemán Eric Baum, el pastor anglicano Carmichael, un extraño comerciante euroasiático que se hace llamar Henry Chang, un militar francés (mayor Lenard), una bella y sensual mujer oriental (Hui Fei), el doctor Donald "Doc" Harvey, capitán del cuerpo de Sanidad del Ejército británico, la cautivadora y misteriosa Shangai Lily, la Sra. Haggerty que regenta una casa de huéspedes en Shanghai y el jugador aficionado a las apuestas Sam Salt. Estos pasajeros encarnan diferentes estereotipos, como el francés encerrado en su chovinismo, el inglés flemático, el religioso puritano, la anciana caprichosa, el alemán exigente, el enfermo hipocondríaco, la prostituta de buen corazón, etc. Entre ellos se producen episodios de confraternización y choques que van desde el roce hasta la tortura, el rapto y el homicidio.

El realizador focaliza la atención, más allá del relato, en la estética de las imágenes. Se preocupa, con resultados muy notables, de los juegos de luz y sombra, la composición del dibujo, la distribución del color (negro, blanco y una amplia gama de grises) y la dinámica visual. Busca, sobre todo, la exaltación del rostro de la protagonista, cuya fascinación y sensualidad subraya con encuadres precisos, acompañamientos imaginativos (rostro tras los cristales acompañado de la palma de la mano abierta en forma de estrella) y una compleja y hábil iluminación. La dirección de la fotografía corre a cargo de Lee Garmes ("Lo que el viento se llevó", 1939) y del propio realizador. La música, de Franke Harling, ofrece festivas composiciones originales de viento y percusión y música añadida del momento, que toma de los discos que Magdalen pone en el gramófono.

La acción incluye una sucesión densa, rápida y variada de acontecimientos, que absorbe y retiene la atención del espectador. La acompaña un jocoso e irónico sentido del humor que cubre todo el metraje y se cuela en la secuencia final.
Miquel
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19 de marzo de 2010
38 de 43 usuarios han encontrado esta crítica útil
Pocas veces se ha visto en el cine un enamoramiento tan enfermizo y una pasión tan arrasadora como la que siente Josef von Sternberg por la Dietrich. En cada milímetro de la película se presiente el deslumbramiento más absoluto del director por su musa, su estrella. Y como Pigmalión, Marlene corresponde a ése amor con toda su inconmesurable belleza y con un despliegue impresionante de hermosura, misterio y esplendor que subyugan al espectador hasta hipnotizarlo. Se deja adorar por la cámara, se deja hacer el amor por la lente que ante su sola presencia hace que nos olvidemos de todo lo que aparece alrededor. Dietrich en la cúspide de su magnificencia luce sus dotes de mediocre actriz pero ¿acaso éso es importante si está ella? claro que no, si tampoco esperámos que una escultura hable. Señoras y señores para entender en serio lo que significa ser una estrella, una venus, una diosa gélida como no se podrá ver nunca más, tienen que ver El expreso de Shanghai. Magistralmente dirigida y con un guión de suspenso magnífico es un regalo para los ojos y el corazón. Porque la diosa más distante del mundo existió y se llamó Marlene.
Srita davidlynch
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27 de marzo de 2007
23 de 28 usuarios han encontrado esta crítica útil
Sternberg, nacido en Viena pero afincado en Estados Unidos desde niño, había realizado varias excelentes películas mudas y ahora se encontraba unido artística y sentimentalmente a Marlene Dietrich.

El argumento de El expreso de Shanghai tiene toda la artificiosidad y exotismo característicos del cine de Sternberg con la Dietrich, y aunque ésta demuestra ser una actriz de escaso talento, él y su fotógrafo Lee Grames sí logran explotar su físico al máximo haciendo el recurrente papel de mujer con pasado y aparentemente sin conciencia ni moralidad.

En la dirección se caracterizó siempre por su fuerza visual y podemos ver angulaciones de cámara e iluminación propias del expresionismo alemán tan influyente en los años 20 y 30, haciendo mucho énfasis en el humo que arroja el tren, acaso como una vía de salida de las pasiones y odios del variopinto grupo de pasajeros.

Los diálogos, especialmente en la parte inicial, tienen buenas dosis de ironía y cinismo, basta como ejemplo el encuentro-reencuentro de Magdalen y Donald en el que ella dice:

- Me he cambiado el nombre

Y él responde:
-¿Te has casado?

- No, pero necesité más de un hombre para cambiar mi nombre por Shanghai Lily
Ennis
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21 de junio de 2009
18 de 20 usuarios han encontrado esta crítica útil
Impecable joya, pequeña y dulce como el mejor caramelo. La sofisticada dirección de Sternberg otorga una nueva dimensión al concepto de elegancia: su suavidad no atañe solo a la forma, sino también a la descripción psicológica de los personajes. Aunque me inquieta un poco la mirada de Marlene Dietrich (siempre alerta, rollo "dónde está la mosca"), hay que reconocer que su imagen está un paso más allá de la belleza: emana fascinación y misterio, embruja. En uno de los planos finales, tiembla maravillosamente mientras fuma un cigarrillo, revelando la fragilidad de un personaje escudado en la seducción y la réplica ágil e inteligente.

En su conjunto, El expreso de Shanghai es una película irreprochable. Su dominio de los espacios es admirable y su colección de secundarios no tiene desperdicio. Sternberg enmarca una historia de amor en un contexto éxotico y hostil, lleno de voces distintas y divergentes que chocan y se entrelazan enriqueciendo a unos y a otros. La problemática de la fe es esencial, aunque podía haber caído en un exceso de sensiblería; no lo hace, porque a Dietrich más o menos te la crees y los sentimientos se expresan con toneladas de ironía. Hollywood clásico, tan artificial y sin embargo tan fascinante, tan bello...

Lo mejor: El reparto y el trabajo de Sternberg.
Lo peor: el final es un poco previsible.
nachete
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23 de abril de 2009
13 de 17 usuarios han encontrado esta crítica útil
Otra de las grandes obras del maravilloso y sublime von Sternberg, de parecido título y previa a su inconmensurable "El embrujo de Shanghai". Película de la fascinante serie que realizase junto a Marlene Dietrich, Sternberg narra en el habitáculo de un tren que viaja de Pekín a Shanghai en la China revolucionaria, otra historia en plena ebullición de pasiones desatadas, otra pintura magistral de la condición humana, a partir de su inimitable y genial prisma cinematográfico: abigarrado decorativismo, una recreación poética y fantasmagórica cuasirreal de China, una atmósfera en ebullición, de admirable y arrebatador lirismo (en todo esto quizás el alemán sea el más grande de la Historia).
El microcosmos del tren es absolutamente comparable al de joyas como "La diligencia" de Ford o "Alarma en el expreso" de Hitchcock, pero hay aquí también genuino arte, un superlativo cineasta, imaginativo y de sublime talento y encanto, que tiene el impagable detalle de servir, más que servirse, a la Dietrich para regalarla otro inolvidable personaje: la fría y seductora Shanghai Lily. Obra maestra.
kafka
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